Latinoamérica
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Una limitación de la libertad
George Monbiot
Rebelión
Traducido para Rebelión por Mario Cuéllar
El gobierno británico reconoce dos tipos de libertad. Está la libertad del
ciudadano, que parece ser percibida como una amenaza al buen orden. Ha permitido
(mediante la ley llamada Serious Organised Crime) a la policía o a los
tribunales prohibir cualquier protesta pública. Esta introduciendo DNIs,
restringiendo la inmigración, conteniendo el derecho de Habeas Corpus y
ampliando las leyes de definen el comportamiento antisocial.
Después, está la libertad de los negocios. A través del Inland Revenue y Customs
y Excise que ya son incapaces de lidiar con los defraudadores de impuestos,
Gordon Brown va a recortar 10.000 personas de su personal. Tony Blair está
intentando destruir la directiva de la Unión Europea sobre la jornada laboral,
que evita que las compañías exploten a sus trabajadores. Las medidas draconianas
en el discurso de la Reina limitando a los ciudadanos son seguidas
inmediatamente por una promesa de desregulación de los negocios. El gobierno
está preparado para controlarnos, mientras deja a los agentes más poderosos -las
corporaciones- libres para controlarse ellas mismas.
Como los aristócratas en Coriolanus (1), Tony Blair "revocará diariamente
cualquier acto sano que se establezca contra el rico, y dará más estatutos
incisivos, para encadenar y limitar al pobre". Para que los negocios sean
libres, tenemos que estar controlados.
Esto no es, según el patriarca de esta religión, como debía llevarse a cabo.
Adam Smith sostenía que la libertad de mercado era deseable por una razón:
Mejorar la vida de la población. Donde percibía que tenía el efecto contrario,
pedía limitación. "Aquellos esfuerzos ejercidos en virtud de la libertad natural
de unos pocos individuos, que pudieran poner en peligro a toda la sociedad, son,
y deberían ser, limitados por las leyes de todos los gobiernos," escribió (2)
Los gobiernos tienen "la tarea de proteger, tanto como sea posible, a cada
miembro de nuestra sociedad de la injusticia y de la opresión de otros miembros
de ella".(3)
Pero, la contradicción más conmovedora de la semana pasada fue la petición de
respeto del primer ministro. Petición para todos excepto para aquellos cuyas
vidas estamos destruyendo. Podemos no tener permitido ponernos capuchas en los
lugares públicos, pero seguimos teniendo libertad para matar a la población del
sur de Asia.
Aunque Tony Blair está de acuerdo con que el cambio climático alterará
radicalmente la existencia humana, (4) no hay nuevas propuestas para hacerle
frente en el discurso de la Reina. Las cifras publicadas por la Oficina Nacional
de Estadísticas la semana pasada muestran que las emisiones de gases invernadero
de los vuelos de residentes en el Reino Unido casi se doblaron entre 1990 y
2003, mientras que las emisiones de los vehículos privados crecieron un 14%. (5)
Se suponía que la producción de dióxido de carbono de Inglaterra debía caer un
80% en 2010 sobre los niveles de 1990, pero incluso antes de que las cifras del
transporte aéreo sean contabilizadas, han crecido en los pasados dos años. Solo
la intervención del gobierno podría ponernos de nuevo en el intento de mejorar
la situación, pero Blair ya ha completado su programa de legislatura: Su
contribución a resolver el problema será, parece, retórica.
No es sólo que seamos libres par matar a otra gente, sino que el libre mercado
nos obliga a ello. La economía está tan organizada que es casi imposible hacer
lo correcto. Si tu ciudad no tiene servicio público de transporte y no hay lugar
seguro para montar en bicicleta, no tienes elección a pesar de la charla
continúa sobre la libertad para conducir. Si los supermercados han cerrado todas
las tiendas pequeñas, tienes que dar tu dinero a una compañía cuyas redes de
distribución y compra parecen estar diseñadas para conseguir el máximo impacto
medioambiental.
Así, somos animados por el mercado, pero se nos deja libertad por ley para
infligir el daño mas doloroso que cualquier grupo de personas ha infligido nunca
a otro. Hay varias buenas razones para suponer que el cambio climático, durante
el transcurso de este siglo, colocará al mundo en un déficit alimentario. Los
glaciares del Himalaya, que alimentan los grandes ríos que riegan las granjas
que mantienen a Asia viva, están desapareciendo. Cuando las temperaturas
crezcan, el crecimiento de las plantas en los trópicos es probable que se frene.
Ya esto parece estar ocurriendo en los cultivos de arroz en Filipinas. (7) Las
zonas de sequía se están expandiendo: incluso al principio de los 90 la
población nómada con la que trabajé en el este de África se quejaba de que el
ciclo de hambrunas cada 40 años se había comprimido a cuatro o cinco.
Ya con un excedente neto, 800 millones de personas están permanentemente mal
nutridos. Con un déficit neto, esta cifra se elevaría a miles de millones de
personas. Somos responsables de esto. En el momento que alcancemos el final de
nuestra vida, cada uno de nosotros, amables, bondadosos y bien intencionados,
habremos sidos responsables del equivalente, en términos de sufrimiento humano,
de un acto de terrorismo de tamaño medio.
El cambio climático pone a la inversa el dictum central de Smith: Que "al
perseguir su propio interés (un hombre) frecuentemente fomentará el de la
sociedad mucho más eficazmente que si de hecho intentase fomentarlo"(8). Ahora,
los intereses de la sociedad global serán servidos ante todo por la limitación.
Todo lo que pensábamos que era bueno se ha convertido en malo. Es un acto de
amabilidad viajar a la boda de tu primo. Ahora, es también un acto de crueldad.
Es bueno iluminar las calles de noche. El cambio climático nos dice que mata a
más gente que la que salva. Estamos matando gente por los medios más inocentes:
Encender la luz, tomar un baño, conducir hasta el trabajo, ir de vacaciones. El
cambio climático demanda un cambio de nuestro compás moral, para el que estamos
plenamente inadaptados. No es nada sorprendente que ningún gobierno realmente
quiere enfrentarse con nosotros. Esto se deja a Greenpeace, que ocupó la
factoría de Range Rover la semana pasada, para limitar el ejercicio del libre
mercado que Blair rehúsa tocar. (9)
Cuando Gordon Brown, el hombre que mantiene los mercados libres, dice, "lo que
es moralmente incorrecto no puede ser económicamente correcto".(10) En relación
a un PIB injusto, las "perfectas libertades" de Adam Smith son económicamente
correctas. Ninguna persona que haya comprendido la amenaza del cambio climático
podría no darse cuenta de que también están moralmente equivocados.
The Economist argumentaba recientemente que el mejor medio de resolver este
problema es a través de una libertad de mercado mayor: Esto, por supuesto, es la
cura que se prescribe a todos los enfermos, incluso antes de que se haya
investigado la naturaleza de la enfermedad (11). El problema es que las muertes
de las gentes de Bangladesh o Somalia no nos cuestan nada: No tenemos ningún
incentivo financiero para hacerlas disminuir. El comercio de carbón, en su forma
actual, recompensa a las compañías contaminadoras más responsables del problema.
Recuerda el contrato ganado por Degusta, una compañía que había suministrado
Zyklon B para las cámaras de gas, para dar una capa protectora del memorial del
holocausto en Berlín: Están obteniendo beneficios dos veces mediante la muerte
masiva antes y ahora.
Podemos enfrentarnos con el cambio climático sólo con la ayuda de los gobiernos,
limitando los esfuerzos excesivos al ejercer nuestras libertades naturales.
Hasta ahora, sin embargo, cuando confrontan la elección entre las dos materias
primas sagradas -el libre mercado y la vida humana- lo que han escogido ha sido
preservar el libre mercado.
NOTAS
1. Coriolanus, Act 1, Scene 1.
2. Adam Smith, 1776. The Wealth of Nations, Book II, Chapter II. Penguin
Classics, London.
3. Adam Smith, 1776. The Wealth of Nations, Book IV, Chapter IX.
4. Speech on climate change, 14th September 2004.