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Entrevista a Carlos Escobar
ex Fiscal Especial comisionado por el Ministerio Público para casos de Desaparición Forzada de Personas en Zonas de Emergencia
Ricardo Alvarado
Carlos Escobar, ex Fiscal Especial comisionado por el Ministerio Público para casos de Desaparición Forzada de Personas en Zonas de Emergencia (caído en desgracia por una fallida conspiración contra el entonces todopoderoso ministro Fernando Rospigliosi), es un testigo de excepción del caso Cayara, matanza que involucra directamente a Vladimiro Mopntesinos y al ex presidente Alan García.
Reproducimos una entrevista que le hiciéramos a inicios del año del 2001, y que algunas páginas web reproducen sin mencionar autor.
Alvarado: ¿Cómo fueron los hechos de Cayara? Oficialmente se habló de un enfrentamiento, en el cual murieron 8 terroristas.
Escobar: El 13 de mayo de 1988, una columna de Sendero Luminoso atacó por sorpresa a una patrulla militar en Erusco, matando a dos cabos, un sargento y un capitán.
Al día siguiente, 14 de mayo por la mañana, una patrulla de 180 soldados organizados en 11 patrullas, cuya misión era interceptar a los terroristas, entró al cercano pueblo de Cayara. Los soldados comenzaron matando a un hombre a la entrada del pueblo. Luego detuvieron y asesinaron vilmente a 5 campesinos cerca a la iglesia, sin respetar su vida ni el local de la Iglesia. Luego interceptaron a un grupo de aproximadamente 100 campesinos, que regresaban de cosechar. Éstos no se enfrentaron al Ejército; por el contrario, los militares los obligaron a echarse al suelo y los torturaron. Les pusieron pencas -hojas de tuna con enormes espinas- en la espalda y caminaron sobre ellos hasta hacerlos sangrar, mientras les interrogaban sobre su "participación" en el ataque terrorista. Luego, mataron a 22 de los detenidos, uno a uno, con sus propias herramientas: unos a hachazos, otros con machetes, segadoras, hasta a golpes de martillo.
- Cuatro días después, el general José Valdivia llegó a Cayara. ¿Cuál fue su papel en la matanza y en el encubrimiento de ésta?
- Cuatro días después, el 18 de mayo, el general José Valdivia, Jefe del Comando Político Militar de Ayacucho, llegó a Cayara en un helicóptero. Los campesinos del lugar protestaron ante él por la matanza de sus familiares, pidiéndole que ordenara la entrega de los cuerpos; por toda respuesta, Valdivia procedió a dar lectura a una lista donde figuraban unos 20 habitantes de Cayara, indicando que el Ejército los buscaba. 2 personas que figuraban en la lista fueron detenidas al día siguiente y desaparecieron; encontré sus cadáveres el 10 de agosto, junto con el de Jovita García -que no estaba en la lista-. Otros dos fueron detenidos por el Ejército el 29 de junio, y hasta la fecha continúan desaparecidos; el alcalde de Cayara, que también figuraba en la lista, fue muerto por miembros del Ejército el 14 de diciembre.
- ¿Qué elementos llevaron a usted a establecer la responsabilidad del general Valdivia en la matanza de Cayara? - Los hechos relacionados con la presencia de Valdivia en Cayara fueron narrados detenidamente por Marta Crisóstomo, testigo de cargo. Además existen otros elementos, como la versión de varios testigos, que coincidieron en afirmar que el día de los hechos llegaron fuerzas en helicóptero; de acuerdo con el oficial de la Fuerza Aérea a cargo, sólo el Jefe del Comando Político Militar podía autorizar la salida de los helicópteros. Según varios testigos, en Cayara intervinieron las fuerzas especiales del Ejército denominadas "Los Linces", que se encontraban acantonadas en el cuartel "Los Cabitos" en Huamanga.
Dichas fuerzas no podían haber entrado en acción sin conocimiento de Valdivia. Otro elemento clave fue la intervención de más de 10 patrullas y varias bases militares, cuya participación en un operativo conjunto sólo podía ser factible mediante una orden del Jefe del Comando Político Militar.
- ¿Cuál fue el balance final? ¿Cuántos muertos hubo en Cayara? ¿Cuántos desaparecidos?
- En el informe final, que elevé al Fiscal Supremo Pedro Méndez el 13 de octubre de 1988, y que fue remitido al Fiscal de la Nación el 14 de octubre de 1988, consignamos 29 muertos y 45 desaparecidos. Cabe mencionar que si bien solamente encontramos 3 cadáveres, 40 testigos afirman haber visto la muerte de dichas personas y los familiares de las víctimas afirman haber visto los 29 cadáveres, a lo que habría que agregar que en las fosas que se abrieron se encontraron abundantes evidencias de que en ellas habían habido cadáveres, los cuales, según los citados testigos, fueron retirados por el Ejército.
- ¿Cómo desaparecieron los cadáveres? ¿Cuál fue la participación de Alan García en ese hecho?
- Tras la intervención de mi fiscalía, mi viaje a Cayara y la comprobación de la responsabilidad del ejército en los hechos, el presidente García viajó a Ayacucho. En una conversación privada que sostuvimos en el hotel de turistas, él se comprometió a enviar médicos desde Lima para poder realizar las exhumaciones y los peritajes médicos. Yo le solicité que lo hiciera inmediatamente, ya que los familiares de las víctimas me habían indicado el lugar donde éstas habían sido enterradas; además, le referí que en mi primera visita a Cayara, había visto en el interior de la iglesia manchas de sangre que corroboraban la versión de los testigos. A la salida del hotel, García dio una conferencia de prensa, pero los médicos llegaron después de una semana cuando llegamos al lugar donde estaban las fosas, los soldados se habían llevado los cadáveres y las manchas de sangre habían sido borradas. Varios meses después, me encontré con el coronel Rafael Córdova, quien había sido el segundo de Valdivia en el cuartel "Los Cabitos"; Córdova me refirió que, después de mi entrevista en el hotel de turistas, García viajó junto con él a Cayara, y dio personalmente la orden de retirar los cadáveres y borrar las machas de sangre. Fue entonces que entendí la razón de tantas obstrucciones a la investigación: los militares, con la anuencia del gobierno aprista y del Fiscal de la Nación, estaban desapareciendo las pruebas. Sólo se puedo realizar la necropsia a un cadáver, el de Jovita García, el cual también desapareció, lo cual sirvió para que el senador Carlos Enrique Melgar afirmara que jamás había existido. A fines del año pasado, en una reunión convocada por "La República", tuve una conversación con el general Jaime Salinas Sedó, a la cual asistieron los generales Arciniega y Mora, así como el almirante Panizo; Salinas, muy locuaz, me refirió, entre otras cosas, que después de enterrado el cuerpo de Jovita por orden del juez de Cangallo, fue sacado de su sepultura por orden del mismo capitán que la había matado, cuya fotografía yo había remitido en su oportunidad al Fiscal de la Nación Hugo Denegri.
- ¿Cómo fueron liquidados los testigos de la matanza?
- El Ejército mató a los testigos que habían declarado en mi investigación. A cinco de ellos los detuvieron el 29 de junio, los llevaron a Huancapi y los desaparecieron. A tres más los mataron a balazos el 14 de diciembre en un control de carretera. A Martha Crisóstomo, la testigo más importante que había acusado directamente al General José Valdivia como responsable de la masacre, la mataron a tiros en su propia casa, en Huamanga, el 8 de setiembre de 1989.
Poco después, Cesar Hildebrandt me entrevistó en su programa, en el cual puse en conocimiento del país como se había realizado la matanza, la reponsabilidad de Valdivia y la inacción del Fiscal de la Nación, Hugo Denegri.
- ¿Cuál es el papel de Montesinos en el encubrimiento del Caso Cayara y en el asesinato de los testigos?
- Yo he visto personalmente a Montesinos manipulando el expediente del Caso Cayara en la oficina de Alvaro Rodas, por aquel entonces Secretario General de la Fiscalía de la Nación y hoy Fiscal Superior. Esto no lo digo ahora, sino que lo denuncié apenas llegué a Estados Unidos, en una entrevista que fue difundida por CNN. Existen investigaciones que demuestran la conexión de Montesinos con el Fiscal de la Nación, Hugo Denegri, y sobre como utilizó el caso Cayara para reingresar a los cuarteles. Montesinos propusó a Denegri, y a través de él al Comando Conjunto, la "solución" para Cayara: sacarme del caso, matar a los testigos e incluso matarme.
- Entonces, por sugerencia de Montesinos, usted fue dejado fuera de juego.
- A los cuatro días de elevado el informe responsabilizando al coronel Valdivia, fue cerrada la oficina por "falta de recursos", lo cual era falso, ya que se me ordenó continuar investigando en San Martín, donde el número de casos de desaparición no eran ni siquiera el 15% de los casos de Ayacucho y Apurímac, y el gasto era el mismo. El nuevo fiscal intentó establecer que yo no había dejado archivo alguno. Para evitar la pérdida de la documentación que había dejado, pedí a Pedro Méndez Jurado, Fiscal Supremo en lo Penal, que intercediese ante el Fiscal de la Nación para que se me autorizara a retornar a Ayacucho a hacer la entrega oficial de cerca de 600 expedientes sobre desaparecidos, a lo cual accedió. El acta de entrega de cargo la hice con mi personal trabajando dentro del Hotel de Turistas, a donde llevamos todo el material, trabajando de noche, a la luz de las velas y en pleno toque de queda, temiendo que en cualquier momento pudieran ingresar terroristas o militares a matarnos. Conservo una copia de aquella acta, que fue muy pormenorizada, para que la Comisión de la Verdad pueda saber, llegado el momento, qué se investigó en cada caso. Llegado el momento también haré entrega a la Comisión de las fotografías del caso Cayara.
- ¿Las fotografías del caso Cayara están en su poder? - Las fotografías formaban parte del "paneaux" fotográfico y estaban incluidas en el expediente, por lo cual era imposible que yo me las hubiera llevado.
Yo me llevé los negativos, afortunadamente, porque el expediente fue quemado durante un ataque terrorista al local de la Fiscalía de Cangallo. Por lo menos, esa es la versión oficial, aunque el general Salinas Sedó me refirió que el Ejército simuló el ataque para apoderarse del expediente.
- ¿Cómo fue sacado del Ministerio Público?
- Luego del cierre de mi oficina, retorné a Loreto, donde era Fiscal Superior Decano, y de donde había sido destacado a las zonas de emergencia. Al cabo de tres meses, fui cesado por una resolución que no indicaba motivo alguno. Inicié una acción de amparo contra dicha resolución y gané en primera instancia, cuando ya me encontraba en Estados Unidos; sin embargo, en segunda instancia me vi privado de defensa, ya que mi abogado, Augusto Zúñiga, recibió un sobre-bomba que casi lo mata, arrancándole un brazo y obligándolo a asilarse en Suecia. Mi caso se perdió en segunda instancia, aunque nunca fui notificado con dicha resolución.
- Luego, usted recibió amenazas de muerte y debió asilarse en Estados Unidos.
- Sí, y al tal punto que el general Salinas, al encontrarnos, me dijo que era una suerte que yo estuviera allí, porque el había esperado verme "en una estampita de derechos humanos". El día de la presentación en el programa de Hildebrandt, el senador Gustavo Mohme tuvo que proporcionarme la protección de su guardaespaldas. Diego García Sayán, en un gesto que siempre agradeceré, gestionó las visas para poder ingresar a los Estados Unidos, y Amnistía Internacional proporcionó los boletos de avión para mí y mi familia. La solicitud de asilo la hizo el doctor Marc van der Haut, sin cobrarme un sólo centavo, y yo entré a trabajar como operario en una fábrica de muebles y cortinas. No es cierto, como se afirma, que yo pasara a ser asesor de Americas Watch, o que gozara de prosperidad en el exilio.
- ¿Por qué el caso Cayara fue archivado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos?
- Una vez que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos denunció el caso ante la Corte, el gobierno de Fujimori y Montesinos solicitó ser notificado con documentos que, según ellos, habían sido presentados a último momento por Americas Watch. Ante este pedido, el caso regresó a la Comisión Interamericana, pero cuando ésta remitió nuevamente el caso a la Corte lo hizo a destiempo. Creo que en este caso hubo falta de integridad por parte de la Comisión y la Corte, aunque considero que el caso deberá ser reabierto por la Comisión de la Verdad; no porque sea mi investigación, sino por el hecho de tener más de medio centenar de desaparecidos, por los cuales nunca se hizo nada para averiguar su paradero. La Comisión de la Verdad tiene la tarea de aclarar donde están los cadáveres y de proporcionar, ahora sí, el nombre de todos los efectivos que intervinieron en los hechos, porque en aquella época sólo se conoció el nombre del general Valdivia.