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Latinoam�rica


 

La Luna, c�lebre estaci�n de radio, determinante en la ca�da de Guti�rrez

Ecuador: la rebeli�n de los forajidos

Arturo Cano
La Jornada

Aunque est�n en la luna, los forajidos tumbaron a un presidente de la Rep�blica. No les bast�. Los forajidos tambi�n salvaron al presidente sustituto. La tarde del mi�rcoles pasado, mientras esta ciudad herv�a de piquetes ciudadanos que lo mismo recib�an gases que golpeaban diputados, en un peque�o estudio radiof�nico se recibi� la llamada de un importante personaje.
"Se�or Velasco -dijo la voz-, estoy aqu� atrapado en el s�tano del Ciespal, estoy pr�cticamente secuestrado y entiendo que no son forajidos."
La llamada pas� al aire. Los quite�os que sintonizan en FM la frecuencia de La Luna escucharon a un presidente desesperado. Son los forajidos, bautizados as� por el ex presidente Lucio Guti�rrez, y ahora orgullosos portadores del mote.
Francisco Paco Velasco recuerda el episodio mientras maneja rumbo al punto de reuni�n de unos miles de manifestantes que le exigen a la Organizaci�n de Estados Americanos (OEA) sacar las manos de Ecuador, y siguen exigiendo "que se vayan todos" los pol�ticos.
"Me dijo que hab�a llamado al Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas para que lo rescataran, pero que s�lo le hab�an enviado a un coronel Guerr�n", cuenta Velasco.
Al aire, el virtual presidente de la Rep�blica ped�a al director de una peque�a estaci�n regional que intercediera por �l. "�Qu� puede usted hacer, se�or Velasco?", le pregunt�.
Varios grupos de manifestantes ten�an bajo acoso el edificio sede del Ciespal, un centro de investigaciones de medios, donde Alfredo Palacio hab�a acudido a entrevistarse con la prensa.
Tras cinco horas de retenci�n, el cardi�logo Palacio pudo abandonar el lugar. La llamada le hab�a funcionado, igual que a miles de quite�os que usaron La Luna, y la siguen usando, como el correo de voz de la rebeli�n que ech� del poder a Lucio Guti�rrez.
La Luna abri� sus micr�fonos. En los ocho d�as de la revuelta contra Guti�rrez, centenares de personas llegaban a la peque�a estaci�n y hac�an colas de tres o m�s horas s�lo para tener un minuto ante los micr�fonos.
Otros usaban a la emisora como el veh�culo para informar sobre sus puntos de concentraci�n o sobre las acciones del gobierno del ex coronel, ahora refugiado en la embajada de Brasil.
El mi�rcoles pasado, La Luna fue el instrumento para reportar la llegada de centenares de veh�culos desde regiones apartadas del pa�s, repletos de ind�genas y campesinos que ven�an a la "contramarcha" organizada por el Ministerio de Bienestar Social del gobierno gutierrista.
Gracias a La Luna y a una red de correos electr�nicos y tel�fonos celulares, muchos de esos veh�culos no llegaron a sus destinos. Las entradas de Quito fueron taponadas por los forajidos y en varios puntos se vivieron enfrentamientos entre partidarios y enemigos del presidente.
En Cumbaya, por ejemplo, la clase media y la "burgues�a" bloquearon los caminos con sus autom�viles. "Salieron a parar a los ind�genas", afirma Kurikamac Yupanqui, tambi�n ind�gena y dirigente del partido Pachakutik-Nuevo Pa�s.
Naturalmente, las bater�as no s�lo se dirigieron contra las bases del gobierno. Las llamadas a La Luna alertaron a los forajidos sobre los preparativos en el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre. Decenas de personas ocuparon, en festivas coleadas, las pistas de aterrizaje. Lucio Guti�rrez tuvo que dar la vuelta en su helic�ptero y refugiarse en la embajada brasile�a, donde a�n permanece.
El d�a de los rumores
Este viernes es d�a de decepciones y rumores en Quito.
El pa�s sigue atentamente la reuni�n del consejo permanente de la OEA y se encabrita con la decisi�n de los embajadores de posponer el an�lisis del tema, y por tanto el reconocimiento del nuevo gobierno.
A los gritos contra los locales, en las calles, se suman los reclamos al organismo continental: "OEA, OEA, respeta mi bandera".
En Radio La Luna, por supuesto, hay un televisor con la CNN que transmite en vivo la sesi�n de la OEA, adem�s de muchos tel�fonos a los que llegan todos los rumores imaginables.
El primero, que Lucio Guti�rrez no ha aceptado el asilo.
Los que siguen amargan los rostros de los presentes: el hermano del presidente Guti�rrez se est� reuniendo con militares de mediano rango, un coronel Procel de la fuerza a�rea est� preparando un golpe de Estado, en el cuartel de Paracayacas se organiza todo.
Un empleado del aeropuerto, identificaciones al pecho, llega para informar que lo sacaron de su lugar de trabajo "porque van a militarizar". Pero Radio La Luna tiene tambi�n informantes dentro de las fuerzas de seguridad y pronto desestima la versi�n.
A las informaciones que proporciona la emisora, los ciudadanos responden con centenares de llamadas. Se van fijando los puntos de reuni�n.
Paco Velasco pide a la gente reunirse frente a la embajada estadunidense y frente a la oficina de la OEA, pero muy pronto da marcha atr�s. Le informan que la representaci�n diplom�tica estadunidense acaba de evacuar su sede. "No les demos pretextos", pide, y el lugar de reuni�n se cambia a una avenida que es lugar habitual de concentraci�n opositora, no sin que antes el periodista solicite a los manifestantes mandar unos besos a la embajadora estadunidense.
Los rumores rebasan a La Luna, corren por la ciudad capital y por todo el pa�s, al punto de que la c�pula de las fuerzas armadas debe salir a tranquilizar las cosas. El general Sol�n Espinoza, ministro de Defensa, afirma en conferencia de prensa que los rumores son cosa "de un grupo de personas" que buscan beneficiarse de la situaci�n. Los militares, por conducto del ministro, "reafirman su subordinaci�n" al poder civil.
Poco antes el presidente Palacio, a�n no reconocido por la comunidad internacional, ordena cambios en los mandos de las fuerzas armadas: salen as� los jefes que retiraron su apoyo a Lucio Guti�rrez, decisi�n que sell� su destino.
La OEA, el nuevo enemigo
Forajidos llam� un mal d�a Lucio Guti�rrez a sus opositores y ellos no tardaron en apropiarse del mote y multiplicarlo en todas las calles de esta ciudad.
Ahora, cuando llaman a La Luna, los ciudadanos dan su n�mero de c�dula de identidad, pero siempre anteponen la expresi�n: "Soy la forajida fulana de tal".
Entre los forajidos, claro, hay de todo, excepto pol�ticos. Por la exigencia de su p�blico, en las pasadas dos semanas La Luna no ha entrevistado legisladores ni dirigentes de partidos.
Algunos pol�ticos, claro, ni siquiera est�n interesados en hablar en la emisora tan latosa. En los d�as de las movilizaciones, un grupo de 40 gutierristas lleg� a la estaci�n armado de antorchas. "Quer�an quemarla", afirma uno de los empleados. La presencia de forajidos lo impidi�, pero no ha evitado que sigan las amenazas contra Velasco y su familia.
Camino de la manifestaci�n, por ello, Velasco lleva los acompa�antes que le perturban la vida desde hace tres semanas: un motociclista armado que le abre paso, una camioneta detr�s de la suya, y un guarura en su mismo veh�culo. "Es la primera vez que vivo as�", lamenta.
La molestia es menor si se contrasta, digamos, con la manera en que el periodista es recibido en la manifestaci�n de los forajidos: "�Paco, Paco!", le gritan las se�oras. "�Paco no se arredra, Paco no se arredra!", lo reciben los se�ores y los j�venes.
Poco antes, desde los micr�fonos de La Luna, Velasco lanza su duro verbo contra la OEA y se pitorrea particularmente de los embajadores de Per� y Colombia. "Claro, dice, c�mo no iban a defender a Lucio Guti�rrez, ese aliado incondicional del Plan Colombia."
Los manifestantes se concentran en la lluviosa tarde quite�a. Las frases escuchadas hace una hora en La Luna se han convertido ya en carteles y consignas. Por una tarde, los forajidos se olvidan de sus pol�ticos y les brota el esp�ritu soberanista. "OEA, qu� cosa tan fea", dice un cartel.
Pero los cantos m�s repetidos son dos y resumen el resentimiento hacia un presidente que lleg� al poder con el apoyo de todas las izquierdas y el poderoso movimiento ind�gena y termin� siendo el "mejor aliado", seg�n �l mismo, de Estados Unidos en la regi�n.
Son dos los c�nticos de los j�venes que cierran la noche de Quito: "No queremos/y no nos da la gana/ser una colonia norteamericana", es el primero. Y el otro: "S� queremos/y s� nos da la gana/ser una potencia latinoamericana".
Parece mentira pero no lo es: a�n no cae la noche cuando ya la luna llena se dibuja sobre los manifestantes. Lo dicho: los forajidos y la luna hacen buena pareja.

 

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