Medio Oriente - Asia - Africa
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El Congo, una historia de "gente sin importancia"
Mandisi Majavu
Znet
En su libro "El fantasma del Rey Leopoldo", Adam Hochschild escribe: "En los
tiempos de la controversia en el Congo hace cien años, la idea de derechos
humanos, políticos, sociales y económicos plenos era una profunda amenaza al
orden establecido en la mayoría de los países del mundo. Todavía lo es".
Sus palabras todavía siguen vigentes hoy en día, en parte porque en la Republica
Democrática del Congo (RDC) se encuentra el mayor depósito de oro de África,
junto con diamantes coltán, cobalto, zinc, hierro, carbón y uranio. Se dice que
el Congo ha sido una fuente fundamental de abastecimiento de uranio para
Occidente desde el nacimiento de la tecnología nuclear. La mayor parte del
uranio utilizado para hacer las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en
1945 se extrajo del Congo.
Estos recursos naturales son particularmente abundantes en la parte nordeste del
la RDC, donde todavía siguen luchando siete milicias dos años después de la
firma del "acuerdo de paz final". Luchan principalmente por el control de la
región, un control que conllevaría poder económico. Esto último es crucial para
cualquier milicia en un país que está en una situación de confusión política
como la RDC.
En junio de 2004, la ONG "Global Witness" (Testigo Global) emitió un informe que
detallaba cómo los recursos naturales de la RDC han estimulado la esclavitud, la
explotación, el sufrimiento y la guerra civil. Hicieron una crónica de la
historia de la RDC con todas las atrocidades cometidas desde el reinado de
terror del rey Leopoldo hasta la actualidad.
El rey Leopoldo fue un terrorista de la peor calaña, de una clase especial que
destaca del resto. Un rey oscuro como ningún otro cuyo legado se caracterizó por
los trabajos forzados, las palizas despiadadas y las manos cortadas. Según la
investigación de Hochschild, el reinado de terror del rey Leopoldo fue
responsable de al menos 10 millones de muertes.
Global Witness describió el desarrollo gradual de la guerra civil de 1998-2003,
detallando la implicación de las diferentes facciones y de los países vecinos
que dependían de la explotación de los recursos naturales de la RDC para
financiar sus gastos de guerra.
Cuando estalló la guerra civil de 1998-2003, Rwanda y Uganda enviaron tropas a
la RDC como apoyo a los rebeldes que pretendían derrocar a Laurent Kabila
(presidente en esa época). Alegaron que Laurent Kabila estaba apoyando a los
insurgentes que amenazaban su seguridad nacional. Zimbabwe, Angola y Namibia
enviaron tropas para apoyar a Kabila, dividiendo el país en áreas controladas
por el gobierno y áreas controladas por los rebeldes. Esta guerra, en la que
murieron más de 3 millones de personas, terminó oficialmente en abril de 2003.
El principal punto del tratado de paz final fue que la guerra, que ya duraba
cuatro años, debía parar. Esto no ha sucedido. Los combates continúan en la
parte nordeste del país. Las Naciones Unidas dieron a los combatientes un plazo
para el desarme que terminó el 4 de abril, advirtiendo de que aquellos que no lo
hicieran serían procesados. Pero las milicias siguen manteniendo sus armas con
más firmeza que nunca.
Además, el tratado de paz final demandaba que el gobierno de transición,
dirigido por Joseph Kabila, preparara el camino para el proceso de
transformación que duraría al menos dos años. Se esperaba que al final de esos
dos años tuvieran lugar las primeras elecciones libres en 40 años. Este mes
(abril) marca el final de ese proceso de transformación. Hay informes que
aseguran que puede que se celebren elecciones en la RDC en junio. Sin embargo,
ello es bastante improbable debido a la violencia continua en la zona nordeste
del país, que nos hizo ser testigos de dos intentos fallidos de golpe de estado
este año.
Según las Naciones Unidas, desde 1999, los combates en el distrito nordeste de
Ituri han causado la muerte a más de 50.000 personas, y otras 500.000 han tenido
que huir de sus hogares. Las 16.000 tropas de pacificación de las Naciones
Unidas en la RDC parecen incapaces de parar lo que algunos describen como el
conflicto más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial. Esta es la misión más
extensa y más cara de las Naciones Unidas, pero al mismo tiempo es la más
ineficaz y problemática que han asumido en los últimos tiempos.
En un país que tiene una población de unos 50 millones de personas, 16.000
tropas de pacificación no son muchas. Según informes de prensa, "las tropas de
pacificación en Ituri, por ejemplo, son responsables de proteger a 6 millones de
personas". En comparación, según el capitán Shebih Hassan del ejército de las
Naciones Unidas de Pakistán, "Kosovo, con una población de 2 millones de
personas, tiene 60.000 tropas de la OTAN".
Aparte de no contar con las tropas suficientes, la misión ha sido un desastre
total. Hay informes que señalan que los cascos azules no han defendido de
ataques a las victimas, a pesar de estar autorizados a utilizar todos los medios
necesarios para hacerlo.
Ha habido numerosos informes sobre tropas de la ONU que abusaban sexualmente de
chicas jóvenes y mujeres en el este del Congo. El periódico semanal sudafricano
"The Sunday Independent" informó de que, "las Naciones Unidas están investigando
150 casos en los que hay 50 soldados o civiles de la misión de paz en la RDC que
son sospechosos de haber abusado o explotado sexualmente a mujeres y chicas de
hasta 12 años". Además, "las Naciones Unidas están investigando también
denuncias de violaciones en la RDC, incluyendo un caso en el que a un empleado
de logística francés se le incautaron cientos de cintas de video que le
mostraban torturando y violando a chicas desnudas".
Comprensiblemente, el movimiento contra la guerra se ha ocupado únicamente de la
guerra imperialista en Irak, y todavía tiene que incluir en su agenda las
guerras civiles que son producto de las estratagemas del imperialismo. Por lo
tanto, todavía tenemos que ver la tan necesaria solidaridad global con Darfur,
así como con la RDC.
Es imprescindible que el movimiento contra la guerra haga ver a la población de
estas regiones que no están solos. Que tienen amigos que se solidarizan con su
lucha por la libertad, su deseo de una vida mejor, y su esperanza de un mundo
donde la pobreza pertenezca al pasado.
Así que, lanzo una pregunta: ¿qué vamos a necesitar para avanzar desde la
posición en la que nos encontramos hacia una posición en la tomemos medidas para
hacer efectiva esta clase de solidaridad?