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Latinoamérica


 

La moral de Mister Haydn

Por Francisco del Carpio (*)

La esquizofrenia expuesta por Robert Louis Stevensonen "El extraño caso de Mr. Haydn y el Dr.

Jekyll" se retrata en nuestro país con hechos tan sencillos como la exigencia, por ejemplo, que el presidente de la república firme el TLC con EE.UU.
demandando esta misma gente, a la vez, que renuncie a la investidura; los grupos que reclaman esta medida son los que hoy usufructúan de una u otra forma los favores del gobierno de Alejandro Toledo. Mientras tanto, su ministro de Economía, de apellido polaco y de nacionalidad norteamericana, silva al techo y declara muy suelto de mandíbulas que, de ser postulado (él) a la presidencia de la república, "renunciaría al pasaporte norteamericano".
Mr. Kuczynsky no se hace problemas y Mr.
Haydnnunca estuvo mejor representado en escenario político y social alguno.
La doble moral debe ser tan antigua como la prostitución, pero la actual, nos la trajeron las leyendas caballerescas de finales de la Edad Media.
La leyenda de "Camelot", por ejemplo, es la historia de un adulterio: un cornudo rey de Inglaterra de nombre Arturo es traicionado por su esposa, la reina Güinevere (Genoveva o Ginebra) quien fue seducida por Láncelot, el mejor amigo de su marido.
Desde entonces, en Londres no ha cambiado nada, la moral inglesa sigue siendo la misma, beata de día y de noche gata. Lady "D" es un ejemplo moderno de esa conducta. Casada con el príncipe heredero del trono inglés, murió en un accidente automovilístico cuando correteaba por las pistas de la capital francesa en compañía de su amante, un millonario egipcio, mientras su esposo, el Príncipe de Gales, se divertía, de la misma manera con una "plebeya". Pese a todo, la casquivana princesa "D" es aún venerada por buena parte de la sociedad británica y el príncipe heredero aclamado junto a su amante.
Otro caso emblemático es la truculenta historia del rey Ricardo I (Corazón de León). Reinó en el periodo 1189-99 y cumplió sus ambiciones comandando la tercera Cruzada "contra los infieles" en el año de 1190, dejando desolación y muerte a su paso por "Tierra Santa". Ricardo arrasó las regiones del Acre, Arsuf y Jaffa y sus carnicerías se recuerdan aún en Palestina; sin embargo, estas aventuras son cantadas por los ingleses en la leyenda popular de Robin Hood y Wálter Scott las ha inmortalizado como "hazañas" en Ivanhoe. Para completar el cuento, el malo en ambas historias es "Juan sin Tierra" quien firmara la Carta Magna en 1215 que dio origen al Parlamento inglés.
Pero es con la acumulación primaria del capital, que la doble moral asienta definitivamente sus reales. La corona inglesa no tuvo rubor alguno en financiar las fechorías de filibusteros ingleses y holandeses para, con el producto del robo a los buques españoles en alta mar, la "Reina Virgen", doña Isabel Tudor (I), fundara el "Banco de Inglaterra" que luego generaría los capitales que inundaron el mundo para desgracia nuestra. La reina de Inglaterra, emulando a su padre (*), puso en subasta y en la picota su ternura y no hubo corsario que no se sintiera con derecho a sus caricias. Sin embargo, Isabel Tudor siguió virgen hasta su muerte, a pesar que piratas como Francis Drake patentaronsus favores y flirteos y los capitales ingleses comenzaron a fluir dando origen a la burguesía como clase social.
Desde entonces, la doble moral: una real y otra para la exportación, es el sello de este grupo humano sin credo sin patria y sin bandera.
En nuestro país esta clase o grupo social empezó a surgir con la firma de contratos como el suscrito con "La Grace" y subsiguientes, donde la razón fundamental para su firma, era entonces como ahora, las comisiones, coimas, cohechos, sobornos, etc.
La burguesía peruana es ociosa, parasitaria y nada emprendedora, no invierte lo que tiene, no arriesga, es sumisa y dependiente del gran capital extranjero; vive de los intereses que genera la plata que tiene depositada en bancos del Caribe, Wall Street o Suiza.
Nuestros burgueses amasaron sus fortunas, no solo con las comisiones obtenidas de los contratos sino, asaltando al Estado, lo hicieron en el Siglo XIX de la misma forma que los Prado, a costa del presupuesto destinado a comprar material de guerra, como lo hiciera Leguía en el siglo XX vendiendo Leticia o como lo han hecho los futuros burgueses, florecidos en la década fujimorista: robando.
La burguesía peruana se diferencia de otras porque ni siquiera tiene el ímpetu ni la ambición de la chilena, es pesetera, comisionista, dependiente y subempleada a sus patrones de Wisconsin, Atlanta o Nueva Jersey. Esa es la clase a la que pertenecen Dionisio Romero, el consejero electoral de Montesinos, Carlos Boloña, el ministro de Fujimori que gratificó a V. Montesinos con 15 millones de soles. A esta clase pertenece la familia Wiese, cuyo banco no duraría una semana sino fuera por el "salvataje" de 314 millones de dólares que le dio el Estado Peruano, tanto en tiempos del auge de "la mafia fujimontesinista" lo mismo que en los actuales tiempos de lucha contra "la mafia fujimontesinista" (**) contando con el socorro de la actual Fiscal de la Nación que ha legalizado el "salvataje".
Los burgueses peruanos son, además, malagradecidos. A pesar de los favores recibidos de este gobierno se han propuesto derrocar a Toledo, pretextando la falsificación de firmas, y utilizando a Rafael Rey, ese doncel pasado de años, arrogante y despectivo, cruzado fascistón o cruzadón fascista, al que nadie osa tocar ni con el pétalo de una rosa a pesar de La República, Querol, Higueras y el propio Montesinos. A este mancebo templario han encomendado la histórica misión de "tumbarse al cholo" como sea. El motivo fundamental de esta cruzada es que no soportan que un indio igualado ocupe el lugar "destinado" para ellos. Hay que escuchar detenidamente a Rafael Rey para sacar esta conclusión. No importa que "el indio igualado" les sirva de perfecto mandadero.

(*) Enrique VIII (**) Vale el galimatías.
(*) Tomado de Nuestra Bandera. N. 37