Latinoamérica
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Entrevista a José Pepe Mujica, lider tupamaro y ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca
Antes pensaba que cambiando las relaciones de producción y las relaciones de propiedad, se cambiaba a la humanidad...
Si Brasil fracasa, nos arruinará a todos...
Asaltar el poder con los cañones de la inteligencia...
Primera Parte y Secunda Parte
Senador más votado del Uruguay, el ex guerrillero del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, José Pepe Mujica, en entrevista exclusiva, habla sobre los desafíos del nuevo gobierno uruguayo, apunta vicios históricos de la izquierda y defiende la importancia estratégica para América Latina del éxito del gobierno del presidente Lula.
Marco Aurélio Weissheimer
Carta Maior
http://agenciacartamaior.uol.com.br/
Traducción de Naila Freitas, Verso Traductores
José Pepe Mujica, 69 anos, es un hombre simple y extraordinario. Vive la vida con simplicidad. Nunca acumuló propiedades, títulos, ropas de marcas famosas, automóviles caros o zapatos italianos. Es extraordinario porque vivió situaciones extraordinarias y mantuvo la simplicidad. Siempre intentó acumular conocimiento y experiencia. Y sufrió mucho en la vida. Luchó mucho, y aún lucha, acertó, cometió errores, fue golpeado, vivió situaciones increíbles. Junto a otros dirigentes del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, pasó más de doce años preso en cuarteles uruguayos, durante la dictadura militar. Durante dos de esos doce años estuvo prácticamente enterrado vivo, en el fondo de un pozo. Él y sus compañeros, que fueron sometidos a esa tragedia, pasaron a ser conocidos como los "rehenes". Mujica sobrevivió a esa probación y hoy es uno de los líderes políticos más importantes del Uruguay. Más que eso, es una voz a ser oída, un ejemplo de vida digna y llena de coraje.
En el período en que estuvo preso en el fondo de un pozo, "donde el síntoma más evidente de vida eran siete pequeñas ranas, a las que alimentaba con migajas de pan", Mujica aprendió que las hormigas gritan. "Descubrí eso al colocarlas en el oído para entretenerme con algo". A pesar de la brutal condición a que él y sus compañeros fueron sometidos, no guarda rencor y dice haber aprendido con esa experiencia: "lo que voy decir puede parecer una monstruosidad, pero doy gracias a la vida por todo lo que viví; si yo no hubiese pasado por esos años y aprendido el oficio de galopar hacia dentro de mí mismo, habría perdido lo mejor de mí mismo. Me obligaron a remover mi suelo y eso me hizo mucho más socialista que antes", dijo Mujica en una entrevista concedida, hace un tiempo, al semanario Brecha.
Liberado en el otoño de 1984, Pepe Mujica y su compañera, Lucía Topolansky, que también estaba presa, se fueron a vivir a un pequeño terreno en los alrededores de Montevideo. Viven ahí hasta hoy, en una casa muy simple. Viven en una comunidad, junto a otras familias, plantando verduras, flores, frutas, uvas para vino, entre otras cosas. En 2004, fue el senador más votado de Uruguay. Entre el 15 de febrero y el 1° de marzo, fue la principal autoridad del país, presidiendo el Parlamento Nacional. A partir del día 1° de marzo, estará al frente del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Lucía fue reelecta diputada y, ahora, pasará a ser senadora, ocupando justamente el lugar de Mujica, que será ministro (en el sistema electoral uruguayo, el candidato puede aparecer tanto en las listas para diputados como para senadores). Siguen viviendo en la misma casa, con la misma simplicidad, sabiduría y disposición para luchar. Reciben a los periodistas cercados por sus animales. Entre sus
perros, Victoria y Manuela no se intimidan con las cámaras fotográficas, grabadores y cámaras de video, y participan de las entrevistas cuando la oportunidad se ofrece.
"No hay hombres imprescindibles"
Es difícil presentar a Mujica, sin omitir algún pasaje importante de su vida. En la misma entrevista, mencionada arriba, él se presentó de la siguiente manera: "Pepe Mujica es un veterano, un viejo que tiene unos cuantos años de cárcel, de tiros en el lomo, un tipo que se equivocó mucho, como toda su generación, y que trata, hasta donde puede, de ser coherente con lo que piensa, todos los días del año y todos los años de la vida. Y que se siente muy feliz, entre otras razones, por poder contribuir para representar a aquellos que no están y que deberían estar. Yo no estoy de acuerdo con Bertolt Brecht, porque no hay hombres imprescindibles, sino causas imprescindibles, caminos imprescindibles. La historia es una construcción tremendamente colectiva. Y en eso andamos, cada uno colocando su piedra. Aquellos que no cultivan la memoria, no desafían al poder".
En una larga entrevista exclusiva, concedida al equipo de la Agencia Carta Maior, en su lindo terreno, a poco más de treinta minutos de Montevideo, Pepe Mujica habló un poco sobre su vida, sobre los desafíos del gobierno de Tabaré Vázquez, apuntó algunos vicios históricos de la izquierda e hizo una advertencia sobre los rumbos del gobierno Lula: "si Brasil fracasa, eso nos arruinará a todos". A continuación, la primera parte de un testimonio histórico:
Agencia Carta Maior - Inicialmente, ¿cómo evalúa usted ese proceso político que condujo a la victoria del Frente Amplio en Uruguay?
Pepe Mujica - Bueno, es un proceso muy a nuestro estilo, el de un pequeño país que es la antítesis del país a que ustedes pertenecen. Ustedes crecen un Uruguay entero cada año. Nosotros somos un país bastante vegetativo, somos una esquina importante, pero una esquina. Tenemos dos partidos tradicionales (blancos y colorados) que hace más de cien años gobiernan este país y que son un fenómeno. Creo que son los más antiguos partidos que tenemos en Occidente, lo que nos muestra que al menos alguna habilidad tienen. Nuestra generación está en esta lucha hace no más que 30 o 40 años. Finalmente, llegamos, un poco convenciendo al pueblo, si bien que ellos también nos dieron una mano. Destrozaron mucho a este país. Hay un sector de opinión al que ganamos, pero hay otro que no votó. Aclaro esto porque es bueno tener una humildad de carácter estratégico frente a los compromisos que tenemos por delante.
Es muy importante haber vencido la elección, pero es más importante aún no fracasar, no frustrar a las personas y lograr resolver al menos parte de los problemas que tenemos. Uruguay, así de pequeño como es, también tiene sus tradiciones, su cultura. Siempre fue el país que mejor repartió, en América Latina; fue el país más equitativo, históricamente, en un continente injusto, el más injusto de los continentes. Este país tiene la característica de ser un país de clase media, que nos dio una manera de ser bastante liberal, no en el sentido económico, sino liberal en las relaciones humanas, a pesar de las diferencias. Pero hubo un período en que la crisis fue tan grande, pero tan grande, desde el punto de vista económico, que empezamos a perder algunas de esas características históricas y a sufrir una verdadera degradación de nuestra propia sociedad. No es que estemos más pobres. El problema es que estamos excluyendo a las personas.
CM - ¿La última crisis, que usted menciona, es la de 2000 hasta ahora?
PM - Sí, culminó en 2000, pero es un proceso que venía de antes. Durante la década de los 90, la economía creció, pero crecieron, también, el desempleo y la pobreza. Es decir, Uruguay fue perdiendo su característica de ser un país que repartía un poco mejor que otros.
CM - En ese contexto, ¿cómo se llegó al momento actual, particularmente al momento de la victoria de Tabaré Vázquez? La historia del Frente Amplio es muy rica, una historia con muchas sumas y con muchas deserciones. ¿Cómo ve usted ese trayecto, de más de 30 años, de la izquierda uruguaya?
PM - Es un trayecto posible dentro de la cultura uruguaya, no tiene que ver particularmente con la izquierda. Esa cultura creó una plataforma común, una manera de ser. La política, para nosotros, es una eterna negociación. Podemos caminar con diferencias, pero vamos negociando. Una de las características de la izquierda, en cualquier parte del mundo, es su tendencia a atomizarse. Cada organización de izquierda suele creer que posee la verdad revelada y que tiene que luchar contra las otras organizaciones. ¡Y eso es visto como una cuestión de principios, capaz de hacer correr la sangre! Entonces, para juntar a la gente de izquierda, es horrible, en cualquier parte del mundo. En Uruguay también tenemos esa dificultad. Pero nosotros tenemos esta cultura de la negociación. Estrictamente, en el sentido europeo de la palabra, el Partido Colorado y el Partido Blanco nunca fueron partidos, sino que siempre fueron frentes, siempre tuvieron enormes diferencias internas, pero aprendieron a
negociar entre ellos y, por eso, se mantuvieron en el gobierno durante tanto tiempo.
Eso nos lleva a sacar algunas conclusiones. Lo que es rígido, no dura. Son más fuertes las cañas que se inclinan. Nosotros tenemos una ley que ustedes no pueden entender. Hay que ser uruguayo para entender. Durante mucho tiempo, el Partido Nacional (blanco) y el Partido Colorado indicaban tres candidatos. Ellos peleaban entre sí, pero los votos de cada uno iban para el mismo partido. No se perdía ningún voto. Ellos se sumaban. Nosotros siempre criticamos esa práctica, pero después acabamos utilizándola. Estaban los comunistas, los socialistas y varias otras fuerzas. Se fue creando una cultura y una tradición de negociación y aprendimos a estar todos dentro. La práctica histórica demostró eso: aprendimos que la suma nos multiplicaba a todos. No se trataba sólo de una cuestión de suma aritmética. Todos crecíamos con esa suma, pues nos fuimos transformando en un polo de referencia. Hoy tenemos a muchos militantes que son hijos de padres que eran frentistas (militantes del Frente
Amplio). Entonces, aprendimos a convivir con nuestras disidencias: todos, antes que todo, eran frentistas. Este año, nos gusta este y vamos con este; otro año, vamos con aquel, pero siempre permaneciendo dentro del Frente. Eso es muy uruguayo. Es difícil, para quien mira desde fuera, entender ese proceso. Hay críticas, disidencias, todo eso, pero siempre estamos dentro. Desde el momento de la fundación del Frente Amplio hasta ahora, nunca dejamos de crecer.
CM - ¿Cuáles fueron sus sentimientos el día 15 de febrero, cuando asumió su cargo en el Senado y pasó frente a la guardia del Batallón Florida, donde estuvo preso?
PM - Para mí, esa es una lección de vida que debe ser transmitida a las nuevas generaciones, sobre todo para los momentos en que alguien puede sentirse derrotado. Pues la vida me golpeó, la vida me dio un esquinazo, todo eso. La vida tiene muchas cosas amargas, pero también ofrece revanchas. El problema es saber vivirla con continuidad y tener la capacidad de levantarse, cuando se ha caído. Nosotros tuvimos esa experiencia (de la prisión); no la buscamos, ni la planeamos, ocurrió de un modo que supera la imaginación de un novelista. Pero no vivimos para cultivar una memoria, mirando hacia atrás. Creo que el ser humano tiene que saber cicatrizar sus heridas y caminar en la perspectiva del futuro. Pues no podemos vivir esclavizados por las cuentas pendientes de la vida; si hacemos eso, no se vive el porvenir de la vida, no se vive lo que está por venir. Y la vida es siempre porvenir. Yo tengo una memoria y sus recuerdos. No puede ser de otra manera. Pero dejo una cosa bien clara: el
libro de mis cuentas pendientes, ese yo lo perdí. Y allá estaba yo, frente al Batallón Florida. ¿Pero qué restaba del Batallón Florida? La bandera, los trapos, los soldados marcando el pasado, talvez con hambre, cumpliendo su misión. ¿Y la gente que me llevó a prisión...? ¿de qué me voy a acordar? ¿De eso? No tiene ningún sentido. Es importante no olvidarse de nada, pero pienso que es necesario mirar hacia el mañana. No se vive de recuerdos. Y, como militante, es necesario recordar que las credenciales también envejecen y deben ser renovadas. Y cada coyuntura histórica exige que éstas sean renovadas. No hay ninguna garantía de nada. Por eso, es importante mirar el pasado, pero también es necesario perderle el respeto. Es necesario que hayan nuevos partos, que venga gente nueva.
CM - Usted habla del futuro. El futuro, aquí en Uruguay, es un problema, pues una gran parte de la juventud se ha ido del país. ¿Qué es posible decirle a la juventud que está ahí?
PM - Sí, ese es un problema dramático, es un problema de existencia. O logramos revertir esa situación o, entonces...No se puede tener un pequeño país fuerte y vacío. Van a entrar brasileños, van a entrar otros, esto será ocupado. No hay ningún problema, ya ocurrió más de una vez en la historia de Uruguay. También las naciones mueren, mi querido amigo. Hay muchos pueblos que desaparecieron de la vida de la tierra. Y ahora estamos en un baile, un baile desde el punto de vista estratégico. Necesitamos tener la inteligencia de superar nuestras pequeñeces y nuestro chauvinismo, o entonces no vamos a hacer nada.Estamos llegando demasiado tarde, perdimos demasiado tiempo, nos quitaron demasiadas cosas. La propiedad más valiosa es el talento. Y el problema no es que se hayan llevado a nuestra gente, sino que nos llevaron a la gente más valiosa. Gastamos una fortuna para darle formación a un científico, a un profesional, y ellos se van del país porque les pagan mejor allá afuera. Y en ese
vuelo, siempre perdemos. Así, tenemos un bueno desafío en este tiempo.
CM - ¿Y cómo ve usted este nuevo escenario de América Latina, con los nuevos gobiernos en Brasil, en Argentina, en Venezuela, en Uruguay...?
PM - Creo que tenemos una coyuntura más favorable, en la medida en que tenemos gobiernos más decentes, con una voluntad política de tratar de juntar nuestros recursos, de multiplicar nuestra infraestructura común, de elaborar una política energética común. No quiero meterme en la política brasileña, pero una de las cosas más interesantes de la apuesta de Lula es el prestigio internacional que viene acumulando. Eso me parece muy interesante. Brasil está obligado a hacer eso, obligado por sus dimensiones, por los recursos que tiene. Pero liderar significa tener responsabilidades. ¡Vea qué problema! Si Brasil fracasa, eso nos arruinará a todos. Por eso, tenemos la obligación de entender esa jugada. Argentina es un país formidable, pues estuvo destrozada y en dos años logró levantarse. No hay ningún país en América Latina que tenga el poder de reacción de la Argentina. Es una cosa espantosa.
CM - Usted hablaba, antes, del Uruguay como una esquina...
PM - Sí, la esquina es el Uruguay. El Uruguay es un país muy pequeño. ¿Por qué existe, entonces? Porque es un lugar importante. Las grandes potencias hicieron todo lo posible para explotar nuestras contradicciones, entre Uruguay, Argentina y Brasil. Inglaterra no quería que la costa atlántica quedara bajo el control de un sólo país. Y entonces explotaron nuestras contradicciones, como hicieron tantas otras veces en la historia de América Latina. Ahora, estamos intentándolo otra vez, en una otra etapa histórica, y Uruguay tiene su papel a jugar. Tenemos que juntarnos todos, grandes, pequeños, medianos, todos. Porque, del otro lado, el mundo va hacia el Asia. Y yo no sé lo que ocurrirá en los próximos años, pero estoy seguro de que necesitamos juntarnos.
Segunda Parte
Mujica: "Asaltar el poder con los cañones de la inteligencia"
El principal objetivo estratégico de la izquierda uruguaya y latinoamericana debe ser asaltar el poder con los cañones de la inteligencia y del conocimiento, defiende el senador y ministro José Pepe Mujica, en la segunda parte de la entrevista exclusiva a la Agencia Carta Maior.
Marco Aurélio Weissheimer
En la segunda parte de la entrevista exclusiva a la Agencia Carta Maior, el senador y ministro uruguayo, José Pepe Mujica, define aquel que cree ser el principal objetivo estratégico de la izquierda uruguaya y latinoamericana: asaltar el poder con los cañones de la inteligencia. Según el ex guerrillero tupamaro, "podremos andar en alpargatas, con las ropas remendadas, lo que queremos es meter cosas en la cabeza". "O hacemos eso, o fracasamos", resume. La verdadera prioridad, defiende Pepe Mujica, "es acumular cosas en la cabeza, principalmente en la cabeza de nuestros hijos, en nuestros países subdesarrollados". "Es preferible que vivan con ciertas dificultades materiales, pero que tengan ventaja en sus cabezas, ventaja de conocimientos".
El líder político uruguayo también identifica lo que considera ser una de las principales deficiencias de la izquierda actualmente: la pérdida de la dimensión estratégica de la disputa política. "No creo que se pueda crear una sociedad mejor con una población analfabeta o casi analfabeta, embrutecida en el terreno del conocimiento y de la vida. No se puede crear una sociedad mejor con un pueblo primitivo y bárbaro, embrutecido. En eso, estoy más cerca del viejo Marx que de Lenin. La izquierda tiene que resolver ese problema. La izquierda tiene la mala costumbre de crecer y perder de vista el pensamiento estratégico, sumergiéndose en movimientos tácticos, perdiendo la capacidad de pensar".
CM - En Brasil, sectores del PT decían, hasta hace muy poco tiempo, que el gobierno Lula estaba en disputa, particularmente en lo que respecta a su política económica. Ahora, casi nadie dice eso, después de la consolidación de la línea implementada por el Banco Central y por el Ministerio de la Hacienda. Aquí, en Uruguay, ya hay artículos en la prensa afirmando que el gobierno de Tabaré ya comienza en disputa. ¿Usted cree que este gobierno está en disputa?
PM - Es evidente que nosotros tenemos, dentro del gobierno, puntos de vista diferentes. Pero no se preocupen mucho. Nosotros somos un país financiable, Brasil no. Nuestros problemas económicos son graves por las dimensiones de Uruguay. Y son graves porque no hicimos nada, no incomodamos a nadie. Tenemos un problema de mercado. Tenemos una economía complementaria con la región, particularmente con Brasil. Nosotros no queremos entrar en Brasil. Si logramos hacer que nuestro mercado llegue un poco hasta São Paulo, ahí ya se acabó el Uruguay, ya comercializamos todo lo que tenemos. También tenemos que cambiar nuestra política. Solamente en intereses de la deuda, pagamos, por año, lo mismo que pagamos a los servidores públicos, más dos veces los gastos que tenemos con educación. Solamente para pagar los intereses. Eso es muchísimo. En realidad, no estamos pagando esa deuda. Nosotros fingimos que pagamos y ellos fingen que nos cobran. Y por ahí vamos. Aplicando números, negociando. Es
un teatro. Esa deuda es impagable. Uruguay, este año, exportó bien, llegó a 3,5 billones de dólares, un record.
Nuestra cuenta de intereses es de 700 millones de dólares por año. Pagamos más en intereses que en combustibles. Y estamos hablando solamente de los intereses, no de lo principal de la deuda. Entonces, estamos atados a eso. Y me veo viejo, gritando contra el Fondo Monetario Internacional. Pero eso no cambia. Uno grita, pero el Fondo sigue igual, está ahí. Lo que es necesario cambiar es nuestra postura. Porque a mí, nunca me colocaron un 45 en la cabeza, obligándome a pedir dinero prestado. El problema es que estamos educados para pedir prestado cuando enfrentamos dificultades. Y ellos, generosamente, nos prestan. No lograremos cambiar el mundo con gritos, lo que es necesario cambiar, en primer lugar, es nuestra conducta. El día en que aprendamos a vivir con lo que tenemos, estaremos libres. No tenemos que cambiar al Fondo, somos nosotros los que tenemos que cambiar.
Ahora, los problemas son a corto plazo y es imprescindible hacer algo ya. Nosotros llegamos al poder y tenemos que lidiar con esas restricciones fiscales, de presupuesto y todo lo demás, y acabamos transformándonos en badministradores de la crisis global del sistema. Yo sé que hay una tragedia ben eso, para nosotros que somos de izquierda. Yo lo sé bien. Es mucho lo que está en juego en Brasil, por ejemplo. Es toda nuestra suerte lo que está en juego. Estoy absolutamente consciente de eso.
CM - ¿Cómo piensa usted que las fuerzas conservadoras reaccionarán aquí, en Uruguay, frente al nuevo gobierno? A fin de cuentas, por primera vez en la historia del país, ellas están fuera del poder. Algunos editoriales de periódicos uruguayos ya presionan al gobierno a mantener la responsabilidad fiscal y la política económica actual, de un modo similar a lo que ocurrió en Brasil, al comienzo del gobierno Lula. ¿Cómo ve usted ese cuadro?
PM - Sí, el déficit fiscal y la inflación son fantasmas comunes que nos cercan por todos lados. Creo que la derecha más inteligente jugará un juego de tratar de fortalecer, en todos los sentidos, nuestras imágenes internas más suaves y racionales. En lugar de una oposición frontal, tratarán de posicionarse lateralmente. Nosotros podemos caer en ese juego y situarnos más a la derecha, dando origen a una nueva tecnocracia más moderna, lo que, desde el punto de vista esencial, sigue siendo lo mismo que se venía haciendo. Ese, creo, es el papel que será desempeñado por la derecha inteligente. Después está la derecha tonta, fascistoide, esa no jugará ningún papel, no hay espacio para ella. Uruguay es un país con una política muy fina, muy sutil.
CM - En su evaluación, ¿cuáles deben ser los principales objetivos estratégicos del gobierno de Tabaré Vázquez?
PM - El problema central que tenemos que resolver es el del trabajo, que es un factor de estabilidad fundamental. Si no resolvemos ese problema, fracasaremos. Al comienzo, vamos a organizar algunas operaciones de emergencia, lo que no deja de ser una medida un poco economicista, por las características del Uruguay. Si usted da alguna ayuda a quien no tiene qué comer, nuestra economía se moviliza desde abajo, porque es un país productor de alimentos. Pero eso tiene piernas cortas. Algunos creen que vamos a terminar con la miseria en dos años. Ningún país, jamás, ha logrado eso. Yo bajo la cabeza cuando escucho eso. Pero en la izquierda siempre hubo mucha gente así, ingenua. Lo que tenemos que priorizar es el problema del trabajo, utilizando todos los instrumentos que estén a nuestro alcance, aprovechando los mecanismos más heterodoxos que puedan existir. Nuestro problema es generar trabajo, pero trabajo auténtico, que genere algún valor, que tenga un mínimo de productividad. No se
trata de ponernos a abrir pozos, dando empleo a algunas personas para abrirlos y otras para cerrarlos.
CM - ¿Eso quiere decir que ustedes no piensan en políticas compensatorias, algo como dar ayuda en dinero a la población?
PM - No, nosotros creemos que es necesario pedir contrapartidas. Siempre es necesario pedir contrapartidas. Si no implementamos mecanismos que generen valor, estamos fritos. Uruguay pasa por una crisis brutal que exige eso. Tenemos que utilizar enormemente nuestra capacidad ociosa. Utilizar bien nuestros recursos no es un problema de honradez, es el único margen disponible que tenemos. Tenemos que movernos con los mismos recursos que tenemos hoy y generar valor y riqueza a través de ellos. Podemos tener a favor, en este proceso, un sistema compensatorio con la región, una política más decente con la región. Durante muchos años tuvimos una política de comercio superavitário con Brasil, antes de la desvalorización del real (al inicio del segundo gobierno Fernando Henrique Cardoso). Después, pasamos a comprar productos de Corea, de Japón. Así no es posible. Es necesario ser un poco más decente. El comercio es una guerra, pero creo que hay viento a favor para que tengamos una política
más articulada en la región. En caso contrario, no iremos a ninguna parte.
Por otro lado, creo que no es posible hacer transformaciones relativamente importantes antes de 15 o 20 años. Para eso, tenemos que conquistar el derecho a que las personas nos respalden. Hay muchas cosas que cambiar y estamos muy limitados. Necesitamos, también, cambios en el mundo. Es necesario tener la capacidad de resistir, esperando a que las cosas empiecen a cambiar a nivel mundial, lo que nadie sabe cuándo puede ocurrir. Vivimos en un mundo unipolar, lo que significa límites enormes. Los chinos, por ejemplo, no tienen prisa, ellos tienen mucha paciencia, siempre tuvieron. Necesitamos tener alguna alternativa. Cuando me referí a la política externa del gobierno Lula, que me parece muy correcta, de buscar una aproximación con la India, con China y con otros mercados, estaba diciendo que ese es uno de los caminos que debemos perseguir. Si no, estamos jodidos. Lo que más me asusta, en realidad, es la desventaja tecnológica que sufrimos. El recurso más inagotable que existe es la
inteligencia humana. La gran batalla que debemos enfrentar no es la batalla de la propiedad, sino de la propiedad de la inteligencia. Por eso también la importancia que tiene Brasil, por la estatura que tiene. Se trata de una batalla en el terreno de la universidad, en el terreno del conocimiento, en el terreno de la generación de conocimiento propio. Si no logramos libertarnos un poco en el terreno del conocimiento, estamos quebrados. Esa es la tragedia que vivimos.
CM - A partir del día 1° de marzo, usted pasa a ser ministro de la Ganadería, Agricultura y Pesca. ¿Por dónde piensa empezar?
PM - Ya empezamos hace mucho tiempo. Llegamos donde llegamos porque ya empezamos a pensar en eso hace bastante tiempo. Si Roma no viene a mí, tengo que ir a Roma. La izquierda llegó al gobierno porque entendió eso. Hace más de diez anos, comenzamos esa caminata, fuimos a conversar con los productores. Al principio, nos miraban como sapos de otro pozo, como extraterrestres. Ese trabajo fue muy costoso. Uruguay es un país ganadero. No se olviden que Uruguay tiene 3,2 millones de habitantes y 12 millones de vacas, y ahora estamos jodidos, tenemos también diez millones de ovejas. Ese es el país real. Tenemos dos mil empresas que son dueñas de la mitad del país. Son los tipos más patriotas del país, son los que tienen más patria, más cantidad de tierra. En parte, son ellos el poder real. Pero están perdiendo la tradición, ya no son lo que fueron. Entonces, ellos, en parte, también nos necesitan a nosotros. Están bajo amenaza de ser expropiados por las empresas mayores que vienen de
fuera, por las multinacionales que están comprando tierras, plantando árboles y todo lo demás. Entonces, creo que
ellos nos van a apoyar. Creo que ahí no reside el problema. Creo que tendremos problemas con el sistema financiero, con el sistema importador y, en parte, con el aparato policial y no con el aparato militar. En el interior rural, tenemos planes para seguir avanzando. Lo intentaremos, dentro de las leyes del sistema capitalista. Vamos a pedirles a los burgueses que trabajen, no que sean socialistas. Queremos que ellos trabajen, inviertan y se endeuden menos. No vamos pedirles lo que ellos no pueden dar. Hoy estamos hablando de eso.
No creo para nada en esa tesis sobre fin de la historia. Es el fin de mi generación, de mi tiempo. Pero yo también cambié mi modo de pensar. Antes pensaba que cambiando las relaciones de producción y las relaciones de propiedad, se cambiaba a la humanidad. Después de lo que pasó en este mundo, tenemos un problema que va más allá de la cuestión de clase, tenemos un problema con la civilización, que es otra historia. En cierta medida, soy más radical hoy de lo que era antes. Una vez estuve en una universidad en el bloque socialista y algunos estudiantes querían comprarme una camisa de nylon, una porquería insoportable de calor. Pero los estudiantes del polo soviético jamás habían visto una camisa de nylon y estaban deslumbrados con aquella porquería. Ellos se habían quedado con los mismos valores del sistema que decían combatir. Entonces, creo que el problema cultural, el problema del pensamiento, es mucho más importante. No hay ningún cambio en el terreno material si no hay cambio en
la cabeza. Y los cambios en la cabeza son los más costosos y difíciles. Es eso lo que pienso.
CM - ¿Cómo evalúa usted que será la relación del nuevo gobierno con la prensa uruguaya? ¿Usted cree que puede haber algún tipo de confrontación?
PM - La prensa en Uruguay está en manos, esencialmente, de la derecha. Desde el punto de vista empresarial, dependen mucho de los ingresos de propaganda del Estado. Ellos tienen sus problemas. No creo que vayan a complicar nuestra vida. La izquierda no tiene prensa. Tiene una prensa raquítica. Los grandes medios están en manos de la derecha. Desde ese punto de vista, talvez tengamos algunos dolores de cabeza. Tenemos algunos estudios sobre la posibilidad de redistribuir espacios en la televisión y la radio y utilizar algunos medios que ya pertenecen al Estado. Tenemos un canal de televisión que llega a todo el país, que está subutilizado y tiene un potencial importante. Ahí tenemos un campo de batalla. Lo más curioso es que la inmensa mayoría de los trabajadores de prensa son de izquierda y trabajan en los medios de la derecha. Es así. Creo que los medios de comunicación tienen cada vez más importancia y que ahí hay una batalla en el terreno de la opinión, que es cada vez más
decisiva. La izquierda no debe dar ventaja a la derecha en ese terreno pero, desgraciadamente, se preocupa muy poco con ese problema. En lugar de tener una radio potente, compramos un galpón, o algo de ese tipo.
CM - Una pregunta final, el gobierno brasileño ha venido implementando unapolítica externa que ha sido reconocida internacionalmente como algo nuevo. ¿Cómo ve usted la cuestión de la integración política, económica y cultural del continente?
PM - Creo que la cuestión cultural es fundamental. No debemos reducir la cultura a algunos espectáculos, programas de televisión, etc. Ese es el mercado de la cultura. La cultura es elaborar un pensamiento propio. Necesitamos de universidades comunes, de investigaciones comunes. Necesitamos especializarnos en algunas cosas. Nosotros tuvimos, recién, una batalla para sacar al rector de la universidad de ciencias y colocarlo como candidato a alcalde de Montevideo. Porque queremos asaltar el poder con los cañones de la inteligencia. En este país, podremos andar en alpargatas, con ropas remendadas, lo que queremos es meter cosas en la cabeza. O hacemos eso, o fracasamos. Vivimos en una sociedad consumista. Todo tiene la misma prioridad, que es consumir. Y la verdadera prioridad es acumular cosas en la cabeza, principalmente en la cabeza de nuestros hijos, en nuestros países subdesarrollados. Es preferible que vivan con ciertas dificultades materiales, pero que tengan ventaja en la
cabeza, ventaja de conocimiento.
Yo creo en el socialismo como una necesidad de carácter histórico, porque si no, el mundo se va a ir a la mierda. Pero no creo que se pueda crear una sociedad mejor, con una población analfabeta o casi analfabeta, embrutecida en el terreno del conocimiento y de la vida. No se puede crear una sociedad mejor con un pueblo primitivo y bárbaro, embrutecido. En eso estoy más cerca del viejo Marx que de Lenin. La izquierda tiene que resolver ese problema. La izquierda tiene la mala costumbre de crecer y perder de vista el pensamiento estratégico, sumergiéndose en movimientos tácticos, perdiendo la capacidad de pensar. Si vamos a tener sociedades idiotizadas por malos programas de televisión, donde el sujeto empieza a verlos a las tres de la tarde, sin ninguna capacidad crítica sobre lo que está viendo, estamos fritos. Estamos fritos. Ahí están los Estados Unidos, la sociedad más tonta que existe, que hace política con las mismas técnicas con que se vende pasta de dientes, que vende un
candidato a presidente del mismo modo como vende una camisa. Si eso es el progreso, Dios me libre de él.
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Correspondencia de Prensa