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Latinoamérica


 
“Los pobres molestan”

 
Mensaje de la 36

Los abuelos llegaron el viernes hasta el Palacio de Gobierno con su carta de reclamos en la mejora de sus retribuciones y la esperanza de entregársela en mano propia al Presidente de la República.
Más de setenta y cinco mil jubilados perciben ingresos entre cero y tres mil pesos.  
Miles de pensionistas y jubilados están pasando necesidades.  
Los trabajadores y empleados del Estado (COFE) se reunieron en la ciudad de Florida para debatir internamente una serie de reivindicaciones de orden salarial que se proponen hacer llegar al gobierno.  
El gobierno progresista adelantó públicamente su propuesta de aumentar a dos mil quinientos pesos el salario mínimo.  
Los trabajadores y funcionarios de OSE no aceptan el Decreto del Poder Ejecutivo por el cual se deja sin efecto el resultado del plebiscito Constitucional aprobado por el 64% de la ciudadanía.  
Durante la semana una movilización de trabajadores del ente Estatal llegó hasta el Palacio de Gobierno y entregó un conjunto de firmas reivindicando la validez constitucional del referendo.  
El viernes por la noche vecinos de la zona cortaron la avenida Propios entre Petain y Gambetta encendiendo cubiertas en reclamo de la ayuda social que no les ha llegado como les prometió el gobierno progresista.  
Nuevamente las lluvias causan estragos a la población más humilde. Mil quinientos evacuados en todo el país, particularmente en el departamento de Rocha, son depositados en galpones, gimnasios deportivos, y otros refugios improvisados en medios de enormes dificultades que se repiten año tras año.    
Los cambios y las sustituciones de jerarquías en Salud Pública desataron una verdadera guerra de poderes empresariales entre servidores de medicina especializada, que denotan confrontaciones anteriores de larga data.  
La consecuencia de los enfrentamientos la sufrieron varios niños y adultos, que quedaron sin recibir la asistencia correcta.
 
El gobierno en pleno se trasladó a Bella Unión una ciudad emblemática para la izquierda uruguaya, cuna del movimiento revolucionario, bastión de los trabajadores rurales de UTAA, origen de las primeras luchas políticas y sindicales del líder guerrillero Raúl Sendic.
Después proyectado como un “polo de desarrollo” durante la dictadura en medio del estrepitoso fracaso de sustitución de la caña de azúcar por las “variedades primor”, la vitivinicultura y otras promesas.  
Ahora convertida en un paso fronterizo la “Bella Unión” es más conocida en Uruguay y el exterior, por los proyectos de ayuda social, las ONG’s y el barrio de “Las Láminas”, que por su historia pasada y presente.  
Y hasta allí llegó el Gobierno tal como lo había prometido antes de las elecciones para realizar sus anuncios de volver a plantar “caña de azúcar”.
Una semana antes un equipo de la presidencia había arribado anticipadamente para preparar toda la ceremonia protocolar que se llevo a cabo con podios, sol y tinglado completo.
Discursos encendidos y aplausos prolongados reafirmaron desde los servicios del agua potable y el saneamiento van a ser prestados en todos el país únicamente por parte del organismo estatal OSE.
Hasta el respaldo político reafirmado por el presidente Doctor Tabaré Vázquez -en nombre de todo el Poder Ejecutivo- a la ministra de Sanidad María Julia Muñoz en su actuación reciente.  
 
Alguna gente comienza a despertar lentamente con asombro y no pocos temores, pero despierta al fin, y esto es lo que importa.
Pasaron los tiempos cuando los ideólogos de las clases explotadoras podían desdeñar el papel de los sectores populares en el proceso uruguayo.
Ahora han tomado otro camino y es al que intentan arrastrarnos, y que nosotros debemos evitar ser llevados hacia allí.  
Ellos tratan de desfigurar y presentar ese creciente papel de los sectores populares como destructivo y que amenaza al gobierno progresista. El mismo mecanismo con el cual asustaban a los sectores menos conscientes cuando les decían que  peligraba el triunfo electoral.  
 
Esta es una de las teorías modernas de la elite política que han inventado los propagandistas y sociólogos burgueses.
Antes, la ideología burguesa se orientaba preferentemente al consumo interno, pero hoy se orientan desde un principio cada vez más frecuente hacia un consumo masivo a la demagogia social. A los discursos sostenibles fuera del periodo electoral sustituyen la acción por la retórica de los anuncios.  
Este carácter propagandístico de la ideología burguesa orientada hacia un auditorio de masas por supuesto no puede ser considerado como “democratización”, como una “concesión” a los sectores populares por parte de la elite intelectual como quieren hacerlo aparecer los grandes medios de prensa que dicen en sus titulares “el gobierno se reunió con los pobres”.  
Esto no significa que Astori renuncie a sus planteamientos elitistas de pagar la deuda externa, mantener los salarios bajos, achicar el estado, instalar la planta de celulosa, privatizar ANCAP y poner más impuestos a los pobres.  
En definitiva lo que se intenta no es otra cosa que elevar su eficacia en las nuevas condiciones actuales.  
 
De cualquier manera el carácter de estas modificaciones guardan relación no solamente con el acrecentamiento de la demagogia social.  
Sobre todo el papel que ahora cumplen estos estilos de comunicación en los “desembarcos” o en los almuerzos de trabajo en ADM, sobre todo son concepciones elitistas que cumplen una función ideológica. Desempeñan también funciones puramente de servicio relacionadas con la orientación en la actividad práctica de la burguesía monopolista internacional.  
Vean sino como los ministros y subsecretarios, directores y gerentes dedican su tiempo en los grandes medios de comunicación a hablar maravillas en función del capital privado y las grandes inversiones de las transnacionales petroleras, de las comunicaciones, de las plantas de celulosa, de la banca extranjera.  
 
Tradicionalmente la elite gobernante burguesa explotadora consistió en negar o rebajar el papel de los trabajadores y sectores populares declarándolas “muchedumbre pasiva”, capaz únicamente de seguir a ciegas tras las elites de las clases gobernantes.  
La segunda tendencia está relacionada con el reconocimiento del papel de los sectores populares e incluso la exageración premeditada de las posibilidades de la actividad política del pueblo en las condiciones de democracia directa, plebiscitos y referendos y la interpretación de este papel como “destructivo” y perjudicial para los intereses de las inversiones extranjeras y el desarrollo capitalista.  
Esto es lo que plantea el subsecretario del Ministerio de Economía y Finanzas, Mario Bergara, en la reunión del Banco Mundial en Washington cuando afirma textualmente:
“Uruguay es una nación con una relativa debilidad institucional para prestar servicios públicos, donde las reformas son amenazadas por referendos y plebiscitos”.
 
Para una parte de la pequeña y mediana burguesía se pueden remediar los males sociales con el fin de consolidar la sociedad capitalista.  
A esta categoría pertenecen los economistas como Bergara y los filántropos los que pretenden mejorar la vida de los trabajadores y desocupados organizando la beneficencia, los donadores y protectores de toda laya.  
Dicen Carlos Marx y Federico Engels que: “Los burgueses socialistas quieren perpetuar las condiciones de vida de la sociedad moderna sin las luchas y los peligros que surgen fatalmente de ellas. Quieren la sociedad actual sin los elementos que la revolucionan y descomponen. Quieren la burguesía sin proletariado. La burguesía, como es natural, se representa al mundo en que ella domina como el mejor de los mundos. El socialismo burgués hace de esta representación consoladora, un sistema más o menos completo. Cuando invita al proletariado a llevar a la práctica su sistema y a entrar en la nueva Jerusalén, no hace otra cosa, en el fondo que inducirle a continuar en la sociedad actual, pero despojándose de la concepción odiosa que se ha formado de ella”.  
 
“Otra forma de este socialismo menos sistemática pero más práctica intenta apartar a los obreros de todo movimiento revolucionario, demostrándoles que no es tal o cual cambio político el que podrá beneficiarles sino solamente una transformación de las condiciones materiales de vida, de las relaciones económicas”.  
¿Acaso no es esto lo que le dice Astori y el gobierno al pueblo “esperen a que la torta crezca para poder mejorar sus condiciones de vida” mientras tanto tomen dos mil quinientos pesos y sigan viviendo con eso? Pero ¿cuánto ganan ellos? Por lo menos el Presidente declaró públicamente recibir trescientos once mil pesos de salario mensual.     
¿Y cuánto ganará Astori? Él, que le dice al pueblo que por dos años y medio no esperen cambios y que habrá más dificultades.
 
Pero por estas transformaciones de cambio ni Astori ni el Poder Ejecutivo no entienden de modo alguno “tocarle los bigotes al tigre”.  
Siguen diciendo Carlos Marx y Federico Engel  sobre este tipo de progresismo que: “Por transformación de las condiciones materiales de vida este socialismo no entiende en modo alguno la abolición de las relaciones de producción capitalistas, sino únicamente reformas administrativas realizadas sobre la base de las mismas relaciones de producción burguesas y que por tanto no afectan a las relaciones entre capital y el trabajo asalariado sirviendo únicamente en el mejor de los casos para reducirle a la burguesía los gastos que requiere su dominio y para simplificarle la administración del estado”.    
“El socialismo burgués no alcanza su expresión adecuada sino cuando se convierte en simple figura retórica.
¡Libre cambio, en interés de la clase obrera!  
¡Aranceles protectores en interés de la clase obrera!
¡Prisiones celulares en interés de la clase obrera!  
He aquí la última palabra del socialismo burgués la única que ha dicho seriamente.  
 
“El socialismo burgués se resume precisamente en esta afirmación: los burgueses son burgueses en interés de la clase obrera”.
Han dicho Carlos Marx y Federico Engels; y viene al caso en nuestros días cuando analizamos el proceso uruguayo.  
 
Y sin embargo han metido tanto miedo al proletariado que da pena. Apoyados sobre la publicidad de los grandes medios de comunicación desde sus “sitios gerenciales” han “satanizado” a sindicatos y luchadores sociales, calificado de ultras y radicales a sectores políticos minoritarios y bilipendeado a otros medios de comunicación alternativos.  
Desde el poder, han desarrollado la tarea de erradicar o en el mejor de los casos ignorar, cualquier idea o propuesta que se atreva a cuestionar o desconocer el pensamiento único del poder.
 
Pero a su vez, porqué no pensamos nosotros libremente sin temores a ser denostados, atacados o perjudicados de alguna manera tanto material como humanamente.  
Si la burguesía al fin y al cabo no ha cambiado en nada y sigue siendo como toda la vida una clase desmoralizada irremediablemente corrompida por el egoísmo y corroída de tal manera que sigue siendo incapaz de todo progreso.  
¿Qué podemos envidiar o desear para nosotros de la burguesía?  
¿Su servidumbre al imperialismo?  
¿Su explotación a la empleada doméstica?  
¿Su ambición y amor al dinero?  
Para esta gente no existe nada en el mundo fuera del amor al dinero porque no aspira a otra cosa que ganar dinero.
No conoce ningún sentimiento noble fuera de la fácil ganancia.
Hay inundaciones ¿qué pude importarles a ellos? Si no tienen ningún dolor, excepto la perdida de dinero, si les queda algún animal en medio de la correntada de un arroyo.
En la avidez y en la sed de ganancia no es posible que se salve una sola idea humana destacable.  
Seguramente esta burguesía se le podrá ver los domingos en la Iglesia, en las fiestas de beneficencia, encabezando las listas de donantes, excelentes padres de familia y con todas las virtudes privadas en las relaciones privadas.  
Respetables y decorosos como los otros burgueses y muy tratables en el comercio y de idéntica forma luchando encarnizadamente en sí por el dominio del mercado, por vencer al colega, por derrotar la competencia.
En última instancia detrás de toda lucha siempre estará el dinero y especialmente la ganancia de dinero que es lo único que tiene valor.  
 
En cualquier parte hay cantegriles, barrios de vida miserable donde los seres humanos deben convivir entre latas, madera y cartón, entre ratas y perros, expuestos a las inclemencias y sin servicios públicos ni asistenciales.  
Niños mujeres y ancianos famélicos, prostitución, desnutrición, promiscuidad, delito y violencia de cientos de miles de uruguayos padecen día a día estas calamidades.
¿Qué importa si crecemos en las exportaciones?  
¿Si hemos recuperado la confianza de los mercados?
¿Si de Rato nos aplaude y Astori y Bergara vuelven con una nueva Carta Intención en su valija de ejecutivos?
¿Si le garantizamos a las transnacionales de la muerte que se pueden instalar libres de gravámenes, de condiciones ambientales, y pasándole por encima a la Constitución damos señales claras a los inversores?  
 
¿Pero qué importa compañeros, los inundados, los hambrientos, los enfermos, los viejos y ancianos, los niños robando, las niñas ejerciendo la prostitución?  
¿Acaso a pesar de todo esto no se gana mucho dinero en este país?
 
Los burgueses seguirán siendo indiferentes a que sus obreros y desocupados sufran hambre si el gana dinero está todo bien.
Y cuando comenzó a irle mal, el burgués pagó los servicios del técnico que indujo, y convenció a los asalariados que era menester aceptar las rebajas salariales y la pérdida de derechos sociales con tal de seguir manteniendo los puestos de trabajo.
Y ahora, la burguesía paga a los técnicos que convencieron al asalariado con puestos de dirección.
Todos los medios de existencia son mensurados por la ganancia y el dinero dice Engels. Y lo que no rinda dinero es tontería no práctica idealista; así hablan ahora los representantes del pueblo en el gobierno.  
Para ello está la economía nacional la ciencia que enseña a ganar dinero, la ciencia favorita de estos sórdidos hebreos.  
La relación que existe entre el fabricante y el obrero no es humana sino simplemente económica. El burgués capitalista es el capital, el obrero es el trabajo.  
Y si el obrero no quiere dejarse encerrar en esta abstracción, si afirma no ser el trabajo sino un hombre que entre otras tiene también la calidad de obrero, si piensa que no debe ser empleado como trabajo, que no debe ser comprado y vendido como mercancía en el mercado, entonces el burgués no entiende más nada.  
Porque ahora se siguen vendiendo los obreros de una empresa a otra, se va Uragua y el obrero debe venderse y alguien debe comprarle, se marcha Gaseba y Petrobrás adquirirá los obreros dentro del paquete accionario.
Los burgueses no pueden concebir que frente a los obreros puedan estar en otra relación que la de compra y venta, no ven en los obreros hombres sino manos, como los califican abiertamente llamándoles “recursos” y no reconocen otra relación entre hombre y hombre que no sea el pago.  
Este pago determina el valor de cada hombre para el burgués.
 
El dinero determina el valor del hombre.
Un hombre como el Presidente de la República vale trescientos once mil pesos mensuales y tu abuelo tres mil nacionales.  
El que tiene dinero es respetable falta decir pertenece a la mejor sociedad es influyente y cuanto este hombre hace descuella en su círculo social.  
Todo el lenguajes esta lleno del espíritu tacaño del dinero, todas las relaciones se presentan con expresiones del comercio y se explican con categorías económicas.  
Demandas y ofertas encuestas y ofertas estás son las fórmulas por la que la lógica de los gobernantes juzgan la vida humana de los uruguayos.  
 
“La burguesía finge además una humanidad ilimitada pero sólo cuando lo requiere de interés particular así en su política como en su economía nacional.  
Pasaron cinco años reclamando a los trabajadores rebajas salariales, para salvar la industria nacional y la producción, y el país.
Después exigieron salvar el país financiero para no cortar la cadena de pagos.
Y ahora la burguesía sigue exigiendo a los trabajadores, jubilados y sectores populares aceptar las difíciles condiciones de vida que impone el Fondo Monetario Internacional para salvar al gobierno progresista.  
Y ahora piden que el pueblo se olvide de los plebiscitos y acepte privatizar ANCAP asociándola con Petrobras, y proseguir reformando el Estado para salvar la palabra empeñada de Astori.  
Y ahora le piden al pueblo seguir entregándole los ahorros a los banqueros depositados en las AFAP’s para salvar los acuerdos de Astori con el FMI.  
Y ahora la burguesía le pide al pueblo más sacrificio, más privaciones, más hambre y más miseria para poder cumplir con los planes de ayuda social para seguir fabricando pobres.

 
Hace muchos años en Inglaterra una noble señora de la burguesía escribía en un periódico lo siguiente.  
SEÑORES DEL GOBIERNO, HACE TIEMPO SE ENCUENTRAN EN LAS CALLES PRINCIPALES DE NUESTRA CIUDAD UNA CANTIDAD DE POBRES QUE -EN PARTE, CON SUS ROPAS ROTAS CON SU ASPECTO ENFERMO, CON SUS OJOS TRISTES- BUSCAN ATRAER LA COMPASIÓN DE LOS TRANSEÚNTES.  
“Yo pienso, desde que no sólo se pagan las tasas para pobres, sino también se contribuye suficientemente a los institutos de beneficencia, que se ha hecho bastante para tener el derecho de no verse colocado ante semejantes molestias desagradables y obscenas, ¿Para qué se paga un impuesto tan alto para el mantenimiento de la policía de la ciudad si ésta ni una sola vez provee a que se pueda caminar por las calles tranquilamente?”  
Una señora.  
 
ESTA ES LA BURGUESÍA. AL FIN Y AL CABO ES BENEFACTORA POR INTERÉS, NO HECHA NADA POR LA VENTANA NI DA PUNTADA SIN HILO TRATA SUS DONACIONES COMO UNA OPERACIÓN COMERCIAL HACE UN NEGOCIO CON LOS POBRES Y DICE:
“Si yo gasto tanto con fines de caridad yo me compro con ello el derecho de nos ser molestada posteriormente y así obligo a permanecer en los cantegriles entre el barro a los pobres y no molestar mis delicados nervios con la exhibición de vuestras miserias.”