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Latinoamérica

Chile: policias y guardias municipales han quemado dos veces las casas de los niños de la calle


Los pirómanos de la caleta Bulnes


Javier Rebolledo

CIDETS

En los últimos meses, en la orilla del río Mapocho -Santiago de Chile- se libra una desproporcionada batalla. Policías y guardias municipales han sumado fuerzas para erradicar a los niños que habitan bajo el puente, a punta de incendios y golpes. Mientras se tramita una denuncia por el último incendio del hogar de los niños vagos, Carabineros realiza un sumario para establecer responsabilidades en los abusos y los menores denuncian la existencia de un 'grupo de choque' callejero dependiente de la municipalidad de Santiago.

Los niños dicen que llegaron los guardias de seguridad ciudadana de la municipalidad de Santiago, que preguntaban si alguno de ellos había asaltado a un hombre por ahí cerca.

-Nosotros les dijimos que no y ellos subieron y se fueron -recuerda M.B., que asegura haber estado esa tarde acostado fuera de 'El Ruco', la choza que los niños de la calle de La Caleta Bulnes construyeron debajo del puente, en una de las riberas del río Mapocho.

 Era el 3 de noviembre, cerca de las ocho de la noche. Una tarde normal en la parte más fea y olvidada de la céntrica comuna de Santiago. Una jornada de abandono cualquiera que reventó minutos más tarde, cuando dos carabineros de la Tercera Comisaría bajaron hacia el río. M.B. recuerda que uno de los policías le quitó de un tirón la bolsa de neoprén a uno de los niños que tenía al lado y que aspiraba el pegamento. El gesto no fue bondadoso: el policía luego le pegó una cachetada mientras el otro botaba de una patada la olla donde el resto cocinaba.

Los dos policías interrogaron a los niños:

-'¿Quién fue el que se robó un par de zapatillas?', preguntaron ellos. Nosotros les dijimos que ninguno lo había hecho. Entonces eligieron un grupo y nos subieron hasta la calle a punta de golpes -recuerda uno de los menores, que prefirió guardar su identidad por temor a represalias.

Arriba en la calle estaba la persona que denunciaba el robo de sus zapatillas. 'A mí me pusieron en la fila. El hombre dijo 'ninguno de ellos fue'. Ahí nos hicieron que bajáramos nuevamente -explica la menor de iniciales S.G., otra de los habitantes de la caleta.

Luego de la fallida 'rueda de reconocimiento', los menores cuentan que dos carabineros bajaron corriendo con un galón de bencina y rociaron la construcción de madera para luego prenderle fuego. Dentro de la casa se encontraba durmiendo un niño: Y.D.

-La casa empezó a arder. Uno de los niños entró corriendo y sacó al otro que estaba durmiendo. Volvió con él en brazos -cuenta S.G.

Según la menor, pasadas unas horas, los guardias de Seguridad Ciudadana de la Municipalidad de Santiago volvieron hasta la caleta y los golpearon: 'Me dejaron un brazo hinchado y todas las piernas moradas. Me dieron patadas con botas. Yo me cubrí la cara', dice.

A la mañana siguiente, llegó hasta la caleta personal de una de las ONG's que brinda apoyo a los menores. Encontraron la casa hecha cenizas y a los niños durmiendo en el suelo. Los colchones que les habían comprado también se quemaron.

-Sacamos fotos. Esta vez creímos que se habían pasado de la raya -explica Carlos Pérez, educador de Cidets, una de las ONG, que llevó la evidencia a las otras dos organizaciones que trabajan con los niños de la Caleta Bulnes: el Programa de Niños de la Calle del Hogar de Cristo, a cargo de la psicóloga Pamela Soto, y el Cosech. Al poco tiempo, las tres instituciones presentaron una denuncia por violencia policial innecesaria en el Quinto Juzgado del Crimen, denuncia que por estos días se encuentra diligenciando el Departamento Quinto de la Policía de

Investigaciones.

El episodio podría pasar como una más de las denuncias de maltratos que a diario se reciben en los juzgados. Con una salvedad: la quema de la choza está acreditada.

Seguidilla

No es primera vez que pasa. The

Clinic fue hasta las oficinas de Seguridad Ciudadana de la municipalidad de Santiago a consultar por el caso y ahí había una sorpresa: el departamento ya contaba en sus registros con una situación similar.

A las tres de la madrugada del 11 de noviembre pasado -es decir, días después del incendio denunciado- los funcionarios Walter Opitz y Carlos Peñailillo, ambos guardias de seguridad, consignaron en su hoja de ruta que 'dos dispositivos de Carabineros con patentes RP-177, Z-880 y Z-11745 de la 3ª comisaría de Santiago en conjunto con el vehículo XA-3975 conducido por Cristian Gambi, Supervisor de la empresa Marcos Procedén (que construye Costanera Sur) realizan la quema de parte de la caleta, por robo a material de fierro de la empresa'.

Según el testimonio de los guardias municipales, la quema se debió a que no se encontraron los fierros que Gambi denunciaba robados por los niños de la caleta Bulnes.

Los niños de la caleta también lo tienen en sus registros. Uno de ellos dice que esa noche Gambi estaba furioso debido a la pérdida de su material desde las obras, y que fue el mismo quién dio dinero a carabineros para que comprara la bencina con que quemaron la caleta. La 'diligencia' de la policía esa noche acabó sin detenidos.

Dos incendios. Policías quemando dos veces un refugio de niños vagos. Un bochorno de saldo.

Tanto que desde comienzos de este mes en la Tercera Comisaría de Carabineros se sigue un sumario con carácter de urgente para establecer qué está pasando entre los policías y los niños de la calle. El mayor Leonidas Venegas, a cargo de la unidad, explica a The Clinic:

-Es una denuncia grave. Carabineros de Chile tiene su forma de actuar, una doctrina de hacer las cosas, una legalidad. Quien transgrede esa forma de pensar, sentir y hacer las cosas recibe una sanción.

Una sanción que puede llegar a ser administrativa, agrega el jefe policial. O que puede terminar en un tribunal. Porque puede ser delito.

Grupo de choque

Sin embargo las denuncias de quemas de la caleta y de violencia física no recaen sólo sobre Carabineros. Los menores denuncian que los funcionarios de la Seguridad Ciudadana de Santiago mantienen un trato similar con ellos.

Mireya del Río, directora del Cosech, en octubre pasado envió una carta a la Dirección de Seguridad de Santiago, denunciando una situación que en ese entonces ya era insostenible:

-En ella constatamos que los días cuatro y cinco de octubre de 2004 varios niños llegaron mojados debido a que se vieron obligados a lanzarse al río. La guardia municipal los persiguió con fierros. Dos niños llegaron con golpes en los brazos y contusiones en la cara, ya que uno le dio un piedrazo a un niño en pleno rostro porque se negaba a bajar de un árbol -explica Del Río.

Los menores también denunciaron que la guardia municipal les quemó los colchones e intentaron romper la choza que habían levantado en conjunto con las ONG's. El educador del Hogar de Cristo Juan Carlos Latropp recuerda que los niños le contaron que en esa ocasión los guardias no pudieron romper la construcción. 'Nosotros le ayudamos a hacerla y había quedado muy firme', recuerda. Por ese motivo, los municipales habrían vuelto el fin de semana siguiente para quemarla. Previamente, la rociaron con bencina.

-Ese lunes siguiente, los niños estaban durmiendo afuera de las puertas de nuestra institución. Estaban todos negros con el humo, porque habían tratado de salvar algunas cosas. Ellos denunciaron que había sido el 'Grupo de Choque' de la municipalidad, un nombre con el que al parecer los mismos guardias se hacen llamar.

En la municipalidad dicen que el grupo no existe. Sin embargo, hay un grupo que coincide con las características que nombran tanto los menores como los educadores. Son parte de la Subdirección de Seguridad de la Municipalidad y dependen directamente de Agustín Elgarrista, director del Area de Fiscalización. Cuentan con cuatro jeeps negros, visten del mismo color y patrullan por las noches. Los menores les atribuyen una conducta especialmente violenta. En la propia municipalidad fue posible constatar que usan varillas metálicas y retráctiles entre sus elementos de disuasión. Un equipo abiertamente ilegal, ya que la ley les impide utilizar este tipo de armas.

-No estoy en conocimiento del caso, pero si así fuera no podrían hacerlo -señala el mayor Leonidas Venegas, de la 3ª Comisaría.

Las dudas no pudieron ser confrontadas con la versión policial. Para esta nota, resultó imposible comunicarse con Agustín Elgarrista. Tampoco saber si al interior del organismo se está haciendo un sumario ante las denuncias.

Apaleos en la APEC

Los menores no tienen la menor duda de que los guardias municipales usan varillas. Ellos denuncian que las han sentido y que son especialmente dolorosas y 'efectivas' al momento de sus detenciones. Carlos Pérez explica que este tipo de acciones de parte de las policías es uno de los principales motivos para que los niños de la caleta nunca hayan denunciado los maltratos. Sin embargo, el educador señala que con la quema del 3 de noviembre algo cambió:

-Ya no resisten la violencia policial. El aumento es real. Ha llegado a tal nivel que no sabemos a qué se debe.

Mireya del Río, de Cosech, también ha detectado el crecimiento de la violencia en contra de los menores de la caleta. No encuentra una explicación exclusiva.

-Es un hecho. Por ejemplo, con la APEC la policía los golpeaba todos los días. Yo no sé si es porque se ven feo en el lugar, por la carretera o por qué. Pero acá hay una política de erradicación muy clara. Ellos no quieren que estén ahí -dice Del Río.

Como parte de la denuncia realizada por los educadores ante los tribunales, uno de los niños de la caleta recuerda que en noviembre, al ver que se acercaba personal de Seguridad Ciudadana, se escondieron en unos tubos de unos treinta metros de largo, cerrados en el fondo, y que años atrás sirvieron como alcantarilla.

-Nos tiraron papeles con fuego. Salimos porque no podíamos respirar. Ahí nos enteramos que en esa ocasión nos pegaban debido a una supuesta encuesta ciudadana que decía que no nos querían ahí. Siempre nos dicen que somos lacra, que por eso nos pegan -señala.

Las bitácoras que mantienen las ONG's, más los archivos de Seguridad Ciudadana también confirman el aumento de la violencia. Sólo en los dos últimos meses están consiganadas tres quemas y con cuatro palizas a los menores.

Política coordinada

Para Carlos Pérez, las palizas son tan comunes como el trabajo coordinado que realizan las policías.

Recuerda que una tarde, meses atrás, caminaba junto a los niños en pleno Parque de los Reyes. Uno de ellos llevaba una radio que le constaba había sido un obsequio.

-Un guardia se acercó en una de sus motos de forma muy prepotente. Le preguntó que de adónde la había sacado. El niño le respondió 'seguro que la robé', molesto porque el hombre casi nos había lanzado la moto encima. Yo le dije que estaban conmigo y que la radio no era robada.

En ese momento el guardia se fue y en menos de un minuto llegaron carabineros en moto.

-Le tiraron la moto encima y le pellizcaron un pie con la rueda. Estaban convencidos de que la había robado y quería llevarlo detenido. Así, sin preguntar ni nada.

Carabineros confirma la coordinación con la municipalidad y la Prefectura de Menores. Pero niegan que exista una política de erradicación de los habitantes de la Caleta Bulnes.

En la Dirección de Seguridad Ciudadana de Santiago la coordinación no es más fluida. En la sede, ubicada en Arturo Prat 134, existen de hecho dos organismos: la Dirección de Seguridad e Información y el grupo del Departamento de Fiscalización. El primero es el de los guardias que usan los autos color azul y que dependen directamente del alcalde. Los otros, visten de rojo y también de negro. Sobre estos últimos caen las denuncias.

En la oficina de Arturo Prat hay distancia entre los dos grupos.

-Nosotros no tenemos que ver con lo que ellos hacen. Si ellos son peras nosotros somos manzanas -se defiende un funcionario de la dirección de Seguridad. Una manzana.