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Medio Oriente - Asia - Africa

El Rey George


Uri Avnery
Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis


Cuando el rey George V murió, tuvimos un día libre en la escuela en señal de duelo. Entonces Palestina era una parte del Imperio Británico, que gobernaba el país bajo el mandato de la Liga de Naciones. Hasta nuestros días, una céntrica calle de Tel-Aviv, no lejos de mi casa, lleva el nombre Rey George.
George V fue sucedido (tras un breve intervalo) por George VI, que ha sido hasta el momento el último George en nuestra vida. Ahora tenemos un nuevo Rey George, no británico sino americano.
La relación entre los Estados Unidos e Israel es difícil de definir. Los EE.UU. No tienen mandato oficial sobre nuestro país. No es una alianza normal entre dos naciones. Tampoco es una relación entre un país satélite y su país potencia.
Alguna gente dice, sólo medio en broma, que los EE.UU. Son una colonia israelí. Y ciertamente, en muchos aspectos así lo parece. El presidente Bush baila al son de Ariel Sharon. Ambas cámaras del Congreso están totalmente subordinados a la derecha israelí – mucho más que la Knesset. Se ha dicho que si el lobby pro-israelí tuvieran que apoyar una resolución en el Capitolio para la abolición de los Diez Mandamientos, ambas cámaras del Congreso la aprobarían abrumadoramente. Cada año el Congreso confirma el pago de grandes tributos a Israel.
Pero otros afirman lo contrario: que Israel es una colonia norteamericana. Y ciertamente, también eso es verdad en muchos aspectos. Es impensable para el gobierno israelí rechazar un claro requerimiento del presidente de los Estados Unidos. ¿ América prohíbe vender una cara recopilación de planes de inteligencia a China? Israel cancela la venta. ¿América prohíbe una operación militar a gran escala, como ha sucedido la semana pasada en Gaza? No hay operación. ¿Los Estados Unidos quieren que la economía israelí sea dirigida conforme a los preceptos norteamericanos? Ningún problema: un estadounidense (seguramente circuncidado) acaba de ser nombrado gobernador del Banco Central de Israel.
De hecho, ambas versiones son ciertas: Los Estados Unidos son una colonia israelí e Israel es una colonia norteamericana. La relación entre los dos países es una simbiosis, un término definido por el Diccionario Oxford como "una asociación de dos organismos que viven pegados uno al otro o uno en el otro" (de las las palabras en griego "vivir" y "juntos".)
Ya se ha sido dicho mucho sobre los orígenes de la simbiosis. Los Sionistas Cristianos Americanos precedieron a la fundación de la Organización Sionista Judía. El mito norteamericano es casi idéntico al mito sionista israelí, tanto en contenido como en simbolismo. ( Los colonos huyendo de persecuciones en sus patrias, un país vacío, pioneros conquistando regiones sin cultivar, los salvajes nativos, etc.) Ambos son países de inmigarción, con todo lo que ello implica para lo bueno y para lo malo. Ambos gobiernos creen que sus intereses coinciden. El día de la independencia en Israel, se ven muchas banderas norteamericanas junto a las israelíes; un fenómeno que no tiene paralelismo en el mundo.
El acto inaugural de George Bush la semana pasada tuvo un especial significado para Israel. Las emisoras de televisión controladas por el estado lo retransmitieron en directo. En muchos aspectos, el presidente de los EE.UU. es también el rey de Israel.
George Bush es una persona muy simple y violenta con puntos de vista muy extremos, así como muy ignorante. Esta es una combinación muy peligrosa. Personas semejantes han causado muchos desastres en la historia humana. Maximiliano Robespierre, el revolucionario francés que inventó el reino del terror, fue denominado el " Gran Simple" a causa de la terrible simplonería de sus razonamientos, los cuales trataba de imponer con la guillotina.
Los ideólogos que gobiernan los pensamientos y los actos de Bush son llamados "neo-conservadores", pero esa es una engañosa denominación. Actualmente son un grupo revolucionario. Su intención no es conservar sino revocar. En su mayor parte judíos, son los alumnos de Leo Strauss, un profesor judío alemán con un pasado trosquista que acabó desarrollando teorías semi- fascistas y propagándolas en la Universidad de Chicago. Ilustra su actitud hacia la democracia citando la historia de Gulliver: cuando un fuego se declara en la ciudad de los enanos, extingue el fuego orinándoles. Esta es la forma, en su opinión, que el pequeño grupo de la élite de líderes debe tratar al público ignorante e inocente, que no sabe lo que es bueno para él.
En su discurso de coronación, Bush prometió llevar la libertad y la democracia a cualquier rincón del mundo. Ni más ni menos. Citó dos países en los que ya ha conseguido esta intención: Irak y Afganistán. Ambos han sido devastados por los aviones norteamericanos que dejaron caer el mensaje desde las compuertas de sus bombas. Recientemente, los soldados norteamericanos han borrado de la faz de la tierra para convencer a los oponentes de los " valores americanos". Ahora Faluya parece como si hubiera sido arrasada por un tsunami.
No es ningún secreto que los neo-conservadores tratan de "llevar la democracia" a Irán y a Siria, mediante la eliminación de dos de los más tradicionales enemigos de los EE.UU. e Israel. Dick Cheney, el vice-presidente (ciertamente no el Virtuo-Presidente), ya ha profetizado que Israel puede atacar Irán, como si tratara de embestir un Rottweiler.
Podía esperarse que tras la total debacle en Irak y el menos obvio pero igualmente grave fracaso en Afganistán que Bush se echaría atrás de más acciones de esas. Pero como casi siempre sucede con los gobernantes de este tipo, no puede admitir la derrota y parar. Al contrario, el fracaso le conduce a más extremismos, jurando, más bien como el capitán del Titanic, "mantener el rumbo."
No hay forma de adivinar lo que Bush pueda perpetrar ahora que ha sido reelegido por su pueblo. Su ego ha estallado en proporciones gigantescas, reafirmado lo que el fabulista griego Esopo dijo hace unas 27 centurias: " Cuando más pequeña es la inteligencia más grande es el concepto."
Le ha dado la patada al desventurado y débil Collin Powell ( como David Ben-Gurion eliminó a Moshe Sharett en la preparación de su violento ataque a Egipto en 1956) y ha nombrado a Condoleezza Rice, su sirvienta personal (como Ben-Gurion reemplazó a Sharett por Golda Meir.)
Ahora la orden es "despejar la cubierta para la acción". En esa cubierta Bus, un cañón suelto, es un peligro para todos los de su alrededor. El resultado de estas elecciones puede ser visto por la historia como una catástrofe mundial.
En asuntos domésticos, puede ocasionar desastres similares. En el nombre de los "valores americanos", está a punto de destruir uno de los principales valores americanos: la separación de la Iglesia y el Estado. La suya es la religión de un " renacido" converso, una religión primitiva sin moralidad ni compasión. Imponer esta religión en todos los campos de la vida – desde la prohibición del aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo a la revisión de los libros de texto – puede empujar a la sociedad a retroceder siglos e invalidar la constitución. Tras cuatro años más de esto, los Estados Unidos pueden ser un país muy diferente del que amamos y admiramos en nuestra juventud.
Un amigo mío afirma que hay dos almas residiendo en la nación norteamericana, una buena y una mala. Eso debe ser verdad para cada nación, incluso para Israel y Palestina, pero en los EE.UU. es mucho más extremo. Está la América de Thomas Jefferson (aún cuando él liberó sus esclavos solo a su muerte), Abraham Lincoln, Woodrow Wilson, Franklin Delano Roosevel y Dwight Eisenhower, la América de los ideales, del Plan Marshall, la ciencia y las artes. Y está la América del genocidio perpetrado contra los nativos americanos, el país de los tratantes de esclavos y del mito del salvaje oeste, la América de Hiroshima, de Joe McCarthy, de la segregación y del Vietnam, la violenta y represiva América.
Durante la segunda legislatura de Bush, esta segunda América puede alcanzar nuevos abismos de fealdad y brutalidad. Puede ofrecer al mundo entero un modelo de opresión. No me gustaría que mi país, Israel, fuera identificado con una América semejante. Cualquier ventaja que pueda derivarse de ella, puede volverse en contra a corto plazo y el daño ser duradero y quizás irreversible.
Una de las ventajas de la constitución de los Estados Unidos es que Bush no puede ser reelegido por un tercer mandato. Como dice la popular canción israelí: "Sobrevivimos al Faraón, sobreviviremos a esto también." Quizás podría convertirse en un himno para el mundo entero.