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Salvador Allende

Discurso pronunciado por Miguel Enríquez, Secretario General del MIR, el día 17 de Julio de 1973,

posterior al intento de Golpe del 29 de Junio de 1973.

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Discurso en el Teatro Caupolicán


Compañeros trabajadores,
compañeros dirigentes de las organizaciones de masas,
compañeros dirigentes de otras organizaciones políticas,
compañeros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria,
Trabajadores de todo Chile:

En las últimas semanas el país ha sido sacudido por graves y agudos conflictos. La lucha de clases se ha agudizado mostrando al desnudo las contradicciones de la sociedad. En una rápida sucesión de hechos y choques, los trabajadores han ocupado finalmente el lugar protagónico en el escenario de la lucha política. La clase obrera y el pueblo atrincherados en los fundos y fábricas, enfrentan a sus enemigos de clase que les acechan y amenazan.

Nos reunimos nuevamente en este Caupolicán para recoger la experiencia de estos días, analizar los acontecimientos y fijar los próximos objetivos.

Pero éste no es sólo un acto de análisis éste es un acto de preparación para los próximos enfrentamientos, éste es un acto de combate, éste es un llamado a la clase obrera y al pueblo a reafirmar su posición combativa y a reemprender con más fuerza que nunca la lucha sin cuartel contra las clases patronales, contra Frei, contra Jarpa, contra los enemigos de nuestro pueblo.

Aquí señalaremos nuestra política y nuestra táctica para esta coyuntura y los próximos combates. Las clases patronales pondrán el grito en el cielo: que chillen, hay intereses de clase, poder y riqueza que ellos quieren conservar y que nosotros empujamos a los trabajadores a arrebatárselos.

Pero hay también otros, en la izquierda, que han pretendido cuestionar el derecho del MIR a proponer una táctica a las masas.

Lo que señalaremos es la táctica que el MIR propone a la clase obrera y al pueblo, y al conjunto de la izquierda. Esta es la táctica que un extenso sector de los trabajadores ha venido impulsando y es la que el MIR impulsará, les guste o no les guste a las clases patronales y a los vacilantes.
Del fracaso del Feismo surgió el golpismo de hace días, casi una decena de tanques, con algunos oficiales reaccionarios a la cabeza, detrás de las banderas del Partido Nacional y de la ultrareaccion democratacristiana, asesinaron cobardemente a civiles el viernes 29. Por eso, basta ya de hablar del Comandante Souper, de tribunales de honor, cuando de lo que se trata es de criminales y delincuentes que en vez de cortaplumas contaron con tanques.
De lo que se trata es del grupo armado del Partido Nacional que asaltó La Moneda utilizando tanques que fueron comprados con el trabajo de obreros y campesinos. Lo que aqui fue mancillado no fue la Institucionalidad ni el honor de algunos oficiales, sino el honor del pueblo y la vida de más de dos decenas de soldados y trabajadores. Todo el que dispara contra el pueblo será marcado históricamente como asesino del pueblo, tenga o no tenga uniforme.
Aplastado el intento golpista por las Fuerzas Armadas, algunos oficiales honestos, suboficiales y carabineros, y por el inmediato cerco que los trabajadores tendieron alrededor de Santiago. La clase obrera, consciente que el problema no estaba resuelto, continuó y profundizó su contraofensiva. Se ocuparon centenares de fábricas y fundos, se controlaron las poblaciones, se incorporaron los estudiantes y se multiplicaron y fortalecieron los Comandos Comunales, tomó impulso la organización de defensa de los trabajadores y se desarrolló y fortaleció el Poder Popular. La clase obrera y el pueblo comprendieron que este era un momento de aumentar rapidamente su fuerza, tomar más posiciones, de estructurar su fuerza en el poder popular, única institución capaz de multiplicar sus energías y de fortalecer la alianza revolucionaria de clases.

Por eso, por encima de la presión reaccionaria, no es éste el momento de cuestionar o limitar el desarrollo del Poder Popular, como hacen algunos vacilantes de la izquierda. Dejemos que griten los politicastros reaccionarios, aterrados con el desarrollo del poder popular.

Pese a todo, a lo largo y ancho del país se oye un solo grito que resuena en las fábricas, fundos, poblaciones y liceos, en los cuarteles del pueblo: el llamado a crear, fortalecer y multiplicar el Poder Popular; el poder de los comandos comunales, el poder de los obreros y los campesinos, el poder de la revolución.

Las clases patronales, los Frei, los Aylwin, después de abortado el intento golpista salieron de sus escondrijos, rompieron su silencio cómplice sólo para combatir las organizaciones de fuerza, de poder y combate de los trabajadores, que habian sido las que habían organizado la lucha contra el golpismo y la defensa de sus libertades.

El cinismo y el descaro reaccionario no tienen límites. Después que un grupo armado del Partido Nacional desde los tanques bombardeó La Moneda y asesinó a trabajadores, la Democracia Cristiana y el Partido Nacional se permiten acusar a los trabajadores de organizar grupos armados y exigen su disolución, represión y aplastamiento, amenazando con declarar inconstitucional al gobierno y derrocarlo si éste no cumple con la "honrosa" tarea de reprimir las organizaciones populares.

Que no se equivoquen los reaccionarios: la clase obrera y el pueblo no aceptarán estos chantajes, no darán un paso atrás y seguirán multiplicando y fortaleciendo sus organizaciones de poder, sus órganos de combate, grite lo que grite, reclame lo que reclame Frei y sus secuaces.

Así llegamos a la situación actual.

Vivimos un momento en que el enfrentamiento social y político se ha agudizado en grado extremo. Dos enormes bloques sociales se han constituido.

Por un lado, la clase obrera y el pueblo extensamente activados y movilizados, que dió un salto enorme en organización y conciencia, que desarrolló importantemente su capacidad de defensa, que tomó la iniciativa y tomó nuevas posiciones en fábricas y fundos, levantando un poderoso dique al golpismo y al chantaje, junto a los suboficiales, soldados y carabineros y junto a los oficiales antigolpistas.

Por otro lado, las clases patronales al quedar al descubierto, sin banderas, desarmadas políticamente, sin base popular, se atrincheraron en la institucionalidad y desde allí comenzaron a presionar y a mover sus influencias en la alta oficialidad reaccionaria para que las Fuerzas Armadas actuaran abiertamente a la defensa de sus intereses.

Los reaccionarios abrieron un proceso de deliberación en los cuarteles, incitando al golpismo, cuyas manifestaciones más inmediatistas fueron abortadas por la suboficialidad y por la oficialidad antigolpista.

Era el momento de dar un salto adelante en la contraofensiva, de extender la toma de posiciones y de golpear a las clases dominantes. La clase obrera y el pueblo así lo entendieron y lo pusieron en práctica. Vacilaciones en el gobierno no acompañaron esta disposición ofensiva de los trabajadores en lo inmediato. Ello permitió a las clases patronales readecuar su táctica: emplazamientos y exigencias al gobierno para llevarlo, con la ilusión de una posible negociación, tomar medidas o tolerarlas, que permitieran a las clases patronales fortalecerse y desarticular a los trabajadores.

Combinaron una estrategia golpista con una táctica de emplazamientos y chantajes. Atrincherados en la institucionalidad burguesa, desde sus posiciones en la justicia y en la Contraloría, desde el Parlamento amenazan con acusar constitucionalmente al gobierno y así sembrar la anarquía en la Fuerzas Armadas, si el gobierno no se somete a sus exigencias, empujan a la alta oficialidad reaccionaria a realizar emplazamientos al gobierno. Frei, el que ayer no más, pontificaba acerca del carácter profesional y apolítico que debían mantener las Fuerzas Armadas, personalmente pasó la semana pasada incitando a la deliberación, a emplazar al gobierno y al golpismo a altos oficiales reaccionarios.

Frei aspira a recuperar concretamente el control del gobierno, para ello necesita previamente desarticular y dividir toda posible resistencia a sus chantajes o a sus golpismos.Intenta con sus chantajes obligar a que este gobierno se haga parte del trabajo sucio de reprimir a sectores del pueblo.

Trabajan sobre los sectores vacilantes de la izquierda, sembrando en ellos ilusiones en acuerdos posibles. Quieren tentar a éstos a seguir su juego, a llegar a entendimientos que paralicen y desarticulen la lucha del pueblo y de la izquierda, para después de ello dejarle caer la mano de hierro del golpismo reaccionario.

Que entienda el señor Frei y todos los reaccionarios, que podrán engañar a los vacilantes y a los reformistas más recalcitrantes. Pero la clase obrera que los conoció en El Salvador y Pampa Irigoyen: el pueblo que los vio dar luz verde al asesinato del General Schneider y a los tanques del viernes 29; el pueblo y los revolucionarios: Frei y sus secuaces no los lograrán engañar jamás.

Hacen todo esto levantando la defensa de la democracia y la legalidad, la misma que bombardearon los tanques del Partido Nacional.

Defienden no la libertad de los trabajadores, sino la democracia y el orden burgués. Defienden esa democracia en cuyo nombre se ha masacrado asesinado y, torturado a trabajadores.

Defienden esa democracia que mata por hambre y miseria a millones en el mundo entero. Defienden esa democracia que no es democracia, sino dictadura burguesa y patronal.

Esa no es la democracia de los trabajadores. La democracia proletaria la democracia directa que no necesita Parlamento, Justicia o Contraloría como las actuales quie se arrogan la representación del pueblo.

Los trabajadores están construyendo en las comunas sus propias instituciones de clase; los Comandos Comunales, órganos del Poder Popular que se fortalece día a día, y lo seguirán haciendo lo acepten o no lo acepten los vacilantes y reclamen lo que reclamen los reaccionarios.

Las clases patronales y sus sirvientes politicos exigen la represión a los trabajadores y a los revolucionarios por medio de la Ley de Control de Grupos Armados. Esta ley fue propuesta y aprobada por la mayoría reaccionaria del Congreso. Entonces, nosotros la calificamos de la nueva ley maldita, y la combatimos públicamente, El gobierno pudo haberla vetado pero no lo hizo; suya es la responsabilidad por la negligencia y las consecuencias de esta ley represiva.

Fueron grupos armados del Partido Nacional con la venia del freísmo, los que no hace quince días bombardeaban La Moneda, asesinaron a Moisés Huentelaf en Cautín, al obrero Ahumada en Santiago desde el local del Partido Democratacristiano, son los que han puesto centenares de bombas en los últimos dos años, los que asesinaron a un general en 1970, los que ametrallaron a nuestro compañero Nilton Da Silva en Santiago.

Qué hipocresía y qué cinismo la de estos politicastros que denuncian y exigen la represión al pueblo para ocultar sus propios crímenes.

Qué inconcebible lo que ocurre en este país y en esta democracia. Mientras el propio Pablo Rodríguez, el cobarde, reconoce públicamente que otras unidades militares estaban comprometidas en el intento golpista, y el mismo Ejército afirma hoy dia, que la derecha se robó seis ametralladoras pesadas con seis mil tiros del Regimiento Maturana, hay sinvergüenzas que exigen que las Fuerzas Armadas repriman a supuestos grupos amados entre los trabajadores y la izquierda.

Antes de exigir nada, el señor Frei debe explicar al país qué sabía del intento golpista del viernes 29. Antes de chantajear a nadie, el señor Frei debe informar a todo el país a qué ha incitado a algunos altos oficiales con los que han contactado en los últimos días.

Los reaccionarios exigen la promulgación de la Reforma Constitucional Hamilton Fuentealba, es decir la devolución de empresas. La clase obrera y el pueblo han promulgado en los hechos ya su propia ley. Los trabajadores ya decidieron de quién son las atribuciones, que son suyas, para incorporar empresas al área Social.

La clase obrera y el pueblo ya decidieron cuáles son las empresas que quedarán en el área Social y cuáles quedarán sujetas al control obrero.

La clase obrera en su lucha ocupó las fábricas y no serán politicastros golpistas forrados en las banderas de la democracia y en dólares extranjeros, los que vengan a imponer sus condiciones a los trabajadores.

Dirán los reaccionarios que esto es transgredir las leyes, la Constitución y el Derecho. Sí que lo es. Las constituciones expresan intereses de clase y correlaciones de fuerza. Aquí en Chile, la clase obrera está levantando en la práctica sus propias leyes y la constitución tendrá que cambiar en favor del pueblo.

Los pueblos tienen el derecho a hacer sus propias leyes. La clase obrera y el pueblo en Chile están construyendo aceledaramente sus propias leyes y echando las bases de una nueva Constitución, de una nueva legalidad, de una legalidad revolucionaria, de esa legalidad que se construye en el combate y en la lucha.

Los reaccionarios exigen la devolución de las fábricas ocupadas. Con eso quieren desarticular a la clase obrera, dividir al pueblo. La clase obrera en las fábricas, en los Comandos y Cordones, exige y se hará respetar el paso de todas las grandes empresas al área Social, el Control Obrero en la pequeña y mediana y la Dirección Obrera en las empresas del área Social.

La clase obrera ha notificado a la Democracia Cristiana y al Partido Nacional, a los Jarpa y a los Bulnes, a los Frei y a los Aylwin, que no acepta la promulgación de la Reforma Hamilton Fuentealba; que es ella, la clase obrera, la que decidirá qué empresa pasa al área Social y qué empresa no pasa.

Algunos vacilan frente al emplazamiento reaccionario, sostienen que es necesario llegar a acuerdos con sectores del campo contrario y ganar tiempo, y que de otra manera el enfrentamiento estallará de inmediato. Esto que no era cierto hace unas semanas tampoco lo es hoy día.

La correlación de fuerzas para un levantamiento golpista no favorece a la clase patronal. Parte importante de los mandos son antigolpistas, y la oficialidad antigolpista y la suboficialidad ya se han demostrado capaces de sofocar intentos sediciosos.

La clase obrera y el pueblo están hoy, como nunca antes habían estado de fuertes, en organización y disposición de combate tras la defensa de sus intereses y sus conquistas. Las otras capas del pueblo día a día se incorporan con más fuerza y decisión, imponiéndole a la izquierda en su conjunto la reagrupación y la acción común en la base.

Ahora, si la ofensiva de masas en curso lograra también imponerle una acción al gobierno, esta fuerza puede multiplicarse, y ganarse el tiempo que se busca de la única forma posible: arrinconando al enemigo, paralizándolo.

Quienes frente al emplazamiento reaccionario busquen dar una salida intermedia de conciliación o consenso, fracasarán en su objetivo y desarticularán y dividirán a los trabajadores y a la izquierda.

Por eso, es inútil el diálogo con el Partido Democratacristiano, Este es un partido burgués en el que predomina la táctica reaccionaria del freísmo. Si en él hay corrientes antigolpistas no serán ganadas por los trabajadores por medio de concesiones, estas concesiones terminarán fortaleciendo al freísmo.

Los revolucionarios deben tratar de ganarse a los trabajadores democratacristianos, pero a través de la denuncia del carácter reaccionario de su partido, impulsando el programa revolucionario del pueblo y a través de la acción de masas.

No es posible dialogar con quien chantajea y amenaza con reprimir a los trabajadores. La tarea no es ganar tiempo a costa de concesiones que nos debiliten. La tarea es llamar a la clase obrera a estrechar sus propias filas, desde allí resistir los emplazamientos, conquistar nuevas posiciones y los trabajadores, así, luego podrán emplazar a los patrones.

Por eso, la clase obrera no quiere un gobierno ni un Gabinete de diálogo, sino que exige que el Gabinete y el gobierno sean instrumentos de lucha y combate.

No es éste el momento de cuestionar las tomas o de limitar el desarrollo del poder popular. Este es un momento histórico fundamental en el que las grandes tareas son atajar al golpismo, enfrentar el emplazamiento, neutralizar a los vacilantes, empujar y profundizar una vigorosa y resuelta contraofensiva revolucionaria y popular.

No hay otra alternativa para los revolucionarios. Puede haberla para los reformistas más recalcitrantes, pero a éstos la historia sabrá marcarlos de acuerdo a su conducta.

La situación sólo ofrece dos caminos: la capitulación reformista o la contraofensiva revolucionaria y, si esta última desencadenara un intento golpista habrá fuerzas de sobra para aplastarlo.

Toda forma de capitulación, en fin de cuentas, conducirá, más temprano que tarde. al aplastamiento de los trabajadores, a través de una dictadura reaccionaria y represiva.

Dos tácticas se ofrecen a la clase obrera y al pueblo.

Una, que establece que no es posible profundizar la ofensiva popular, pues encendería de inmediato el enfrentamiento, que es necesario ganar tiempo; se mantiene al interior de la institucionalidad burguesa, a la que no deja de criticar, pero al no dar una salida alternativa a ésta, se abren al diálogo con sectores del campo contrario, el que sólo pueden construir devolviendo empresas y haciendo concesiones.

Esta táctica está irremediablemente condenada al fracaso, pues buscando aliados en el campo contrario los pierde en el propio.

La otra táctica es la táctica revolucionaria.

Es la táctica que ha puesto en práctica la clase obrera y el pueblo en las semanas recientes.

La táctica revolucionaria consiste en reforzar y ampliar la toma de posiciones en las fábricas, fundos y distribuidoras.

No devolver las grandes empresas tomadas, incorporarlas al área social bajo Dirección Obrera, imponiendo en la pequeña y mediana industria el Control Obrero.

Desarrollando la fuerza de los trabajadores fuera de la institucionalidad burguesa, estableciendo el Poder Popular en los Comandos Comunales, los Comités de Defensa, multiplicando y extendiendo la ofensiva popular, incorporando a ella a los pobladores, campesinos y estudiantes, extendiendo la movilización a todo el país.

Desarrollando la alianza de los trabajadores con los soldados, suboficiales y oficiales honestos.

Rescatando la base obrera y popular de la Democracia Cristiana. Fortaleciendo la alianza revolucionaria de la clase obrera y el pueblo. Impulsando la reagrupación de los revolucionarios y la acción común de la izquierda por la base.

La tarea inmediata de esta táctica revolucionaria es profundizar y ampliar la contraofensiva popular y revolucionaria en curso y, para ello, proponemos la realización de un paro nacional por 24 horas.

Proponemos la realización de este paro a todas las organizaciones populares de este país: a la CUT a los Comandos Comunales, a los Consejos Campesinos, a las Federaciones Campesinas y Estudiantiles y a todos los trabajadores.

Proponemos que este paro notifique a los golpistas que la clase obrera y el pueblo aplastarán todo intento golpista.

Proponernos este paro para notificar a los reaccionarios que la clase obrera y el pueblo resistirán y enfrentarán toda forma de emplazamiento y chantaje. Un paro que notifique a los politicastros y reaccionarios que la clase obrera no acepta la promulgación de la Reforma Constitucional de Hamilton y Fuentealba, pues la clase obrera ya promulgó su ley y está decidida a no devolver ninguna gran empresa.

Un paro nacional que rechace las triquiñuelas legalistas de los Frei, Pareto, Aylwin, Jarpa y Bulnes, que pretenden colocar al pueblo y al gobierno en la ilegalidad.

Un paro nacional de carácter distinto, un paro que organice, fortalezca y multiplique los Comandos Comunales en todo el país, incorporando a todas las capas del pueblo.

Un paro nacional que exija medidas inmediatas contra todos los oficiales golpistas y la remoción de los mandos comprobadamente comprometidos en la sedición y, el chantaje.

Un paro nacional que levante como derecho legítimo de la clase obrera y el pueblo la organización de sus propios órganos de vigilancia, de protección, de defensa y de lucha.

Un paro nacional que exija la solución de los problemas de ingreso de los trabajadores y de las Fuerzas Armadas, a costa de la ganancia capitalista.

El MIR no pretende atribuirse la paternidad de esta proposición, no hemos hecho otra cosa que recoger la proposición que hicieron los Comandos Comunales, sectores de vanguardia de la clase obrera y el pueblo. Llamamos al resto de la izquierda y al conjunto de las organizaciones populares a impulsar un paro nacional, como la mejor forma táctica de profundizar la contraofensiva en curso.

Fortalecer y desarrollar el Poder Popular y luchar por la democratización de las FFAA. La clase obrera y el pueblo deben luchar por resolver los problemas de ingreso y abastecimiento de los miembros de las FFAA por terminar las restricciones a éstos en sus derechos ciudadanos y porque tengan la posibilidad de incorporarse a las organizaciones populares.

Los trabajadores hoy enfrentan un programa reaccionario, el programa de la explotación y la miseria. Un programa general de hace dos años no es suficiente. El único programa que se ha demostrado eficaz es el que hoy levantan extensos sectores de los trabajadores, es el Programa Revolucionario del Pueblo: programa que multiplica la fuerza y el poder de los trabajadores.

No será sólo con un Programa económico de emergencia o con la batalla de la producción con lo que se resolverá la actual crisis. El país vive una crisis política y sin resolver ésta no será posible resolver los problemas económicos. Sólo enfrentando las posiciones de poder político que hoy controlan las clases patronales desde el Parlamento, la Contraloría y la Justicia.

Por eso, hoy es más necesario que nunca impulsar la lucha contra el orden burgués y luchar por generar los Tribunales del Pueblo, la Asamblea del Pueblo y el Poder Popular.

Los reaccionarios y en especial el freísmo, están exigiendo desde hace algunos días la represión de nuestra organización: el MIR. No nos atemoriza ni nos sorprende. No es la primera vez que el freísmo se juega por la represión, la tortura y la cárcel en contra nuestra. Les advertimos que no nos encontrarán como a sus ahijados políticos de Patria y Libertad pidiendo asilo en las embajadas y que hoy, reprimir al MIR es reprimir a un contingente importante de la clase obrera y el pueblo. Que entonces, nos asistirá el derecho a levantar las formas de lucha que se correspondan a la nueva situación.

Si la contrarevolución tomara la forma de un golpismo desatado, del emplazamiento militar violento, los revolucionarios y los trabajadores deben de inmediato extender las tomas de fábricas y fundos, multiplicar las tareas de defensa e impulsar el Poder Popular como Gobierno Local autónomo de los poderes del Estado.

Los suboficiales, soldados y carabineros deben desobedecer las órdenes de los oficiales golpistas y, en ese caso, todas las formas de lucha se harán legítimas.

Entonces, sí que será cierto que los trabajadores con los soldados, marineros, aviadores y carabineros, los suboficiales y oficiales antigolpistas, tendrán el legítimo derecho a construir su propio ejército, el Ejército del Pueblo.

Compañeros trabajadores: vivimos momentos definitorios, las conquistas y el futuro de los trabajadores están amenazados.

La lucha de clases es siempre una guerra, encubierta. La contrarrevolución burguesa se propone, hoy en Chile, hacerla estallar.

El pueblo no se dejará amarrar las manos. La clase obrera y el pueblo están en disposición de combate, están decididos a defender sus conquistas y están más decididos hoy que nunca a conquistar su futuro.

Por eso, los trabajadores han puesto en marcha una gran contraofensiva revolucionaria y popular: por eso, la clase obrera y el pueblo han organizado la defensa de sus conquistas y se preparan a conquistar nuevas posiciones.
El pueblo emplaza su fuerza, desarrolla el poder popular, multiplica los Comandos Comunales, y levanta la organización de su defensa.

Compañeros: el pueblo debe prepararse para resistir,
debe prepararse para luchar,
debe prepararse para vencer.

Trabajadores de Chile:

¡ADELANTE CON TODAS LAS FUERZAS!

¡ADELANTE CON TODAS LAS FUERZAS DE LA HISTORIA!

Publicado en El Rebelde N' 91 de Julio de 1973