Latinoamérica
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Pese a los denuestos estadounidenses
Venezuela bolivariana sigue su camino
Emilio Marín
En los últimos meses los funcionarios de la administración Bush redoblaron
sus declaraciones contrarias al gobierno de Hugo Chávez. Los portavoces de esa
campaña agresiva fueron Condoleezza Rice y Roger Noriega. En los últimos días
tomaron la posta condenatoria periódicos de Miami y ministros de Colombia. Al
interior de Venezuela, derrotada la oposición política desde el referendo de
agosto, ese rol lo tomaron los medios y un par de obispos a cual más
cavernícola. Pese a esas maniobras, Venezuela profundiza su curso
antiimperialista.
LA CAMPAÑA
La última vez que la campaña antiChávez tuvo una voz norteamericana que la
expresara fue en la reunión de cancilleres de la OEA de junio en Fort Lauderdale.
Allí acudieron George Bush y su secretaria de Estado Rice para proponer una
"comisión de monitoreo democrático" que apuntaba al mentón del mandatario
venezolano. Querían derribarlo con la excusa de incumplimiento de la "Carta
Democrática" continental.
Esa maniobra fracasó como tantos intentos norteamericanos similares desde que
Hugo Chávez ganó los comicios de diciembre de 1998.
Pero eso no significó que la Casa Blanca se dejara ganar por la resignación. En
estos días volvió a la carga con algunos medios amigos y usando de pistines a
las autoridades colombianas.
El diario escogido fue el Miami Herald y el cronista Andrés Oppenheimer, quien
firmó otra nauseabunda columna: "Politización militar en Venezuela". Después de
criticar la módica compra de armamentos por parte de Caracas y la creación de la
milicia "Guardia Territorial", el autor concluyó que la iniciativa chavista
"será una formidable traba a la democracia". Oppenheimer publica en aquel medio
anticubano-antivenezolano y en otros similares como "La Nación" de Buenos Aires,
amén de tener su programa en Canal 9. Si esa adscripción no fuera prueba
suficiente de lo poco científico de sus opiniones, se podría recordar que su
libro "La hora final de Castro", impreso en 1993, ya lleva doce años de atraso.
Demostrando que el establecimiento de Colombia es el mejor aliado estadounidense
en la región, el saliente ministro de Defensa Jorge Uribe y el vicecanciller
Camilo Reyes criticaron a Chávez porque en alguna emisión de Telesur apareció el
dirigente de las FARC-EP, Manuel Marulanda Vélez. La respuesta del venezolano
llegó desde Lima, donde asistía a la reunión de mandatarios de la Comunidad
Andina de Naciones, entidad que presidirá durante un año. "En Venezuela hay
libertad de expresión y nadie critica que el golpista Pedro Carmona Estanga,
salga muy de cuando en cuando en programas de televisión y en documentales",
contragolpeó Chávez. De paso reprochaba a la administración de Bogotá que
Carmona, el fugaz presidente golpista de abril de 2002, tiene causas abiertas
por 60 asesinatos durante esos sucesos y vive un exilio dorado en Colombia.
"VADE RETRO"
La ofensiva de la superpotencia contra el díscolo bolivariano trató de hacer pié
dentro del país sudamericano. En ese ámbito está muy mal, toda vez que la
oposición es –ahora sí- realmente muy "escuálida", como burlonamente la
bautizaron los seguidores del "boina roja". El referendo del 15 de agosto de
2004, en primera instancia, y los comicios a gobernadores de los estados,
arrojaron abrumadores victorias oficialistas.
En este momento el índice de apoyo al presidente es del 85 por ciento, según la
última medición nacional de la empresa Seijas Asociados. Ese aval no surgió
espontáneamente sino de una valoración popular de los programas sociales del
gobierno, en particular sus "misiones" (Misión Robinson de alfabetización,
Misión Barrio Adentro de salud, etc).
Chávez no se limita a ponerle los puntos sobre las íes a las políticas del
imperio, caso del "monitoreo democrático" mencionado. Ha ido mucho más lejos.
Está profundizando medidas económicas de signo nacional y tercermundista, como
la reforma agraria sobre 110 mil hectáreas de tierras ociosas y la anunciada
expropiación de 700 fábricas cerradas, que serán puestas en actividad por el
Estado con control obrero.
Ya se sabe que la propiedad privada, aún ociosa o improductiva, es un valor
sagrado para el capitalismo de Venezuela, Groenlandia, Islas Vírgenes o Canadá.
El que mete mano allí es fulminado por "comunista" y si está en el gobierno es
depuesto en forma sangrienta como Salvador Allende en Chile. Ese fue el sentido
del golpe empresarial-militar en Caracas hace tres años, financiado y organizado
por la CIA, como lo demostró el libro "El Código Chávez" de la abogada Eva
Golinger.
Washington tiene sus popes para anatemizar de "comunista" al presidente
bolivariano: la cúpula de la Iglesia. Y vaya si los viene usando. A principios
de mes saltó desde el púlpito el obispo Baltazar Porras, presidente de la
Conferencia Episcopal, acusando al gobierno de basarse en la Teología de la
Liberación para debilitar la institución católica.
El domingo 17 fue el turno del cardenal Rosalio Castillo Lara, quien excomulgó a
Chávez en un reportaje del diario "El Universal", órgano militante de la
oposición de derecha. El cardenal afirmó: "ciertamente, yo estoy convencido de
que aquí hay una dictadura". En un perfecto acople con la fracasada
"Coordinadora Democrática", los viejos partidos socialdemócrata y democristiano
de la IV República, el embajador "gringo" William Brownfield, los patrones de
Fedecámaras y los medios privados de comunicación, Castillo Lara exhortó a
"rechazar este gobierno, desconocerlo". Reporteado por la cadena Unión Radio,
recitó los pasajes bíblicos del Departamento de Estado: "que Venezuela se
convierta en una Cuba, eso sería un gravísimo desastre". Obvió decir que para
impedirlo vale todo, incluso otro cuartelazo como el de 2002.
SOCIALISMO SIGLO XXI
Desde diciembre del año pasado el bolivariano que ocupa el Palacio de Miraflores
viene expresándose a favor del socialismo.
El 20 de junio último, de paso por Paraguay para una reunión del Mercosur, dio
una conferencia sobre Integración Latinoamericana y Caribeña. En el salón
bicameral del Palacio Legislativo de Asunción, sede de la charla, confesó: "yo
soy socialista y el único camino que tenemos para salir del subdesarrollo, la
miseria y el atraso en que están nuestros pueblos, es el socialismo. Tenemos que
inventar nuestro propio modelo político, económico y social. Todo es posible con
la moral repotenciada de los pueblos. El capitalismo es el demonio".
Si en ese ámbito parlamentario quedaban restos ideológicos de la dictadura de
Alfredo Stroessner, deben haber salido corriendo. Habrán huido en búsqueda de
los marines estadounidenses autorizados a ingresar al país con todas las
inmunidades pedidas por el Comando Sur.
El domingo pasado las alusiones al socialismo afloraron en el programa de radio
y televisión "Aló presidente", al caracterizarse la gestión actual como "el
puente rumbo al socialismo del siglo XXI, un socialismo venezolanista".
Esas alusiones ideológicas del jefe de estado sudamericano molestan mucho a la
administración Bush y a varios mandatarios de la región que han renunciado a sus
principios en aras del posibilismo (casos de Lula da Silva y Néstor Kirchner).
Sin embargo esos discursos no son lo que más preocupan al imperio. Las
inclinaciones ideológicas chavistas son importantes pero la Casa Blanca se
alarma cuando se plasman en hechos. Allí sí que quienes las profesan suelen ser
sentados en el banquillo de los condenados del "eje del mal".
En este momento Washington no ha entrado en esas discusiones ideológicas sino
que brama de furia por cosas concretas como las 49 leyes de fines de 2003 que
permitieron a Chávez avanzar con la expropiación de las primeras 110 mil
hectáreas. Bush sufrió una derrota colosal cuando su enemigo logró la
recuperación estatal de la petrolera PVDSA –arrancada a sus líneas gerenciales
golpistas a principios de 2004- y pudo volcar la renta petrolera a planes
sociales de alfabetización y sanidad.
El Departamento de Estado entró en estado de shock cuando supo que la CEPAL
(Comisión Económica para América Latina) estimó para este año un crecimiento del
6 por ciento en el producto bruto interno de Venezuela. Otras entidades suponen
que puede estirarse hasta el 10 por ciento, lo que engrosaría la base social
chavista.
Los manotazos de ahogado de las autoridades estadounidenses y el periodismo de
la marca de barras y estrellas contra el proceso bolivariano también tienen que
ver con su proyección latinoamericana. Chávez llegó el domingo pasado a Lima
para participar de la XVI reunión de representantes de la Comunidad Andina y
tomó la presidencia temporal de la entidad.
Pero más significativo que esa formalidad, se ganó a la mayoría de la opinión
pública de Perú, con sus propuestas de formar una petrolera común, Petroandina,
asociarlos a la cadena televisiva Telesur, gozar de los mismos beneficios
educativos de la Misión Robinson para que en pocos años América Latina pueda
declararse territorio libre de analfabetismo.
Esos son los motivos profundos del odio visceral del imperio, sumados a la
amistad que Chávez estableció hace diez años con Fidel Castro. Los yanquis no
pudieron con uno y ya tienen dos formidables obstáculos para dominar
Latinoamérica. No quieren siquiera oír la pregunta de quién será el tercero.