Latinoam�rica
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Sobrevivientes no se cruzan de brazos
Por Constanza Vieira
(IPS
El gobierno de Colombia insiste en que la actual desmovilizaci�n paramilitar
constituye la primera acci�n de este tipo que toma en cuenta el reclamo de
justicia. Pero v�ctimas de la violencia y activistas replican que en los �ltimos
a�os no han esperado que justicia y verdad les cayeran del cielo.
La Ley de Justicia y Paz, aprobada por el
parlamento la semana pasada para reglamentar la entrega de armas y
desmovilizaci�n de unos 10.000 paramilitares (agrupados en las ultraderechistas
Autodefensas Unidas de Colombia, AUC), es considerada muy laxa por sus cr�ticos.
V�ctimas de la violencia, opositores, agencias de
la Organizaci�n de las Naciones Unidas (ONU) y grupos de derechos humanos no ven
en ella mecanismos reales para recabar la verdad sobre los ataques a civiles
perpetrados desde el surgimiento del paramilitarismo, en 1982, en el marco de la
guerra civil colombiana de m�s de cuatro d�cadas.
Ante la aprobaci�n de la ley, el presidente del
Comit� Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, el psiquiatra y
escritor Jos� Guti�rrez, y el jurista Alirio Uribe, del Colectivo de Abogados
Jos� Alvear Restrepo, presentaron este martes ante la Corte Penal Internacional
(CPI) un informe para que ese tribunal internacional juzgue los cr�menes
paramilitares.
"La lucha por la verdad y por la justicia en
estas �ltimas d�cadas" ha sido sostenida por los sobrevivientes de atentados,
torturas y desplazamiento, familias y comunidades de muertos y desparecidos,
activistas y organizaciones sociales y pol�ticas, afirma el sacerdote jesuita
Javier Giraldo, director del Banco de Datos del Centro de Investigaci�n y
Educaci�n Popular (Cinep).
El informe "Colombia: deuda con la humanidad -
Paramilitarismo de estado 1988-2003", publicado por el Banco de Datos en
diciembre de 2004, lista 12.398 ejecuciones extrajudiciales, 2.121
desapariciones forzadas y 1.339 casos de tortura cometidos en 15 a�os por el
paramilitarismo.
Otras fuentes no gubernamentales calculan en
2.000 los asesinatos cometidos por paramilitares a partir del cese del fuego del
1 de diciembre de 2002, exigido por el gobierno del derechista �lvaro Uribe para
negociar la desmovilizaci�n de las AUC.
Las v�ctimas han promovido la firma y la
ratificaci�n de algunos tratados internacionales que hoy sirven de apoyo a sus
demandas, como la Convenci�n Interamericana sobre la Desaparici�n Forzada de
Personas, ratificada por Colombia en abril de este a�o.
Los sobrevivientes tambi�n anotan como logro que
el pa�s sea parte del Estatuto de Roma, que estableci� la CPI en julio de 2002
para entender en cr�menes de guerra, lesa humanidad y genocidio.
Sobrevivientes y activistas creen que su labor
determin� la presencia desde 1997 de la Oficina de la Alta Comisionada de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Tambi�n se�alan los pronunciamientos anuales de
la Comisi�n de Derechos Humanos de la ONU, de cuyo contenido dependen hoy
millonarias donaciones de gobiernos extranjeros.
A trav�s de la figura de la tutela, introducida
en la Constituci�n de 1991, las v�ctimas han conseguido varios fallos que
sentaron jurisprudencia, emitidos por la Corte Constitucional.
La Corte ratific� garant�as para los desplazados
por el conflicto, m�s de tres millones en este pa�s, estableci� el derecho de
familiares de las v�ctimas y de otras personas no afectadas a constituirse en
parte civil en procesos preliminares de investigaciones, y dictamin� sobre la
responsabilidad directa de las autoridades, por omisi�n, en muchos cr�menes
pol�ticos y de lesa humanidad.
En 2004, la Corte Constitucional impuso
restricciones a los ataques verbales de funcionarios contra defensores de
derechos humanos y comunidades.
En 2001, la Corte hab�a reconocido que el crimen
de genocidio pod�a aplicarse al exterminio de organizaciones pol�ticas, aunque
el derecho internacional lo restringe a la eliminaci�n sistem�tica de un "grupo
nacional, �tnico, racial o religioso".
El fallo se refiri� a los asesinatos de unos
4.000 miembros del Partido Comunista y de la izquierdista Uni�n Patri�tica,
proceso en etapa de "soluci�n amistosa" entre el Estado y portavoces de las
v�ctimas, por orden de la Comisi�n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La CIDH y la Corte Interamericana de Derechos
Humanos "han dictado muchas resoluciones que nos ayudan, sobre todo medidas
cautelares y provisionales que (...) han obligado al gobierno a crear espacios
interinstitucionales internos para concertar" con los afectados, record� Giraldo
en un encuentro nacional que culmin� el s�bado con la creaci�n del Movimiento de
V�ctimas de Cr�menes de Estado.
Ambas entidades dieron pie a comisiones locales
de investigaci�n de cr�menes, que han fracasado, seg�n Giraldo, siempre que "se
espera que sea la justicia interna la que d� la soluci�n y la que dicte las
sanciones".
El �nico avance parcial fue el de la Comisi�n de
Investigaci�n de los Sucesos Violentos de Trujillo, por la matanza de unos 300
habitantes rurales del municipio de ese nombre en el occidental departamento del
Valle del Cauca, entre 1988 y 1990.
La Comisi�n Trujillo reuni� por tres meses de
1994 a delegados de 11 entidades gubernamentales y estatales y de siete no
gubernamentales, a instancias de la CIDH.
Por su car�cter extrajudicial, "rompi� el esquema
de la verdad procesal y judicial (y logr�) analizar a fondo los expedientes que
ya hab�an absuelto a todos los victimarios", llegando "a conclusiones
completamente opuestas" a las que fundamentaron las absoluciones, seg�n Giraldo.
La Comisi�n Trujillo responsabiliz� al Estado,
cargo que el presidente Ernesto Samper (1994-1998) acept�, ordenando medidas de
reparaci�n que se cumplieron parcialmente.
Miembros de la Comisi�n promovieron una ley que
dispuso la obligatoriedad de la reparaci�n estatal, cuando �sta fuera exigida
por un tribunal.
Se trat� de "un aporte m�s que todo a la verdad,
pero no a la justicia", pues los delitos siguen impunes, "a pesar de las
recomendaciones de la Comisi�n, que se�al� caminos concretos para superarla",
dijo Giraldo.
Desde la presidencia de Andr�s Pastrana
(1998-2002), las autoridades no volvieron a aceptar comisiones mixtas
extrajudiciales nacionales.
En cambio, existen los tribunales de opini�n, no
vinculantes, como el Tribunal contra la Impunidad de Cr�menes de Lesa Humanidad,
un proyecto de organizaciones de 12 pa�ses de Am�rica Latina que sesion� en 1989
y 1991.
Se han realizado una decena de tribunales
internacionales de opini�n sobre Colombia, que permiten escuchar "realmente" a
los testigos, y recopilan y lanzan p�blicamente elementos probatorios, seg�n
Giraldo.
Un tribunal reunido en 2000 en la ciudad
estadounidense de Chicago para tratar un bombardeo de la fuerza a�rea colombiana
sobre el caser�o de Santo Domingo, en la nororiental frontera con Venezuela,
incidi� en la destituci�n de oficiales responsables.
En 1992, 10 organizaciones no gubernamentales
europeas y la Federaci�n Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de
Detenidos-Desaparecidos reunieron en un tomo el registro "de m�s de 300
victimarios colombianos miembros del ej�rcito o de la polic�a nacional, con sus
hojas de vida y los cr�menes en los que hab�an participado", rememor� Giraldo.
"Muchas embajadas tomaron este libro como
referente obligado para cuando el gobierno colombiano mandaba sus consultas
sobre los agregados militares. Sabemos de muchos casos en que este libro sirvi�
para que le fuera negado el agreement (venia diplom�tica) a estos represores",
agreg�.
�ltimamente, en comunidades declaradas en
resistencia a la guerra surgi� la controvertida propuesta de no colaborar m�s
con el aparato judicial.
Esa fue la reacci�n de la Comunidad de Paz de San
Jos� de Apartad�, luego que ante m�s de 500 cr�menes, "el aparato judicial ha
respondido con formalismos que jam�s han llevado a un solo acto de justicia",
dijo Giraldo.
Para el sacerdote y jurista "no hay que esperar a
que los estados, los mismos victimarios, conviertan la verdad en verdad oficial,
la unjan y le den validez. D�mosle validez nosotros, salvemos esa verdad desde
nosotros mismos", agreg� y propuso "maneras de sanci�n social, sanciones
�ticas".
La Ley de Verdad y Justicia que a�n no ha
sancionado Uribe califica los cr�menes paramilitares como de origen pol�tico,
aligera las penas notablemente y prev� una instancia ante los tribunales, donde
cada acusado efectuar�a una confesi�n para acogerse a los beneficios. Tambi�n
establece un fondo para reparar a las v�ctimas.
Pero fija un plazo perentorio y muy breve (60
d�as) para que 20 fiscales investiguen delitos cometidos por miles de miembros
de las AUC, y no contiene mecanismos ciertos para verificar que los mismos no
vuelvan a sumarse a acciones armadas, afirman los cr�ticos.
La ley nada establece acerca del esclarecimiento
del origen del paramilitarismo, sus fuentes de financiamiento, sus v�nculos con
el narcotr�fico, sectores econ�micos o fuerzas de seguridad, a�aden.
Para Giraldo, es hora de buscar la salida m�s
all� de los mecanismos establecidos de justicia. "La verdad sobre las v�ctimas
solamente est� all� en las v�ctimas, no en otra parte", asegur�. (FIN/2005)