25 de noviembre de 2002
Receta de la sopa
Eduardo Galeano
La Jornada
EL MENDIGO LLAMO a la puerta.
-Yo no pido -dijo-. Vengo a ofrecer.
Ofreció la sopa más sabrosa de la historia de la gastronomía, y lo dejaron entrar.
Puso una olla en el fuego. Cuando el agua rompió a hervir, echó en la olla una piedra que traía en el bolsillo. Probó, se chupó los dedos.
-Perfecto -dijo.
Para perfeccionar la perfección, fue pidiendo algunos complementos: un manojo de espinacas, una cebolla picada y dorada en manteca, sémola, fideos, un chorro de vino blanco, mucho queso rallado, un toque de pimienta y un puñado de sal.
El mendigo se comió casi toda la sopa, pero tuvo la gentileza de convidar alguna cucharada a los dueños de casa. Y les dejó la piedra.
Parece una piedra cualquiera, sin sabor a nada.
La sopa se sigue cocinando a las orillas del lago Léeman, al pie de los Alpes. Con esa piedra.