Dichos y palabras
Justicia, juicio político o plebiscito y después...
Señora de ojos vendados.
Que estás en los Tribunales.
Baja de tus pedestales.
Quítate la venda
Y mira cuanta mentira
Actualiza la balanza
Y arremete con la espada
Que sin tus buenos oficios
No somos nada.
María Elena Walsh
por Hugo Alberto de Pedro
El presidente de la Nación Néstor Carlos Kirchner nos ha propuesto
el pasado 4 de junio utilizando la cadena nacional que asumamos la "responsabilidad
del conjunto" y nos invito a "construir como pueblo el ejercicio de nuestra
soberanía" con "prácticas colectivas de cooperación
que nos permitan avanzar hacia lo nuevo" y realizar "un cambio cultural
y moral profundo" que permita "incrementar la calidad institucional".
El sueño colectivo de cambio institucional profundo" se logrará
para el presidente con la "ayuda del conjunto".
Esperanzas y anhelos
Indudablemente que tomamos sus palabras y sus dichos a los cuales les daremos
crédito a que ellas nacen de un verdadero espíritu democrático
y participativo, que esperamos no tener que horrorizarnos si ésta actitud
se desvanece como en otros reiterados períodos o ciclos históricos
de nuestra República. Es por eso que valoramos profundamente sus palabras
en el marco de las declaraciones públicas del juez supremo Julio Nazareno.
Hasta acá todo esta claro, no decimos bien o perfecto porque así
lo estará cuando las soluciones se lleven a la realidad y dejen de ser
retóricas políticas del momento.
Los legisladores enjuiciadores
Pensar que los actuales legisladores, salvo honrosas excepciones, podrían
estar a la altura de las necesidades populares es un pensamiento vacío
de contenido y repleto de historias trasnochadas dirigidas solamente a cumplir
formalidades y necesidades bipartidistas para mantener el statu quo.
Estos legisladores ya han demostrado ser incapaces de llevar adelante el juicio
político a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
(CSJN) y son los mismos que en los últimos meses del año 2002
recibían, y cumplían, la orden del por entonces transitorio presidente
Eduardo Alberto Duhalde para desestimar la votación de las acusaciones
de la Comisión de Juicio Político. De las palabras del diputado
nacional Humberto Roggero comprenderemos quienes son: "Nosotros enfrentamos
los problemas y estamos dispuestos a pagar los precios políticos que
correspondan". También son los mismos supuestos representantes del
pueblo que votaron a favor eliminar la ley de subversión económica
y entregaron supremos poderes especiales a Domingo Felipe Cavallo.
Los actuales legisladores no han tenido la valentía, desde ya tampoco
la capacidad, de desprenderse de las lacras antidemocráticas sentadas
en las bancas y que han vitoreado hacia los cuatro puntos cardinales las improntas
gubernamentales sin ningún pudor y con demasiado cinismo. Ellos saben
muy bien que no tienen el menor reconocimiento ni respeto popular, son insultados
y deben trabajar y sesionar enrejados y protegidos por uniformados. En el año
2002 la Cámara de Diputados de 57 sesiones previstas no se realizaron
26, 20 fueron ordinarias, 6 especiales, 2 extraordinarias, 2 como Asamblea Legislativa
y una preparatoria. Si queremos abundar en datos de las 26 que no se realizaron
11 fueron por falta de quórum. Los Senadores, un poco menos desprolijos,
no sesionaron en 11 oportunidades de las 55 previstas.
Durante el año 2002 se terminó de derrumbar el tan mentado modelo
neoliberal dejando en su caída a millones en la pobreza y la indigencia
que se fue agravando con el aumento del desempleo y la caída al vacío
de la economía nacional.
Juicio Político o Plebiscito
Dejar el Juicio Político a los "supremos" en manos de los legisladores
es un verdadero error que encuentra sus fundamentos en su propia historia. Los
diputados conforme al art. 53 de la Constitución Nacional (CN) deben
ser los acusadores en las causas de responsabilidad de los miembros de la CSJN
para que conforme al art. 59 de la CN sean los senadores los que tengan la responsabilidad
de juzgarlos.
El art. 40, también de la siempre olvidada CN establece "El Congreso,
a iniciativa de la Cámara de Diputados, podrá someter a consulta
popular un proyecto de ley. La ley de convocatoria no podrá ser vetada.
El voto afirmativo del proyecto por el pueblo de la Nación lo convertirá
en ley y su promulgación será automática. El Congreso o
el presidente de la Nación, dentro de sus respectivas competencias, podrán
convocar a consulta popular no vinculante. En este caso el voto no será
obligatorio. El Congreso, con el voto de la mayoría absoluta de la totalidad
de los miembros de cada Cámara, reglamentará las materias, procedimientos
y oportunidad de la consulta popular", es lo que llamamos plebiscito y que tiene
sus orígenes en las propuestas que hacían los tribunos romanos
para que la plebe, los sin privilegios, pudiera ejercer sus leyes por sobre
las clases superiores de la República.
La orden popular de terminar de una vez con todos los jueces de la CSJN daría
por terminado un tema demasiado escabroso y lleno de acuerdos de trastienda
que ha transformado el tema en un verdadero culebrón.
No debemos olvidar las cortes provinciales
Sabemos que no es solamente el alto tribunal nacional el que no nos merece confianza,
pues tampoco nos garantizan justicia -que es lo mismo que decir que administran
la injusticia- cada uno de los máximos tribunales provinciales que toman
diferentes nombres según cada jurisdicción pero que tienen la
misma responsabilidad. En todos ellos de diferentes modalidades para llegar
al mismo fin la mano del poder ejecutivo provincial ha hecho de las suyas en
las diferentes administraciones para que a través de sus fallos nos demuestren
que también son adictas al poder de turno.
Sería muy largo de señalar como se han modificado las constituciones
provinciales para aumentar los miembros de las cortes y tribunales superiores
dejándonos a todos presos de los designios y ordenes de los gobernadores.
Por esto entendemos como imprescindible llegar a la consulta popular sobre todos
los tribunales supremos sin excepciones, ya que sería la única
forma de comenzar de nuevo y poder soñar con una justicia verdadera,
justa e independiente del poder político de turno.
Los futuros supremos
Si bien le corresponde al presidente de la Nación nombrar a los futuros
magistrados deberemos estar muy atentos del acuerdo que presten los senadores
a los mismos en oportunidad de hacerlo por los dos tercios de los miembros presentes
que establece la CN.
Nuevamente si buscamos en los antecedentes han sido siempre los justicialistas
los que han buscado sus cortes domesticadas comenzando por los juicios políticos
de Juan Domingo Perón, las jubilaciones impuestas por Isabel Martínez,
siguiendo con el aumento de los miembros de la CSJN de Carlos Saúl Menem
y terminando con el último nombramiento del político y senador
Juan Carlos Maqueda realizado por Eduardo Alberto Duhalde. Los otros cambios
realizados fueron producto de sacar a los jueces colocados por las diferentes
dictaduras desde 1955 hasta 1983 y los manejos realizados por los gobiernos
constitucionales para aumentar los jueces supremos de 5 a 7 miembros y que fueron
posteriormente anulados.
Debemos en consecuencia exigir la mayor de las transparencias en las nuevas
designaciones que deberían recaer inexorablemente sobre personas probas,
capaces, catedráticos, intachables y sin ninguna participación
política partidaria en su historial, ya que de lo contrario sería
involucrarnos una vez más en una estafa a la ciudadanía.
Memoria y realidad
Tenemos un gran desafío por delante. Será una vez más nuestra
más activa participación la que no permita ningún nuevo
abuso del Poder, ese que tanto saben utilizar nuestros políticos en nombre
del bienestar general y que termina siempre en las historias de traiciones que
todos conocemos.
No tenemos motivos, más allá que el de conocer como se ha comportado
Kirchner en Santa Cruz con respecto a los nombramientos y aumento del número
de miembros en el Tribunal Superior de Justicia, para suponer que esta vez suceda
otra vez lo mismo porque seguramente la sociedad no lo permitirá alegremente.
Si nos invitan a construir solamente esperamos que no quieran convertirnos en
arena, cal o cemento para que una vez mezclados pasemos a convertirnos en ciudadanos
inmóviles, porque de eso no deben quedar dudas que no lo permitiremos.
8 de junio del 2003