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Latinoamérica

El despliegue del corazón fascista de la oligarquía cruceña

Luis Tapia
Bolpress

Si bien hay que dar cuenta de la novedad que cada hecho histórico, es bueno usar la historia para explicar y entender el presente en términos de sus tendencias. Considero que la política de la oligarquía cruceña organizada en el comité cívico de Santa Cruz y las corporaciones empresariales regionales ha comenzado a mostrar el oscuro corazón fascista de su mentalidad y modo de relacionarse con el mundo de los trabajadores y el país.

La emergencia y despliegue de la actual política de la oligarquía cruceña reúne todos los rasgos que caracterizaron la emergencia del fascismo hace casi un siglo, sólo que de un modo más regresivo. Primero recuerdo brevemente los rasgos centrales que son comunes y luego las diferencias que se deben al hecho de que se da en el seno de un país colonizado.

El fascismo emerge como una reacción de grupos de poder económico, en una articulación de terratenientes y burguesía monopólica, frente al ascenso del movimiento obrero en el continente europeo en un tiempo posterior a la revolución bolquevique. El fascismo emerge como una política de contención y aplastamiento de las organizaciones obreras y campesinas, por eso emerge como una organización que organiza la violencia contra los trabajadores. El fascismo es una discurso y política racista frente a lo campesino y lo obrero, que es considerado infrahumano. Lo humano es lo propietario, aquellos que tienen propiedad y en defensa de su control monopólico se justifica la violencia contra la vida de los trabajadores.

El otro aspecto de la emergencia del fascismo consistió en la articulación de la emergencia de un movimiento reaccionario con la cuestión nacional en países de capitalismo tardío, en los que ya se desarrolló una burguesía capitalista monopólica pero no se habían modernizado ni democratizado sus respectivos estados. Como la democratización de los mismos es una demanda y proyecto encarnado por el movimiento obrero, que se proponía realizar la construcción del estado nacional y la democratización social desde un movimiento no burgués, la reacción terrateniente y capitalista lo debe hacer por la vía coercitiva y antiobrera y campesina.

Paso a hacer algunas comparaciones. La demanda de autonomía cruceña en una respuesta al ya más o menos largo proceso de ascenso de fuerzas populares en sus capacidades de organización, autorrepresentación que se dirigen a una asamblea constituyente que reforme de manera más democrática y no racista las instituciones políticas del país. En Bolivia no se trata hoy de fuerzas preponderantemente obreras o fabriles sino básicamente de organizaciones de campesinos y de pueblos indígenas, es decir, de trabajadores agrarios y de trabajadores urbanos, que están contra el modelo privatizador y de control colonial de Bolivia. Estas fuerzas han logrado avanzar incluso en el seno de las instituciones liberales de competencia electoral y pueden disputar por la vía electoral los poderes locales y el gobierno central del país. Este proceso de movilizaciones anti privatizadoras se articula con un movimiento de los sin tierra que está cuestionando la propiedad monopólica de la tierra, a la estructura terrateniente en el país, que es la estructura social básica que defiende la oligarquía cruceña.

La demanda de referéndum sobre autonomía es una estrategia contra esta ola de ascenso popular-nacional. Es una estrategia de reacción frente al avance electoral de fuerzas campesinas en el seno del estado boliviano y contra la posibilidad que una asamblea constituyente pueda redistribuir las tierras. Lo que es diferente es que aquí no se pretende articular un estado nacional tardíamente por una vía coercitiva sino evitar la articulación del estado nacional a partir de la recuperación de los recursos naturales como fuente de financiamiento del autogobierno y el desarrollo interno del país.

Aquí la articulación con el capital monopólico funciona de otro modo. Una oligarquía regional, que jala a otras, funciona como el núcleo social interno que opera la política de desarticulación del país y el estado nacional que cotidianamente deciden los capitales transnacionales y los EEUU en particular. El fascismo cruceño no es una forma de articulación autoritaria de la nación sino una forma racista de desarticulación del país y de boicot de los procesos de renacionalización del país. Esa es la diferencia con la experiencia fascista de inicios del siglo XX, ya que se trata de un fascismo dependiente del capital transnacional.

Todo este rodeo es para comentar los hechos recientes de agresión que la juventud cruceñista ha realizado sobre la marcha de trabajadores campesinos en el oriente. Estos hechos revelan el corazón que recorre toda su política: un racismo anticampesino y anti indígena, que los inhabilita para poder articular cualquier proyecto de gobierno democrático en la región y el país. Hay un desprecio absoluto por la vida de los trabajadores en defensa de la propiedad, es decir, un fetiche, que es la fuente de su poder y de la explotación que todavía organizan en la región. El presidente es responsable de esta agresión a los trabajadores campesinos del país. El presidente está sosteniendo una posición racista al permitir este tipo de agresión, es tan responsable como los paramilitares cruceños. El presidente hoy es responsable de la articulación y el despliegue de este fascismo contemporáneo en el país.

El proyecto de autonomía cruceña es un proyecto fascista. Imposibilitaría la democratización de la política regional, a nivel de la prefectura y de los municipios. Para nada contiene una propuesta de democratización del poder político en relación a la participación de los pueblos indígenas y los trabajadores campesinos en el gobierno departamental, porque se trata de evitarla. No hay que seguirle el juego a la oligarquía cruceña pensando que la autonomía que plantean tiene algo que ver con la democracia. Es un proyecto contra el proceso de democratización popular que todas las organizaciones sociales e indígenas que están empujando con mucho trabajo y sangre desde hace más de una década

Estamos ante los inicios de la violencia fascista cruceña contra los campesinos. El gobierno ya se ha manchado las manos con esta sangre.

Si vemos el otro lado de las cosas. Lo bueno es que en el oriente boliviano se está comenzando a romper el monopolio político coercitivo que tenía la oligarquía cruceña, y de manera similar comienza a darse la movilización campesina en Tarija y el resto del oriente. Ya son visibles las organizaciones campesinas y la de los pueblos indígenas, y se están movilizando. Esta valentía es la gran esperanza de la democratización del país.