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De la estrategia de resistencia a la construcción de una
estrategia de poder:
Erick Fajardo Pozo
El estado no es el lugar privilegiado del poder; su poder es un efecto de
conjunto. Hay que atender a la microfísica del poder: a sus hogares moleculares.
Este espejismo de Estado vehicula al menos dos grandes errores políticos: a)
plantear la toma del Estado como toma del poder; b) plantear un contra-Estado
(el partido, el sindicato) como forma óptima del ejercicio del poder…". (Michel
Foucault)
Mayo y junio de 2005 han sido sin duda el escenario de la más importante
movilización popular en los últimos 20 años de democracia liberal en Bolivia
pero, al igual que anteriores momentos de ruptura, también fue el escenario de
un duro fracaso para el movimiento social; quizá el más duro desde la revuelta
de noviembre de 1979. No hubo sangrienta represión, confinamiento o exilio pero
el costo político y organizativo fue muy elevado para no haberse logrado el
objetivo en cuatro semanas de protestas de los sectores sociales más aguerridos
del país y habiéndose movilizado a más de medio millón de ciudadanos a lo largo
del eje central.
Más allá del orden circunstancial de demandas de cada uno de los sectores
movilizados, la demanda popular es histórica y única: la restitución de la
propiedad total de los recursos naturales al Estado y la abolición del marco
jurídico constitucional que sustenta los privilegios de clase de las minorías
acomodadas y la situación de miseria, desamparo y exclusión de las grandes
mayorías populares.
Durante la última semana del conflicto las juntas vecinales de El Alto, los
mineros cooperativistas de Oruro, comerciantes gremialistas de La Paz,
campesinos aymaras, cocaleros de Yungas y Chapare y maestros urbanos y rurales
expusieron una impresionante capacidad de movilización y desplazamiento,
llevando el asedio al Congreso desde la sede de gobierno en La Paz hasta la
capital política en Sucre, en demanda de la aprobación de una Ley recuperatoria
de la propiedad de los hidrocarburos y una Ley de convocatoria a la Asamblea
Constituyente.
Nunca el movimiento social estuvo tan próximo a la ocupación y cierre de los
poderes constituidos (Legislativo y Ejecutivo) y a la instauración de
autogobiernos o a una auto convocatoria a la Asamblea Constituyente.
Pero tras la indefinición, las pugnas internas y el desgaste de la protesta
social, sobrevino la tergiversación mediática de su sentido y finalmente la
suplantación de la demanda de nacionalización por un placebo electoralista. Se
reprodujo así el funesto ciclo de la historia del movimiento popular: La
incapacidad de empoderamiento del movimiento social y la eficacia para
administrar crisis del poder constituido conspiraron para dar fin a la
movilización, obligar al repliegue de los sectores sociales, postergar
indefinidamente sus demandas e imponer el inminente relevo oligárquico y la
perpetuación de la lógica de poder vía adelantamiento de elecciones generales.
¿Dónde estuvo la falla? En que mayo-junio le plantearon a los movimientos
sociales la cuestión del poder en Bolivia y fue evidente que la carencia de
capacidad real de poder sigue siendo su mayor debilidad. Esto impone reflexionar
sobre las dificultades de empoderamiento de un movimiento social que en su
trayectoria histórica se reclama fuerte y maduro pero que en la práctica adolece
de insuficiencia organizativa para el ejercicio de poder.
¿Los movimientos sociales dejarán de ser simples movimientos de contención y
regulación para convertirse en movimientos de poder? Según el analista Álvaro
García Linera, de la contención del poder estatal a la construcción del poder
real, hay un número de tareas inconclusas que el movimiento social debe
concluir:
a) En pos del autogobierno
La conciencia de que existe un paso postergado pero necesario en la maduración
del movimiento social acompaña a los líderes sociales. A pocas horas de la
conclusión de las protestas y de la sucesión constitucional de Rodríguez Veltzé,
en la dirigencia vecinal de El Alto hubo un destello instintivo sobre la
necesidad de constituir un órgano de poder y se proclamó la necesidad de un
autogobierno.
El vocero de la Coordinadora de Defensa de los Recursos Naturales, Oscar
Olivera, planteaba ya meses antes de la movilización que existía una necesidad
de autogestión del poder por los movimientos sociales, la necesidad de
consolidar formas de autogobierno y de asumir la administración real y efectiva
del poder de estado.
"Los movimientos sociales en Bolivia históricamente han actuado como mecanismos
de regulación y de contención de la arbitrariedad del Estado, pero ahora han
llegado a un nivel en que deben plantearse temas de gestión de poder, de
construcción de poder".
Concordante con ello, el analista Álvaro García Linera afirma que el escenario
político y el resultado de la movilización plantean a los movimientos sociales
una serie de tareas para dar continuidad al proceso de autonomía política, de
construcción de fuerza de movilización e incluso de gestión de soberanía
política asentadas en estructuras de movilización social.
"Hasta hoy el movimiento social ha ejercido estrategias de contención de la
arbitrariedad estatal y demanda de democratización del aparato estatal; ahora
debe desarrollar estrategias y proyectos alternativos de gestión estatal".
b) La alternativa electoral
De una estrategia de resistencia al poder el movimiento social debe evolucionar
a una estrategia de ejercicio de poder. Esta es una tarea de largo aliento de
acumulación ya no de mera fuerza de resistencia sino de capacidad, de ejercicio
y de construcción de poder, en torno al tema de provisión del agua, los
hidrocarburos, los servicios básicos, etc. Elementos objetivos que hablan de
capacidad de ejercer y administrar poder.
El objetivo final es que los movimientos sociales se constituyeran en
productores de una nueva estructura estatal de soberanía, una tarea aún
distante.
Para García Linera, la estrategia de producción, gestión y administración de
poder debe estar complementada por una estrategia electoral. "Soy un convencido
de que, como complemento de esta construcción de soberanía, de gestión política
estatal-territorial, el movimiento social requiere simultáneamente avanzar por
el ámbito de una estrategia electoral", dice el analista.
El riesgo de entrar en la lógica electoral es siempre de que las competencias y
retos electorales domestiquen y finalmente desmonten al movimiento social. Pero
mantenerse al margen de los retos electorales es asumir una forma de
apoliticismo que deja en manos de los que siempre han hecho política la disputa
del poder.
Se demanda de una estrategia electoral del movimiento social pero siempre
subordinada a una estrategia de movilización social y a una estrategia de poder.
c) El MAS y la cosificación del poder
Más allá de sustentar el privilegio teórico que le da el marxismo al Estado como
aparato de poder y en la que se fundamenta su concepción práctica del partido
director, centralizador, que procede a la conquista del poder de Estado, se
omite que el partido es también una organización total, otra institución
absoluta (escuela, fábrica, hospital, partido) que tiene a su cargo la
producción técnica de individuos normalizados.
De hecho, la domesticación de aquellos movimientos sociales que han plasmado su
estrategia de poder en la construcción de partidos políticos como en el caso del
MAS y el MIP, tiene directa relación con la pérdida de identidad entre los
objetivos estructurales de su base social y la acción política de su vanguardia.
Según García Linera, ese fue el gran error del MAS. "El MAS tiene una virtud y
un defecto. Su virtud fue lograr construir alternativas electorales subordinadas
a los movimientos sociales, pero su gran limitación fue pretender subordinar la
estrategia autónoma de poder de los movimientos a su estrategia electoral. El
defecto del MAS no fue entrar al ámbito electoral, sino considerar que lo
electoral es lo fundamental y posponer la estrategia de poder autónoma de los
movimientos, que está más allá de lo electoral".
De hecho, tanto en el MAS como en el MIP tuvieron la posibilidad de convertir
los municipios del Chapare y los municipios aymaras del altiplano norte de La
Paz en una especie de zonas autónomas municipios casi liberados y políticamente
autogestionarios. El debate sería insulso si ambos hubieran tenido una
estrategia electoral subordinada a una estrategia de poder.
Sin embargo esos temas no están en debate dentro el MAS o el MIP y esto
evidencia la ausencia de una estrategia de construcción de poder, que a la larga
tuvo su efecto en el camino truncado al empoderamiento durante las coyunturas de
abril de 1954, noviembre de 1979, octubre de 2003 y mayo-junio de 2005.
Para García Linera es tiempo de construir el poder desde abajo, un proceso que
no será de meses o pocos años. "Hay que recoger la experiencia de los mineros de
los años 40 y dar un paso más allá. Entrar a lo electoral pero subordinando la
estrategia electoral a una estrategia de construcción de poder regional y de
autonomía económica y política, en distintos ámbitos de la gestión de los
público".
Este parece ser el norte de las juntas vecinales de El Alto, de los regantes del
valle y de los cocaleros del trópico de Cochabamba; constituirse en manchas de
autonomía política que algún momento te permitan el control real, la disputa
real y la posibilidad de la sustitución real del Estado.
d) La crisis sindical
La rearticulación del mundo obrero es otra tarea pendiente y de largo aliento.
Para Álvaro García Linera la fuerza de la COB es residual. Hoy la COB es apenas
una fuerza mediática que ya no moviliza al mundo obrero que, o se moviliza bajo
otras identidades o no se moviliza por temor al despido. "Paradójicamente, lo
que se mueve hoy bajo el mandato de la COB es – en el mejor de los casos – la
Federación de maestros y los trabajadores en salud; según García Linera, en su
fuerza real la COB se ha convertido en una agrupación de servicios".
Sin embargo, en la relación obrero-patronal, hoy existen muchos más obreros que
hace 20 años. Bolivia se ha reproletarizado y no se ha perdido la condición de
asalariado, que es el núcleo de la sindicalización, sino la capacidad
organizativa sindical.
Lejos de intentar "dirigir" algo, la COB debería plantearse un proceso de
sindicalización generalizada de los obreros de micro, pequeña, mediana empresa,
que son proletarios, que no tiene sindicato, que no tienen derechos laborales y
que hace años no se movilizan en torno a un liderato obrero.
"Las expresiones del Secretario Ejecutivo de la COB Jaime Solares y las de otros
cuadros que fueron a tocar la puerta de los cuarteles en el afán de sustituir su
fuerza de masas y su trabajo organizativo entre los obreros, es elocuente sobre
el ocaso organizativo de la COB y sobre el reto de que la COB busque su
renacimiento en la construcción de una fuerza interna estrictamente obrera".
e) Las nuevas fuerzas sociales
Ante la necesidad de reestructuración de la vanguardia proletaria y de la COB
misma, los nuevos actores sociales llamados a conducir la tarea de construcción
de una estrategia de poder popular le corresponde a quienes -en términos de Toni
Negri - se denomina el "asalariado social". El pequeño comercio, los pequeños
talleristas, el campesino comerciante de El Alto, son esta expresión de la
articulación de lo subalterno.
Este parece haber sido el núcleo de la nueva identidad de las fuerzas sociales
emergentes como la Coordinadora y la Fejuve. Una identidad compartida e
integrada entre obreros, campesinos, clases marginales y aún clases medias.
En El Alto el margen de articulación de clases es más reducido, casi de
naturaleza étnica y por identidad territorial, mientras que en Cochabamba la
fusión-agregación integró desde clase altas a clases populares, aunque fue
temática y de identidad territorial.
Sin embargo, para García Linera, ante la prueba del hecho de poder concreto,
ante el desafío de la producción, gestión y administración del poder, tanto
Cochabamba como El Alto son la prueba de que el movimiento social no está aún
listo para asumir la conducción del poder. "Poder es coerción, gestión y
liderazgo cultural; sustento real y organizativo y ni El Alto ni Cochabamba han
podido asumir la distribución del gas o la gestión social del agua. Esos habrían
sido hechos de poder".
La reorganización de lo proletario, la consolidación de los lideratos vecinales
en El Alto; y de regantes y fabriles en Cochabamba son el primer paso a la
construcción de una estrategia de poder. Entonces, y sólo entonces, la
emancipación respecto al Estado será posible.
f) Dos tareas organizativas pendientes
La unificación (práctica, organizativa y dirigencial) de las acciones dispersas
del movimiento; "Cuando se desarrolla labor de resistencia al poder estatal la
dispersión es una virtud pues se logra descentrar las funciones y la tensión del
estado en distintas regiones y en la descentralización tienes fuerza local de
resistencia. Pero cuando estás en una etapa de ofensiva política la
fragmentación del movimiento social se convierte en una traba, en un anclaje que
te impide avanzar". Una de las grandes tareas es seguir trabajando modos
prácticos (el tema de la nacionalización), modos de organización (coordinación
de las acciones) y modos de unificación dirigencial que permitan darle a los
miembros del movimiento una certidumbre de cohesión. El movimiento debe trabajar
en la personificación de su voluntad colectiva nacional y eso requiere de
integrar liderazgos. Liderazgos fragmentados y cada cual atrincherado en su
pequeño señorío o republiqueta sirvió para la primera etapa pero en esta segunda
etapa constituye una adversidad para el movimiento social.
Reforzar los procesos de autoorganización y de gestión político-económica. Lo
que mayo y junio le han planteado al movimiento es que tiene la capacidad de
paralizar el país. Territorialmente tiene la capacidad de controlar el país y
paralizar el estado. Pero no ha podido avanzar más allá por que no se han
gestado a su interior potencialidades de gestión y administración de poder. Mayo
y junio le han planteado al movimiento social el tema del poder en el país, del
Poder de Estado y en tanto no se plantea como movimiento la posibilidad de
soberanía, de verte como soberano del poder, el movimiento seguirá teniendo esta
limitación de lograr paralizar el país pero de no tener la posibilidad de
reformarlo o conducirlo.
Por ello debe ir experimentando localmente y regionalmente, formas de gestión de
la riqueza y de las decisiones que lo potencien como una alternativa.