" En defensa de la humanidad "
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1 de noviembre de 2003
Humanidad en acción
José Steinsleger
La Jornada
De los tres muralistas que el canon ubica entre los grandes, mi biorritmo empata con el número cuatro: Rufino Tamayo. De la obra de Diego Rivera nada digo porque mi México respira en la de José Clemente Orozco, en tanto la de David A. Siqueiros me causa dolor de nuca y asusta tanto o más que la Coatlicue con su falda de serpientes. En diciembre de 1971, Siqueiros inauguró el polyforum que lleva su nombre y el grandioso mural "La marcha de la humanidad en la tierra y hacia el cosmos. Miseria y Ciencia". ¿Por qué el maestro encerró su obra en una bóveda de 900 metros cuadrados? ¿Atisbó que podía sufrir un atropello similar al que en Cuernavaca acabó con el hotel "Casino de la Selva", sitio que Malcolm Lowry eligió para escribir acerca del desamor en el mundo y donde originalmente se pensó la realización de dicho mural, el más grande del mundo? Años después, a la vera del Polyforum Siqueiros, se erigió el "World Trade Center" (WTC), torre en cuyos nichos, salones y pasillos desangelados discurren los brujos del "libre comercio" y, en cuyo techo, descansa algo parecido a un gigantesco platillo volador. Debido a la comodidad de la cercanía, una de las mesas del encuentro internacional "En defensa de la humanidad", celebrado en días pasados en el Polyforum, fue paradójicamente organizada en el WTC. Para llegar al salón en el que se trató el tema "Cultura, resistencia y solidaridad ante la globalización", parte de los asistentes tuvieron que recorrer de ida y vuelta 200 metros de pasillos que bordeaban una feria de computación, espacio alucinante, ruidoso y digno de la caverna de José Saramago, en el que circulaban miles de jóvenes adolescentes. Naturalmente, y en buena parte por el silencio deliberado de los dizque "medios de comunicación", pocos de estos chicos se enteraron de los propósitos del encuentro "En defensa de la humanidad". Lo que no es casual. Digan lo que digan los intelectuales que posan de "profundos" y que sibilinamente resultan cómplices de los horrores de este mundo, neoliberalismo es igual a imperialismo y globalización excluyente. No cualquier otro fue el eje de un encuentro que el historiador estadounidense James Crockcroft calificó de "humilde pero histórico". Es verdad. A diferencia de otros eventos similares que las empresas transnacionales y los gobiernos subsidian con cientos de miles de dólares, el encuentro "En defensa de la humanidad" fue posible gracias a la entrega vigorosa de muchos alientos: un equipo de jóvenes voluntarios y concientes, el aporte desinteresado de instituciones públicas, académicas y privadas que garantizaron costos mínimos y la difusión extraordinaria que prestó "La Jornada", periódico comprometido con la urgencia de un nuevo orden mundial de la información y la comunicación. Ninguno de los invitados cobró por sus intervenciones; ninguno esperó una limusina y fotógrafos para ser recibido en el aeropuerto; ninguno exigió pasajes de primera clase y algunos pagaron el suyo. La premura del tiempo (tres meses escasos de organización) y la precaria infraestructura logística hizo que muchos intelectuales no recibiesen invitación formal. Sin embargo, no faltaron notables "de izquierda" (¿?) a quienes se les cursó invitación y respondieron que participarían siempre y cuando el foro omitiese la solidaridad explícita con Cuba, Palestina, Irak, Afganistán, el pueblo vasco, los prisioneros en el campo de concentración de Guantánamo, la militarización de América Latina y la condena al imperialismo yanki… Por otro lado, quien se ha escudado en la "libertad de expresión" para tergiversar la "Declaración" final del encuentro, incurre en actos de vesanía y cobardía intelectual. En momento alguno el foro confundió a la Organización de Naciones Unidas (ONU) con el Consejo de Seguridad. El doctor Pablo González Casanova, inspirador del Encuentro, fue claro en su discurso inaugural: "¿Qué jurista o internacionalista serio puede negar que el acuerdo tomado en forma unánime por el Consejo de Seguridad de la ONU el 16 de octubre, legitimando la ocupación de Irak por Estados Unidos, acabó con ese organismo mundial y con uno de los principios fundamentales del derecho internacional…". Asimismo, el texto de la "Declaración" traduce la inquietud por la "puesta en entredicho" de los artículos constitutivos de la ONU en 1945 y dice: "…la convalidación del ataque y ocupación militar de Irak por Estados Unidos (resolución 1511 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas) deja en suspenso las esperanzas de paz que los pueblos habían depositado en la ONU". ¿A quiénes engañan los tartufos que en toda reafirmación de soberanía nacional detectan "…la intolerancia incivilizada de la afirmación nacionalista"? ¿Será que detrás de lo que llaman "nacionalismo" temen la mano justiciera de pueblos enteros que se alzan contra el neoliberalismo, el imperialismo y la globalización excluyente? El único "nacionalismo" que impregnó el espíritu de quienes asistieron al evento internacional del Polyforum giró en torno a la divisa de José Martí: "Patria es humanidad". En este sentido, el encuentro alcanzó su objetivo. (FIN)