8 de octubre del 2002
Catedra libre Ernesto Che Guevara: Clase Abierta del 9/8/2002
El humanismo guevarista y el posmodernismo - El sujeto y el poder
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo
Néstor Kohan:
Buenas noches, bienvenidos y bienvenidas. Volvemos después
de las vacaciones de julio. El tema que había quedado pendiente para
la vuelta, era la continuación de la clase sobre "Marx y la discusión
sobre la enajenación en la búsqueda filosófica del Che"
(viernes 12 de julio de 2002). Es decir, la continuación de la discusión
en torno al pensamiento filosófico del Che. Creemos que los términos
"pensamiento filosófico" son demasiado amplios. Quizás convendría
ir precisando, afinando el lápiz, para no plantear una aproximación
tan genérica, demasiado laxa, que finalmente no explica nada en detalle.
Entonces, haciendo una pequeña recapitulación de lo que habíamos
visto durante la última reunión, cuando discutimos el tema del
pensamiento filosófico del Che - porque en el medio tuvimos el homenaje
a Santucho - habíamos planteado, por un lado, el análisis de esta
carta que el Che le envía a Armando Hart en 1965 desde Tanzania. Allí
le plantea cómo habría que organizar el estudio de la filosofía
en la revolución cubana. Ahí le hacía una serie de sugerencias.
Habíamos visto que nos encontramos con un distanciamiento del Che frente
a la ortodoxia soviética, por un lado –primer lustro de los años
'60-, y también frente a la ortodoxia china, presentada en aquella época
como la "alternativa" frente a la ortodoxia soviética.
Habíamos destacado, en la lectura de esa carta, una recomendación
metodológica que hacía el Che: ¿cómo estudiar, desde qué
método, desde qué ángulo? Allí el Che se decidía
por un ángulo muy preciso: hay que estudiar siguiendo un hilo histórico
- planteaba – porque... el marxismo tiene historia. Esa es la posición
metodológica adoptada por el Che.
Aparentemente, suena a un lugar común, parece una afirmación
trivial, pero no lo es. Durante mucho tiempo, en los manuales más clásicos
de esta tradición, podrán encontrar, si los consultan, una aproximación
pedagógica en la cual pareciera que el marxismo no tiene historia. Estos
manuales de introducción al marxismo –sean de las tradiciones políticas
que sean-, empiezan siempre con definiciones generales sin historia. "El marxismo
es:", dos puntos, tal cosa... "El materialismo filosófico es:", dos puntos,
tal cosa... "La economía política marxista es:", dos puntos, tal
cosa...y así de seguido.
Nunca se dice ni se explicita de dónde viene el análisis, en qué
momento Marx, o Lenin, o quién sea lo planteó, discutiendo con
quién, en qué contexto, en qué situación política,
con que proyecto, etc.. Esto nunca se plantea. (Si uno no es ingenuo, inmediatamente
se dará cuenta que en esta Cátedra Libre hemos elegido otro método.
Comenzamos ubicando cada clase en la historia y armamos el programa para estudiar
el pensamiento del Che Guevara a partir de una ordenación histórico-lógica.
Nunca formulamos definiciones generales sino aproximaciones históricas
a todos los problemas. Eso no es un "accidente" o un capricho. Responde a una
decisión metodológica).
En esa carta de 1965 el Che plantea que ese método de los manuales tradicionales
no es válido, que el marxismo sí tiene historia y hay que estudiarlo
a partir de ella. Marx no extrajo sus categorías y sus teorías
de la galera, como un mago, sino que sus análisis son producto de la
historia. Por eso Guevara sostiene que hace falta toda una serie de puntos a
estudiar, tomando la historia de la filosofía vinculada al pensamiento
de los grandes economistas y de los grandes críticos de la economía.
Esa es una de las razones por las cuales decíamos en clases anteriores
que en el pensamiento teórico del Che no puede separarse la filosofía
por un lado, la política por el otro, y la economía por otro.
A nosotros, en esta Cátedra, no nos queda más remedio que ir desagregando
ese pensamiento, para poder discutir un poco más en detalle cada uno
de los temas. Pero en realidad, en el pensamiento del Che hay una visión
totalizante, de conjunto, donde los planteos filosóficos están
ligados a un punto de vista de crítica de la economía política
y - esto es lo fundamental, lo que lo define - un punto de vista político.
Hasta aquí, entonces, un breve repaso de lo que habíamos visto
de esta carta de 1965, que recién se publicó en Cuba en el año
1997, y que es muy poco conocida.
Luego intentamos abordar el tema del Che lector de Marx. Qué leía,
cómo leía, desde qué ángulo, y además...qué
Marx. Habíamos dicho que el Che tenía un círculo de lectura
y discusión en Cuba, donde estudió durante mucho tiempo por un
lado matemática y estadística, y por otro leía y discutía
"El Capital" de Marx.
Todavía hoy, durante 2002, hay quienes dicen y piensan que el Che era
un improvisado, que era un gran revolucionario, pero... que de teoría
- "entre nosotros", dicen en voz baja- no entendía nada, era un revolucionario
práctico. Un hombre de acción, casi, casi, sin pensamiento teórico.
Y no lo dice solamente el enemigo...
Nosotros no compartimos esa opinión, no sólo por lo que él
produjo a nivel teórico, sino también por el tiempo que le dedicó
- por ejemplo - a leer y estudiar "El Capital". Pero no sólo esta
obra, sino también un libro de Marx que tuvo mucha importancia en la
década del '60: los "Manuscritos económico-filosóficos"
de 1844, escritos en París, editados mucho después de su muerte
(en 1932). Lenin - por ejemplo - no los conoció.
¿Cuál era su importancia? Esos Manuscritos de 1844 giraban alrededor
de un concepto que para el Che era fundamental: el de "enajenación".
Allí Marx planteaba la categoría de trabajo enajenado,
o trabajo alienado. Básicamente, éste último consiste
en la pérdida de control sobre la actividad vital humana, que es la creación
libre –a partir del trabajo entendido como praxis desalienada- de un mundo a
imagen y semejanza del hombre, porque los productos del trabajo se independizan,
cobran existencia propia, se autonomizan, y se vuelven hostiles contra su propio
creador. Se pierde el control sobre el producto del trabajo humano, sobre la
propia actividad laboral, sobre las relaciones sociales con otros sujetos, y
sobre la relación entre la sociedad y la naturaleza. El ser humano se
transforma de esta manera en una "cosa" y el mundo de las cosas se transforma
en el verdadero sujeto de la historia. Cuando más brilla el mundo de
las cosas, más opaco, gris y sin vida se vuelve el mundo del ser humano,
el mundo del trabajador. El ser humano termina arrodillado ante sus propios
productos. Muy brevemente, ese es el concepto de enajenación que maneja
Marx en 1844.
Otro núcleo central en estos Manuscritos de 1844 consiste en el
tema del trabajo creador. Para el Che Guevara, revolucionario que tiene como
proyecto crear nuevos vínculos sociales en un país del Tercer
Mundo donde se pretende emprender el rumbo de la revolución anticapitalista,
éste es un tema que lo atrae mucho: ¿qué pensaba Marx acerca del
trabajo, y cómo aplicar eso puntualmente en la revolución cubana?
También discutimos sobre el contexto filosófico e histórico
en que se dio este debate sobre la enajenación y el trabajo durante los
primeros años '60. Habíamos dicho que estos Manuscritos del
'44 se los disputó todo el mundo. Los primeros que los tuvieron en
cuenta fueron György Lukács, Henri Lefebvre y Herbert Marcuse. Pero
para muchos otros, este texto no tuvo importancia, pasó casi desapercibido.
Y no estamos hablando de la derecha, sino de la izquierda...
Se hablaba del Manifiesto Comunista, El 18 Brumario de Luis Bonaparte,
el Anti-Dühring o algún otro de los textos clásicos,
pero a los Manuscritos de 1844 no se les dio importancia, en un principio.
Sí pasaron a ser centrales a partir de los años '60, porque la
iglesia católica, los teólogos jesuitas franceses Pierre Bigo
e Ivez Calvez, dedicaron libros específicos a analizar esos Manuscritos.
También Erich Fromm, Rodolfo Mondolfo, y además el principal exponente
filosófico del PC francés en aquella época, Roger Garaudy,
que expresaba la vertiente del estalinismo soviético "aggiornado", también
le dio una importancia fundamental a este texto de Marx. Tampoco podemos olvidarnos
de Louis Althusser, también del PC francés, pero crítico
de Garaudy - éste era prosoviético, y Althusser tenía muchas
simpatías hacia China -. Sin salirse del PC francés, Althusser
sale a contestarle a Garaudy, a Fromm y a todos los demás diciendo algo
muy herético, muy escandaloso: que el marxismo no sólo no es un
humanismo, sino que incluso es un "antihumanismo teórico". Porque la
categoría principal no es la de "El hombre" o "la esencia humana", sino
otras: relaciones de producción, fuerzas productivas, etc. El conjunto
de preguntas –o problemática- que moldea una visión del mundo
marxista no giraría en torno a "El hombre".
También vimos que para el Che la meta principal y determinante de la
revolución socialista no es - como piensa el marxismo ortodoxo - desarrollar
las fuerzas productivas. El Che afirmaba que: "la última y más
importante ambición revolucionaria es ver al hombre liberado de su enajenación".
Esto planteaba el Che. Eso es lo fundamental de la revolución socialista,
no desarrollar la tecnología (aunque la tecnología, obviamente,
es necesaria. Guevara no propone volver a una idílica sociedad natural,
pero que sea necesaria no quiere decir que sea lo fundamental del proyecto comunista).
Por último, cuando el Che analiza El Capital de Marx, sostiene:
"El Capital es un texto humanista, en el buen sentido de la palabra"
. Y ¿qué quería decir eso de "humanista en el buen sentido de
la palabra"? Allí se inició el debate la clase pasada, y queríamos
prolongarlo hoy, planteándonos justamente este tema.
Fundamentalmente hoy en día. ¿qué pasa en el año 2002 en
el mundo de la teoría, en el mundo de la filosofía?
¿Está vigente lo que piensa el Che Guevara? ¿Este tema pasó de
moda?
¿Es, como dice el Sr. Horacio Verbitsky [periodista argentino, fuertemente crítico
de las Madres de Plaza de mayo y de las corrientes políticas más
radicales de la Argentina y América Latina], refiriéndose a una
parte de la izquierda, calificándola de "izquierda retro", como si esto
fuese una moda del pasado? Afirmar eso es como decir: "vuelven los pantalones
anchos, vuelve el Che Guevara". Se trataría de una moda mercantil, frívola
y superficial, análoga a un tipo de pantalones, a un tipo de camisa,
a un tipo de música enlatada o a un tipo de peinado.
Pero, más allá de las intenciones polémicas de este periodista
y de sus artículos de ocasión, necesitamos formularnos preguntas
de mayor alcance.
¿En el mundo actual de la filosofía, el humanismo revolucionario –la
corriente del Che Guevara- sigue vigente?
Entonces, lo primero que queríamos decir en esta clase es que en el mundo
actual, el humanismo no está de moda, no es lo que predomina. Sobre todo
en el mundo universitario, en el mundo académico. El humanismo no tiene
hoy "buena prensa", para decirlo en forma elegante.
Hoy predominan en el discurso universitario otro tipo de referencias y de autores,
fuertemente críticos del humanismo.
Algunos ejemplos, hoy de moda, podrían ser los siguientes:
Michel Foucault: es un pensador francés (ya fallecido), quien señaló
durante los años'60 y '70 algo que hoy muchos hacen suyo en el ámbito
de las ideas: "las ciencias sociales no tienen por fin liberar al hombre, sino
disolverlo".
¿Qué quería decir esto? Pues que la categoría de "El hombre"
y el humanismo que la acompaña, o sea la filosofía que deposita
en el ser humano el eje central, para Foucault era una ideología de la
burguesía, típica del siglo XVIII. Por eso Foucault era muy crítico
de toda filosofía humanista. Esto se enseña hoy en las universidades,
esto sí está completamente de moda.
Otros dos autores - muy interesantes, pero que en este tema pertenecen a una
corriente critica del humanismo- son Gilles Deleuze y Félix Guattari.
También ellos plantean que el humanismo es una ideología burguesa,
que la categoría de "sujeto" ya no tiene vigencia, que las nuevas formas
de capitalismo han desmembrado completamente toda unidad en la que reposaba
el sujeto.
Finalmente, el último - que excede el ámbito de la izquierda,
ya que ha sido cálidamente adoptado tanto por corrientes populistas con
escasa o nula simpatía por el marxismo, como también por corrientes
que genéricamente podríamos catalogar, sin ánimo de ofender,
como socialdemócratas - es Toni Negri. En su libro "Imperio" sostiene
que el sujeto no es el eje de la historia, el eje de la política.
El sujeto es un producto de la prisión, de la familia, de la fábrica
y de la escuela. La antigua idea de sujeto –léase la clase trabajadora
como sujeto de los cambios revolucionarios- ha entrado en decadencia, según
Negri. Se ha esfumado, se ha evaporado, junto con la tradición de pensamiento
dialéctico (a la que pertenecía el Che Guevara, obviamente).
Esto es lo que circula hoy, esto es básicamente lo que está de
moda en los ámbitos universitarios y académicos tradicionales,
lo que se publica en los suplementos culturales de los diarios "serios", lo
que hay que citar si uno quiere pasar por alguien "informado y al día"
en el terreno del pensamiento.
Si bien Toni Negri es italiano, esta arremetida contra la tradición dialéctica
y la categoría de sujeto la formuló cuando se exilió en
Francia. Todos ellos (Foucault, Deleuze, Guattari y Negri) hablan desde la Academia
Francesa, son todos pensadores orgánicos de la Academia. Tienen un vínculo
institucional con la Academia de Francia y sus varias unidades universitarias
(Negri la tenía, al menos hasta que regresó a Italia para ser
encarcelado).
En el mundo occidental, en el ámbito de las ideas, este pensamiento francés
tiene muchísima influencia. No es lo mismo que alguien escriba un libro
teórico en la Universidad de La Paz (Bolivia) o en una universidad de
Guatemala, a que alguien lo escriba o lo publique en la Sorbona. Las ideas
no flotan en el aire. Las ideas también forman parte de las relaciones
de fuerza, de la lucha ideológica y de la lucha de clases.
Por ejemplo, el filósofo vietnamita Tran Duc Thao –discípulo marxista
de Edmund Husserl, enrolado en la corriente filosófica conocida como
la fenomenología- fue famoso cuando estuvo en Francia y escribió
en Francia.... Cuando regresó a Vietnam "nadie más supo de él".
Se podrían multiplicar al infinito este tipo de casos.
Otro ejemplo: El argentino Ernesto Laclau era un muchacho entusiasta de la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Políticamente
era apenas un lugarteniente de tercer orden de un grupito de "izquierda nacional"
liderado por el inefable Jorge Abelardo Ramos...es decir que era sencillamente
"nadie". Recién cuando logró insertarse en la Academia inglesa
logró ser escuchado. Así de seguido...
Por eso, muchos jóvenes intelectuales sueñan silenciosamente con
"llegar a París", y lograr ser escuchados, mientras suspiran en el anonimato
de sus universidades del Tercer Mundo. Obviamente no es ésta la perspectiva
de vida que nos ofrece el ejemplo del Che Guevara, quien reclamaba de la juventud
y de los intelectuales el vincularse estrechamente con los movimientos populares
y poner el cuerpo en la lucha anticapitalista, en lugar de suspirar con el falso
paraíso de la Academia europea que todo lo fagocita, lo neutraliza y
lo tritura.
Pero lo importante, para nosotros, es tener el cuenta que esta literatura filosófica
de origen parisino ha calado profundamente en el mundo filosófico de
nuestros días. No es el pensamiento de Guevara o de otros marxistas revolucionarios
el que actualmente predomina. Hay que tenerlo bien en claro.
Durante los últimos años, a partir de la crisis del estalinismo
y de la izquierda tradicional, esta filosofía francesa se instaló
como "LA GRAN TEORÍA" del movimiento de protesta global contra la mundialización
del capital. No quiere decir esto que Deleuze, Guattari (ambos fallecidos) o
Negri estén en la calle tirando piedras contra la policía, pero
sí que muchas de sus teorías y de sus relatos se han vuelto más
que "atractivos" para algunos segmentos del movimiento antiglobalización...
Con todo respeto y en el ámbito de un debate fraternal, nosotros no
compartimos esta filosofía.
Para nosotros, detrás de toda esta jerga - porque es muy trabado leer
a estos autores, ya que utilizan gran cantidad de neologismos, de palabras nuevas
inventadas sobre la marcha, como en su época hacía Martín
Heidegger - lo que sobrevuela es una visión política de tinte
marcadamente reformista. Lo que impregna todo este emprendimiento filosófico
que pretende enterrar a la dialéctica, que pretende labrar el acta de
defunción de todo sujeto revolucionario, que pretende expurgar del marxismo
la herencia insepulta de Hegel y su lógica dialéctica de las contradicciones
explosivas, que intenta abandonar para siempre toda perspectiva de confrontación
con el Estado por su carácter esencialmente "autoritario" o jacobino,
que pretende cambiar la sociedad sin plantearse la revolución
contra el capitalismo es, en definitiva, una visión política que
renuncia a la lucha revolucionaria contra el capitalismo. No es más
que la LEGITIMACIÓN METAFÍSICA de la impotencia política.
Pero esta legitimación no se hace en el lenguaje ingenuo de nuestro Juan
B. Justo [fundador del Partido Socialista argentino a fines del siglo XIX y
una de las cabezas de la socialdemocracia sudamericana durante comienzos del
siglo XX] , o de cualquier socialista moderado de nuestros días.
Lo hace a través de toda una serie de giros filosóficos, políticos,
teóricos; que dan una y mil vueltas alrededor de la tradición
marxista. El caso de Negri es muy expresivo en ese sentido.
Pero en el fondo, lo que ahí está jugando es una vieja idea
reformista de que no se puede luchar por la revolución, que no se puede
luchar por el poder. Por eso gente que proviene de la derecha de los medios
de comunicación o de sectores reaccionarios de la universidad abraza
rápidamente esta literatura sin mayores trámites. Quien no quiera
ser ingenuo ni desprevenido ni "inocente" debería preguntarse por los
motivos de tan súbita adopción.
Así, de este modo, se acusa a los revolucionarios que plantean la lucha
estratégica por el poder, de "haberse quedado en el pasado", o de ser
"estatalistas", pensando que para los revolucionarios todo pasa por el Estado;
o de ser "burocráticos", o de ser "verticalistas", o de querer sustituir
a la clase obrera, o de ser "foquistas", o de ser "partisanos", "jacobinos",
"terroristas" y muchos otros adjetivos...
El gran antecesor de esta literatura filosófica que dialoga con el
marxismo a condición de que el marxismo abandone su perspectiva revolucionaria
–en el terreno político- y de que se desprenda de una vez por todas de
su metodología dialéctica –en el terreno filosófico- es
Eduardo Bernstein.
De todas las múltiples escuelas de pensamiento que arremetieron contra
la lógica dialéctica, probablemente haya sido Eduardo Bernstein
en su libro "Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia"
(1899) quien más lejos vio las implicancias no sólo teóricas
o filosóficas sino principalmente políticas que estaban presupuestas
en la polémica sobre el vínculo entre Hegel y Marx, entre el marxismo
y la dialéctica.
Muchísimo antes que Toni Negri, Bernstein había sostenido que
"con el sistema hegeliano culmina la evolución de la razón
política del estado de policía iluminado en la edad de la Restauración".
Palabras casi textuales repite Negri en su "Imperio"...
Quizás alguien que recién "se chocó" de casualidad
con Negri en una librería o sus amigos le dijeron que hay que leerlo
porque es "el último grito de la filosofía" o "descubrió"
en algún diario de derecha que este pensador "superó al marxismo",
etc., etc., ni siquiera haya escuchado hablar de Bernstein...
¡Pero las críticas de Toni Negri a la noción de sujeto y su intento
por extirpar del pensamiento marxista la dialéctica provienen de allí!
¡Son mucho más viejas de lo que se supone! Bernstein no había
escuchado hablar de internet –él lo escribe en 1899, ni siquiera se había
inventado la radio o la TV- y ya promovía el abandono de la dialéctica...Por
eso el rechazo de la dialéctica que hace Negri no tiene nada que ver
con "la emergencia de Internet y las nuevas tecnologías", como se supone
por allí. Responde a una lectura filosófica muchísimo más
vieja que internet. Ni siquiera existían autos cuando se formuló...
Bernstein, que no era ningún tonto, ningún inocente, ningún
desprevenido, fue mucho más allá de la clásica crítica
contra la dialéctica Hegel. Con gran profundidad y penetración
intelectual Bernstein atribuía a la teoría de las contradicciones
de "la dialéctica radical hegeliana" la responsabilidad nada menos
que del "blanquismo [corriente política de Auguste Blanqui]", del "babuvismo
[corriente político de Graco Babeuf]", del "voluntarismo", de la concepción
"conspirativa" y "demagógica", de "la revolución permanente",
del "terrorismo proletario" y de "la teoría que exalta el culto a la
violencia en la historia"... Todas estas acusaciones, sin excepciones, iban
dirigidas en su pluma contra el marxismo revolucionario.
Es más, en un agregado (de 1920) a la segunda edición de su libro,
Bernstein prolonga estas apreciaciones hasta incluir entre la "descendencia"
política de la lógica dialéctica también al bolchevismo
(al cual él, obviamente, se opuso como cabeza de los sectores más
moderados y reformistas de la II Internacional).
Aunque gran parte de la obra de Bernstein hoy carece absolutamente de actualidad
y de interés, bien vale la pena releer sus críticas al método
dialéctico. Porque él, muy sagazmente, vinculaba la dialéctica
metodológica de Marx con una concepción política determinada
que despreciaba notablemente. Esta concepción política era para
él "blanquista", "terrorista", "jacobina"...es decir...revolucionaria.
Lo "peligroso" del método dialéctico era –para Eduardo Bernstein-
que conducía a un marxismo...revolucionario. No a un marxismo, por decirlo
de algún modo, remolón, dormilón, pasivo, sino a un marxismo
activista, praxiológico, revolucionario. ¿Acaso el marxismo del Che
Guevara no es parte central de este marxismo activista, praxiológico,
revolucionario?
Por eso conviene no ser ingenuos. Si alguien "compra" todo el paquete teórico
de Toni Negri y sus amigos, por lo menos que sepa cual es su fuente de inspiración.
Porque las críticas de Bernstein contra el marxismo revolucionario, contra
el marxismo activista, contra lo que Antonio Labriola [marxista italiano de
fines del siglo XIX] denominaba "filosofía de la praxis", que se asienta
en la noción de sujeto y en el método dialéctico, fueron
adoptadas durante los años '60 por Galvano Della Volpe, Lucio
Coletti, Nicolao Merker, Giulio Pietranera y Umberto Cerroni (en Italia)
y por Louis Althusser y sus discípulos Etienne Balibar, Jacques
Ranciere, Pierre Macheray, Roger Establet y Alan Badiou (en Francia).
De allí las adopta, las incorpora y las reproduce Toni Negri.
Negri incluso trabajó directamente con Althusser en su exilio de París.
"Imperio", en este sentido, no inventa, sino que prolonga una tradición
de pensamiento filosófico muy anterior.
Que los grandes medios de comunicación de la derecha -quienes lo festejan
alegremente- no lo sepan y lo ignoren, no es problema nuestro. La ignorancia
de la derecha no nos concierne.
Pero un lector o una lectora de izquierda sí o sí tiene que
saberlo.
Por eso decíamos que en el fondo de esta filosofía que decreta
administrativamente la muerte de la dialéctica y del sujeto, está
la idea de que no hay que luchar por el poder, y por lo tanto hay que resignarse
a -en el mejor de los casos- conquistar... poderes locales. Un municipio, un
barrio, una escuela, una cooperativa, etc.
El socialismo ya no se pretende entonces construir en un solo país (como
pensaba Stalin). No. Ahora el planteo es peor todavía. El socialismo
–dentro de ese planteo de la filosofía universitaria francesa- pasa a
construirse en una sola cuadra, en un solo kiosco, en una sola cooperativa aislada...
Por eso (aún a riesgo de ser demasiado esquemáticos, pero intentando
poner en el tapete de la discusión algo no dicho, algo inconfesado, algo
ausente que se mantiene tramposamente debajo de la mesa) para toda esta línea
de pensamiento francesa el poder local sí es bien visto, no la lucha
contra el poder global. Se eleva a norma general –transformada en METAFÍSICA-
la impotencia política, la incapacidad de generalizar la lucha más
allá del ámbito local.
Para nosotros, entonces, volver al Che Guevara, rescatar el pensamiento
marxista, revolucionario y dialéctico del Che Guevara, en este plano,
es muy útil. No tiene nada que ver con volver a una moda de los pantalones
anchos, el peinado con flequillo, las camperas de cuero, los anteojos de colores
o la música pop de los '60. No, no tiene nada que ver con una "izquierda
retro", con una izquierda nostálgica que vive suspirando "por los bellos
tiempos que se fueron...y no volverán".
Nuestra aproximación al Che Guevara intenta hacerse desde otra óptica,
pensando en el hoy y en el mañana.
Porque el Che, aún sin haber conocido la filosofía posestructuralista
y posmoderna que se volvió hegemónica en los '80 y '90 (para entonces
ya lo habían asesinado), se había planteado algunos de estos problemas.
En un célebre artículo, "Guerra de guerrillas, un método"
(septiembre de 1963) Guevara planteaba que el problema fundamental de la revolución
es el problema del poder: "Ante todo hay que precisar que esta modalidad
de lucha es un método; un método para lograr un fin. Ese fin,
indispensable, ineludible para todo revolucionario, es la conquista del poder
político [...] el único fin estratégico posible:
la toma del poder". Más adelante agregaba: "Luchar
sin plantearse, en cambio, el problema del poder revolucionario, es luchar
por retornar a cierto orden dictatorial preestablecido por las clases sociales
dominantes: es, en todo caso, luchar por unos grilletes que tengan en su punta
una bola menos pesada para el presidiario".
Hace muy poco –el 11 de septiembre- se cumplieron 29 años de la derrota
y asesinato de nuestro querido compañero Salvador Allende en Chile. Un
entrañable compañero que dio la vida por lo que pensaba. Un ejemplo
para la juventud. Ahora bien, ¿la derrota del intento de realizar una "transición
pacífica" al socialismo no nos deja ningún balance? ¿Se puede
marchar hacia una sociedad no capitalista sin tomar el poder real de la sociedad?
¿La tragedia de Chile en 1973 no nos enseñó nada?
Para Guevara "la conquista del poder político" ese es el
ABC del conflicto. A partir de ahí discutimos... las vías, los
métodos, los cómo, los cuándo, los dónde, los con
quien, las alianzas, las oportunidades y las ocasiones, las relaciones de fuerzas,
las situaciones, desde qué fundamento; etc., etc... pero ese es el ABC.
Y justamente esta filosofía académica universitaria francesa,
lo que está cuestionando es ese ABC.
Pero ¿cuál es el fundamento? Porque no tiran frases al aire...Es gente
que tiene un pensamiento profundo y bien elaborado, por eso no hay que subestimar,
no hay que despreciar, no hay que ser "anti-intelectualista", no hay que despreciar
la teoría. Hay que leerlos detenidamente, hay que estudiarlos
- éste es un buen ámbito para estudiarlos, en la Universidad de
las Madres - porque ellos dan una fundamentación de estas ideas. No es
que toda la gente que cae seducida por estas ideas - no tomar el poder, no enfrentar
al poder, quedarse siempre en el ámbito "micro", limitarse al poder local,
al poder que nos dejan - es tonta. ¡No!, ellos dan una fundamentación
muy elaborada, muy refinada.
Esta fundamentación se articula fundamentalmente sobre la base de la
crítica posmoderna a la noción de sujeto y sobre la crítica
posestructuralista a la noción de humanismo.
Ya hablamos de los años '60, de sus debates: la tradición jesuita
de la iglesia católica reivindica al Marx humanista, Rodolfo Mondolfo,
desde el socialismo democrático, hace lo mismo. Erich Fromm desde un
liberalismo crítico, realiza una empresa similar. Pero en esa misma época
Althusser - y muchos de sus colegas, la mayoría de origen francés,
como Claude Levi Strauss, o Jacques Lacan - empiezan a plantear una tradición
de pensamiento que, en sus orígenes se llama "estructuralismo". Consiste
– para decirlo simplificadamente en dos palabras - en pensar la sociedad a partir
de las estructuras y no de los sujetos, porque éstos estarían
atravesados, constituidos y formados por las estructuras.
Levi Strauss - antropólogo – analiza la prohibición del incesto.
¿Por qué la inmensa mayoría de la gente no mantiene relaciones
sexuales con el hermano, el padre o la madre? Porque hay una impronta de origen,
que marca el tránsito entre la naturaleza y la cultura. No es una decisión
personal de cada uno de nosotros buscar la pareja fuera de la familia. Esta
es una marca estructural, que no depende de los sujetos.
Althusser, como era marxista, esta misma idea la traslada a la lectura de "El
Capital" de Marx. Sostiene que un burgués no explota a los trabajadores
porque es maligno y tiene la decisión personal de explotar, sino porque
sigue la lógica estructural del capitalismo. El burgués, al hacer
eso, está portando relaciones sociales que lo atraviesan y que no dependen
de su subjetividad individual. Y así de corrido. Los lingüistas
van a decir: la forma como hablamos no depende de una decisión individual,
hay reglas del lenguaje que nos preceden a todos nosotros, que son anteriores
y no dependen de nuestras decisiones conscientes. Y los psicoanalistas de esta
tradición de pensamiento van a decir que el sujeto moderno no controla
todas las prácticas que hace, cada uno de nosotros pensamos que racionalmente
decidimos todo lo que hacemos, pero en realidad hay motivaciones inconcientes
que están por debajo y son fundantes.
Por diversas vías, entonces, todo ese movimiento, que en sus orígenes
se llamó estructuralismo, converge y sostiene que en el centro
no está el sujeto, están las estructuras. Los sujetos somos todos
nosotros, meros y simples efectos de las estructuras. Por eso Negri plantea
que el sujeto es producto de la escuela, producto de la prisión, producto
del cuartel, producto de la fábrica, de un conjunto de reglas y mecanismos
de disciplinas, y no al revés. Negri es hijo directo de esta tradición
de pensamiento que descubre y que hace completamente suya cuando se exilia en
París y trabaja mano a mano con Althusser.
Los posestructuralistas, que vinieron después, plantearon: está
muy bien lo de los estructuralistas, para explicar como funciona la sociedad
hay que renunciar a todo centro. Dicho coloquialmente: hay que mirar más
allá de nuestro ombligo. En el eje de la sociedad no está nuestro
ombligo, hay otras instancias que deciden por sobre nosotros. Está muy
bien - dicen los posestructuralistas - el único problema es que... los
estructuralistas renunciaron al sujeto, pero depositaban todo en las estructuras.
¡Demos un paso más y renunciemos también a las estructuras!. ¡Abandonemos
todo centro, incluidas las estructuras, no sólo el sujeto! Porque en
definitiva, plantearon los posestructuralistas, reemplazar al hombre como el
centro de la sociedad para poner en su lugar a las estructuras, es seguir manteniendo
un centro, es seguir girando en torno a un ombligo, aunque ya no sea humano,
aunque ya no sea antropocéntrico. Renunciemos también a las estructuras,
renunciemos a todo orden, dicen los posestructuralistas. La sociedad no está
centrada en un sujeto, pero tampoco en estructuras. La sociedad no tiene una
lógica única, tiene muchas lógicas, es plural. Aparecen
allí las nociones de "redes" –horizontales y sin centro-, de "multiplicidad
de puntos de fuga", etc.
¿Cuál era el fundamento terrenal y mundano desde el cual teorizaban y
hacían metafísica estos filósofos de la Universidad de
París? Pues la derrota del mayo francés de 1968.
El PCF (Partido Comunista Francés), fiel a la URSS y leal al stalinismo,
le dio groseramente la espalda a la lucha insurrecta de mayo de 1968, tanto
en el terreno estudiantil como en el terreno de los trabajadores sindicalizados
donde tenía hegemonía.
De allí en adelante, muchos de los filósofos académicos
extrajeron de esa experiencia fallida que toda idea de organización política
marxista o al menos de coordinación entre los movimientos sociales necesariamente
era... "autoritaria", "estatalista" y además, a la larga, derivaría
en aplastar las subjetividades y singularidades de los diversos movimientos
(estudiantado, feministas, ecologistas, etc.). Si en política la centralidad
del partido político stalinista clásico había entrado en
crisis, entonces...había que generalizar esa experiencia en el ámbito
metafísico. De allí nacen muchas metafísicas posestructuralistas
de La Sorbona: ¡Nada de centro, nada de sujeto, nada de hegemonía,
nada de organización revolucionaria, nada de lucha por el poder político,
únicamente fragmento, pluralidad, singularidad y dispersión!
(La derecha aplaudía a rabiar... Estaban más contentos que nunca
con esta conclusión tan "sui generis" de la derrota de 1968).
A partir de entonces, los posestructuralistas, los pragmatistas irónicos
(como Richard Rorty) y los posmodernos (además de los "posmarxistas"
–en realidad ex marxistas- al estilo de Ernesto Laclau) sostienen, bajo el pretexto
de defender una metafísica pluralista y no totalitaria de la realidad,
que el gran peligro de la dialéctica hegeliano- marxista consiste en
el aplastamiento del "respeto al OTRO" (lo escriben siempre con mayúsculas),
del "respeto a las diferencias", del "respeto a las minorías". Si no
hay posibilidad de un "OTRO", de un "afuera", entonces no habría posibilidad
de diálogo democrático, de respeto, de pluralismo. Pero en realidad,
sospechamos nosotros, bajo el pretexto de defender el pluralismo, este argumento
lo que intenta legitimar es que los conflictos de la sociedad capitalista (que
se conciben de manera no contradictoria ni antagónica) reposan sobre
una armonía primigenia. Esa supuesta armonía primigenia –es decir:
el modo de producción capitalista, el núcleo de fuego que jamás
se animan a tocar con sus manos, que jamás se animan a cuestionar ninguna
de estas corrientes "post"- convive con toda una serie de conflictos puntuales
(de género, de etnias, de culturas, generacionales, etc.). El posestructuralismo
y sus derivados "posmarxistas" se limitan a merodear sobre este ramillete de
conflictos puntuales sin jamás cuestionar el modo de producción
capitalista, el armazón que subsume y reproduce de manera ampliada esas
diversas opresiones –que existen, que no son un invento de los posestructuralistas
y que el marxismo debe analizar y sin duda cuestionar radicalmente hasta las
últimas consecuencias-.
Pero, cabe preguntarse: ¿por qué no pueden cuestionar ese núcleo
inconfesado pero omnipresente? ¿Por qué divorcian la opresión
de género, la discriminación hacia las nacionalidades, etnias
y culturas oprimidas por el imperialismo, la destrucción del medio ambiente
y el autoritarismo de la institución escolar que oprime a los jóvenes,
por un lado, de las opresiones de clase, de la explotación de la fuerza
de trabajo, de la subsunción de todas las formas de convivencia humana
bajo el imperio absoluto del valor, el dinero y el poder, por el otro?
La respuesta no es tan compleja, como podría parecer cuando uno lee las
complicadas elucubraciones neolacanianas o las referencias al último
Ludwig Wittgenstein en los textos posestructuralistas. Nosotros pensamos
que ese divorcio no es inocente ni es accidental. Bajo esa jerga pretenciosamente
erudita se esconden verdades del sentido común. La razón estriba
en que para todos ellos los conflictos terminan siendo externos y
ajenos al corazón de las relaciones sociales del capitalismo (y por
lo tanto solucionables y superables en el horizonte de una supuesta y enigmática
"democracia absoluta" –según Negri- o "democracia radical" –según
Laclau- que deja intacto el régimen capitalista).
En otras palabras: para la mayoría de las corrientes posmodernas y posestructuralistas
el capitalismo, en última instancia, puede ser compatible con "el
respeto al OTRO", con "el diálogo democrático", con la "no discriminación",etc.
Como vemos, la discusión lógica sobre la vigencia o no del método
dialéctico es hoy política.
No se puede analizar este pensamiento al margen de la política. Gran
parte de las formulaciones contra el marxismo revolucionario, contra el marxismo
"jacobino, partisano, leninista" etc., etc. son hijas del eurocomunismo.
Tras la derrota del 68, en toda Europa los viejos partidos comunistas se van
paulatinamente acercando a la socialdemocracia. La transición entre el
viejo stalinismo y la socialdemocracia (el PC italiano –hoy Partido Democrático
de Izquierda- es el gran emblema en este sentido), está dado por un período
intermedio, que comienza en los '70. Es la época –1974- cuando Enrico
Berlinguer, secretario general del PC italiano, firma con la Democracia Cristiana
un "compromiso histórico" para no tomar el poder de Italia.
Son esos los años en los que cobra vuelo filosófico el posestructuralismo
y el posmodernismo. En política, responde al auge del eurocomunismo:
la renuncia de los antiguos PC español, italiano y francés
a la lucha revolucionaria y a la toma del poder político. Todos estos
partidos europeos occidentales plantean algo que ya venía promoviendo
desde 1956 el PC de a URSS: "la transición pacífica al socialismo".
¿La actual negativa a plantearse siquiera como objetivo a largo plazo la
toma del poder político –en muchos pensadores posestructuralistas
y posmodernos europeos- no tiene su fuente política en la experiencia
del eurocomunismo? No es casual que muchos de estos pensadores hayan sido
discípulos del último Althusser, el de los años '70 (que
publica un libro titulado "Elementos de autocrítica"...y más
tarde su conocido artículo sobre "el marxismo como teoría finita",
es decir, como teoría que –supuestamente- no tiene un pensamiento político
sobre el poder...). Este Althusser de los años '70 se encuentra fuertemente
impactado por el eurocomunismo al cual veía con no pocas simpatías...Toni
Negri toma contacto con Althusser precisamente en estos años...
Y del posestructuralismo, a su vez, derivó otro movimiento - también
con eje en la Academia de París. Un movimiento que se irradió
como reguero de pólvora. Ese movimiento, de algún modo posterior
al posestructuralismo, se llamó con otro "pos": el posmodernismo,
que en la década del '80 se puso de moda.
Uno de sus fundadores, el filósofo francés Jean-François
Lyotard escribió un libro titulado "La condición posmoderna"
(1979) donde hablaba irónicamente de "los grandes relatos". Allí
definía qué entendía él por posmodernismo: "Simplificando
al máximo, se tiene por «posmoderna» la incredulidad con respecto
a los metarrelatos". Obviamente, el principal "gran relato" o "metarrelato"
del que Lyotard y sus amigos invitaban a descreer y a mantener frente a él
incredulidad era...el marxismo.
La filosofía posmoderna emplea la expresión "gran relato" para
referirse a las teorías y concepciones del mundo con pretensiones totalizantes.
Estas teorías no se limitan a abordar un pequeño fragmento de
la sociedad, sino que se proponen indagar las grandes cuestiones del ser humano,
de la historia y de la vida colectiva. El marxismo, el psicoanálisis
y el cristianismo son ejemplos de grandes relatos. A partir de los años
'80 el posmodernismo sostuvo que estos grandes relatos habían "entrado
en crisis". Más cerca nuestro, un filósofo posmoderno italiano,
Gianni Vattimo, dejó sólo al marxismo entre los "grandes relatos"
en crisis y abrazó entusiasta el cristianismo...
Lo interesante del asunto es que Lyotard basaba nada menos que la definición
de su corriente filosófica en un autor norteamericano de extrema derecha:
Daniel Bell (director de la revista del gran capital financiero yanqui Fortune).
La tesis posmoderna de Lyotard reactualizaba los planteos del libro Daniel Bell
"El fin de la ideología" (1960), texto típico de la guerra
fría que decretaba "el agotamiento de la política".
Coronando la proclama de Daniel Bell sobre "el agotamiento de la política"
y la filosofía posmoderna de Lyotard sobre los "la crisis de los metarrelatos"
, el funcionario del Departamento de Estado norteamericano Francis Fukuyama
publicó el artículo "El fin de la historia" (1989). Todas
estas corrientes firmaron (varias veces...) el acta de defunción de los
"grandes relatos", de las "ideologías" y de la "historia". Vienen
enterrando al marxismo desde hace décadas...
El eje del posmodernismo es - de nuevo – la idea que no hay sujeto, pero
con una vuelta de tuerca mucho más fuerte: no existe tampoco la posibilidad
de la crítica, de cuestionar la sociedad. Porque si no hay sujeto
que la cuestione ¿desde donde la vamos a cuestionar? Con el posmodernismo –supuestamente-
muere también, además del sujeto y la dialéctica,... la
crítica y el pensamiento crítico. ¡Nada menos!
Cuando todos estos académicos franceses dicen "no hay sujeto", ¿en quién
están pensando? Pues en la clase trabajadora. En las aulas universitarias
no se dice de este modo, sería demasiado crudo y poco elegante, pero
es así. Uno de los libros famosos de esa época se llamó
"Adiós al proletariado" de André Gorz.
Hoy en día también se repite alegremente que "desapareció
la clase obrera". Pero no porque hay muchos desocupados. No, no por esa razón.
Sino porque...¡No hay obreros. No hay fábricas!.
El que dice eso no vio una fábrica en su vida, porque ¿quién produjo
esta silla donde estamos sentados?, ¿de dónde salió esta mesa?
Todo lo que hay en esta aula... ¿quién produjo este micrófono?,
¿quién tejió esta tela? ¿Se hicieron solas? ¿Y la computadora
donde usted está leyendo esta clase, quién la produjo? Uno de
los ideólogos norteamericanos de este momento también habla del
"fin del trabajo" (Jeremy Rifkin). ¡Esa es la gran utopía de los capitalistas!
Que ya no existan los trabajadores, que nadie se rebele, que nadie proteste.
A partir de estos planteos filosóficos, no exentos muchas veces de trivialización,
y a partir de una feroz campaña de los medios de comunicación,
obtenemos que ... "se acabó el sujeto", "se acabó la clase trabajadora",
por lo tanto no hay posibilidad de cuestionar la sociedad.
¿Cómo se llamaban las teorías que cuestionaban la sociedad, a
partir de un sujeto, supuestamente el eje de los cambios revolucionarios? Los
filósofos posmodernos las denominan "grandes relatos".
Y un gran relato – dicen los posmodernos - sería toda teoría que
se plantea desde una visión global del mundo.
El marxismo es un "gran relato", porque - como visión del mundo - no
plantea que hay que pelear solamente por el aumento del salario, o por conservar
el trabajo, o para que todas las calles estén asfaltadas... sino que
plantea cuál es el sentido de la vida, cómo funciona la sociedad,
qué lugar jugamos nosotros allí adentro, etc.
Nosotros creemos que, aunque gozan de buena salud en el plano académico
y en los grandes monopolios de la comunicación, estas concepciones posmodernas
–sobre todo las más derechistas- ya han comenzado a entrar en crisis.
¿Cuándo? Pues a partir de las protestas contra la globalización,
Seattle, Davos, Barcelona, Porto Alegre, Génova y Buenos Aires. A diferencia
de los años '80 y sobre todo de los primeros '90 (posteriores a la caída
del Muro de Berlín), decir alegremente que hay un agotamiento de la política
o que se terminó la ideología hoy resulta muy grosero.
Pero todavía sobrevive, en estos autores - que no son de derecha, sino
afines a la izquierda, como es el caso de Toni Negri - esta visión de
que el humanismo es algo del pasado, que el sujeto es una categoría burguesa,
etc.
Todavía, en el ámbito de la Academia - por supuesto que no estamos
hablando de la Universidad de las Madres ni de las organizaciones piqueteras
ni de las fábricas ocupadas -, sino en los espacios universitarios especializados
en la ideología, en la teoría; esta visión posmoderna y
posestructuralista aún tiene aire y se reproduce.
Sinceramente, creemos que el aporte de Guevara al marxismo revolucionario y
su inscripción dentro del horizonte de las corrientes dialécticas
del marxismo –políticamente, las más radicales, por cierto- constituye
un incentivo teórico muy rico para debatir y polemizar con estas concepciones
posestructuralsitas y posmodernas.
Para nosotros el Che Guevara no es un mito, no es parte de la izquierda "retro".
Constituye un tipo de reflexión política que nos sirve para discutir
con estas corrientes.
El marxismo ortodoxo con el que discute el Che en los '60, de una manera
menos refinada, menos elaborada, más lineal, más rudimentaria,
más plana que la de los académicos de La Sorbona, también
planteaba una visión de la historia donde el sujeto no entraba, estaba
desdibujado, era pasivo, no jugaba prácticamente ningún papel.
Los soviéticos decían que "la historia es un proceso histórico-natural
que tiene un motor". Y ese motor es la contradicción objetiva entre fuerzas
productivas y relaciones de producción.
¿Qué se entiende por esos dos términos que siempre utiliza Marx?
Las relaciones de producción consisten en el tipo de vínculos
que los seres humanos entablan entre sí a lo largo de la historia para
poder reproducir su vida. Los seres humanos no trabajan sobre la naturaleza
de manera aislada sino insertos en relaciones sociales de producción
(esclavista-esclavo, señor-siervo, capitalista-trabajador, trabajador-trabajador
cuando se trata de una producción socialista). Las relaciones de producción
entre las clases sociales están mediadas por relaciones de fuerza. No
son relaciones puramente "económicas". Entre las clases que se relacionan
entre sí para poder producir y reproducir su vida hay relaciones de fuerza.
Un sector social se impone sobre otro, y éste último resiste para
intentar liberarse. Hay lucha. No una lucha individual sino una lucha de clases.
Las relaciones de producción están mediadas por el vínculo
que cada clase tiene con los medios de producción –imprescindibles para
trabajar-. Por un problema determinado de la sociedad mercantil capitalista
–el fetichismo- las relaciones sociales entre seres humanos (insertos en clases)
aparecen como si fueran relaciones entre los seres humanos y las cosas. Ejemplos
de relaciones sociales de producción: el valor, el dinero, el capital.
¡No son cosas!, alerta Marx en "El Capital". Son relaciones. Porque existe
el fetichismo es que aparecen como si el poder estuviera recluido en una cosa
(el dinero, por ejemplo) pero en realidad, plantea Marx en sus "Grundrisse"
[los borradores de "El Capital"], el poder del dinero no es más
que el poder de unos hombres sobre otros hombres, de unas personas sobre otras
personas.
Lo fundamental de las relaciones de producción reside en el vínculo
social atravesado por el conflicto –la lucha de clases- y por las relaciones
de fuerza.
Las fuerzas productivas - entendía el marxismo ortodoxo – consisten
en el desarrollo de la tecnología y de la industria. Exactamente así
las definía Stalin y también Nicolás Bujarin (cronológicamente
más cerca de la época del Che, Louis Althusser y su discípula
Marta Harnecker no decían algo muy distinto...).
Para Marx esto no era tan así, porque en "La Miseria de la Filosofía"
(1847), un texto clásico de Marx, el sostiene que la principal fuerza
productiva no es la tecnología, sino es la clase revolucionaria. Textualmente
Marx plantea que: "La existencia de una clase oprimida es la condición
vital de toda sociedad fundada en la contradicción de clases. La emancipación
de la clase oprimida implica, pues, necesariamente la creación de una
sociedad nueva. Para que la clase oprimida pueda liberarse, es preciso que las
fuerzas productivas ya adquiridas y las relaciones sociales vigentes
no puedan seguir existiendo unas al lado de las otras. De todos los instrumentos
de producción, la fuerza productiva más grande es la propia
clase revolucionaria". Por lo tanto, ¡la principal fuerza productiva
es el sujeto!. Pero este marxismo ortodoxo no lo entendía como Marx,
sino de un modo muy distinto. Como que la principal fuerza productiva es la
tecnología, que choca con las relaciones de producción - que vendrían
a ser, en su expresión jurídico-legal, las relaciones de propiedad
- y de ese choque surge el movimiento de la historia.
Recuerdo que recién salido de la escuela secundaria, en un curso de marxismo,
un profesor nos explicó en un pizarrón el prólogo famoso
de Marx en 1859 a la "Contribución a la crítica de la Economía
Política". Yo pensaba, mientras veía el esquema del profesor..."y
nosotros, los que luchamos, los que queremos ser revolucionarios, los que pretendemos
cambiar la sociedad y el mundo, ¿dónde entramos en ese esquema?" Estaban
las fuerzas productivas, chocaban con las relaciones de producción, y
sobre eso se elevaba una superestructura donde estaban las instituciones políticas,
el Estado, las formas de conciencia social, en fin, todo el esquema clásico
que siempre explica el marxismo ortodoxo...¿y nosotros qué papel jugamos?
Los sujetos, sobre todo los sujetos colectivos, ¿dónde entramos en ese
esquema?
Menos refinado, menos sutil, menos erudito, pero el marxismo ortodoxo (principalmente
el de factura soviética, pero no sólo él...) llegaba a
una conclusión muy parecida a la de estos académicos franceses
de La Sorbona: los sujetos no jugamos ningún papel, somos pasivos...
Tanto en el terreno del conocimiento (¡a "reflejar" la realidad objetiva...!)
como en el terreno político (¡a esperar...que se den las condiciones
objetivas...!).
Con el tiempo, aprendimos que no era casual que no jugáramos ningún
papel en ese esquema. Porque políticamente, los que defendían
estas posiciones, en el fondo pensaban que las revoluciones se hacen de manera
automática, casi mágica, y que los revolucionarios tenemos que
sentarnos a ESPERAR que se produzcan las revoluciones. Y que éstas se
producen por una natural evolución de la sociedad, no porque haya un
sujeto que actúa.
Fíjense que el libro de Toni Negri - que es mucho más elaborado,
que no es tan grosero como este esquema - termina igual. Si ustedes leen "Imperio",
termina diciendo así: "El único acontecimiento que estamos
esperando aún, es la construcción, o antes bien la insurgencia
de una organización poderosa" . Y repite Negri: "sólo
nos resta esperar la maduración del desarrollo político".
Así termina este libro de Negri tan festejado y tan citado: "hay que
esperar...".
Todo lo que hizo, y todo lo que escribió el Che, está contra esta
corriente de pensamiento. ¡No hay que esperar!
En "Guerra de guerrillas", el Che plantea que: "no siempre hay
que esperar a que se den todas las condiciones para la Revolución"
. Desde esa óptica activista y praxiológica critica duramente
a quienes: "se sientan a esperar a que, en una forma mecánica,
se den todas las condicones objetivas y subjetivas necesarias, sin preocuparse
de acelerarlas".
¡Hay que actuar,. La realidad se puede modificar!. Este era el núcleo
metodológico de Marx cuando criticaba a Ludwig Feuerbach en sus famosas
Tesis sobre Feuerbach (1845). Allí Marx cuestionaba al materialismo
filosófico –que tanto seduce a Negri- por concebir la realidad únicamente
bajo su aspecto "objetivo" pero no..."como práctica revolucionaria".
Textualmente sostenía Marx: "El defecto fundamental de todo el materialismo
anterior –incluyendo el de Feuerbach- es que sólo concibe el objeto,
la realidad, la sensorialidad, bajo la forma de objeto o de contemplación,
pero no como actividad sensorial humana, como práctica, no
de un modo subjetivo [...] Por tanto, no comprende la importancia
de la actividad «revolucionaria», «práctico- crítica»".
¿No es éste el pensamiento más íntimo del Che Guevara?
Creemos que sí, como también lo fue de las corrientes más
radicales de la filosofía de la praxis (desde Lukács hasta Gramsci,
pasando por Rosa Luxemburg y Trotsky, etc.,etc.).
Esto no quiere decir de ningún modo que, arbitraria y caprichosamente,
podemos hacer la revolución cuando se nos antoja. Eso sería, obviamente,
una visión ingenua e infantil. Pero tampoco hay que sentarse a esperar
que se haga....
Sobre todo... no esperar que la hagan otros...
Esa concepción del Che Guevara, que sostiene que en el eje está
el sujeto, la plantea tanto para cuando él discute cómo hacer
la revolución, como cuando analiza, ya después de haber tomado
el poder, en una sociedad poscapitalista, qué papel juega el pueblo,
qué papel juegan los trabajadores, qué papel juega el sujeto en
la transformación permanente e ininterrumpida de la sociedad.
En este sentido, no es casual que el Che recordara el "Mensaje a la Liga
Central de los comunistas". Por ello sostenía que: "Marx recomendaba
siempre que una vez comenzado el proceso revolucionario, el proletariado tenía
que golpear y golpear sin descanso. Revolución que no se profundiza
constantemente es revolución que regresa".
El Che siempre pone el énfasis sobre lo mismo: no hay que sentarse a
esperar - mirando la televisión, podríamos agregar nosotros hoy
- sino hay que actuar.
En "El socialismo y el hombre en Cuba" plantea que: "Las masas
hacen la historia, como el conjunto conciente de individuos que luchan por una
misma causa". El pueblo, los trabajadores, hacen la historia. No son
meros "soportes de ideología", simples "portadores de relaciones sociales"
o apenas "efectos del discurso y la vigilancia", como piensan los estructuralistas
o los posestructuralistas...
Es el pueblo, son los trabajadores, es la clase de los y las que trabajan y
son explotados y explotadas: ese es el sujeto del que hablan los marxistas,
el sujeto colectivo que interviene activamente para hacer la historia (y para
intentar cambiarla). No es el sujeto individual, calculador, cartesiano y burgués
–del cual Marx se reía llamándolo "Robinson Crusoe", como la célebre
novela de Daniel Defoe-.
Por eso el Che Guevara plantea que: "La revolución se hace a través
del hombre...".
Piensen que cuando Ernesto escribe esto, había estado leyendo a Hegel,
a Marx (como cuenta en su carta de 1965), no es que utiliza caprichosamente
esa formulación o emplea esas palabras por una simple casualidad...
Y agrega: "...pero el hombre tiene que forjar día a día
su espíritu revolucionario". Por lo tanto, la revolución
no se hace esperando que las fuerzas productivas - vaya a saber uno por qué...
- en un momento de su evolución automática "choquen" con las relaciones
de producción...
El eje está en el sujeto, el eje está en los hombres y las mujeres,
en el pueblo, en los y las trabajadoras. El eje está en las masas.
Por eso, aunque muchos lo hayan acusado de "foquista", el Che plantea que "la
guerra de guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas.
Pretender realizar este tipo de guerra sin el apoyo de la población es
el preludio de un desastre inevitable".
Para Guevara la guerra de guerrillas es un método de lucha, no el
objetivo en sí mismo. Podemos (re)discutir desde nuestro presente político
cuál es el método más apropiado para nuestra situación
contemporánea. Pero el fondo del pensamiento de Guevara está justamente
en esa concepción activista del marxismo donde el eje está en
el sujeto o, en palabras del propio Marx, en "la práctica revolucionaria,
la actividad práctico-crítica".
Entonces, para terminar por hoy....la problemática del hombre nuevo.
Aquello que el Che plantea como alternativa, sin conocer (porque lo asesinaron
antes) la filosofía del posmodernismo y el posestructuralismo, es el
nuevo sujeto, la nueva subjetividad.
Esta temática no la inventa el Che. No es que seamos fanáticos,
y le atribuimos falsos descubrimientos. De ningún modo. Guevara retoma
este tema (era un apasionado lector...) del pensamiento de Marx.
En el marxismo occidental europeo, este tema lo habían planteado Antonio
Gramsci, Karl Korsch, György Lukács, Herbert Marcuse, Henri Lefebvre,
y otros. Son los más conocidos a nivel mundial.
En Argentina y en América Latina, ¿quién fue uno de los primeros
que depositó en el eje central de la concepción del mundo marxista
de la sociedad y de la historia al sujeto, y planteó que el socialismo
debía ser - antes que nada – "la construcción de una nueva subjetividad"?
Fue Aníbal Norberto Ponce (1898-1938) quien escribió el libro
"Humanismo burgués, humanismo proletario" . De allí el
Che posiblemente adopta esta idea: "En «El Capital»
Marx se presenta como el economista científico que analiza minuciosamente
el carácter transitorio de las épocas sociales y su identificación
con las relaciones de producción [...] El peso de este monumento de la
inteligencia humana es tal que nos ha hecho olvidar frecuentemente el carácter
humanista (en el mejor sentido de la palabra) de sus inquietudes. La mecánica
de las relaciones de producción y su consecuencia: la lucha de clases,
oculta en cierta medida el hecho objetivo de que son los hombres los
que se mueven en el ambiente histórico. ("Sobre el sistema presupuestario
de financiamiento" [febrero de 1964]).
¿Por qué "en el mejor sentido de la palabra"? Pues porque la derecha
también se reclama "humanista".
¿Cuál era el humanismo, "en el mal sentido de la palabra"? Éste
que cuestiona Aníbal Ponce en su "humanismo proletario, humanismo
burgués". El humanismo burgués sería el humanismo en
el mal sentido de la palabra. Ponce hace una larga lista de pensadores que él
considera humanistas, y antecesores de Marx: Erasmo de Rotterdam, Giordano Bruno,
William Shakespeare, J.W.Goette y, en el siglo XX, Romain Rolland.
Aníbal Ponce predicó la necesidad de concebir al socialismo y
al comunismo como una construcción permanente de "una nueva cultura
y un hombre completo, íntegro, no desgarrado ni mutilado, un hombre absolutamente
nuevo". Como verán, esto que parece escrito por el Che
en los '60, está publicado 30 años antes...En gran medida, la
obra de Ponce –como antecedente del Che- constituye un paralelo latinoamericano
del humanismo del joven Lukács y de Gramsci (por lo menos en el terreno
filosófico, no así en otros ámbitos más discutibles
como su temprana adhesión a las ideas de Sarmiento, que luego revisa
en su exilio mexicano, pero eso es materia de otros debates).
Nos queda entonces para discutir en otro momento, qué papel juega el
hombre nuevo, en esta discusión sobre los estímulos morales y
los estímulos materiales en el socialismo. Ese debate enfrentó
a los que creían que el socialismo se podía construir apoyándose
en el mercado, y los que creían que el socialismo mercantil es algo incompatible
con un proyecto comunista a largo plazo. El Che Guevara se encontraba entre
éstos últimos. Él pensaba que la supervivencia de la mercancía
y del mercado en la transición socialista traerían aparejada,
a la larga, una crisis política.
Entonces, intentando sintetizar lo que conversamos hoy, podríamos decir
que:
Primero: sin plantearse el problema de la lucha contra el Estado capitalista
y sin perseguir el poder político como meta estratégica, toda
lucha se castra de antemano. Se queda limitada a un fragmento "micro", a un
ámbito local. La impotencia política circunstancial y coyuntural
se vuelve programa filosófico, se convierte en eterna y natural.
Nosotros pensamos que no hay que resignarse al poder de un municipio, al poder
"micro", al poder en el barrio, en la escuela, únicamente. Esto no
quiere decir que esas luchas puntuales y locales no sirvan para nada. ¡De ningún
modo!.
Sirven y mucho.
El caso de las luchas del Movimiento Sin Tierra (MST) en Brasil, por ejemplo,
aclara mucho en este sentido. Los Sin Tierra dan una lucha local y puntual,
pero siempre dentro de un proyecto estratégico global y siempre teniendo
como meta a largo plazo el poder político. Las luchas "micro" sirven
al pueblo y son muy útiles a los trabajadores si están insertas
en un proyecto más amplio. Lo mismo se podría plantear para las
fábricas recuperadas en Argentina o para el caso de los comedores populares
y los obradores del movimiento piquetero, ¿no? Si estas luchas quedan aisladas
en el fragmento –como prescriben los filósofos académicos de París
y sus entusiastas portavoces latinoamericanos- van al fracaso. Pierden de antemano,
antes de empezar a pelear. Nada mejor para los poderosos, para los capitalistas,
que cada sector del pueblo se quede peleando solitariamente y de manera aislada
y fragmentaria en su cuadra y en su barrio...
Los capitalistas miran el mundo a nivel global (así operan...) pero
prescriben para los anticapitalistas luchas fraccionadas, puntuales y microscópicas
sin ninguna coordinación ni articulación general...
Los capitalistas manejan el poder político de los Estados, pero prescriben
a los sectores anticapitalistas que se resignen a la IMPOTENCIA y no luchen
por el poder político...
"La política y el poder – nos susurran al oído - son sucios"...
"el Estado te mancha"..."mejor quedate en tu barrio y en tu cuadra".
Segundo: sin plantearse la categoría de sujeto, lo único
que nos queda... es ESPERAR. Sí, esperar, esperar y esperar.... Porque
si sólo somos "soportes de estructuras", "efectos del discurso", "residuos
de la ideología", "resultados de la disciplina", pues entonces...la revolución
es imposible. ¿cómo cambiar la sociedad sin revolución? ¿Solamente
a partir del poder local de un barrio?
Sin sujeto...sólo nos queda la pasividad, la objetividad natural y la
evolución automática.
Resignémonos a mirar la televisión y "ESPERAR" que la evolución
de la globalización nos traiga un viento más favorable....
¿Estamos de acuerdo con la espera pasiva? Pues entonces animémonos a
empezar a recuperar en el terreno teórico esta categoría de sujeto
(aunque no esté de moda en la Academia...).
Tercero y último: si no planteamos la lucha revolucionaria y el
socialismo desde un punto de vista humanista ¿cuál es la alternativa?
¿Qué es el socialismo?
Ya tuvimos una experiencia bastante trágica en el siglo XX de un socialismo
no humanista, donde el eje estaba en el Estado, en la autoridad, la obediencia
ciega, la burocracia, la jerarquía y el reino irracional de la tecnología
como demiurgo de la historia.
A la larga, en lugar de ayudar al socialismo, esa cosmovisión terminó
por hundirlo y derrumbarlo bochornosamente y sin dignidad...
Aunque no esté de moda, desde este espacio político cultural creemos
que hay que repensar y recuperar el tema del humanismo hoy.
En la sociedad argentina, que tiene la mitad de la población por debajo
del nivel de la línea de la pobreza, y millones de desocupados, de chicos
y chicas que comen de la basura, obviamente, que para nosotros los argentinos,
lo primero que debería hacer un poder revolucionario es darle de comer
a la gente. Eso está fuera de discusión. Lo que nos tenemos que
plantear es si el socialismo consiste solamente en darle de comer a la gente...
En una carta a Franz Mehring, Rosa Luxemburg decía: "El socialismo
no es, precisamente, un problema de cuchillo y tenedor, sino un movimiento
de cultura, una grande y poderosa concepción del mundo".
Obviamente, que sin el cuchillo y el tenedor – sin la comida - no hay cultura.
Pero, con el Che Guevara creemos que el socialismo del futuro tiene que ser
mucho más ambicioso, no quedarse en darle de comer un plato de comida
a cada persona. "Simultáneamente con la base material hay que crear
al hombre nuevo" . Es el uno de los tantos desafíos que tenemos
por delante. Vale la pena intentarlo.
Muchas gracias.