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Latinoamérica

Historias para no olvidar


Hace 40 años el pueblo dominicano se puso de pie
En 1965, EE.UU. maquinó la invasión para aplastar a quienes querían el regreso de Bosch


José Steinsleger

La Jornada

-Sólo falta usted -dijo en espanglish William Tapley Bennett Jr., embajador de Estados Unidos en República Dominicana. El coronel Francisco Caamaño arrojó el teléfono con indignación y concurrió a la cita convocada por el diplomático con el gobierno provisional.
Ultimo y primero en salir del contubernio, Tapley Bennett corrió tras el jefe de las fuerzas constitucionalistas.
-¿Por qué se va?, la reunión todavía no acabó.
-Yo he tratado de hablar varias veces y usted no lo ha permitido.
-Pues diga.
-Ya no tenemos nada que hablar. Usted dice que no puede detener a Wessin, que está bombardeando la ciudad.
-Creo que estamos de acuerdo. A ustedes sólo les cabe la rendición.
-Pues nosotros le vamos a demostrar a ustedes que los dominicanos tienen dignidad y coraje, y se enfrentan a la muerte si es necesario.
Caamaño se dirigió al río Ozama (que divide la ciudad de Santo Domingo) y en el estratégico puente Duarte reorganizó a cientos de civiles, militares y estudiantes dispuestos a enfrentar los tanques del general golpista Elías Wessin y Wessin, jefe del ejército.
Caída de un gobierno títere
Sin explicar las causas de la crisis, los medios afiliados a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y las agencias de noticias de Estados Unidos redoblaron su campaña: "barbarie comunista", "violaciones", "salvajismo", fueron los epítetos de la "información objetiva" contra el movimiento constitucionalista que el 24 de abril de 1965 había destituido a Donald Reid Cabral, impuesto por el gobierno de John F. Kennedy tras el derrocamiento del gobierno democrático popular de Juan Bosch (25 de septiembre de 1963).
El coronel Rafael Fernández Domínguez y el propio Caamaño, líderes del movimiento, exigían el retorno a la Constitución de 1963 y el regreso de Bosch a la presidencia. La batalla del día 24 fue rápida y sangrienta. El 25, el pueblo dominicano salió a las calles, apoyando a los jóvenes militares constitucionalistas que con heroísmo enfrentaron las tropas de Wessin y Wessin.
Hombre a hombre
A la vera del puente Duarte, en una casita obrera, Caamaño instaló el comando político-militar. Tropas y blindados de Wessin atravesaron el puente. La resistencia fue tenaz. Con armas tomadas de las comisarías y bidones de gasolina, la gente no escatimó la lucha con cuchillos, cuerpo a cuerpo. Al caer la noche del 27 de abril, pueblo y soldados, hermanados por primera vez en la historia dominicana, obtuvieron una victoria contundente sobre la facción pro yanqui del ejército.
Washington se estremeció. A toda carrera, la misión militar estadunidense en la base naval de San Isidro se dirigió a tres oficiales: tú, tú y tú. El "triunvirato" fue obligado a firmar una carta redactada en inglés, solicitando "...la intervención temporal para restablecer el orden".
Washington se estremeció. A toda carrera, la misión militar estadunidense en la base naval de San Isidro se dirigió a tres oficiales: tú, tú y tú. El "triunvirato" fue obligado a firmar una carta redactada en inglés, solicitando "la intervención temporal para restablecer el orden".
En tanto, el secretario de Defensa, Robert McNamara y Dulles Raborn, jefe de la CIA, se reunía con dirigentes republicanos y demócratas. Al día siguiente, el presidente Lyndon Johnson ordenó la intervención militar "para proteger las vidas de los ciudadanos" estadunidenses.
Dos días después, las fuerzas constitucionalistas conquistaron la Fortaleza Ozama, guarida de los odiados cascos blancos. La resonante victoria popular desencadenó el envío de 300 vuelos cargados de tropas y armamentos
En la mañana del 3 de mayo, Caamaño fue nombrado presidente, poniendo fin al vacío de poder ocasionado por la fuga del pusilánime presidente José Rafael Molina Ureña, uno de los presentes en la reunión con Tappley Bennett. El 4 de mayo, la tropa invasora creció a 14 mil y luego a 21 mil 500 soldados. Caamaño ordenó abrir fuego y cayeron los primeros soldados yanquis
OEA, Ministerio de Colonias
Violando su carta constitutiva, con sólo cuatro votos en contra y 14 aprobados, la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó el envío de una "fuerza multilateral interamericana".
Unos cuantos soldados de la Nicaragua de Somoza, el Brasil de la dictadura militar, el Paraguay de Stroessner, y los gobiernos "democráticos" de Argentina, Colombia y Costa Rica se prestaron para la infamia.
El voto número 14 correspondió al representante dominicano Bonilla Atiles, quien quedó afónico pidiendo la intervención en su país; calificó al movimiento insurgente de "alzamiento ideológico" y alertó sobre el peligro de una "segunda Cuba" en América.
El 9 de mayo, la fuerza invasora creció a 42 mil marines pertenecientes a 37 unidades de la armada estadunidense. Un informe oficial publicado en Nueva York reveló en la fecha que todo el equipo bélico, equivalente a 16 mil 68 toneladas, había sido transportado en mil 649 vuelos desde distintas bases de Estados Unidos y la subregión.
Cuba fue el único país que pidió al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que se condene a Estados Unidos "como único responsable de la llamada crisis dominicana".
En la Plaza de la Revolución, Fidel Castro dijo: "Y esos gobiernos burgueses, que creyeron en la Alianza para el Progreso, que creyeron que la época de la política del garrote había quedado atrás... que creyeron en ese lobo disfrazado de Caperucita, han tenido la oportunidad de recibir una gran lección... Lo que se está discutiendo aquí es la independencia y soberanía de los pueblos de este continente!". (1/05/65).
Vieja y nueva historia
Un presidente digno que no acata los dictados del imperio. Un golpe militar promovido por Estados Unidos. Una reacción popular en defensa del orden constitucional. Una intervención militar para salvar a los golpistas con el trillado cuento de "salvar vidas" estadunidenses.
Bosch triunfó en las urnas en 1962 y puso fin a tres décadas de tiranía trujillista. Su gobierno fue democrático, nacionalista y popular. Pero en julio de 1963, un grupo de altos oficiales dominicanos exigió que el presidente tomara "una fuerte oposición contra los comunistas".
Mientras, en el Miami News los Oppenheimer de la época acusaban al gobernante socialdemócrata de ser "émulo de Fidel Castro". Y al igual que hoy en Venezuela, los mass media iban creando el clima favorable al golpe. Detrás del telón, la supuesta cancelación de un contrato con la Standard Oil Company.
Bosch se mantuvo nueve meses en el poder. La junta adicta a Washington que se instaló en el poder, mereció del "progresista" periódico The New York Times un comentario editorial: "...desde todos los puntos de vista objetivos, el triunvirato civil que ahora está en el poder es preferible a Juan Bosch" (09/03/64).
Soberanía o muerte
Galvanizando el ímpetu popular en defensa de la soberanía nacional, Caamaño alertó al país de lo que se avecinaba y recordó la invasión de 1916, cuando el presidente Woodrow Wilson dispuso la primera intervención en República Dominicana, y los gringos se quedaron ocho años hasta imponer la sanguinaria tiranía de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961).
Sin embargo, lo irónico en la intervención de 1965 fue que el primer acto de aquel "triunvirato" organizado por la misión militar estadunidense y el embajador Tapley Bennett en su residencia, se declaró oficialmente impotente para mantener el orden y "garantizar la seguridad de los residentes estadunidenses". Pretexto que Washington necesitó para la invasión.
El 8 de mayo, el invasor desplazó al fracasado general Wessin y Wessin por el general Antonio Imbert, viejo agente de la CIA utilizado en el asesinato de Trujillo (1961), y que a decir del Wall Street Journal se encontraba en situación "Kleenex" porque es útil pero desechable". Imbert es uno de los personajes que en la novela La fiesta del chivo, Mario Vargas Llosa enaltece como "disidente" y "luchador por la libertad".
El pueblo dominicano aguantó cuatro meses de lucha, hasta finales de agosto. Con apenas 3 mil 500 hombres armados, tanques Howitzer, morteros, bazucas, ametralladoras pesadas y fusiles automáticos aplastaron la resistencia.
El coronel Fernández Domínguez murió combatiendo y Caamaño lo calificó de "genocidio sin precedentes". Se calcula que no menos de 5 mil 500 víctimas, civiles en su mayoría, cayeron en defensa de su patria.

Datos de Carlos María Gutiérrez, Gregorio Selser, Hugo Rius y archivo del autor
Fuente: "La Jornada"


Nota de la redacción de SERPAL

* El coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, murió el 19 de mayo de 1965 durante un encuentro con tropas norteamericanas mientras dirigía un asalto al Palacio Nacional, ocupado por soldados del llamado "Gobierno de Reconstrucción Nacional", encabezado por el General Antonio Imbert Barreras, militar impuesto por los ocupantes norteamericanos. El Coronel Fernández Domínguez, murió a los 30 años de edad y sus restos se encuentran en el cementerio de Santiago de los Caballeros.

* Años mas tarde, en enero de 1973, el coronel Caamaño desembarcó en las costas de Caracoles, en la provincia de Azúa, integrando un grupo de nueve revolucionarios que intentaron iniciar una guerrilla contra el gobierrno neo-trujillista de Joaquín Balaguer. Con medios muy precarios trataron de ganar las estribaciones sur de la Cordillera central dominicana. En pocos días, advertidas las fuerzas gubernamentales de su presencia, desplegaron gran cantidad de tropas con la intención de cercarles y capturarles. La odisea se prolongó hasta el 16 de febrero. Ese día, cuando ya sin víveres se encontraban descansando en una ladera, fueron atacados por tropas del ejército.

El pequeño grupo intentó la defensa, hasta que Caamaño y otros dos compañeros quedaron protegiendo la huída del resto. Agotadas las municiones y heridos fueron apresados. A partir de este momento, hay dos versiones. Una dice que por orden superior los tres fueron rematados en el lugar. Otra dice que Caamaño pidió hablar con el oficial de mayor rango, y negoció con él su entrega y la de sus compañeros heridos dentro de las leyes internacionales de prisioneros de guerra. El oficial sería el teniente Almonte LLuveres . Según esta

versión, Caamaño fue llevado ante el General Bauchamp Javier en el poblado de Nazaíto. Allí fue interrogado duramente y luego fusilado

y enterrado. Sus restos descansan en el cementerio de la Máximo Gómez, de la provincia de Santo Domingo.