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El concepto de estado palestino en la mente de Ariel Sharon
Carmen Lloveres
AIS
El pasado lunes 4 de abril, Ariel Sharon anunció ante el parlamento israelí que haría lo posible por llevar a cabo un plan con el que se prevé construir al menos 3.500 casas para colonos con el fin de unir Maale Adumim, el mayor asentamiento judío en Cisjordania, con la ciudad de Jerusalén.
La edificación de estos nuevos asentamientos tiene una importancia mayor por la zona en la que se quieren construir, denominada E-1, y las repercusiones que comporta en la fisonomía de un supuesto futuro Estado palestino. Las 3500 nuevas casas configurarán un corredor que corta Cisjordania en dos partes separadas, permite a Israel controlar el movimiento de la población palestina de una parte del país a la otra y aísla Jerusalén Este (reivindicada como capital del futuro Estado palestino) del resto de territorios palestinos.
El Plan E-1 es una muestra evidente de que la incesante colonización de los territorios palestinos se sigue llevando a cabo a pesar de que la suspensión y desmantelamiento de asentamientos constituyen un paso esencial para la implementación de la primera fase de la Hoja de Ruta (el Plan de Paz impulsado por el 'Cuarteto': EEUU, Rusia, UE y ONU), que aunque cada vez más desacreditada, sigue siendo el documento guía para restablecer las negociaciones, al menos en la visión del presidente estadounidense George Bush.
La intensificación de la colonización ha sido una constante tanto en la política del Likud como en la del Partido Laborista (en los años sucesivos a los Acuerdos de Oslo, y pese a la euforia por los rápidos avances del proceso de paz, el gobierno de Isaac Rabin llevó a sus índices más altos el número de asentamientos creados) pero la importancia estratégica de la zona E-1 convierte el nuevo plan en un eslabón esencial de la cadena de hechos consumados que Ariel Sharon está realizando. Una cadena que tiene como objetivo crear una nueva realidad en el conflicto palestino-israelí y así, a la vez que se posponen las negociaciones y se sustituyen por planes unilaterales como el de desconexión de Gaza, transformar 'de hecho' los contenidos a negociar en un futuro acuerdo de paz.
Y es que al incluir Maale Adumim dentro del municipio de Jerusalén, Sharon habría dado un paso casi definitivo en la creación del 'Gran Jerusalén', capital única e indivisible del Estado de Israel, que se extendería ostensiblemente dentro de Cisjordania y en paralelo con la construcción del Muro, aislaría completamente Jerusalén Este del resto del territorio palestino.
Así, no sólo se habría logrado la judaización casi completa de Jerusalén con la anexión de unos 200.000 colonos judíos, sino que al incomunicar las ciudades del sur de Cisjordania con las del norte y aislar el corazón económico de los territorios palestinos (el 40% de la actividad económica palestina se realiza en Jerusalén) el futuro Estado palestino se convierte en una realidad inalcanzable. Es decir, un Estado palestino viable y no un conjunto de cantones con cierta autonomía limitada a la población y no sobre el territorio, tal y como lo concibe Ariel Sharon.
El objetivo de este 'nuevo hecho consumado', es llegar a la mesa de negociación con una forma de Estado palestino, por llamarlo de algún modo, dividido en cinco o seis cantones completamente rodeados y controlados por Israel y ocupando tan sólo entre el 40 y el 70 por ciento de los actuales Territorios Ocupados (entre el 10 y 15 por ciento de la histórica Palestina).
Mientras se vuelve a dar un vuelco sin precedentes a la historia del conflicto, traspasando el foco de atención de la ocupación israelí a la exigencia de democratización de la Autoridad Palestina (AP) como una condición más para relanzar el proceso de paz, el gobierno de Sharon está logrando su objetivo de minar la viabilidad del Estado palestino e impedir que la AP tenga una verdadera soberanía política.
La exigencia de establecer una democracia en Palestina, que al máximo podría gobernar sobre un territorio discontinuo e incomunicado, sin libertad de movimiento, sin control de sus propias fronteras, con la capital y principal centro económico separada del resto de ciudades, sin control sobre recursos tan importantes como el agua, sin ejército e incluso sin derecho, como Estado soberano, a firmar acuerdos con otros países sin el permiso de Israel, es una artimaña más para negar el derecho de autodeterminación de los palestinos.
Si la democracia se articula sobre los principios básicos de ciudadanía, representación e igualdad política, la inexistencia de un Estado palestino soberano y con integridad territorial, vacía de contenido el significado de 'democracia' en Palestina. Los palestinos pueden elegir democráticamente a sus dirigentes, pero éstos nunca representarán la voluntad popular cuando su capacidad de tomar decisiones y transformarlas en acciones está limitada por Israel. żO es que acaso los palestinos han elegido 'democráticamente' a los gobernantes israelíes que son los que en definitiva toman las decisiones sobre los Territorios Ocupados?
El Plan E-1 anula la perspectiva de una solución justa y negociada al conflicto palestino-israelí, a la vez que desenmascara el concepto de Sharon sobre lo que debe ser un Estado palestino: una forma de autonomía limitada sobre menos de la mitad del territorio reconocido por la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU y con la capital fuera de Jerusalén.