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Latinoamérica


Entrevista con el Maestro Eugenio Múzquiz, periodista


Julio Pomar
Publicada en EXCELSIOR el sábado 8 de junio del 2002, en 1ª plana

El Día, mi gran aventura: Múzquiz

- Había un equipo formidable, evoca el maestro
- 'Antes se sudaba para una nota en 1ra. Plana'

Por su carácter, el maestro Eugenio Múzquiz nos recuerda más a un profesor de escuela que a un periodista --aunque ambas profesiones estén hermanadas por la comunicación que ejercen con la sociedad y por lo mal pagadas-- pero se trata de un hombre cuyo primer trabajo fue, precisamente, en un periódico, adhesión que ha mantenido fielmente toda su vida: siempre ha estado abrazado a la cruz de la parroquia periodística, desde ayudante de redacción ('así era como se empezaba entonces', dice no sin orgullo) y reportero, hasta jefe de redacción, editorialista, articulista y subdirector.

De hablar pausado y suave, absolutamente autodidacta, fue lector voraz de novelas desde los 12 años de edad. A los 15 años de edad comenzó en El Popular, como 'hueso', y a los 17 ya ponía en castellano los cables telegráficos que mandaban a la redacción corresponsales y enviados. Hace notar lo mucho que entonces se sudaba para que una nota propia fuera publicada en la primera plana:

'Antes no te firmaban las notas de inmediato, en cuanto empezabas en el oficio; había que hacer méritos. Era un estilo quizá más rígido, como para probar a la gente… Porque ahora a muchos reporteros que apenas se inician les empiezan a firmar desde el primer boletín que escriben y eso no se vale. Les firman hasta boletines mal escritos…'

El maestro Múzquiz accede a esta entrevista con EXCELSIOR sin dudarlo, sobre todo para rendir tributo de amistad a quienes, periodistas como él, lo apoyaron en el largo viaje de 62 años en el quehacer periodístico. Hablar con Múzquiz de los tiempos lejanos de su comienzo es como entrar a un mundo ignoto. Los nombres de entonces son ya tan ajenos para nosotros como los del siglo 19.

Regresa por un momento a sus primeros años de adolescente sin recursos. 'Mi madre, que era de Jalisco, tenía una bibliotequita corta pero muy selecta --correspondiente a la penuria en que mi familia vivía-- y 'me eché' todo lo que había allí. Mas todo lo que caía en mis manos lo leía sin orden ni concierto, pero algo y mucho, me quedaba siempre. A los 12 años yo ya leía sobre todo a los clásicos franceses: Víctor Hugo, Balzac, Zolá, Dumás, Julio Verne (un clásico de otro tipo) y naturalmente a los españoles, así como a los de otros países. Más tarde entré en contacto con la literatura mexicana y latinoamericana. Todavía más adelante, gracias a Ramírez y Ramírez, a Dorantes, a Malzárraga y a Pepe Alvarado, entre otros, pude sistematizar mis lecturas y frecuenté la teoría política y económica, lo que en conjunto me desarrolló una base muy sólida para ejercer el periodismo'.

'Huelga decirte que todo eso me sirvió mucho, me ayudó a tener soltura en el escribir y no escribí tan mal en un principio. Esa es una escuela muy dura para los que no tienen el antecedente de los estudios formales previos. Tener que dominar el lenguaje sin haberlo estudiado en clases. A mí, por eso, no se me dificultó la brega periodística, aunque sufrí a cada instante'.

'La primera fuente que cubrí fueron las cortes penales, que estaban en Lecumberri y sobre lo cual ha estado escribiendo interesantes reportajes Carlos Borbolla en EXCELSIOR. Allí reporteé procesos como el de Jacques Mornard, el asesino de Trotsky, y también el de Goyo Cárdenas, estrangulador de mujeres, que fue un caso casi único de regeneración en un penal, pues terminó haciéndose abogado autodidacta'.

No recuerda muchas anécdotas de sus tiempos iniciales. Dice que igual que con los chistes, muy pronto se le olvidan. 'Lo que nunca se me olvidará es que entonces hice muchos amigos'.

Recuerda: 'Estaba Moreno Irazabal de EXCELSIOR, y un muchacho llamado Lorenzo Yáñez que primero fue ayudante en la fuente policiaca y después se integró a EXCELSIOR, ya de planta. Yo iba por El Popular y me hice amigo del recientemente fallecido José Camacho Morales, que cubría penales por La Prensa y después sería jefe de prensa de Hacienda durante muchos años. En esta fuente también me hice amigo de Florencio Zamarripa, el matador del dueño del periódico para el cual trabajaba, Ignacio Herrerías, de Novedades'.

Zamarripa era dirigente sindical de Novedades y un día se enfrentó a grandes voces con Herrerías en medio de una revisión de contrato colectivo. Florencio se sintió amenazado por el empresario quien era muy violento, sacó la pistola y lo mató. Zamarripa fue a la cárcel varios años y después al parecer lo indultó el presidente López Mateos, antes de concluir su condena.

Anduvo Múzquiz dos años reporteando las policiacas. Luego lo pusieron a recorrer fuentes, como suplente de quienes descansaban, se enfermaban o se iban de gira. 'Me daba mucha flojera eso de no tener una fuente fija y no saber qué iba a hacer el día siguiente, pero me sirvió mucho. Conocí todas las fuentes y a muchos personajes de aquellos tiempos, y a profundidad, porque fue una etapa larga'.

Le digo que, en ese sentido, viene a ser una suerte de precursor de Eduardo Deschamps, quien en EXCELSIOR también hizo lo mismo. Ríe él y yo expreso: 'Ojalá no se moleste Deschamps por esta referencia'. Pero el andar cubriendo distintas fuentes todos los días durante dos años 'fue toda una experiencia, una escuela fantástica' que después le allanaría el camino a las jefaturas de redacción que ha desempeñado.

Me dice el maestro Múzquiz que no quiere dejar sin registro el dato de que cuando él llegó a El Popular era su director Alejandro Carrillo Marcor, pero a los 5 años de llegar él allí se fue a la campaña de Miguel Alemán en 1946 y después ocupó el cargo de secretario general del Departamento del DF. Lo sustituyó en El Popular Manuel Padrés y con éste se fue muriendo, 'digamos que de inanición periodística', hasta cerrarse hacia el fin del ruizcortinismo o principios de López Mateos. Carrillo en su momento había sustituido en la dirección del periódico a Vicente Lombardo Toledano.

'Posteriormente me mandaron a cubrir el Senado --continúa Múzquiz-- como fuente fija. De la total movilidad al sedentarismo total, imagínate. Lo hice todo el periodo de Miguel Alemán (1946-1952) y un par de años del de Ruiz Cortines (1952-1958), en total 8 años. Allí conocí y me hice amigo de López Mateos, de Díaz Ordaz y de Antonio Rocha, jurista muy ameritado que después fue gobernador de San Luis Potosí y procurador, y a gente muy valiosa que estaba en esa legislatura. También estaba Juan Manuel Elizondo, quien entró por el PRI pero se afilió al Partido Popular y ya fue el primer senador por el PP de Lombardo. Aquí lo más saliente fue la Ley Electoral de Miguel Alemán, entiendo que la primera que hubo, no sé si antes haya habido alguna, como ley electoral. Nada más que tenía muchas limitaciones, estaba hecha para favorecer al PRI. Y Elizondo dio una batalla de veras extraordinaria y logró que algunas cosas se modificaran en el sentido de dar mayor amplitud a las diversas fuerzas políticas, contra el monopolio total… En ese Senado hubo regularmente muchas leyes y discusiones, aunque sólo fuera entre miembros del PRI, pero muy interesantes. No todos los senadores eran destacados, la generalidad eran del montón, pero había un grupo de ellos con personalidad y no se dejaban arrollar así como así'.

¿Y después del Senado, adónde fue?, le pregunto.

'Fue en ese tiempo que ocurrió la campaña presidencial de 1952, en que contendieron Ruiz Cortines, Henríquez Guzmán, González Luna y Lombardo Toledano, además de Cándido Aguilar quien declinó a favor de la candidatura única, que no se logró, entre Henríquez y Lombardo. El Popular me envió a cubrir la de Lombardo. Pero después de la campaña regresé al Senado donde cubrí hasta dos años de empezado el periodo de Ruiz Cortines'.

Explica que hacia 1954 dejó El Popular. Fue cuando me invitó Federico Bracamontes, 'una de las personas más generosas que yo he conocido', a trabajar en un periodiquito que se llamaba 'Aquí', de futbol americano, pero que le dedicaba una pagina a información general, que es la que él hacía y dirigía. Un periódico que nació y creció en la rivalidad deportiva entre politécnicos y universitarios. Incluso la 'quema del puma' se hacía cada año ante el local del periódico, en Chimalpopoca, que es el mismo local que después tuvo y tiene El Diario de México, cuando se transformó a diario de información general.

Le pregunto: Me imagino que dejó El Popular porque en el Aquí le pagaban mejor…

Responde: 'No, porque en Aquí me pagaban… Es que Padrés era algo serio. Híjole, fue una etapa dura. Me casé en ese tiempo, fíjate, mantener a la familia y estando expuesto a ver si ahora pagaban la semana, pues se cobraba semanalmente, o nos decían que hasta la siguiente. Pero fue una etapa maravillosa… Mas la generosidad de Bracamontes la tuvo conmigo y con muchos más. Cuando Enrique Ramírez Y Ramírez se quedó fuera de la acción política (se había separado de Lombardo), Bracamontes le dio a dirigir un suplemento dominical del Diario de México sobre política. Y le dio espacio como editorialista y como articulista, a diario'.

--Pero cuénteme ¿quiénes más fueron sus compañeros en El Popular?

'Estaban Antonio Prieto, que entonces era secretario de redacción, y José Carbó, español refugiado de la Guerra Española, jefe de redacción. Te vas asombrar, por si no lo sabes, de quiénes eran los reporteros de El Popular. Eran Efraín Huerta, José Revueltas, Rodolfo Dorantes, Francisco Ramos Malzárraga, Germán Rossains, Filiberto Velásquez Trejo (quien después fue secretario y taquígrafo de Lombardo en la CTAL, le digo al maestro Múzquiz y él no me lo cree) y Vicente Fuentes Díaz, que quizás es el único que sobrevive de aquella gran camada. Pero imagínate el lujo de tener como reporteros a Efraín y a Revueltas. Y también estuvo un reporterazo, Ignacio León Bataille, que era hijo de Ana Sokoloff, la bailarina rusa-francesa y reporteó asuntos de tipo popular en vecindades, mercados, colonias, extraordinarios reportajes y campañas. Después se regresó a Paris y trabajó en la UNESCO hasta el fin de su vida, creo que como encargado de las cuestiones de prensa del organismo mundial. Pero Enrique Ramírez no fue reportero, sino editorialista, lo mismo que fue articulista de El Popular Octavio Paz, quien escribía una columna que se llamó 'La marea de los días'.

Conforme transcurre la entrevista, se acuerda Múzquiz de una anécdota 'muy simpática' ocurrida cuando era reportero del mismo El Popular: 'En esa etapa de suplencias, un día sustituí a Antonio Prieto, quien ya era jefe de redacción pero seguía cubriendo relaciones exteriores. Don Manuel Tello era el alto funcionario de la cancillería que convocó a la dizque conferencia de prensa a las 7 de la noche. Pero era sólo para entregar un boletín, entonces lo de dar conferencias de prensa era muy raro. Allá por las 9 y media de la noche nos recibió Tello y nos tenía un documento de una cuartilla. Ya lo repartió a todos y a mí, como suplente, me tocó ser el último. Todos cogieron su boletín y corrieron a sus redacciones. Yo hice lo mismo. Sin siquiera leerlo, ya era tardísimo, me fui a El Popular. Pero al llegar allí y empezar a escribir la nota, me di cuenta de que era una reclamación brutalmente grosera, insultante, del Departamento de Estado norteamericano al gobierno de México por alguna postura que había asumido el segundo; pero con un tono durísimamente altanero. Se lo llevé a Prieto, él a su vez se lo consultó a Padrés. Era 'la de 8' columnas, evidentemente, pero por prudencia se publicó sólo a 2 columnas en primera plana. Al otro día tenía sobre mí a los policías de Gobernación y a funcionarios de Relaciones: 'que cómo me había robado ese documento'. Lo que pasa es que Tello era muy dado al trago y de seguro no tuvo conciencia de los papeles que empuñaba; entonces empezó a repartir los boletines que cogió de su escritorio, no se dio cuenta que entre ellos iba ese documento y me lo entregó…'

-- Y el boletín no se refería a ese asunto…

'Para nada, para nada. El boletín era otra cosa muy distinta, ya ni me acuerdo de qué trataba, algo intrascendente. Los otros periódicos salieron con ese boletín…'

-- Caray, entonces Tello le dio a usted una exclusiva involuntaria… Era sobre algún asunto muy pesado…

'Y su lenguaje era como para no aceptarse, por eso fue el escándalo. Luego a Tello le expliqué cómo ocurrió y el asunto no pasó a mayores para mí…'

-- ¿No le dio disculpas Tello a Usted?

'No, simplemente aceptó mi explicación…'

Sobre la siguiente etapa de su vida periodística, el maestro Múzquiz relata que del Diario de México se fue 'a tomar parte en esa gran aventura que fue El Día. Algo que la gente olvida o ignora es que el núcleo central de esta empresa periodística fuimos Enrique Ramírez, Rodolfo Dorantes, Alberto Beltrán, Javier Romero y yo mismo. Estuvieron algunos otros que trabajaron antes en El Popular, como Juan Manuel Berlanga. En torno había un equipo formidable, muy homogéneo, cuyo papel fue asimismo de gran importancia. Fíjate que el primer gerente que tuvo El Día fue Eduardo Alonso Escárcega, cuyos últimos años fueron de líder y promotor del movimiento de los jubilados que hizo gran escándalo. Y tuvo una planta de reporteros muy sólida'.

-- Y aquí, maestro, ¿no se le ocurrió preguntarle a Enrique Ramírez si sí le iban a pagar puntualmente, no como Padrés en El Popular?

'No, naturalmente que no, pero en El Día jamás dejaron de pagar. Sólo me acuerdo que hubo una vez que el día fijado no pagaron, a los pocos meses de haber nacido el diario. Era gerente Eduardo Alonso. Entonces Enrique se molestó mucho y, te has de acordar, convocó a todos los de la redacción, de talleres, de distribución y de administración para darles una disculpa y prometió que al día siguiente estaría solventado el pago de la nómina. Cumplió y eso determinó la renuncia de Alonso'.

-- Pero usted se retiró también de El Día en cierto momento…

'Sí, efectivamente. Tras 12 años consideré conveniente retirarme para no perder la amistad con Ramírez y Ramírez y me fui a La Prensa. Volví 8 años después, ya fallecido Enrique Ramírez, sólo para presenciar el hundimiento de aquél estupendo proyecto en manos ineptas. De quienes ahora dirigen El Día sólo puedo decir que no han podido rescatarlo del desastre en que se los dejaron, de tal manera que ya es muy difícil conseguirlo. Sigo en La Prensa, como encargado de las páginas editoriales, articulista y editorialista, con el aprecio de mis compañeros, a muchos de los cuales vi empezar desde abajo'.

-- Pero no sólo ha hecho periodismo usted, maestro, en esos periódicos. Cuéntenos en qué otros…

'Sí, naturalmente, no me he olvidado. Fui colaborador de dos periódicos que dirigió y organizó Alberto Beltrán, quien acaba de fallecer tras una larga y muy fructífera vida como artista, grabador, muralista y promotor de la cultura popular de México. Ellos fueron Ai va el golpe y El Coyote Emplumado, ambos antes de que fundásemos El Día. Los dos fueron periódicos de combate, profusamente ilustrados por Alberto y escritos por mí y otros, como Javier Romero, el Güero Beltrán hijo y Alejandro Zenteno Sánchez, el último de los cuales también empezó en El Popular como ayudante de redacción o 'hueso'. El primero lo hicimos en las rodillas, sin más recursos que nuestras ganas de ir adelante y la maestría de Alberto, pero el segundo ya contó con el pleno apoyo del dirigente sindical Rafael Galván, y su organismo de trabajadores electricistas. En realidad, El Coyote Emplumado fue un suplemento del periódico Solidaridad del sindicato de Galván.

-- ¿A qué presidentes trató o fue amigo de ellos?

'Realmente los únicos que pude llamar amigos fueron López Mateos y Díaz Ordaz, a quienes había conocido en el Senado. Con Echeverría me pasó una cosa curiosa. Tuvimos ciertas fricciones porque yo no estaba convencido de que El Popular le hiciera propaganda al PRI y a mí me mandaron a cubrir el PRI. El era el oficial mayor y manejaba las cosas de prensa. Después hubo unas relaciones frías. Cuando él fue candidato fui a la campaña invitado por Martínez Domínguez, que era el presidente del PRI, estuve en 2 etapas de la campaña y nos tratamos muy bien. Ya estaba yo en El Día. Y después Jorge Coo, también de El Día, hizo un contacto entre él y varios periodistas. Echeverría nos invitó a cenar y ahí ya se hizo una amistad. Con López Portillo fue muy poca la relación. Con De la Madrid, lo visitamos ya por el Club Primera Plana para que apoyara los convenios de intercambio periodístico con tres países (la URSS, Rumania y China). Con los que siguieron ya no tuve trato, salvo en las reuniones con el Club.

-- Naturalmente, el Club Primera Plana ha sido parte importante de su vida, ¿no es así?

'Por supuesto. Es una institución a la que le guardo un gran cariño y a la que he entregado la parte de mi vida que la misma profesión me ha dejado a mí. En un periodo mis compañeros me eligieron presidente. Con gran orgullo y gusto escribí la historia del Club, en el libro que ya está publicado y que se titula, como sabes, 'Huellas en el tiempo'. Qué te puedo decir a ti, si tú mismo has vivido esta experiencia en tu tiempo, dentro del Club, como antes viviste la fundación de El Día, donde se iniciaron Leonardo Ramírez Pomar, tú y muchos más como reporteros y como periodistas profesionales…'

-- Así es, maestro Múzquiz. Pero a usted lo veo siempre, desde que lo conozco y trato, muy ligado a su familia.

'Es cierto. Mi familia es un factor fundamental de mi experiencia profesional. Laura, mi esposa, una mujer extraordinaria que me ha sabido comprender y apoyar. Estoy orgulloso de mis hijos, de mis nietos y ahora de un bisnieto, ¿cómo la ves?'

-- Qué bueno, maestro. Pero platíqueme de los amigos que ha tenido en EXCELSIOR.

'Siempre tuve entrañables amigos en EXCELSIOR, que ha sido una cepa de grandes periodistas. De los viejos, sin duda guardo el mejor recuerdo de Angel Viniegra, Felipe Moreno Irazábal, el maestro Castañares, José Manuel Jurado. Luego, más recientes, Durán de Huerta, Alejandro Ortiz Reza, Julio Scherer con quien reporteé en el Senado, y desde luego don Víctor Velarde, con quien me unió una entrañable amistad.

-- Es que los periodistas somos una cofradía que al final de cuentas siempre se acoge a la amistad…

'Pero no quiero terminar sin antes relatar una cosa que acaso no llegue a anécdota, pero que para los dos que la vivimos fue en ese tiempo un triunfo extraordinario, pues entonces los presidentes de la República eran absolutamente inabordables para los reporteros. Tú sabes que eso se empezó a romper apenas, y por cierto muy poco, con Echeverría, aunque ya con López Portillo fue un desastre de desorden y sinsentidos; proceso que con altibajos se continuó en los siguientes sexenios. Concluía el periodo alemanista y fue el presidente a inaugurar la autopista México-Cuernavaca, para entonces una verdadera notabilidad pues fue la primera vía de peaje que hubo en el país. Reporteábamos juntos el acto Alejandro Ortiz Reza y yo. En un momento de audacia, nos le subimos a la brava a la camioneta a Miguel Alemán, quien ante la intrepidez se allanó a una entrevista. Naturalmente, hizo un balance de su gestión de 6 años y nos habló sobre algunos problemas del momento. La entrevista no fue una bomba por lo que dijo, que no fue insustancial, sino porque casi por primera vez un Presidente se había dejado entrevistar inopinadamente por dos reporteros, sin preparación ni aviso previo de ninguna especie. Y para nosotros fue un anuncio del futuro, que ya estamos viviendo plenamente hoy, cuando se han reducido las rendiciones y los sometimientos de los periodistas hacia el poder, que hemos conquistado nosotros, no ha sido una gracia de los gobernantes y es una conducta que debe ser profundizada, aunque les pese a los poderosos o a sus sirvientes'.

Nota:
El martes 26 de abril de 2005, en la madrugada, dejó de existir el periodista Eugenio Múzquiz Orendáin, a la edad de 80 años, aquejado de irremediable enfermedad. Fue maestro de muchas generaciones de periodistas mexicanos. Hombre y militante de la izquierda mexicana. Nació el 2 de febrero de 1925 en la Ciudad de México. Descanse en paz.