Nuestro Planeta
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Se acaba el petróleo
Ignacio Ramonet
La Voz de Galicia
El ciclón Katrina no sólo ha causado una excepcional tragedia
humana en Luisiana, sino que, al destruir también una serie de plataformas de
extracción de hidrocarburos en alta mar, ha acentuado más aún la crisis
petrolera. El Gobierno de Estados Unidos ha decidido recurrir a las reservas
estratégicas. Y los países de la OPEP han aumentado su producción diaria de
hidrocarburos. Pero eso no impide a los precios del barril, que no hace mucho
rondaban apenas los 25 dólares, estar alcanzando ya los 70 dólares.
El constante aumento del precio de los carburantes, sobre todo desde los inicios
del 2005, está empezando a causar una inquietud profunda. Está ahora claro para
todo el mundo que semejante situación va a durar. Y se va a agravar. Algunos
expertos nos recuerdan que, aunque astronómicos, esos precios aún no están al
nivel alcanzado en 1979 después del triunfo de la revolución islámica en Irán.
En dólares de hoy, el barril se pagó entonces a 80 dólares.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), poco sospechoso de querer
envenenar estas cosas, la hipotésis de un barril a 100 dólares ha dejado de ser
descabellada. Por poco que el invierno próximo sea más frío, que el caos iraquí
se mantenga y que estalle una crisis sobre la cuestión nuclear con Irán, la
barra de los 100 dólares se podría alcanzar en navidades. Lo que pondría el
precio del litro de supercarburante para los automovilistas europeos en unos dos
euros.
Pero las cosas no se detendrán ahí. En un informe publicado en Francia, dos
economistas demuestran que los precios del barril de crudo podrían alcanzar,
dentro de diez años, 380 dólares. Según ellos, en el 2015, la oferta de crudo en
el mercado será de 100 millones de barriles, mientras que la demanda (estimulada
por el continuo despilfarro de Estados Unidos y el crecimiento constante de
China, India, África del Sur...) sobrepasará los 108 millones de barriles. Y
cuando, en cualquier sector del mercado, la demanda excede del 8% a la oferta,
no hay equilibrio de precios. Éstos se disparan...
En las economías de los países occidentales, el choque petrolero actual produce,
por el momento, un impacto menor que el causado en el año 1970. Pero en otros
países -Indonesia, Honduras, Costa Rica, Senegal, etc.- el rápido aumento de la
factura energética ya está provocando crisis sociales de gran amplitud.
Gobiernos de naciones en vías de desarrollo se disponen a declarar el «estado de
urgencia económica» con cortes de la energía eléctrica y racionamiento de
gasolina. Algunos estados pobres reclaman un gesto de los países productores. De
ahí, por ejemplo, la importancia del acuerdo marco suscrito el pasado junio por
el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y jefes de Estado y de Gobierno de
países del Caribe para la creación de Petrocaribe, una iniciativa regional
mediante la cual Caracas vende petróleo a precio barato a los países de la
región.
El mundo consume, desde hace un decenio, mucho más petróleo que el que se
descubre cada año. En los grandes países consumidores no hay voluntad política
para estimular de verdad las energías de sustitución renovables. Algunos
deberían inspirarse del ejemplo de Brasil que, a partir de la caña de azúcar y
de la soya, de las que es uno de los primeros productores mundiales, ha creado
biocombustibles ecológicos, como el etanol, renovables al cien por cien. Un
vehículo de cada tres usa una mezcla de etanol y gasolina. En marzo pasado,
Brasil empezó a producir, de serie, un avión -el Ipanema- cuyo motor funciona
con etanol, menos contaminante y cinco veces menos caro que el queroseno. Hoy el
etanol ya representa el 25% del consumo de energía en este país. ¿A qué
esperamos para hacer como Brasil?