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Neoliberalismo y biodiversidad: ¿unitarios o antinomicos?

Thalía Fung /CUBA SIGLO XXI

Ya en 1995, Perry Anderson (1) recordaba que la puesta de nuevo en el escenario mundial del conjunto de las ideas de Hayek era una reacción "teórica y política al estado de bienestar social", a cualquier política intervencionista en relación con la sociedad. El divorcio de la sociedad y el estado, tendría que acentuarse hasta el extremo de que el mercado deviniera -con su eficiencia objetiva- el gran decididor de entre los grupos sociales, y facilitador a través de la conjugación de sus mecanismos espontáneos y planificados. El sistema capitalista en su estadío actual, a diferencia del capitalismo de libre concurrencia, e incluso de la época del naciente imperialismo puede compeler a la reserva en el planeta Tierra, de espacios necesarios a la supervivencia limpia de determinadas minorías y/o para su contacto con "lo natural". De hecho, ello implica la existencia de macrogrupos marginales que coexisten junto a los homogeneizados hombres medios y a los privilegiados de un primer mundo que comprende las elites económicas y políticas de los estados del primer mundo y de sus destellos en otros.
Según Friedman (1992) "Al desmontar la organización de la actividad económica del control de la autoridad política, el mercado elimina esa fuente de poder coercitivo" (2). Valoramos al neoliberalismo no sólo como corriente tradicionalmente considerada como alternativa de política económica, sino como una política que se contrapone a concepciones estatistas, contra el estado del bienestar social, del estado de planificación socialista, y del desarrollista, y a favor del estado mínimo, reforzado para reproducir ampliadamente el statu quo del mercado.
De forma objetiva, se ha producido la reestructuración productiva del capitalismo, como resultado fundamentalmente, de las revoluciones tecnológicas que han avanzado, en mi criterio, a las revoluciones científicas y a las revoluciones sociales. Su estrategia se basa -entre otros factores- en la especialización flexible por medio de la utilización a nivel mundial de la mano de obra especializada. El capital financiero desempeña de formas múltiples su papel, lo cual ha acelerado su movimiento alrededor del mundo. (3) William Greider (1997) sostiene que la banca internacional ha cuadruplicado sus préstamos de 198O a 1991, alcanzando la suma de 3,6 trillones USD."El sistema global -cito- del trabajo y de la producción construye rápidamente una nueva realidad funcional para la vida de cada persona, un orden nuevo basado en su propia dinámica y no confinada por las comprensiones sociales tradicionales." (Traducción de la autora).(4) . Si ello es así, no hay dudas que hubo una voluntad política anterior.
Para mostrar la globalización de la economía, Greider señala que el elevador más rápido del mundo se encuentra en Yokohama, el edificio más alto, en Kuala Lumpur, el más grande exportador de chips semiconductores, aires acondicionados y videocaseteras posee su soporte en Malasia. El mecanismo de globalización -compañías que invierten capital en países extranjeros- se ha acelerado en los últimos 15 años. De las 500 transnacionales mayores, 168 corresponden a Europa, y 119 a Japón. Hacia los 80 el capital fluía hacia Estados Unidos, ahora se ha invertido el patrón. (5)
¿Cuál es el principal cambio que se ha producido? Hacia dónde se dirigen las inversiones? Lo que se cambia es el mercado de fuerza de trabajo calificada. Se globaliza la fuerza de trabajo más que nunca antes. Los trabajadores han perdido el control sobre sus mercados de trabajo en términos de empleo. Ello explica por qué economías florecientes, incluso las de países capitalistas líderes, padecen de fuertes tasas de desempleo. Mayor productividad y a más barato costo se encuentran en otros lugares. Pero además, aparece una nueva forma de ética, la ética del mercado. Se mercantiliza el mundo con el sistema de valores de los ejecutivos de las corporaciones. (Korten, 1995) (6). Como plantea Robert W.Mc.Chesney (1997) (7, p.44) el mercado deviene, a partir de 1990, una religión cívica, una cuestión de fe, diseminada y popularizada por las grandes corporaciones de los medios de difusión masiva, quienes enmascaran el carácter "plutocrático" del mercado (8, p. 45) y, en consecuencia, su condición antidemocrática.
Junto a ello, y también, en cierto modo como resultado de la globalización, las naciones tienden a perder su sentido, y los estados se constituyen en garantes de la seguridad de los capitales transnacionales, incluso cuando parece invertirse la tendencia extrema a la liberalización, por una especie de regulación.
¿Puede el neoliberalismo favorecer un desarrollo sustentable de las sociedades? En primer lugar, la palabra desarrollo abarca un amplio espectro que, en su identidad multifacética, no puede ser asumida por la teoría neoliberal. No obstante, se han producido desarrollos parciales, que pueden ser cuestionados hoy; pero que han logrado que se produzca homogeneización tecnológica en grupos sociales de diversos países del llamado Tercer Mundo. Independientemente del cuestionamiento que se hace del desarrollo de los NICS -que los sucesos recientes han probado su carácter de economías infladas-, es obligado reconocer que han entrado con competitividad en el mercado de fuerza de trabajo calificada a nivel mundial, lo cual, por supuesto, no ha conllevado un desarrollo multifacético para sus sociedades.
Se continúa y acentúa el divorcio entre el mercado de fuerza de trabajo calificada y su sociedad, aunque en términos globales, su crecimiento alcanzó en un determinado período índices envidiables. Por lo tanto, nos parece que desarrollo en su sentido profundo, civilizador, el que poseyó el capitalismo en sus inicios en Europa Occidental, no corresponde a la versión del neoliberalismo en los dragones y tigres de Asia. Y menos aún, la sustentabilidad de dicho desarrollo. Si hemos puesto este ejemplo, es precisamente, porque se consideró el milagro económico de dichos países, un difundido paradigma tercermundista.
Parecería, como dice David C. Korten, que el hombre no tiene lugar en el mundo globalizado de hoy. (9) No es posible pensar en la sustentabilidad de un desarrollo que no existe al estar excluída la mayoría absoluta de la población del planeta y estructurarse o desestructurarse sociedades cada vez más disfuncionales.
La multivocidad del concepto de desarrollo sostenible (10, Zhenia Mil n, 1996) desde lo expuesto por la Comisión Brundland (1987) acerca de qué es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades; la definición de la FAO (1988) que pone el énfasis en la conservación de la tierra, el agua y los recursos genéticos vegetales y animales, que no degrada el medio ambiente y es técnicamente apropiado, que toma asimismo en cuenta la viabilidad económica y la aceptabilidad social, así como las conceptuaciones de énfasis diferenciado de los economistas, sociólogos, ecologistas, antropólogos, trae consigo, en primer término, una imposibilidad de estrategias y comportamientos universales que, por supuesto, no quiere decir homogeneizados. De todos modos, se coincide en la necesidad de impedir el deterioro del medio ambiente.
Se ha abierto paso la idea de que en la concepción de Desarrollo Sostenible se trata de conciliar crecimiento económico y condiciones ecológicas, lo cual conlleva la cooperación de todos los seres humanos. Por supuesto, tanto dicha conciliación como la cooperación parten de la existencia de hombres abstractos, en condiciones también abstractas. De todos modos, en la Reunión de Austria (1991) (12), se codificaron como áreas priorizadas los siguientes problemas: a) el incremento de la población mundial y el consumo per cápita de recursos humanos, b) agotamiento de los recursos de la Tierra capaces de sostener la agricultura, c) Injusticia y pobreza, d) Cambios climáticos, e) Agotamiento de las fuentes de agua, f) Consumo de energía.
Ahora bien, si analizamos dichos indicadores, nos damos cuenta que si la tasa global de crecimiento es de 3 a 4 %, y la tasa de producción de alimentos es de 1.3 % (en el 2002 seremos 6400 millones de seres humanos), en efecto, el hombre enfrenta el riesgo de no poder sobrevivir, y de provocar el mismo una catástrofe ecológica.
En 1992, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro, Fidel Castro planteó: "Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre" (...) (11). ¿Cuáles son, entonces, los problemas medioambientales más urgentes?
Se ha hecho evidente, a partir de la Cumbre de Río + 5 para la comunidad internacional que la política neoliberal no sólo no ha cumplido los compromisos que adquirió respecto a la protección del medio ambiente, lo que implicaba el desplazamiento del 0.7 del PIB hacia los países subdesarrollados, sino que no toma en cuenta que los problemas ambientales son absolutamente globales y que las economías de los países ricos son los que ocasionan mayor afectación a la sustentabilidad del ecosistema terrestre (Hans- Peter Durr, 1997)(13). Como es sabido, 1. 3 billones de personas vive por debajo del nivel de pobreza, a los cuales no se les puede exigir protección del medio ambiente, porque tiene, como dijo Robert Mugave (1997) que satisfacer sus necesidades primarias; pero además las contaminaciones radioactivas, de gases y productos químicos son causadas por el desarrollo no controlado alcanzado en los países del primer mundo (efecto invernadero, capa de ozono, consumo de materiales no renovables , bosques muertos, desertificación y otros).
Todo ello otorga un carácter indiscutiblemente universal a los problemas medioambientales. Las reservas de agua potable son una preocupación mundial; pero enfocada de modos sustancialmente diversos. Para las corporaciones, se contrae a las reservas que le son necesarias al hábitat del primer mundo y a determinadas zonas del planeta. Pero además, el sistema económico-tecnológico-científico occidental no acepta que en la degradación de la vida global desempeña un papel decisorio el derroche de sus modos de vida que incrementa el abismo existente entre el Norte y el Sur, y no se muestra dispuesto a cambiarlo.
El carácter global de los problemas medioambientales y su urgencia mundial los ha llevado a la mesa de negociaciones de Naciones Unidas, y se refleja en la teoría y en los programas a niveles de Jefes de Estado, aunque la universalización de la política ambiental parte desde las posiciones del Club de Roma, lo cual hace recaer la responsabilidad en los países tercermundistas, particularmente en aquellos que como Brasil, poseen reservas ecológicas necesarias al planeta.
La contradicción existente entre los grandes beneficios que reciben las transnacionales de sus producciones económicas, incluyendo las que causan la lluvia ácida, el deterioro de la capa de ozono, el efecto invernadero, la deforestación, la desertificación y otros del mismo tenor que afectan gravemente el medio ambiente, y las posibilidades reales de los estados e incluso de las uniones interestatales y de los organismos internacionales de hacer efectivas sus legislaciones proteccionistas del medio ambiente no ha disminuido sino que, por el contrario, se ha agravado.
Por otra parte, la depredación resultado de la acción de los grupos humanos sin otra posibilidad de supervivencia económica que la tala de árboles, la utilización de los ríos para sus desechos, la exterminación de especies para su supervivencia no puede ser detenida por la toma de decisiones legales globales ,e incluso, nacionales, mientras no se garantice su derecho humano a la vida.
En ello incide además, el redimensionamiento de gran número de estados en lo relativo a las tareas asumidas de bienestar social, reflejados en sus normativas, lo cual afecta la salud de macrogrupos sociales, y, en consecuencia, la protección estatal del entorno social decrece, en lugar de aumentar.
La ideología neoliberal que busca la homogeneización social, por la negación de la sociodiversidad y tratando de imponer como único modelo político-económico el occidental, una monocultura y un pensamiento único, atenta asimismo de forma progresivamente grave contra la biodiversidad y contra los ecosistemas o sistemas autopolíticos, los cuales quiere convertir en alopolíticos.(14) El neoliberalismo busca implantar las revoluciones verde y azul, con las cuales la biodiversidad de los países tropicales tiende a desaparecer en plazo breve y, a más largo plazo, la biodiversidad planetaria.
Para el neoliberalismo, la biodiversidad se traduce en términos de una concepción política elitiaria de la ingeniería genética (Vandana Shiba, 1997), lo cual implica:
a) Una homogeneización planificada por determinados grupos humanos.
b) Una afectación irreversible de las cadenas biológicas que han formado nuestro entorno.
c) Una posición exageradamente antropocéntrica respecto al universo, y en consecuencia, acientífica.
d) Una ética de los espacios interiores (incluido el ser humano) que recuerda el pensar nietzscheneano llevado a las especificidades del nazismo.
e) Negación de lo uno que presupone lo diverso.
Consideramos que para la conservación y restauración del planeta son no sólo necesarios, sino imprescindibles todos nuestros esfuerzos, para que las nuevas generaciones puedan sostener su entorno natural y, en definitiva, vivir; pero sin la transformación del entorno social, sin la conciliación del hombre con el hombre, aunque sea ante los problemas medioambientales, la humanidad se enfrentar a pérdidas irreversibles. Por ello, las tareas locales y globales de conservación y rescate del entorno natural pasan necesariamente por la lucha por la supervivencia del hombre.
Nos preguntamos, el neoliberalismo y la biodiversidad son unitarios o antinómicos. Creemos que nuestra posición y demostración se han hecho evidentes en el curso de esta comunicación. Desde su surgimiento, el neoliberalismo ofreció su carta de presentación en relación con la sociodiversidad, al marginar a grandes masas del planeta, e incluso no considerarlas en los escenarios políticos del siglo XXI. Con el indudable progreso tecnológico que constituye la ingeniería genética y la posibilidad de clonar a los organismos superiores aparece un riesgo supremo para la vida, el atentado contra su biodiversidad como bien ha planteado Vandana Shiva (14). No nos queda otra alternativa a la izquierda, al medioambientalismo y a los hombres con sentido común que propugnar como tarea que se hace imperativa, en función del futuro del planeta, enfrentar al decididamente antinómico neoliberalismo económico y político.



Referencias bibliográficas.
1) Anderson, Perry, Balanco do neoliberalismo. Río de Janeiro, Paz e Terra, 1995.
2) Friedman, Milton, Democracia e mercado. Sao Paulo, Universitaria, 1992, p. 31.
3) Ibidem.
4) Greider, William, One World, Ready or Not, Simon & Schuster, New York, 1997.
5) Ibidem.
6) Ibidem.
7) Korten, David, When Corporations Rule the World, Berrett-Koehler Publishers, Int.,Kumarian Press, USA. 1995.
8) Ibidem.
9) Ibidem.
10) Milán, Zhenia "Ecología versus Desarrollo Sostenible", en Ecología y Sociedad. Estudios, Editorial del Centro Nacional de Investigaciones Cientificas, Fung y Delgado editores, La Habana, 1996.
11) Ibidem.
12) Ibidem.
13) Durr, Hans-Peter, Can We Build A Sustainable, Equitable and Liveable World? Reflections on the Human Predicament. Ponencia a la Conferencia Internacional Medio Ambiente y Sociedad, La Habana, Cuba, 10-14 de febrero de 1997.
14) Shiva, Vandana, Biopiracy.The plunder of Nature and Knowledge. South End Press. Boston.Massachusetts. 1997, p. 31.


Thalía Fung Riverón. Doctora en Ciencias, Jefa del Grupo de Ciencia Política, Facultad de Filosofía, Sociología e Historia, Universidad de la Habana.