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Sección especial: Bolivia

EL MIR Y SU DESUBICACIÓN HISTÓRICA

LOS TIEMPOS.COM

La doblez del MIR es comprensible pero no admisible, pues Bolivia no tiene porqué pagar las consecuencias de la mala interpretación que ese partido hizo y aún hace de la historia contemporánea de nuestro país. Es de esperar que sus nuevos líderes asuman las consecuencias del error, se reconcilien con la realidad y actúen en consecuencia

"No estaremos en el gobierno ni en la oposición"; "(...) sino todo lo contrario" habría que agregar a la frase con que Jaime Paz Zamora sintetizó las conclusiones del congreso del MIR, para intentar comprender el rol que ese partido político se propone jugar a partir del 6 de agosto próximo.
Tan extraordinaria muestra de ambigüedad -si no de doblez- ha sido recibida con sorpresa y confusión por amplios sectores de la opinión pública que esperaban del MIR una actitud cuya claridad, franqueza y responsabilidad sean proporcionales a la gravedad de la crisis actual y a la urgente necesidad de que todos los sectores de la sociedad, pero principalmente los partidos políticos más favorecidos con el voto popular, sumen sus fuerzas para hacerle frente.
No hay sin embargo nada de qué sorprenderse, pues si algo ha hecho el MIR a lo largo de sus tres décadas de existencia ha sido desarrollar con singular maestría el arte de la sofistería que consiste, como la define el diccionario, en la elaboración de "falsos razonamientos para inducir a error".
Es precisamente esa habilidad la que ha permitido al MIR ser el partido que durante más tiempo ha gobernado nuestro país durante los últimos 20 años a pesar de no haber sido nunca el más favorecido con el voto popular. Como se recordará, el MIR jamás pasó del tercer lugar en las elecciones generales y siempre, invariablemente, actuó con un pie en el oficialismo y otro en la oposición. Incluso durante los cuatro años del gobierno de Jaime Paz Zamora combinó la retórica "antineoliberal" con una práctica que se ceñía fielmente a las más ortodoxas fórmulas del modelo.
Tal manera de ejercer la política ha tenido funestos resultados para nuestro país aunque no para los miristas. Desde el ascenso y caída de la UDP, pasando por los cuatro años del gobierno de Paz Zamora, hasta su actitud ante el actual gobierno, el MIR ha mantenido invariablemente una conducta sinuosa inspirada en el más frío y mezquino cálculo político.
Pero tal conducta y sus resultados no se explican solamente por la habilidad de los ideólogos del MIR para urdir "razonamientos que inducen al engaño". También cuenta la claridad con que desde el momento de su fundación tienen identificado a su principal rival: el Movimiento Nacionalista Revolucionario.
Se debe recordar que la piedra angular de la doctrina mirista es la famosa tesis del "entronque histórico", según la cual el MIR nació a la vida política para llenar el vacío dejado por el MNR -así lo decía la teoría- tras el agotamiento del ciclo del "nacionalismo revolucionario". Desde entonces, todo lo que hace y dice el partido de Paz Zamora tiene como único norte la esperanza de que el MNR deje de existir para dejarle expedito el camino hacia su consolidación como "partido hegemónico" de un nuevo "ciclo histórico".
Pero como los años y las décadas pasan sin que eso ocurra, y los ciclos históricos se suceden uno tras otro sin que el MNR abandone el centro del escenario, el MIR se sume cada vez más en una profunda crisis de identidad política que lo induce a confundir su razón de ser y sus propios intereses con los de todo el país.
La desorientación mirista se agrava cuando, como está ocurriendo ahora, los hechos desmienten al segundo pilar de la teoría sobre la que se fundamenta su identidad, la supuesta inviabilidad de la izquierda radical. La irrupción del MAS como segunda fuerza política del país pone al MIR donde siempre quiso estar, entre el "nacionalismo revolucionario" y la izquierda radical -sólo que ambos llenos de vitalidad y no agotados, como suponían- y no como cauce aglutinador de las dos vertientes sino como aditamento secundario de una u otra.
En ese contexto, es comprensible la doblez mirista. Comprensible pero no admisible, pues Bolivia no tiene porqué pagar las consecuencias de la mala interpretación que el MIR hizo y aún hace de la historia contemporánea de nuestro país. Por eso, es de esperar que ese partido y sus nuevos líderes asuman las consecuencias de su error, se reconcilien con la realidad y actúen en consecuencia. De otro modo no sólo se condenarán a sí mismos a otra frustración histórica, sino que arrastrarán tras sus pasos a Bolivia entera.

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