Desde aquellos días iniciales ha corrido mucha agua bajo los puentes y ya no es posible marchar a ciegas por un camino que oculta toda clase de sorpresas
Lisandro de la Torre por Hugo Alberto de Pedro http://usuarios.advance.com.ar/hugo-de-pedro/hdp.htm Han pasado dos meses desde la asunción de Néstor Carlos Kirchner al gobierno y también al poder, siendo esto último lo más sobresaliente conforme a su bajo nivel de adhesión logrado en las elecciones de abril último al haber sido colocado como último recurso por Eduardo Alberto Duhalde en su desesperación por no encontrar a otros obedientes dispuestos a competir con Carlos Saúl Menem -otrora jefe y líder de todos ellos- que terminó huyendo a la segunda vuelta.
En estos sesenta días el gobierno fue dando muestras, más que suficientes, de querer copar el centro de la escena política cobardemente despoblada por: a) La muerte del radicalismo traicionero, mentiroso y convertido nuevamente en asesino en sus últimas horas de gobierno, b) La izquierda incoherente, incapaz y descerebrada por donde se la mire y sin la menor vocación de poder, c) La derecha miedosa de moverse y presionar como siempre ha sido su dolorosa y abominable costumbre dejando mostrarse en su estilo por algunos medios de comunicación.
El espacio ocupado fue producto de no más de cinco cuestiones que tuvieron un gran efecto en la opinión pública: corte suprema, cambios en el ejército, PAMI, extradiciones y viajes al exterior.
Con un inocultado apoyo proveniente de algunos sectores denominados progresistas y adornados por la prensa que parece haber sido, en el mejor de los casos, cautivada por el presidente no se ha producido ninguna decisión de fondo para cambiar las reglas de juego neoliberales todavía vigentes y que hoy las vemos disfrazadas de "capitalismo serio".
El aceitado aparato mediático y comunicacional, con todos los más agudos periodistas y comunicadores sociales demostrando directa o solapadamente un irrestricto respaldo como también dispuestos a subirse al avión presidencial en los viajes, no ha permitido sacar a la discusión los temas fundamentales que hacen al sufrimiento y malestar cotidiano de la mayor parte de la población como ser: desempleo, hambre, indigencia, salarios, jubilaciones, distribución del ingreso, deuda externa, mercado latinoamericano, privatizaciones, tarifas, altas tasas de interés, etc.
Siendo éstos temas omitidos de discutir políticamente solamente queda por pensar que muy poco se hará en el futuro inmediato. Ya sea que pueda ser levantado desde afuera, o quizás desde el mismo gobierno que por ahora no permite vislumbrar un cambio de rumbo efectivo y determinante para terminar con trece años de políticas entreguistas que dinamitaron las bases mismas de la República convirtiendo a la Democracia en un objeto como la urna electoral misma por la que entran las esperanzas convertidas en votos y de ellas salen traiciones, contradicciones, arreglos y corrupciones marcadas por las más corporativas y mentirosas políticas de los políticos y sus aduladores de turno.
Se sabe quien es el ministro de Economía Roberto Lavagna y cuales son sus pensamientos, también que ha sido el mentor económico en la salida de la insostenible convertibilidad, la asimétrica pesificación y de todas las políticas financieras y económicas desde hace quince meses, de los acuerdos con el F.M.I., la flotación del dólar, el elevado costo financiero, las ayudas financieras otorgadas al sistema dueño del mercado y de la economía misma, el control de la demanda para evitar la inflación y sin considerar las necesidades del pueblo, etc. Por lo tanto es imposible pensar en otras soluciones a las problemáticas generales y que únicamente tiene como privilegiados al sector exportador y a la usura bancaria que impide cualquier política redistributiva o aunque más no sea "neokeynesiana".
No todos saben quien es el ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios Julio Miguel De Vido. Quince años en funciones ejecutivas en la provincia de Santa Cruz de las cuales ocho fue ministro de Economía y Obras Públicas con un abultado presupuesto proveniente de las regalías petroleras y gasíferas que fueron orientadas exclusivamente a la obra pública que no permitieron encontrar el camino productivo y para el desarrollo económico. Dejó tras abandonar el cargo sólo un aumento descomunal del empleo público dependiente del poder político y ligado a las prebendas, favores, presión sobre los municipios a los cuales se les quitó la autonomía presupuestaria y que necesariamente indujo a grandes contrataciones para un puñado de empresas constructoras, siempre sospechadas en sus contrataciones, que ni siquiera sirvió para generar una genuina y perdurable fuerza de trabajo y menos aún en aumento de sueldos que estuvieron congelados en los últimos doce años. Durante su gestión se invirtieron cerca de 1.000 millones de dólares en el exterior sin jamás haber dado explicación, ni política ni pública, sobre el destino cierto dado a esos fondos, sus renta y disposiciones de fondos realizadas.
Es decir, los dos ministerios que deberían ser los que dinamicen la economía desde sus propuestas y programas específicos tienen como responsables a personas con un historial poco promisorio, sucediendo lo mismo con muchos de los colaboradores más cercanos e influyentes. Veremos que pasa en el futuro.
Se desconoce el destino que se dará al superávit fiscal estimado en el 2,5% del producto bruto interno, al aumento de la recaudación, a la disminución del gasto público, a la mayor recaudación, a la falta de ajuste en los salarios de los empleados del estado y a las divisas que van engrosando las reservas. Aún sin conocer las decisiones podemos imaginar, por experiencia histórica, que tendrán el mismo destino de siempre: el exterior. Esto será así porque de lo que no se habla es de romper con un modelo económico diseñado para la dependencia, como tampoco se habla de llegar al verdadero esclarecimiento del endeudamiento real que supimos conseguir y que jamás ha sido disfrutado por el pueblo sino solamente por las corporaciones empresarias y financieras nacionales y extranjeras.
Si debemos atenernos a los pasos dados hasta estos días para mejorar el ingreso de la población no podemos reconocer logro alguno, más allá de los rimbombantes anuncios pluriministeriales que no se verificarán en un aumento real en los bolsillos de los trabajadores, o sea en una recomposición del poder adquisitivo de los salarios. Entonces vemos que tampoco con estas medidas se ha perseguido dinamizar el mercado interno -mercado muerto- que incremente la actividad productiva y comercial tan necesaria colateralmente para mantener el nivel de recaudación necesaria para hacer frente al gasto público y la concreción de las obras que son necesarias realizar para el desarrollo integral del país. Eso sí, las exportaciones siguen subsidiadas con los sueldos de hambre, el sostenido valor de la divisa de cambio y el aumento de los precios internacionales.
La política financiera continúa por los mismos andariveles de siempre, o sea, la restricción de fondos, las altas tasas de interés, el imposible acceso al crédito para las pequeñas y medianas empresas, etc. El marco actual va demostrando que la inversiones en plazos van aumentando y no tienen un correlato con el aumento de los créditos, y los que existen tienen las mismas características usurarias y confiscatorias históricas.
El desempleo y el subempleo no deja de ser un tema que pretende ser atendido con los miserables planes de ayuda para los carenciados, que se han convertido solamente en la política de los últimos tiempos en el antídoto contra la protesta social justificada y evitar un genocidio de millones de hambreados, desplazados y humillados por las prácticas políticas y decisiones económicas llevadas adelante desde 1976 por la asesina dictadura militar, los radicales, el menemismo, la alianza de radicales, peronistas y socialistas y últimamente el duhaldismo. No prestar atención al manejo de los "planes de hambre", llamados planes jefas y jefes de hogar, sería no recordar las prácticas que siempre ha llevado adelante el peronismo a la hora de crear legiones de dependientes de la buena voluntad política que fue cambiando desde sus orígenes fascistas y autoritarios (1946/1955), represores y asesinos (1974/1976), desnacionalizadores, entreguistas, privatistas y neoliberales (1989/1999) y hambreadores (2002/2003). Va de suyo que los gobiernos radicales fueron comprometiéndose en agudizar la situación en sus dos truncos gobiernos constitucionales nacidos en 1983 y 1999. Dejando de lado los gobiernos demasiados condicionados y producto de proscripciones de 1958/1962 y el de 1963/1966.
No se puede pensar, salvo desde una posición de torpeza, que la ayuda social no es necesaria. Pero la cuestión central es hacer nuevamente fuerte la actividad productiva del país que permita un crecimiento sustentable en el tiempo a la vez que devuelve al pueblo la dignidad que el trabajo genera y el disfrutar d un ingreso familiar digno que permita acceder a la vivienda, vestimenta, salud, educación, recreación y ahorro.
Son estos seis temas que las familias de los políticos gozan y disfrutan -a veces hasta lo grotesco e impúdico-, mientras desde las ventanas de sus enjaulados despachos ven manifestarse a miles de empobrecidos sin crearles la menor de las vergüenzas. Desde siempre son las mismas indignidades políticas las que se van renovando.
Es probable, aún desde muchas dudas que seguimos teniendo, que el presidente Kirchner conoce estos temas y arbitre las mejores soluciones, pero hay que advertir que ellas solamente vendrán de la mano de quebrar el actual modelo neoliberal y dependiente. La sociedad ya no cree de los disfraces de nadie ni de sus políticas también disfrazadas. Debemos trabajar para lograr un mercado latinoamericano ampliado y basado en políticas coherentes en el desarrollo regional para convertirnos en un verdadero y efectivo eje de poder económico y político que haga frente a la globalización impuesta desde los países ricos, ya que sin ella solamente debemos esperar el aumento de las desigualdades y las presiones a las que nuestros países seguirán llevándolos hasta profundidades inesperadas. Hacer que la República Argentina pueda volver a ser la patria deseada soberana, libre, independiente y que se autodetermine debe ser nuestro compromiso y ojalá lo sea del gobierno. Mientras tanto seguiremos soñando y luchando para lograrlo.
No manifestar estas cuestiones que nos preocupan nos convertiría nuevamente en cómplices y solamente queremos ser protagonistas de los nuevos tiempos y ayudar a éste gobierno como a los que en el futuro le sucedan.
27 de julio del 2003