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Hugo Alberto de Pedro

Un 17 de octubre Injusticialista

"Lo cierto es que esta sociedad no admite más teatralización de la política, ni que lo que se dijo hace un año atrás se cambie por realismo político de sumergirse en la crisis" Germán Abdala

Por Hugo Alberto de Pedro
http://usuarios.advance.com.ar/hugo-de-pedro/hdp.htm


Con solamente observar quiénes convocaron a celebrar el "Día de la Lealtad" nos basta para comprender que no ha pasado solamente más de medio siglo desde aquella histórica jornada, sino que también han pasado cientos de miles de millones de dólares por las manos que administraron, en estos veinte años a la Nación y algunas Provincias, éstos denominados "peronistas".
Con dineros que sin dudas nos corresponden a todos los argentinos ayer armaron un despliegue impresionante en las ciudades de La Rioja, Rosario, La Quiaca, Resistencia y San Vicente para convocar, en el mejor de los casos, a solamente 25 mil personas sumados todos los actos.
Menem, Kirchner, Rodríguez Saá, De la Sota y Duhalde no llevaron a los oídos de los presentes –militantes, contratados, llevados y obligados- ninguna propuesta en vista a las elecciones internas que, supuestamente, se realizarán a mediados de diciembre próximo, sino simplemente desaforados discursos para continuar su enfrentamiento y lograr quedarse con el "pato de la boda", que para ellos es "el poder".
Estos pretendidos estadistas, o bien autoproclamados excelentes administradores, únicamente pueden ofrecer a la sociedad lo mismo que han dado como funcionarios ejecutivos, o sea, nada que merezca lograr la confianza en sus capacidades no solamente al electorado en general que no tiene compromiso con ellos, sino tampoco a sus acólitos empleados-seguidores (son los funcionarios y muchos empleados públicos que están al servicio de ellos pero que pagamos todos nosotros sus sueldos, honorarios y gastos de representación) los que en muchos casos no saben dónde colocarse por temor a quedar, elecciones mediante, descolgados y descolocados de las prebendas públicas que supieron conseguir.
Si recorremos los discursos de éstos cinco máximos dirigentes, autodenominados justicialistas, podremos advertir un nivel tal de animosidad, desprecio e insultos que sólo podría explicarse si se tratara de dirigentes de partidos políticos enfrentados y antagónicos ideológicamente. Estos son algunos de los comentarios que se cruzaron: traidores, cuentas en Suiza, fraude, el pueblo los insulta y los escracha, odios y rencores, etc. que como se aprecia nada más alejado de ideas políticas para hacer frente a la crisis.
Los hechos dudosos que conocemos los simples ciudadanos sobre las arbitrariedades cometidas al "hacer uso" de los bienes, patrimonio, dineros, inversiones, justicia y legislación públicos nos permiten asegurar que realmente las prácticas corruptas y mafiosas están encarnadas en algunos de los presidenciables candidatos, o seguramente en todos ellos.
Estos dirigentes, así como han llevado adelante su vida política utilizando a la gente, hoy NO PUEDEN: caminar por las calles del país sin dejar de ser insultados y escrachados, utilizar los medios públicos de transporte, ingresar a las fábricas, comercios, barrios humildes, colegios o universidades, realizar ningún trámite en una dependencia pública, entrar a los comedores populares, centros de jubilados ni hospitales, etc. O sea, no pueden ya acercarse al pueblo, a la gente, a todos los que han traicionado y empobrecido además de robarles las ilusiones de vida y progreso.
Lo que sí han logrado siempre es con el PODER: subirse a los aviones y vehículos estatales para hacer uso de ellos en forma discrecional en sus campañas políticas que todos pagamos, contratar medios, periodistas, comunicadores y espacios publicitarios por sumas que sus ingresos y patrimonios personales no podrían pagar ni por una semana, disponer de los fondos públicos con una impunidad sorprendente, acomodar a la justicia de forma tal que no investigue o bien convalide hasta la más miserable de sus andanzas y cualquier sospechoso acto de gobierno, atemorizar a propios y extraños con sus amenazas o hechos políticos llenos de arbitrariedades, presentarse ante la opinión pública impolutos, sobreseídos en causas judiciales o bien jamás llevados a juicio porque ellos son la justicia, disponer de los dineros públicos e inversiones como si fuera su propia billetera llevando dineros al exterior, trayendo bonos en valijas desde el exterior o bien teniendo cuentas millonarias en tierras lejanas, eliminar a procuradores y fiscales que entorpecen sus sospechosos manejos de la cosa pública, etc. O sea, pueden realizar todo aquello que a los señores feudales y a los autoritarios les estaba permitido.
Obviamente que cuando entre ellos se encolerizan éstas y muchas más cuestiones saltan a la vista y oídos de todos, lo que se transforma en una confesión que releva a las pruebas.
Un 17 de octubre para que pueda volver a ser peronista debería estar enmarcado en la impronta e ideario de Rodolfo Walsh, John William Coocke, Rodolfo Puiggrós, Germán Abdala, Carlos Mújica, Francisco Urondo, Andrés Framini, Sebastián Borro, Felipe Vallese, Rodolfo Ortega Peña y de tantos otros que desde aquel peronismo de la resistencia respetaron siempre a los humillados y a los más necesitados. Los que seguramente hoy se encuentran en las antípodas de éstos que se aprovechan de un movimiento que en sus entrañas, no en la dirigencia, sigue siendo nacional y popular.
En síntesis, ha sido un 17 de octubre injusticialista.
18 de octubre del 2002