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Latinoamérica

Regreso en Armas:
Movimiento 14 de Mayo para la Liberación del Paraguay

Diana ARELLANO*
Revista Novapolis

Esta comunicación constituye la primer re-visita a mi reciente estudio sobre las memorias del "Movimiento 14 de Mayo para la Liberación del Paraguay", protagonista de la resistencia armada al régimen del General Alfredo Stroessner de Paraguay entre los años 1959 y 1961. Nos proponemos aquí analizar su emergencia como grupo armado en la situación histórico-política particular paraguaya y latinoamericana que lo hizo posible.

El "Movimiento 14 de Mayo" se formó básicamente con jóvenes miembros de los Partidos Liberal y Revolucionario Febrerista de Paraguay
(1) en su exilio en Argentina, país al que retornaron luego de la derrota, la cárcel y finalmente la fuga de la Prisión Militar de Peña Hermosa. Argentina es, para muchos de los sobrevivientes, el lugar desde donde mantuvieron sus vínculos -familiares, amistosos, económicos y políticos - con el Paraguay, una zona liminar que les brindó protección jurídico-política contra la represión y, al mismo tiempo, les otorgó la posibilidad de "estar en la zona" y mantener un activo flujo comunicacional con su país.
La tradicional conspiración armada de la que muchos habían sido protagonistas y, por esa causa exiliados, se trastoca en una lucha más profunda que no solo se plantea el clásico derrocamiento del gobierno sino un cambio radical en la estructura política del Paraguay: el objetivo del "Movimiento 14 de Mayo" era derrocar por las armas la dictadura de Stroessner, condición primordial para permitir el regreso al Paraguay de miles de exiliados y para lo cual se habían trazado un Plan Programático de Gobierno.
El 12 de diciembre de 1959, el "Movimiento 14 de Mayo" inició lo que se dio en llamar "La Gran Invasión" con el ingreso en simultáneo de cinco columnas de hombres armados y una radio clandestina ZPX que operaría como enlace de todas las columnas y como medio de propaganda. Ingresaron por diferentes puntos de la frontera argentino paraguaya sobre territorio de Misiones, desde Posadas al Alto Paraná y, a través de Pedro Juan Caballero en el límite con Brasil. El propósito era lograr un ataque de frentes múltiples para que las tropas del ejército regular no pudieran responder.
La columna que cruzó el río frente a Posadas, fue detectada en el canal del río Paraná y sus tripulantes fueron hechos prisioneros sin poder desembarcar, a excepción de la canoa al mando de Juan José Rotela que logró entrar, arengar a la población y salir con vida.
Las columnas que cruzaron a la altura de Puerto Rico y Puerto Iguazú, lograron un desembarco exitoso merced a la experiencia y el avezamiento de sus comandantes que tuvieron plasticidad para implementar cambios de posición sobre la marcha y se adentraron entre 100 y 200 km. en territorio paraguayo, pero ante la noticia del fracaso del movimiento en Asunción y Encarnación deciden regresar a la Argentina y son apresados ya sobre la costa del Paraná.
Es decir, en menos de 15 días la totalidad de las columnas que intentaron la "Gran Invasión" fueron reducidas, salvándose solamente la columna de Juan José Rotela -máximo líder y comandante del "Movimiento 14 de Mayo"- que volvería a intentarlo nuevamente en abril de 1960 siendo asesinados todos sus integrantes. Posteriormente, pequeños grupos, mejor armados, equipados y entrenados realizaron varios intentos infructuosos con estrategias de guerra de guerrilla en los montes.
Históricamente, los gobiernos de Paraguay hicieron cumplir prisión a los presos políticos en lugares inhóspitos para desvincularlos de las redes sociales urbanas que constituían una molestia para el gobierno ya que los visitaban permanentemente, pedían explicaciones y hacían denuncias. De éste modo, luego de una breve estancia en Asunción, prácticamente la totalidad de los integrantes del "Movimiento 14 de Mayo" y sus colaboradores fueron recluidos en la Prisión Militar de Peña Hermosa situada en una isla del Alto Paraguay cerca de la frontera con Brasil. Excepto por lo alejados de los pueblos y ciudades, estos lugares no cumplían las mínimas condiciones de seguridad, por lo que para los presos políticos, la fuga hacia Brasil fue siempre una posibilidad cierta que concretaron primeramente un pequeño grupo de 5 personas y la totalidad de los prisioneros restante el día 27 de abril de 1961.
Los sobrevivientes retornaron a la Argentina y regresaron al Paraguay recién en 1989 con la caída de Stroessner, solo algunos se insertaron nuevamente en su país, una gran mayoría se radicó definitivamente a lo largo de la Argentina donde formaron sus familias y muchos viven en la actualidad principalmente en Buenos Aires, Chaco, Formosa y Misiones. Todos viven la derrota como una derrota militar, no de las ideas y con lo único que tienen reservas es con la capacidad revolucionaria del pueblo paraguayo que a su juicio está totalmente aplastada.
Durante el intento armado los medios de comunicación cumplieron un importante papel. Es preciso distinguir entre: el papel de los medios argentinos tanto los de Misiones como los de Buenos Aires y; el papel de los medios de comunicación de la dictadura paraguaya en su doble o triple discurso, hacia el interior tratando de constituir el "enemigo de la nación", hacia los países vecinos tratando de mostrar una imagen de situación controlada y repartir acusaciones, sobre todo a la Argentina, mientras hacia Estados Unidos y el FMI mostraba una imagen catastrófica a través de Cancillería para gestionar pingües fondos para la lucha anticomunista.
La prensa argentina jugó un importante papel con el "Movimiento 14 de Mayo", decididamente de apoyo al comienzo y de vocero de derechos humanos tras la derrota. Durante todo el mes de diciembre de 1959, por ejemplo, el diario "La Razón" llevaba diariamente los pormenores de la prohibición de regresar a Asunción que pesaba sobre el Padre Ramón Talavera, un sacerdote paraguayo que se había pronunciado públicamente contra Stroessner y por ello se encontraba en Argentina realizando una campaña periodística y negociaciones con la embajada del Paraguay para regresar a su país. La prensa argentina fue acusada por el régimen de avisar en código a los contactos del movimiento en Paraguay que el desembarco era inminente mediante este artilugio informativo.
Todos las diarios argentinos actuaron de una suerte de "amplificador" del corto alcance de la radio clandestina del movimiento que instaló el tema a nivel internacional pues, de otro modo, quizás hubiera pasado desapercibido como uno de los tantos altercados de las zonas fronterizas. La Razón, La Nación, Clarín reproducían los textos y hasta los mensajes y proclamas enteras del movimiento que el diario de Misiones "El Territorio" captaba de la emisora clandestina ZPX.
Por su parte, además de desmentir a los medios argentinos, la construcción del "enemigo" le demandó al régimen un intenso trabajo de propaganda que llevó a cabo Edgar L. Insfrán -para muchos autores, la gran figura política del sistema stroessnista. Jefe de Policía primero y Ministro del Interior entre 1956 y 1966- Insfrán implementó un sistema de propaganda política inspirado en Göebels: apresamientos, explicaciones oficiales a través de la prensa, adhesiones del aparato partidario y finalmente una gran concentración masiva buscando fanatizar a las "masas coloradas" a favor del gobierno y movilizarlas como agentes de control de la población. Desde siempre el Partido Colorado ha tenido un discurso conservador, pero durante el stroessnismo se volvió además reaccionario, autoritario y vulgar en el que la burla y un estilo de expresión soez -incluso en la prensa escrita- intentaban desempeñar un rol populista que construía un interlocutor tácito afirmando el tópico de "colorado pynandí", pobre e ignorante, con un discurso absolutamente chabacano y machista.
En este trabajo, distinguimos, exclusivamente a los fines analíticos, cuatro elementos que se encuentran densamente imbricados en la realidad, a saber: a) el contexto mundial de Guerra Fría en que Estados Unidos necesitaban eliminar a los grupos revolucionarios en toda América Latina b) la práctica del destierro de los opositores políticos como el tratamiento "natural"; c) la particular situación de los exiliados en Argentina que favorecía la organización de grupos armados entre ellos y; d) la necesidad del nuevo régimen de monopolizar el uso de la fuerza -en tanto elemento constitutivo del poder del Estado en términos weberianos- reduciendo a sus antagonistas. Pretendemos reflexionar sobre la incidencia que cada uno de estos elementos ejerció para la cristalización de la lucha armada contra el régimen stroessnista.
a) En enero de 1959, se produce el triunfo de la revolución cubana con su figura emblemática, el argentino Ernesto "Che" Guevara, lo que constituyó un ejemplo concreto para los exiliados paraguayos en Argentina acerca de la posibilidad de derrocar a una dictadura latinoamericana mediante las "nuevas tácticas de guerrilla".
En el marco de la Guerra Fría y la Alianza para el Progreso- la lucha de Stroessner contra este supuesto "comunismo ateo internacional" le garantizó al régimen una afluencia sostenida de dinero del exterior con el sostuvo el aparato represivo durante tantos años. El "Movimiento 14 de Mayo" le permitió la constitución del "enemigo externo", contra el que era necesario defenderse. En términos políticos, la inclusión del Movimiento en un sistema internacional de conspiraciones contra el "orden y el progreso" del Paraguay es lo que le permite unificar a su enemigo, ponerlo fuera de los límites territoriales de Paraguay y a partir de allí demonizarlo para que sea posible y hasta deseable su exterminio.
b) El exilio, es la forma culturalmente establecida de tratar al enemigo ya que el extrañamiento es culturalmente "el peor de los castigos." Y por ello, es el modus operandi, concebido como el "tratamiento adecuado", el "destino natural" para los opositores políticos cuando se produce la radicalización del conflicto.
La afluencia de perseguidos políticos paraguayos alcanzó durante la dictadura de Stroessner sus más altos índices principalmente hacia la Argentina, pero también hacia Brasil y Uruguay aunque no contamos con datos sobre estos últimos.
En 1958 la dictadura de Alfredo Stroessner se consolidó mediante su reelección fraudulenta bajo un sistema de partido y candidato único y con la proscripción de todos los demás partidos políticos. Esto alejó toda posibilidad de "apertura democrática" que les permitiera a los exiliados paraguayos en Argentina el retorno a su país.
Los contingentes de exiliados llegaban unos tras otros en todas las condiciones imaginables: familias completas que huían por su tradición política familiar; jóvenes que se aventuraban en Argentina, seguros de encontrar trabajo, aportando sus brazos a la floreciente industria nacional del cordón industrial del Gran Buenos Aires o, al menos, visitar a sus compatriotas que los habían precedido y que los recibirían apenas bajaran del tren; conscriptos y militares fugados de los campos de concentración; civiles comprometidos con los alzamientos y las conspiraciones.
Sobre la base de esta inmensa masa de exiliados paraguayos en la Argentina se forma el "Movimiento 14 de Mayo" que se conforma como un movimiento pluralista en tanto participan militantes y simpatizantes de todos los partidos y hasta algunos argentinos y uruguayos que se sumaron a la causa. Se trató de un proyecto revolucionario de base popular en clara oposición a un poder que se consolidaba implementando un gobierno autoritario con un uso indiscriminado de la fuerza.
La misma situación de ilegalidad de los migrantes paraguayos en Argentina, profundizó la dependencia y el apoyo mutuo dentro de la comunidad lo que contribuyó a reforzar su auto-identificación o auto-adscripción al grupo. Pero esta auto-identificación no solo debía expresarse -o si se quiere hasta ritualizarse, como ocurre con las conmemoraciones de las efemérides del Paraguay que realizaban o los nombre que imponían a sus asociaciones y festividades- sino que además debía ratificarse permanentemente como consecuencia de la situación misma de ilegalidad en el país de residencia y de la situación de criminalización de que eran víctimas en su país de origen.
Esta ratificación continua de su auto-adscripción como "paraguayos" implicaba para 1958 sobre todo una consigna: VOLVER. Impedir la disgregación del grupo y su consiguiente asimilación a la sociedad argentina dependía del proyecto activo del regreso a Paraguay y su participación para lograrlo.
Por eso, en situación de ilegalidad -con la consecuente falta de participación en las esferas públicas de la vida del país de residencia- el ámbito de la vida privada es también el ámbito de la política, y la organización de clubes, partidos de fútbol, bailes y quermeses tiene un objetivo claro: evitar la disgregación ratificando la auto-adscripción al grupo y, a su vez, consolidando el objetivo del regreso trabajando para ello.
Históricamente, el Paraguay aplicó la sanción del destierro tanto para los desertores de guerra como para los adversarios políticos, y ese lugar fue siempre preferentemente Argentina, pero también Uruguay y Brasil, lugares desde los cuales siempre se organizaron las resistencias, los golpes de Estado y los proyectos de regreso. Por ello, el régimen castigó con saña el retorno armado de los exiliados, acción indispensable para poder continuar con la política, devenida cultura política del destierro como único lugar posible para el adversario político y la posibilidad de vivir en Paraguay solo para sus adeptos; en este sentido, el régimen totalitario se construye y sostiene sobre la base del "consenso total" a cualquier precio, en él no hay cabida para el mínimo disenso o antagonismo.
Esta construcción social del "otro enemigo" es el primer paso en una marcha hacia la violencia, que lleva a prácticas sociales genocidas como el éxodo primero y el exterminio después. Cuando el desterrado decide luchar para volver, el régimen señala que este "otro enemigo" además de ser depositario de todos los estigmas "viene de afuera" y en el extranjero se volvió "violento, peligroso, comunista"; su exterminio entonces no sólo es posible sino, hasta deseable.
b) El "Movimiento 14 de Mayo" consideró que era el momento propicio para el intento armado debido principalmente a que en Argentina asumió la Presidencia el Dr. Arturo Frondizi, de la Unión Cívica Radical quien necesitaba mantener a raya a su principal opositor, el Justicialista Juan Domingo Perón, aliado incondicional del General Alfredo Stroessner. Esto generó entre los exiliados paraguayos un clima que fue vivido como un "guiño favorable del estadista argentino" para la empresa armada contra del dictador. Su apoyo al "Movimiento 14 de Mayo" no puede comprobarse, por razones obvias, pero todos los entrevistados sostienen que recibieron apoyo (dinero y armas) de Frondizi y del Ejército Argentino a través de su Comandante en Jefe Guillermo Toranzo Montero a quien se refieren como a "un amigo".
También el Regimiento de Posadas, Misiones les habría prestado apoyo permitiéndoles realizar prácticas de combate en sus instalaciones y, encarcelando a los guerrilleros que se preparaban para la segunda incursión, para protegerlos, en vistas del fracaso de la primera. Esta acción que es vista como "protección" puede hacer sido fruto de la difamación internacional y las acusaciones ante la OEA que Stroessner le hizo al supuesto apoyo del gobierno argentino a la "guerrilla comunista".
d) Cuando Stroessner toma el gobierno en 1954, el Paraguay se encuentra sacudido por una crisis política generalizada que dio lugar a dos proyectos antagónicos de país: uno, democrático y popular encabezado por los veteranos de la Guerra del Chaco (1932-1936) reunidos en el Partido Revolucionario Febrerista, que apostaba por un proyecto de Defensa de la Nación y otro, catalogado de "derecha entreguista", que representaba a los intereses de Argentina y Estados Unidos.
(2) En medio de ésta situación de "faccionalismo desbordado" (Vezzetti: 2002) -al interior no solo de las fuerzas armadas, sino de la sociedad en su conjunto- una de las facciones -encabezada por Stroessner junto a un sector del Ejército y el Partido Colorado- logra hacerse del aparato del Estado, con el que acrecienta su capacidad de fuerza y plantea un antagonismo extremo que solo puede saldarse por la vía de la aniquilación física del enemigo.
Con el golpe de estado de Stroessner en 1954 comienza el cambio de signo en la contienda que traslada lo que, hasta entonces se presentaba como un problema interno de las Fuerzas Armadas Paraguayas, a toda la población, con la identificación como "enemigo" de toda las personas que no pertenecieran al Partido Colorado o ANR.
Para consolidarse en el poder Stroessner necesitó, inmediatamente después del golpe, monopolizar el uso de la fuerza que se encontraba dispersa en la sociedad, para ello inicia una aplicación sistemática de violencia sobre todos los sectores antagonistas, destinada a destruir todos los cuerpos sociales que el régimen no necesitaba y crear otros nuevos y funcionales. Sostenemos con Izaguirre (2003) que, cuanto mayor es la distribución del uso de la fuerza en una sociedad, mayor ha de ser la práctica de violencia del Estado necesaria para reducir a dichos cuerpos y monopolizar la fuerza. Para ello, el grupo dominante inicia la construcción del "otro enemigo" exacerbando las diferencias hasta el antagonismo total que le permita elaborar un discurso que instala la represión como una posibilidad primero y, como una necesidad después. Así, el grupo que ejerce el poder construye discursivamente la peligrosidad del grupo antagónico y convence a los demás grupos de la sociedad de esta peligrosidad para, a la vez que aísla al grupo peligroso, lo enfrenta al resto de los grupos que componen la sociedad para hacer posible y hasta deseable por todos su aniquilamiento, algunas veces simbólico/político, otras, su destrucción física total. El nuevo sistema de relaciones sociales ha de considerarse implantado cuando las prácticas sistemáticas de violencia -que comienzan a generar una mezcla de sumisión y consenso- se naturalizan porque en el nuevo sistema, con su nueva "legalidad", la violencia del enemigo es "delito" y la violencia del Estado es poder y, por lo tanto impunidad que invisibiliza su delito y garantiza su no-castigo (Inés Izaguirre, 2003).
Stroessner no se propuso para el Paraguay un sistema de partido único en cuyo interior se procesen las diferencias, sino que tampoco aceptó disidencias, por eso algunos miembros del Partido Colorado opositores a Stroessner que se agrupaban en el MOPOCO (Movimiento Popular Colorado) salieron al exilio y eventualmente se unieron a la guerrilla.
El gobierno de Stroessner ha sido clasificado por los estudiosos de los procesos dictatoriales de América Latina como una "dictadura personalista" cuyas principales características son: introducción de mecanismos políticos para la designación y ascensos en las Fuerzas Armadas para controlarlas y la corrupción que es otro factor disolvente de la institucionalidad. Aunque usan a las Fuerzas Armadas para mantenerse en el poder, al no presentarse como una expresión institucional de éstas, recurren a elecciones presidenciales fraudulentas como un mecanismo legitimador (Samuel Huntington, 1994).
El régimen de Stroessner inaugura, inmediatamente después de la detención de los miembros del Movimiento 14 de Mayo el sistema represivo (hoy considerado Delito de Lesa Humanidad) que habrían de implementar todos los regímenes de América Latina y que tan hacendosamente se aprendía en la tristemente célebre Escuela de las Américas. En Panamá, entrenamiento en combate y lucha anticomunista; en Asunción, interrogatorio y reducción del enemigo, eufemismos con que se denominaba a la tortura y la ejecución sumaria.
La micro política de la tortura, está destinada a disolver las resistencias políticas a la implementación del nuevo sistema económico. Es un ejercicio total de poder que se descarga sobre un enemigo considerado irrecuperable, in-humano (en el sentido de no- humano) fuera de contrato, sin derecho a la vida, generado por las doctrinas de la Guerra Anticomunista, de la Seguridad Nacional y la ilusión de la Tercera Guerra Mundial puestas por encima de toda otra consideración legal o moral.
Desde el punto de vista del represor, la tortura aplicada al cuerpo rebelde del enemigo lo somete a un tormento psicofísico que opera su despersonalización, y reducción a puro reflejo neuro-motor y vacío de voluntad necesario para imponer el nuevo modelo subjetivo dócil que el régimen necesita (Raúl García, 2000).
Sobre el cuerpo des-personalizado de la víctima se graba a fuego la nueva "ley" del régimen autoritario que destruye los valores de libertad, democracia, desarrollo, solidaridad, participación, implantado los de individualismo, competencia, indiferencia y sumisión. Se trata de poner en funcionamiento un espacio de reglas constitutivas en la que se definen los límites de la legitimidad, las nuevas reglas de juego con que el sistema va a operar. En este sentido el cuerpo es un soporte de memoria privilegiado ya que porta hasta la muerte las cicatrices que le fueron infligidas y cada cicatriz es a la vez, una actualización del dolor que paraliza y reprime, una actualización de las nuevas reglas de juego que actúa mucho más allá de la instancia de su implementación y un soporte de memoria recluido en el fragmento físico más pequeño imaginable.
Aunque el objetivo aparente de las sesiones de tortura es la obtención de información sobre los movimientos del grupo y la confesión (veraz o no, no importa) ya que opera como reconocimiento del "crimen" por parte de la víctima, esto no siempre es así y muchas veces las víctimas tienen la sensación de que ni la información, ni la confesión importan y que en realidad lo importante es mantener activo el dispositivo de disciplinamiento y terror y alcanzar la docilidad del cuerpo-individuo. En este sentido muchas víctimas reconocen los efectos del tormento sobre sus voluntades.
La micro política de la tortura produce dos efectos buscados ya que a la vez que el tormento somete y disciplina al cuerpo-individuo, el de la docilidad corporal foucaultiana, esta modalidad de poder que trabaja sobre los cuerpo-individuos se extiende al cuerpo-sociedad produciendo una amenaza de terror generalizado que garantiza el sometimiento colectivo al régimen (Raúl García: 2000). La extensión de la micro política del tormento sobre el cuerpo-individuo al cuerpo-sociedad se produjo en Paraguay de tres maneras complementarias ante que excluyentes:
- Mediante indicios -de distintos grados de precisión- de los tormentos, destinados a recorrer el cuerpo social mediante la institución social del rumor, chimento o radio so’o
(3) que hace partícipe a la sociedad en la medida que va adosando en cada retícula de circulación sus propios temores, interpretaciones y deformaciones;
- mediante la participación directa de algunos testigos que reproducen los suplicios a partir de una información de primera mano que nunca alcanza el estatus de versión oficial, el popular "dice que" de la cultura popular paraguaya que pone en duda antes que el suceso relatado, la persona que lo relata;
- los tormentos, mutilaciones y asesinatos como espectáculos públicos, generalmente en la plaza de pequeños poblados al que los pobladores estaban obligados a asistir y en algunos casos inducidos a participar mediante improperios, escupitajos y gritería generalizada. La exposición pública hacía partícipe de los apremios a la sociedad toda trasladándole una cuota de culpa, impotencia, silencio y complicidad y sellando una "comunión" propia del accionar delictivo y;
- la demostración permanente de un nuevo orden social en el que el despotismo del régimen podía efectivizarse en cualquier momento y nadie tenía la certeza de no ser el próximo mediante la permanente entrada y salida de los ciudadanos a la cárcel para "averiguaciones".
Desde las víctimas, el lugar de la tortura es percibido como una obra de "degenerados", de "mentes perversas", "locos sádicos", "trastornados mentales", un sitio que pertenece al mundo de lo a-normal y que fue traído aquí desde afuera, desde otro país, en este caso la Argentina de Perón, para ser funcionales al régimen stroessnista. Pero también los diarios argentinos sacaban afuera la barbarización del tratamiento del enemigo deslizando que el artífice de los tormentos era una importación latinoamericana del genocidio nazi.
El lugar del torturador-asesino no es el lugar del verdugo de la edad media que, aunque apartado de la sociedad era comprendido por la desagradable tarea que debía cumplir. El torturador-asesino es un no-hombre desquiciado, próximo a la perversión humana -que obtiene placer de su sádica tarea- y por lo tanto, el depositario de todos los valores negativos de la sociedad. Sobre este lugar del torturador-asesino todos los intentos de análisis llevan a la "locura" que funciona indistintamente como causa o como consecuencia de la tarea.
Hannah Arendt acuño el término "banalidad del mal" para referirse a las motivaciones banales de sujetos mediocres e insignificantes para colaborar en las "masacres administradas", mezcla de deseos de reconocimiento y ascenso profesional, y obediencia a un orden jerárquico que no se cuestiona. Un ex agente del régimen que netrevistamos asegura que lo hacía "por la jubilación" pero sin lugar a dudas hace falta algo más y en este sentido Vezzetti sostiene que ese "algo más" es un escenario de impunidad garantizada, la certeza de que no habrá consecuencia a pagar que restringe la apreciación a los beneficios del delito y envalentona hasta al más cobarde.
Los agentes del régimen se encontraban insertos en una densa red de relaciones que validaba su actuación. Con sus superiores a través de órdenes emanadas de jefes visibles, conocidos, que premiaban su rudeza e, indistintamente, una sumisión frente a su superior que es una degradación del código de obediencia del guerrero, sumisión que se compensa con una ilusión de "coraje y valentía" que no es más que cobardía frente a una víctima indefensa. Con sus pares, un entrenamiento en la obediencia, fuerte control de grupo y complicidad en las atrocidades y la vivencia de éstas prácticas impunes de violencia como un trabajo rutinario en el que cada uno conoce con precisión su rol y se reconoce como parte de un sistema mayor en el cual cobra sentido su accionar. En síntesis, una combinación de obediencia, de adhesión ideológica, oportunismo de facción y corrupción degradante generada por esa "forma de poder sin límites que libera lo peor de los individuos y los grupos" (Hugo Vezzetti: 2002).
Desde una noción de cuerpo como "territorialidad social" que sintetiza y anuda todas las relaciones dadas en una sociedad y expresa "el conjunto total de las relaciones sociales" en las cuales los cuerpos "se comportarían en función de ser la mediación de un conjunto de relaciones sociales" (Jorge Rozé, 2003) examinamos cómo el régimen stroessnista, al crear un nuevo orden social destruyó cuerpos con sus clasificaciones y relaciones previas, recicló otros y creó mayoritariamente sus propios cuerpos imponiendo a sangre y fuego las nuevas clasificaciones del mundo. La alteración total de los criterios de la población produjo un estado de parálisis y desasosiego que habría de sufrir por largas décadas y de muchos de los cuales aún hoy no puede deshacerse.
El régimen stroessnista no se interesó por las clasificaciones previas y estableció sus propias categorías: "guerrilleros", "políticos", "comprometidos" y "comunistas extranjeros". Actuó todo el tiempo como si se tratara de una lucha contra el comunismo internacional, para lo que le fue muy funcional el arresto de tres ciudadanos uruguayos y dos argentinos, además de la naturalización argentina de Carlos Madelaire a los que denominó "comunistas extranjeros que vienen a invadir el Paraguay" agitando viejos fantasmas de la "Guerra de la Triple Alianza" y de la "Guerra del Chaco".
Con respecto a la población, actuó como si ésta se hubiera volcado masivamente al comunismo y en este sentido le fue preciso expandir los límites del grupo de jóvenes radicalizados creando dos nuevas categorías: "comprometidos" y "políticos".
Los "comprometidos" eran acusados de prestar apoyo a los guerrilleros en tareas como llevar y traer información, esconder en sus casa personas o armamento hasta pequeños sabotajes como silbidos en actos públicos o actividades de propaganda del movimiento como la tan castigada "portación y entrega de volantes". Su persecución tenía un doble objetivo: por un lado, minar las articulaciones que el movimiento tenía con la sociedad civil para debilitarlo y por otro, realizar una nueva socialización con un consenso social activo en la que la población civil se vigilara a sí misma y contribuyera con el régimen denunciando y persiguiendo no solo a los "guerrilleros" sino también a los "comprometidos" y a los "políticos."
Con la incorporación de la categoría de "políticos" el régimen destruye todo resabio de disidencia ya que si previamente había cerrado el Parlamento de la Nación, ahora enviaba a prisión a todos los militantes de los partidos Liberal, Febrerista y Comunista que no había huido del Paraguay.
Tan importante era mantener estas categorías absolutas construidas por el régimen que, una vez en prisión, si bien todos los presos fueron salvajemente torturados, se ponía especial atención en hacerlo selectivamente a fin de grabar en los cuerpos esta categorización. Las diferencias se exacerbaban teniéndolos a todos en un mismo pabellón, divido en un sector para cada grupo y administrando un trato desigual que no solo destruía las solidaridades entre los distintos grupos que compartían la prisión, sino que en algunas oportunidades los enfrentaba.
El sometimiento de una población a un régimen totalitario es una construcción histórica que implica un proceso largo de consolidación
(4) en cuyo comienzo es necesario un terror generalizado, para continuar con dosis cada vez más focalizadas y rutinarias de violencia que terminan produciendo una cultura del miedo del tipo que acabamos de describir que paraliza y disciplina. Cuando la densidad de aplicación de la violencia es menor se produce una suerte de naturalización de la violencia apoyada en un estado generalizado de guerra cuyo resultado es la invisibilidad, el no- registro, la in-corporación de la violencia (Inés Izaguirre 2003).
No obstante, el terror, en tanto trauma colectivo, no alcanza para comprender la persistencia de un sistema autoritario durante más de tres décadas. Stroessner necesitó generar algún tipo de apoyos y consensos civiles para sostenerse. O’Donnell llamó "corporativismo anárquico" a esta suerte de facciocidad que reúne al conglomerado cívico militar. El régimen necesitó que confluyan en algún punto el miedo y una cierta conformidad social para que emerja en la población el anhelo de encontrar una posición de sumisión protegida, un estado de infantilismo -no exento de prebendas- que exime de responsabilidades y decisiones para transformarse en una suerte de brazo ejecutor de órdenes emanadas de un "otro" que no se cuestiona (Hugo Vezzetti, 2002).
El régimen produce una polarización propia de los sistemas mesiánicos en el que toda la población debe clasificarse de acuerdo a sus criterios diádicos de "seguidores" y "contrarios" que muchas veces entraba en contradicción con las relaciones sociales previas. Y es en virtud de esta polarización que quienes no se alinean también son objeto de persecución ya que existe latente la posibilidad de que sume sus fuerzas al enemigo. Algunos podrán pensar que el Paraguay siempre estuvo polarizado con arreglo a sus identificaciones partidarias entre "azules" y "colorados", lo cual es verdad porque el régimen no crea en el vacío sus categorías sino que se monta sobre algún tipo de clasificación preexistente y la utiliza exacerbando la alteridad para reforzar su mesianismo.
Como toda clasificación polar que se precie de tal, los criterios, aunque nuevos, deben ser precisos y excluyentes y debe explicitar además el rol que a cada uno le compete. El polo de "sus seguidores" -independientemente de que pertenezcan a las fuerzas armadas y de seguridad o no- se construyó sobre quienes "desde siempre" pertenecían al Partido Colorado, adscripción sostenida durante todo su mandato con una apariencia más o menos institucional pero que debían rectificar permanentemente su adhesión incondicional. Todo aquél "colorado" que se permitía algún cuestionamiento o disidencia era inmediatamente reclasificado como del MOPOCO (Movimiento Popular Colorado) y por lo tanto enemigo.
"Sus seguidores" tenían la responsabilidad del control y delación de toda actividad contraria al régimen, debidamente explicitadas y que van desde un simple comentario adverso o la organización de alguna actividad colectiva hasta el apoyo a los grupos armados. Vezzetti (2002) habla de las sociedades que se "patrullan a sí mismas" ya que no basta con el despotismo "desde arriba" sino que el régimen "suelta los lobos en la sociedad y estimula los rasgos autoritarios y de intolerancia ya presentes la misma".
Absolutamente toda la vida de las personas estaba en la mira y a tal efecto se montó toda una estructura organizacional formal con una elevación e inserción en las estructuras del Estado de lo que en una democracia serían las casas o comités de los partidos políticos que se denominaron Seccionales Coloradas.
Las prebendas destinadas a facilitar la adhesión de la población se estructuraron de tal manera que "todo tenía precio establecido" instalando una corrupción generalizada en todos los niveles sociales, esta funcionó como el parte-aguas entre quienes la aceptaban y quienes no. Muchos se transformaron en enemigos del régimen a partir de ella y otros, en millonarios. Pero la corrupción debe alcanzar a todos los niveles sociales sin alterarlos en su composición, otorgando a cada quien según su posición económica previa: para los bajos rangos de las fuerzas armadas y las clases bajas en general o "pynandí", las prebendas eran el fruto del saqueo del enemigo, el despectivo y humillante "requecho"
(5) que consistían en una suerte de premio improvisado por la labor cumplida, para las clases medias, negocios, campos, objetos de valor; para las clases altas, participación en el contrabando, ganado o propiedades.
Los mecanismos de sometimiento de la población son diversos, pero todos tienen el común denominador de la ruptura dramática de un orden anterior que los ciudadanos conocían como sus derechos y los de los demás: propiedad, privacidad, libertad, información. De alguna manera "seguidores" y "opositores" son sometidos por igual como víctimas o beneficiarios según el caso.
Para la población civil que no participaba de la guerrilla pero que tampoco era "stroessnista" la situación era arto difícil por la condición misma de los regímenes autoritarios que no toleran libertad de acción o pensamiento alguno y cualquier manifestación adversa al régimen podía dar cabida a su re-categorización como "comunista", "político" o "comprometido" iniciándose de inmediato la persecución. Aunque la gente no comprendiera qué significaban estas palabras, conocía sí cual era el hecho que lo transformaba en enemigo.
La población que se sumó o que adhirió al grupo revolucionario fue salvajemente castigada y/o se vio obligada al exilio. El resto, apoyó deliberadamente al régimen, se patrulló día y noche a sí misma colaborando activamente en la lucha contra este enemigo al mismo tiempo externo e interno mediante la delación y en algunos casos la participación en la represión o; pasivamente, refugiándose en la vida doméstica, el trabajo, la familia y reduciendo y degradando su participación ciudadana a relaciones interpersonales en las que el "radio so’o" es la constante.
Alessandro Portelli (1989) sostiene que el significado cultural de las prácticas de violencia posee tres códigos solapados que se vinculan con los paradigmas sociales del relato y sus referentes espaciales: un "código individual-personal" que acepta la violencia de todos contra todos como componente necesario de un estado de guerra; un "código ético" del discurso institucional del Estado-nación que sostiene que la violencia la inició el enemigo rompiendo una supuesta paz existente y; un "código de honor" colectivo o de grupo que en Paraguay opera indistintamente tanto para el bando obligado al exilio como para la facción que se hizo del Estado y que justifica su agresión como respuesta a una supuesta violencia previa, esto es: los exiliados se arman e intentan regresar y el Estado los repele violentamente instaurando como primer violencia no la propia que generó el destierro, sino la irrupción del "enemigo desde el extranjero". Si observamos la conceptualización de Portelli a la luz del reciente estudio de la cultura paraguaya de Mara Vachetta (2003) que sostiene que el Estado paraguayo instaló durante el régimen una "cultura del como sí", el "código ético" ligado al marco jurídico legal de la Constitución Nacional y la firma de todos los Tratados Internacionales sería solo un discurso y lo que en realidad opera es el código del "Mbareté"
(6) como justificación de la violencia sin límites por el poder acumulado por la facción que se hizo del gobierno. Poder que le permite obrar según su parecer y sin derecho a protesto con la aceptación tácita por parte de la población de que el gobierno opere con un doble código: uno discursivo o legal y otro fáctico o pragmático que de alguna manera valida la violencia institucional. Es decir, el lugar desde donde se ejerce el poder debe escudriñar un código institucional con un marco legal, pero el ejercicio del poder implica necesariamente el uso de la violencia para consolidarse y demostrar que lo importante es mantener ese marco legal, aún infringiéndolo. El "código de honor" se restringe al "ajuste de cuentas" de los grupos mafiosos por el cual el honor obliga a quien ha sido agredido a devolver la violencia sufrida con creces instalando una justicia por mano propia que formula una espiral ascendente de violencia.
El "código militar de violencia" que la población aceptó en el marco de un estado de guerra generalizado por el cual todos justificaban su accionar violento: los exiliados porque no se les permitía regresar, el gobierno porque estaba repeliendo el asalto al país por parte de "los rebeldes" y la población porque debía sumarse a uno de los dos bandos.
Memoria es Lucha
El régimen stroessnista dictó sentencia sin juicio previo de los integrantes del "Movimiento 14 de Mayo". Llevó adelante una fachada jurídica designándoles abogados y obligándolos a firmar groseras declaraciones bajo tormento en las que imputaban a sus propios compañeros y realizaban afirmaciones en contra de sí mismos, algunas de las cuales eran posteriormente publicadas en la prensa.
Debido a la fuga masiva del Penal Militar de Peña Hermosa, los revolucionarios quedaron en situación de "Prófugos de la Justicia Paraguaya" condición que soportaron durante los largos treinta años que duraría el régimen de Stroessner. Recién con el retorno de la democracia -paradójicamente a raíz del golpe de estado del General Andrés Rodríguez en 1989- se dejó sin efecto lo obrado por la Justicia durante el régimen, lo que les permitió volver a Paraguay.
Pero entonces ¿qué es lo que ha hecho perdurar las memorias de éste hecho, cuál es su importancia, en qué se asienta su capacidad de perdurar? El "Movimiento 14 de Mayo" ejerce lo que Alessandro Portelli (1989)
llama "efecto condensador" de determinadas memorias, por el cual un hecho en particular condensa y reúne en sí mismo todas las memorias sobre los hechos coetáneos o similares de un período histórico, esto no es un fenómeno histórico sino social, cultural, político y simbólico. La fuerza condensadora del "Movimiento 14 de Mayo" reside en que se constituyó en el emblema de toda una larga serie de levantamientos, conspiraciones y huelgas logrando trasponer en las memorias a su período de actuación, todos los hechos anteriores y posteriores de esta características, algunos de los cuales fueron incluso de mayor magnitud que el propio "Movimiento 14 de Mayo".
La relación del "Movimiento 14 de Mayo" con la Justicia de Paraguay se reinicia recién en el año 1999 y como consecuencia de un improperio mediático de Ramón Duarte Vera, Jefe de Policía de Asunción en 1959 y torturador personal de los integrantes del "Movimiento 14 de Mayo" recluidos en el Penal de Tacumbú.
La impunidad del régimen se asienta en la fracción mayoritaria de la ciudadanía que no está dispuesta a revisar lo actuado por quien consideran el máximo representante del Partido Colorado, por ello la Justicia no procedió sobre el régimen en su estructura y las imputaciones individuales necesitaron de la entereza y vocación de justicia de sus víctimas que llevaron sus denuncias a la Corte Penal Internacional.
En Paraguay, el tránsito de la dictadura a la democracia no estuvo signado por una reinstalación del espacio de la ley, por lo que las representaciones sobre la democracia son en realidad muy endebles para el ciudadano común que la única diferencia que percibe es que el Estado ha cesado con sus actos de terrorismo pero el resto de las condiciones no han variado demasiado o han empeorado. En este sentido es notable como la mayoría de las personas en Paraguay no se refieren a la "llegada de la democracia" sino al "golpe del ‘89" no realizando ninguna ruptura entre régimen stroessnista y democracia, visión sostenida además con la notable permanencia del Partido Colorado en el gobierno, a tal punto que las principales opciones electorales se dan entre los distintos candidatos del Partido Colorado.
Recién diez años después de la caída del régimen, en 1999 durante el gobierno de Juan Carlos Wasmosy -luego de muchas marchas de protesta, "carpas" frente al Palacio de los López y reclamos judiciales- se logró la Ley Nº 838 que establece una indemnización económica para los presos políticos de la dictadura de Stroessner fijado en una cifra irrisoria que reconoce cada día de cárcel y tormentos como "día laboral perdido" por lo que se lo compensa con el equivalente de un jornal mínimo, alrededor de seis dólares por día de prisión. Y, en su Artículo 9º :
"Sin perjuicio de las indemnizaciones, el Congreso Nacional podrá conferir a las víctimas a quienes se refiere esta Ley, medallas y diplomas como testimonio de desagravio oficial de parte del Estado Paraguayo y en consideració a sus relevantes sacrificios en defensa de la libertad y la democracia"
A pesar del decreto de esta ley, el Poder Ejecutivo no dispuso inmediatamente del presupuesto para la indemnización y retrasó la constitución de la Defensoría del Pueblo hasta el año 2001 que era el espacio institucional establecido para que las víctimas realicen su demanda.
En 2003 se produjeron las excavaciones -sin participación del Estado- en el lugar llamado por los pobladores "Curuzú Talavera" procediéndose a la exhumación de los restos del Teniente Blas Ignacio Talavera, veterano de la Guerra del Chaco asesinado por las tropas regulares cuando se sumó al "Movimiento 14 de Mayo" en 1959, cuarenta y cuatro años desaparecido.
Todos estos acontecimientos recientes han mantenido en un primer plano las memorias del "Movimiento 14 de Mayo" en Paraguay y con ello el reclamo del resarcimiento económico y moral de sus víctimas. Solo recientemente con la asunción del presidente Nicanor Duarte Frutos en diciembre de 2003, el Ministerio de Hacienda destinó dos millones de dólares a tal propósito. Muchos de los ex presos políticos han muerto, por lo que sólo un grupo reducido percibirá la indemnización. No obstante, la efectivización de la Ley Nº 838 implica sobre todo un resarcimiento moral de los ex presos políticos contribuyendo a la disolución del manto delictivo que cubría a los revolucionarios del "Movimiento 14 de Mayo" y a todos los ex presos políticos del Paraguay, que aún hoy pelean por una reivindicación nacional en el plano de los simbólico, por un pedido de perdón histórico, por una reconciliación sobre la base del reconocimiento del daño y no sobre amnistías u olvidos.
Luchan por un Panteón para los Héroes de la Democracia en Paraguay, por un nombre en una avenida, por un acto conmemorativo el 12 de diciembre de cada año. Por una placa recordatoria en la isla de Peña Hermosa, en fin, por establecer múltiples "marcas de la memoria", formas de conciencia social y sanción moral contra las atrocidades sufridas que permitan reconstruir el tejido social, asumiendo la verdad. Una vez más "Memoria", es sinónimo de "Justicia."
Las memorias se convierten en arena de la lucha política y simbólica que se desata entre los Estados-nación que intentan ejecutar políticas de olvido sobre sus regímenes dictatoriales y los grupos antagonistas derrotados, víctimas del terrorismo de Estado, que pugnan por la memoria como una forma de justicia y resarcimiento moral.
En general, las memorias en tanto mnemopraxis, no son prácticas políticas destinadas a construir partidos políticos sino que se unen a, o constituyen asociaciones de, lucha por los derechos humanos fortaleciendo la esfera de la sociedad civil. Desde este lugar establecen una lucha política que no solo apunta a su resarcimiento grupal en tanto búsqueda de la verdad y compensación económica y moral sino que, constituye un juicio moral que descalifica éticamente a los perpetradores, quienes antes fueron poderosos pasan a ser represores-genocidas. Buscan permanentemente el reconocimiento de los delitos cometidos y la responsabilidad de las Fuerzas Armadas, del Estado y del Partido Colorado sobre el que Stroessner construyó su fachada democrática y mantiene intacta su estructura de poder sin reconocer sus responsabilidades por el pasado. Las mnemopraxis avanza además, en el trabajo de reconstitución del tejido social desgarrado por los regímenes autoritarios ayudando a la sociedad a desprenderse de las prácticas de violencia e instalando una memoria colectiva destinada a recordar mediante diversos soportes la Halakkah de los hebreos, la Ley, el camino por el que se debe andar y que se había olvidado, "el conjunto de ritos y creencias que da a un pueblo el sentido de su identidad y su destino" (Josef Yerushalmi, 1989) y en sentido contrario, el camino que no se debe volver a andar, es decir, lo aceptable y sus límites en el nuevo contrato democrático tácito que firma todo el país.
Algunos autores como Pennebaker, Páez & Rimé (1996) explícitamente y más tácitamente Yerushalmi (1989) proponen entre otras cosas, para una verdadera reconciliación nacional en la que la memoria cumpla además una función preventiva, una recordación ritual colectiva con la instalación de monumentos permanentes, diálogos entre perpetradores y víctimas tendientes a extraer lecciones y conclusiones para el presente, dándole un sentido al pasado para una construcción identitaria positiva que evite la fijación en el pasado, la repetición obsesiva y la estigmatización de los sobrevivientes como víctimas.
Si bien coincidimos en que los rituales colectivos tienen una propiedad altamente conciliadora porque intervienen elementos racionales y emotivos a la vez, no podemos dejar de señalar que si en una sociedad fuera posible convocar a víctimas y victimarios a hacer un ejercicio dramático de rememoración nacional a la manera bíblica de Esdras en la plaza de la Puerta del Agua, en Jerusalén (Josef Jerusalmi, 1989) sería porque esta sociedad en realidad ya se ha reconciliado y para lo único que el ritual sirve es para dramatizar, representar o celebrar la reconciliación.
Finalmente, el trabajo intelectual sobre las memorias sólo es posible en una construcción conjunta y articulada de las memorias con los grupos sociales a los que les pertenece, con sus ritmos, con sus tiempos y sus propias dinámicas de avance, retroceso y estancamiento. La investigación sobre memorias es investigación acción o es un simulacro, una pantomima intelectual que opera retrasando y descalificando los procesos de memoria que los pueblos deben hacer para saldar sus cuentas con los graves errores del pasado.
En este sentido la producción intelectual no debe plantearse -y asumo que muchas veces lo hace- construir el "verdadero relato" creyendo descubrirle a la sociedad su propia imagen, porque eso no es verdad. Si un papel le cabe a la producción intelectual es sólo el de disparar la discusión. Sobre todo teniendo en cuenta que en países pobres como los nuestros, las investigaciones de las memorias y los olvidos, lejos de ser una moda intelectual, demandan un compromiso científico ético y moral que adquiere un cariz militante en defensa de las minorías y los Derechos Humanos.
 
NOTAS
1. También se incorporaron algunos jóvenes argentinos y uruguayos, haciendo un total que varía según diversas fuentes entre los trescientos y quinientos hombres armados y entrenados en estrategias de guerra de guerrillas.
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2. Recordemos que, desde la Guerra de la Triple Alianza, el 80% del Chaco Boreal pertenecía a empresas extranjeras, especialmente argentinas como las firmas "Carlos Casado Limitada", "Campos y Quebrachales Puerto Sastre" y "Forestal de Puerto Guaraní. Y, la Guerra del Chaco implicó la entrega de los campos petrolíferos de la zona limítrofe con Bolivia a la Standard Oil. (Oscar Peyrou:1984).
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3. Voz yopará (mezcla de guaraní y español propio del Paraguay) que significa literalmente "radio carne" y alude al"comentario transmitido de boca en boca".
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4. El Movimiento 14 de Mayo se sitúa como un fenómeno de los albores de las casi cuatro décadas del régimen de Stroessner y marca el comienzo de la represión generalizada para la implantación del nuevo orden económico y cultural, en ello reside su importancia para analizar las estrategias de construcción del sometimiento del pueblo paraguayo.
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5. Se utiliza este término para aludir a lo que sobra, "el requecho de comida", "el requecho de tela" por ejemplo, y que aludía en Paraguay a los bienes de los perseguidos políticos que se repartían entre las milicias, pero también entre quienes colaboraban en su delación y detención.
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6. Concepto de la lengua guaraní que significa "prepotencia del poder" y alude a las normas no escritas que establecen claramente una estructura de rango e influencia dentro de una jerarquía cuya cúspide es la Presidencia del la Nación y cuya voluntad es considerada una orden por ser la más poderosa y de ahí en más en forma decreciente conforme los ciudadanos se alejan de los espacios de poder. En Paraguay, cuando el código del "Mbareté" contradice el sistema legal y de valores, el "Mbareté" tiene todas las posibilidades de imponerse ya que tiene superioridad a toda norma o ley postulada por el sistema legal. Afirmado consuetudinariamente, el "Mbareté" justifica todo atropello de los poderosos y cuenta con la anuencia o resignación de quienes no tienen poder alguno, lo que los obliga a buscar relaciones con personas con poder que ofician de "padrinos" para protegerlos ante otros poderosos. El "Mbareté" es la médula de una sociedad autoritaria, corrupta y clientelar muy difícil de sanear ya que se necesitan varias generaciones para desestructurar lo que ha devenido en práctica cultural y visión jerarquizada del mundo ( SIJAU/SIJADEP: 1986).
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Re *Diana Arellano Antropóloga Social de la Universidad Nacional de Misiones, Argentina.
Investigadora del Proyecto POHIMES (Política, Historia y Memoria Social en Misiones) estudió el Movimiento 14 de Mayo en su conformación en Misiones, Argentina desde una perspectiva política materialista de las memorias.
Es autora de varios estudios sobre violencia de Estado y prácticas sociales genocidas como "Memorias de no resignación" (2004) EdUNaM "Memoria Moral como Resistencia" (2004) y "¿De qué estará hecho el mañana? Los caminos de la memoria en una sociedad de frontera" (2003) UBA-IDES.