Latinoamérica
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Entrevista con Leonardo Boff (I)
"Quien controla el agua controla la vida, es decir el poder"
Sergio Ferrari
"Evitemos que el hombre repita el destino de los dinosaurios"
Si existe un desafío esencial del ser humano en la actual etapa histórica, es
salvar la "casa común", es decir la tierra. Eso significa, implícitamente,
liberar al hombre de un sistema que "paradójicamente, y esto es nuevo, ha creado
todos los mecanismos para su autodestrucción". Así lo define con la simpleza del
pedagogo y la claridad del militante, el teólogo brasilero Leonardo Boff, en
esta entrevista exclusiva, a un día del comienzo del Foro Alternativo Mundial
del Agua (Ginebra, 17 al 20 de marzo), donde el presente y futuro del
alter-mundialismo no quedan afuera.
P: Cada vez más el planeta se ve confrontado a una polarización creciente, casi
sin retorno...
R: Da la impresión que las fuerzas dominantes nos llevan a un caos sistémico. Lo
grave es que el sistema ha desarrollado el principio de la auto-destrucción. Eso
no existía antes en la humanidad.
P: Lo dice por las guerras... ¿o es algo más amplio?
R: Hay quienes bajo la hegemonía de la potencia militarista dominante, quieren
desarrollar una guerra infinita y para ello han montado una máquina de la
muerte. Pero son cobardes, porque lo hacen contra los débiles como Irak o
Afganistán. No lo pueden hacer contra China o Rusia porque eso sí sería el fin
cercano de la humanidad. De continuar el terror económico, que es la explotación
mundial de los recursos de la tierra - de los países periféricos que son la
mayoría- vamos irremediablemente hacia una gran crisis del sistema. Que no logra
hoy su hegemonía por medio de la persuasión y de los argumentos. Y por eso tiene
que usar la violencia, militar, política, religiosa, ideológica, de los medios
de comunicación, del cine, de la cultura, imponiendo su visión. Nos confrontamos
a una especie de *hamburguerización* de la cultura mundial, impulsada desde los
Estados Unidos y desde occidente. Espero que no sigamos el destino de los
dinosaurios, es decir que la especie humana pueda ser eliminada.
LAS FUERZAS DE ABAJO
P: A pesar de ese panorama preocupante, hay esfuerzos diferentes, de amplios
sectores de la humanidad que buscan alternativas...
R: Claro, ¡por suerte! Las fuerzas que vienen de abajo, que encuentran su caja
de resonancia por ejemplo en el Foro Social Mundial de Porto Alegre. Es la
sociedad civil mundial con sus movimientos y organizaciones, sectores
importantes de partidos, iglesias, ONG, que piensan en otro mundo. Que afirman
que no estamos condenados a esa mono cultura de la dominación impuesta por el
sistema vigente.
P: ¿Cómo interpretar todo esto?
R: Como un proceso. Es muy probable que nazca otro tipo de conciencia, primero,
y que se fortalezca con prácticas y redes de articulación de los que sueñan y
apuestan a utopías hasta plantear alternativas. Y este es el sentido de esta
gran ola en movimiento. Nosotros no tenemos la hegemonía. Pero el sistema
dominante tampoco la tiene. Hay una real crisis de hegemonía. Eso hace que este
momento histórico sea de crisis pero no de tragedia. Depende de nosotros
convertirlo en un salto cualitativo. Si no lo logramos, entonces sí será una
tragedia muy peligrosa. Retomo algo del pensamiento de Hegel en su filosofía de
la historia. El ser humano aprende de la historia que no aprende nada de la
historia. Aprende todo del sufrimiento. Todos estamos sufriendo mucho y ojalá
que este padecimiento no sea en vano. Que sea el dolor del parto de una nueva
forma de vida social planetaria.
P: La consigna de "otro mundo posible" identifica desde hace cinco años al Foro
Social Mundial . En tanto espacio altermundialista por excelencia, ¿cuáles son
las dinámicas o iniciativas a mejorar?
R: A mi juicio, el tiempo de sembrar y de soñar está transitando su camino. En
estos años hemos acumulado visiones, fortalecido redes. Y ahora pienso que hay
que comenzar a dar pasos en lo concreto. Sería importante llegar a dos o tres
puntos de convergencia mundial, y ponerse a presionar, y actuar y vivir ya una
alternativa. Si no lo hacemos corremos el riesgo de que los foros sean
encuentros muy interesantes, muy alegres, pero patinaremos sobre nosotros
mismos. El riesgo de contentarse con esto que es muy bello pero insuficiente.
Nos puede pasar como al Vaticano, cuando el Papa ve la plaza de San Pedro
totalmente llena y piensa que todos son católicos. Cuando en realidad una gran
parte son turistas que llegan con programas de agencias de viaje para ver al
Papa, no por fe sino por turismo. No se debe caer en ilusiones.
CONSENSOS MINIMOS, LUCHAS CONTUNDENTES
P: ¿ En qué y cómo "ser más concretos"?
R: Pienso en dos puntos donde se puede llegar a consensos. El primero, el agua.
Es uno de los aspectos clave de la humanidad. Sólo el 3 % de todo el agua es
potable y de ese porcentaje sólo el 0,7 % es accesible al consumo humano. Y de
ese mínimo, un 80 % va a la agroindustria y queda un escaso 20 % destinado a la
conservación de la vida, las plantas, los animales. Vamos hacia una gran crisis
del agua que va a ser peor que la de los alimentos. Porque sin agua una persona
en cinco días se deshidrata y muere. Alrededor del agua hay que promover un
pacto social mundial que no existe. Luchar de forma estrechamente articulada
contra la privatización. Hay una corrida frenética de las transnacionales hacia
la privatización, porque saben que quien controla el agua controla la vida y
quien controla la vida tiene el poder. Debemos impedir que el agua entre en el
mercado como un producto más. Debemos confrontar al Banco Mundial, al Fondo
Monetario Internacional, quienes piden la privatización de ese vital elemento
como condición para asignar créditos a los países más débiles. Tenemos que
imitar a los indígenas bolivianos que hicieron correr a las transnacionales
francesas.
P: El segundo punto?
R: Una enorme alianza contra la guerra. Atención, contra la guerra, no por la
paz. A su manera Bush y Pinochet también quieren un tipo de paz. Hay que
pronunciarse contra la violencia de la guerra como instrumento de *solución* de
conflictos y de *orden*. Imponer el diálogo diplomático a todo nivel; impulsarlo
en la familia, en las comunidades, entre Estados. Evitar la violencia que es uno
de los peores productos del patriarcado. Y entonces, promover el diálogo
incansable, el intercambio, todo eso que favorezca a la cooperación y a la
solidaridad, contra la competencia que es la lógica del sistema. Esos son dos
puntos donde todos podríamos estar a favor. Y ahí hay que militar. Hacer grandes
manifestaciones. Presionar a los Estados, a las empresas, a los cuarteles.
Denunciar todo lo que es militarismo. Abuchear a los militares donde aparecen.
Crear una nueva conciencia práctica de una humanidad que ensaya ya, en concreto,
pasos en dirección de un paradigma nuevo de civilización.