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Economía

Irak y el costo de la guerra


Alejandro Nadal
La Jornada

S
e dice que la primera víctima de una guerra es la verdad y la frase se atribuye en Estados Unidos a Hiram Johnson, senador aislacionista por el estado de California en 1918. Independientemente de la autoría de la cita (hay quien la atribuye a Esquilo), lo cierto es que se debe aplicar al peso económico de la guerra.
El costo efectivo para Estados Unidos de la guerra en Irak y Afganistán rebasa los 314 mil millones de dólares (mmdd). Y la Oficina del Congreso para el presupuesto (CBO, por sus siglas en inglés) calcula conservadoramente que se van a requerir otros 450 mmdd durante los próximos diez años. En realidad, el cálculo es muy bajo si se observan las tendencias actuales del conflicto en los dos países intervenidos por las fuerzas estadunidenses. Aun así, la suma total de 764 mmdd es superior al costo de cualquier otra aventura militar de los últimos 60 años. Los cálculos más recientes sitúan el costo de la guerra de Corea (1951-1954) en unos 422 mmdd y el de la guerra de Vietnam (1961-1973) en 615 mmdd.
La CBO calculó en septiembre de 2002 que el costo de esta aventura militar sería de entre mil 520 y 4 mil 25 millones de dólares cada mes. En realidad, el costo es más alto y la nueva contabilidad indica que cada mes se gastan entre 5 y 8 mil millones de dólares.
A este ritmo el costo total en los próximos diez años podría superar el billón de dólares y la economía estadunidense no está para aguantar ese castigo. El problema del déficit fiscal, tema que ya es delicado para la política económica estadunidense, sería inmanejable. De hecho, si se toman en cuenta los otros componentes del presupuesto de egresos en Estados Unidos es fácil comprobar que las prioridades fiscales serían distorsionadas de mantenerse el esfuerzo bélico en Irak y Afganistán. El financiamiento de la guerra a través de un déficit fiscal que amenaza con salirse de control es insostenible.
Con los recursos gastados en la guerra en Irak-Afganistán al día de hoy, Estados Unidos podría haber construido 2 millones 100 mil casas dentro de sus programas de vivienda pública. Alternativamente, pudo haber contratado 5.3 millones de profesores para trabajar en su sistema de educación pública durante un año escolar. O pudo haber otorgado 9 millones de becas para mantener jóvenes estudiantes en universidades públicas en programas de cuatro años. Estados Unidos pudo haber duplicado su inversión en investigación científica y desarrollo experimental del año pasado con esa cantidad de recursos, y de esa forma habría mejorado su posición competitiva en el mercado internacional de bienes de alta tecnología.
Y para colocar estas cifras en otra perspectiva, con el monto de recursos que se gasta en Irak-Afganistán, Estados Unidos pudo haber cubierto 100 por ciento del costo de la campaña mundial contra el hambre durante la próxima década o el costo de los programas de lucha contra el sida ¡durante 25 años!
El proyecto de la Casa Blanca de mantenerse por tiempo indefinido como fuerza de ocupación en Irak y Afganistán conduce a pensar que los daños para la economía estadunidense no serán pasajeros. La razón es que tanto republicanos como demócratas insisten en que Washington debe recortar el gasto público en otros renglones para pagar la guerra sin incrementar el déficit. De seguirse ese camino, la guerra terminará por debilitar estructuralmente esa economía, minando su competitividad internacional y empeorando su desequilibrio externo.
En este contexto es interesante comparar las guerras de Irak y de Vietnam. Esta última debilitó profundamente a la economía estadunidense por la forma en que se financió el déficit fiscal durante los años 1968-1973 y tuvo mucho que ver con la decisión de Nixon de abandonar el compromiso adquirido por Estados Unidos en Bretton Woods de intercambiar dólares por oro a 35 dólares la onza. Esa decisión transformó para siempre a la economía mundial. ¿Cuál será el efecto de largo plazo de la aventura en Irak?
Por supuesto, las víctimas que más importan son las bajas humanas. Los soldados estadunidenses muertos en Irak suman mil 765 y los heridos son 13 mil 200 (la mayoría de gravedad). Las víctimas iraquíes confirmadas alcanzan las 25 mil 851, pero las estimaciones se disparan hasta los 100 mil iraquíes muertos durante y después de la invasión de Irak.
Herodoto dijo que lo que distingue la guerra y la paz es que en tiempos de paz los hijos entierran a sus padres, pero en guerra los padres sepultan a sus hijos. Y como en Estados Unidos los jóvenes ya se dieron cuenta de que morir en Fallujah no es divertido, el ejército estadunidense no ha podido alcanzar sus metas de reclutamiento desde hace meses. Todo eso aumentará todavía más el costo de la guerra.