El combate en Tomás Moro
Alejandro, fue uno de los miembros del Partido Socialista que integró
el GAP, el Grupo de Amigos Personales del presidente Salvador Allende, en estas
páginas nos relata cómo vivió el 11 defendiendo la casa
presidencial de Tomás Moro.
La gente que trabajaba directamente con Salvador Allende, "el doctor" que le
decíamos nosotros, fue citada en Abril más o menos, a una reunión
donde él nos dijo que venía un golpe, que no sabía si había
posibilidades o no de pararlo, que albergaba la esperanza de que parte del ejército
pudiera apoyar al gobierno constitucional, y que había conversaciones
en ese sentido.
Pero ahí él nos planteó que fuera lo que fuera, él
como presidente no iba a abdicar, ni se iba a ir, ni iba a dejar el cargo de
ninguna forma, por lo tanto, que a él lo sacaban muerto de La Moneda;
sin embargo, nos aclaró que esa era su postura, que él dejaba
al grupo en libertad de acción, que los que quisieran irse que era el
momento preciso y que los que seguían con él tenían que
estar hasta el final...
El GAP tenía aproximadamente 60 integrantes, era un grupo joven, el promedio
de edad debía estar cercano a los veinte años. Ante la disyuntiva
expuesta por Allende, hubo quienes dieron sus razones y se fueron, los compañeros
que se quedaron no levantaron juicio ni expresaron reacciones, ellos sabían
que no todos estaban preparados para la guerra, cada cual tenía que luchar
desde la trinchera que fuera más acorde a sus posibilidades.
... Bueno y ya desde abril, todos los días era el golpe, nos habíamos
programado para él y podía caer en cualquier minuto: redoblamos
todas las guardias, andábamos con dos equipos de autos presidenciales
para que no se supiera en cual iba Allende, cambiamos todos los planes de traslado,
nos quedábamos a dormir en Tomás Moro o si nos tocaba guardia
en La Moneda dormíamos en Palacio, o a veces nos debíamos ir fuera
de Santiago, dormíamos con la pistola debajo de la almohada y vestidos,
pasaban meses en que no íbamos para nuestras casas...
En las casas había más descontento por la ausencia, que miedo
por el inminente golpe, pues no había conciencia de la radicalidad de
la situación. En el GAP estaban claritos, pero no lo exteriorizaban ni
lo comentaban.
.... Y hasta que llegó, ese día yo estaba con dos días
de permiso, después de cómo un mes sin ir a casa -me acuerdo que
fue un martes-, yo estaba durmiendo y otra compañera que había
despertado antes me fue a avisar de que había golpe, y entonces me fui
caminando, yo vivía como a ocho cuadras de la casa de Tomás Moro,
y cuando llegué, ya estaban rodeando ya, esto debe haber sido a las nueve
de la mañana, Allende ya se había ido... Yo pregunté qué
es lo que hago y me dicen que me tengo que quedar ahí porque estaba la
Tencha en la casa, así es que tuvimos que defender...
En Tomás Moro quedaron entre 15 a 20 integrantes del GAP, más
un grupo trabajadores de la construcción, llevados por Alejandro, eran
cerca de 25 y nada sabían de manejar armas o de combatir.
... Cuando los obreros me vieron salir de mi casa me preguntaron qué
lo que hacían, y yo les dije que esperaran ahí, y cuando llegué
a Tomás Moro informé que había una gente dispuesta a ofrecerse,
mandamos una camioneta y los trajimos. Entre paréntesis, y esto no mucha
gente lo sabe, en la casa había un armamento, unos 300 o 400 fusiles
que no se habían distribuido porque Allende no quiso que se distribuyeran,
él no quería armar a la gente, pensaba que con eso sólo
se lograrían más muertes y los mismos resultados, y la verdad
es que por suerte que le hicimos caso. Bueno, y se llevó para allá
a los trabajadores, en quince minutos les enseñamos a cargar y a utilizar
las armas, y se parapetaron...
Otro contingente de personas que estuvo en Tomás Moro antes del ataque,
pero que hubo de retirarse, fue la guardia de carabineros que tenía a
cargo la custodia de la casa.
..Ahí también hay una cosa curiosa, porque estaba la guardia de
carabineros, que se mandaba desde una subcomisaría que estaba en Los
Domínicos, a cargo del Mayor Concha, y él estaba adentro cuando
nosotros llegamos, y conversamos, y él se ofreció a quedarse con
su gente, y nosotros muy caballerosamente le dijimos que agradecíamos
su cooperación pero que dadas las circunstancias les agradeceríamos
que se fueran, y el nos dijo que nos entendía perfectamente así
es que nos dio la mano, sacó a su personal y se fue. Nosotros ahí
estuvimos en un error, debíamos haberle aceptado la ayuda, porque además
después lo echaron de carabineros, a pesar de, lo echaron igual...
En la casa había también un grupo de Investigaciones, y algunos
de ellos, luego de unas conversaciones con Felipe Herrera, el entonces presidente
del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se encargaron de llevar a Hortensia
Bussi a otro lugar; mientras que los otros se quedaron, siendo los únicos
de la institucionalidad que permanecieron.
En Tomás Moro el bombardeo empezó primero que en La Moneda, a
las diez ya comenzaron a caer las bombas y el ataque con helicópteros.
Gente del GAP le dio a un helicóptero, que fue aterrizar medio estrellado
al hospital de la Fuerza Aérea.
... El primer rocket cayó en una escuela de monjas que hay ahí,
cayó en una sala y explotó la sala completa; el segundo cayó
detrás de la casa, y el tercero pegó en la muralla de afuera y
ahí saltaron con la onda expansiva unos compañeros, y ahí
eh... eh... esto es re penca lo que te... eh se acercaron los compañeros
de la construcción y dijeron mire esto no es para nosotros así
es que nos vamos, y se fueron.
Lo que pasa es que la gente estaba con el cuento de que nos vamos a armar y
la cuestión, pero cuando vieron que gente que estaba... Si en definitiva
la gente que combatió el once de septiembre fueron: la gente de La Moneda,
que es la que combatió más verdaderamente; nosotros aquí,
que nos defendimos, porque fue un cerco y nos bombardearon y atacaron poco por
tierra; y los del cordón Vicuña Mackenna, que fueron unos pocos
focos a partir de las armas que nosotros les llevamos, y eso fue todo, al menos
aquí en Santiago, o sea las tropas combativas y el Plan Z, eso nunca
existió...
No sólo los obreros de la construcción tuvieron miedo, esa fue
una sensación común a todos los frentes de lucha, e incluso algunos
miembros del GAP se vieron inhabilitados para el enfrentamiento.
... Si es que a la hora que corren las balas no hay valientes, hay puros humanos
no más, todos esos mitos de los super hombres y de las fuerzas especiales
y de los nervios de acero se ven solo en las películas. Ahora, hay una
diferencia entre tener miedo, que yo lo tenía, y tener pánico,
porque cuando uno tiene miedo sabe qué es lo que está haciendo,
está clarito de qué es lo que está pasando, en cambio el
pánico inhabilita. Además que todo es tan rápido, que no
hay tiempo para preocuparse del compañero que está al lado, no
había tiempo para reaccionar en nada, ahí lo que había
que hacer era disparar no más, ahí cada cual salvaba su pellejo.
Y esa sensación es igual en cualquier bando, porque cuando nosotros salimos
de Tomás Moro, salimos disparando ráfagas y no vimos a ningún
milico, aún cuando sabíamos que estaban ahí, o sea ellos
también se replegaron ante las balas, y era porque tenían el mismo
miedo que nosotros no más...
Una vez sin la Tencha adentro de la casa, seguir defendiendo el lugar se transformó
en algo absolutamente inútil.
... Nosotros salimos por detrás, junto con los de investigaciones, como
quince minutos antes que entraran a tomar la casa. Ahí yo saqué
a varios compañeros, entre ellos algunos heridos, a los que llevamos
a una casa donde había un médico, que yo no sé en realidad
sí había un médico o no, porque existía un poco
de desconfianza, nadie quería saber a dónde se quedaban los otros;
el resto se fue quedando en distintas partes y yo me quedé solo con el
auto con armamento adentro, con cuatro fusiles y municiones y armas cortas,
rumbo a ninguna parte. Finalmente el vehículo lo boté, porque
no lo dejé, lo boté, como a dos cuadras del Estadio Nacional,
de él yo me llevé un arma corta, boté todos los documentos
de la presidencia que traía, y partí con el carnet del partido
y con unas fotos que tenía que después las enterraron en un macetero,
ni las enterré yo más encima, ni siquiera sé porque no
lo boté todo junto con los documentos.
Y anduve hasta como las tres de la tarde, ya había toque de queda, y
llegué a donde un familiar, porque casa de seguridad... personalmente
yo no supe nunca de ninguna; hasta donde yo sé, los dirigentes llegaron
a casas de compañeros... y es que las casas no estaban a cargo de nuestro
aparato de seguridad, sino que del de los partidos, y ahí los preparados,
los que sabían qué hacer, eran sólo un par de personas,
que se asilaron el mismo día once, a si es que...
El GAP había adquirido su aprendizaje en seguridad y defensa, de los
cubanos, quienes desde el 70 ofrecieron su colaboración en estas materias.
La preparación paramilitar anterior al gobierno de Allende tuvo menor
envergadura y era financiada por los partidos.
... Cuando uno anda caminando en medio de una ciudad sitiada, con toque de queda,
después de haber estado defendiendo la casa de Allende, en lo único
que piensa es en protegerse para que no te tomen detenido, o sea ahí
empieza uno a trabajar lo poco que sabía en métodos de seguridad.
De los compañeros empecé a recibir noticias como una semana después,
ahí supe que dos se habían devuelto a la casa para ver si aún
quedaba gente, y los detuvieron los militares, supe de las muertes de los que
se quedaron defendiendo La Moneda, me pude comunicar con mi compañera,
la que "yendo a comprar" había logrado zafarse de unos cadetes que llegaron
a ocupar los edificios nuestros, que quedaban atrás de la Escuela Militar
y que ahora les habían sido destinados a ellos, los que por lo demás
nunca supieron que en nuestro departamento había vivido un GAP. Obviamente
nunca más volví a casa...
- ¿Cuánto tiempo después de defender Tomás Moro, se pudo
comer algo?
...Yo comí al día siguiente, porque tenía quien me diera
comida, el mismo 11 por supuesto no tenía ganas de comer, y después
tampoco, pero uno sabía que era necesario hacerlo para seguir viviendo,
había que seguir vivo ahí también...
- ¿A veces a uno no le da remordimiento de estar vivo, uno se pregunta por ejemplo,
por qué me salvé yo, por qué tuvo que morir tal o cual
compañero y no yo?
...Mira no, el que te diga eso, el que te diga eso, es de la boca para afuera,
no, esa cuestión no, esos son los, los, no sé como decirlo, pero
es mentira. Yo te diría que es al revés: murieron tantos y yo
quedé vivo, yo tuve esa suerte, al menos yo lo pienso así, lo
sentí así, y creo que lo que dicen los otros, al menos es mi pensamiento,
es porque suena bonito, suena perfecto, pa'l papel.
Fuente: Chile Vive