Sudán se ha visto desgarrado por guerras civiles intermitentes desde el momento en que el país, el mayor de África, se independizó de Gran Bretaña en 1956. Los enfrentamientos tienen su origen en décadas de enorme desproporción entre el desarrollo del norte, árabe e islamista, y las comunidades negras del sur, cristianas y animistas. Una desigualdad alimentada primero por las fuerzas coloniales británicas y después por los gobiernos de Jartum, que han tratado imponer el modelo de Estado centralizado en todo el país.
Esta guerra que acaba de llegar a su en el sur no ha sido un contencioso religioso entre musulmanes y cristianos, sino una lucha por el control de los recursos naturales. En el norte se concentra la actividad comercial y agrícola, las redes de transporte terrestre y marítimo, mientras que el sur alberga las fértiles tierras de Renk, la zona petrolífera de Bentiu y los yacimientos de níquel y uranio.
En 1972 tras la primera guerra civil nació la principal organización rebelde, el Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés (ELPS), de John Garang.
La situación se agravó en 1989, tras el golpe de Estado de Omar Hasán al Bashir Su despotismo ha alimentado una creciente desconfianza entre la población y en un intento de darle cierto cariz democrático a su régimen impulsó la elaboración de la Constitución de 1998; la convocatoria, en el año 2001, de las primeras elecciones desde el golpe.
La espiral de violencia, agravada por las hambrunas, sequías e inundaciones, ha sumido al país en una crisis humanitaria de dimensiones incalculables: alrededor de 4,5 millones sudaneses permanecen sin hogar, viviendo en la pobreza como refugiados o desplazados, más de dos millones y medio de personas han muerto y otras tantas corren el riesgo de perecer de hambre. La lista de barbaries a la que se ven sometidos los civiles incluye además el homicidio, la tortura.
En 2002 la paz comenzó a asomar en el país. Durante el mes de junio, el Gobierno y el ELPS empezaron a negociar en Kenia un acuerdo para poner fin a 20 años de enfrentamientos: en julio firmaron un protocolo de paz; en octubre, un alto al fuego y en noviembre, un Memorando de Entendimiento. Una vez alcanzado un acuerdo sobre tres puntos claves: el estatuto del Sur, el reparto de los recursos y la progresiva democratización del Estado, se estableció un periodo transitorio de seis años que culminaría en la celebración de un referéndum donde el Sur decidiese si quiere ser un Estado federado o independiente.
El alto al fuego se mantuvo durante 2003 y en mayo de 2004 se daban nuevos pasos hacia el definitivo cese de la violencia en el sur eliminando en un nuevo acuerdo los últimos obstáculos. El pacto garantizaba que Gobierno y rebeldes del sur compartirán el poder político, y resuelve el estatus y administración de las montañas de Nuba, el Nilo Azul y Abyei, tres regiones disputadas.
El último día del año de 2004 se dieron por terminadas las negociaciones y el 9 de enero de 2005 la paz ha asomado oficialmente en el sur del país poniendo fin a uno de los conflictos más largos y sangrientos de África. El gobierno sudanés y los rebeldes del Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA) firmaron el domingo, 9 de enero de 2005, en Nairobi un acuerdo de paz que pone fin a 21 años de guerra civil en ese país, el conflicto más largo que quedaba en Africa.
El vicepresidente sudanés, Alí Osman Taha, y el jefe de la rebelión del sur, John Garang, que negociaron este acuerdo durante meses de entrevistas en Naivasha, cerca de Nairobi, lo firmaron finalmente en una ceremonia oficial celebrada en un estadio de la capital keniana.
Unos 5.000 personas presenciaron la ceremonia que contó con la presencia de numerosos jefes de Estado y de Gobierno africanos y representantes de la comunidad internacional.
Pero este acuerdo no lleva todavía la paz al conjunto de Sudán, donde otro conflicto estalló en febrero de 2003 en Darfur (oeste), con un saldo provisional de 70.000 muertos y 1,6 millones de desplazados. La violencia sigue presente en la región occidental de Darfur, donde el grupo armado Movimiento para la Liberación de Sudán lucha para terminar con la discriminación de las tribus. Sus cruentos enfrentamientos con las fuerzas gubernamentales han sumido a la población en la crisis humanitaria más grave de la actualidad.
Fuente: El Mundo. AFP, Al-Jazeera y elaboración propia.