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Latinoamérica

Venezuela: los mitos de Petras

David L. Raby
Rebelión

Para mucha gente progresista en América Latina, James Petras es una referencia obligatoria. Una de las pocas figuras de izquierda en Estados Unidos a mantener siempre una posición digna, hace ya más de cuarenta años que Petras acompaña las luchas populares en la región. No hay causa justa que Petras no defienda, y sus críticas incómodas a muchos sectores de la izquierda "renovada" dan frecuentemente en el blanco.

Pero Petras también se equivoca, y precisamente por su prestigio es importante criticarlo. Fiel a sus raíces en la vieja tradición marxista, a veces no capta la nueva dinámica de las luchas populares y anti-imperialistas, y por querer ser más papista que el Papa, acaba por perder de vista la verdadera perspectiva revolucionaria en las condiciones específicas de nuestros días.

En septiembre de 2004, después del gran triunfo de Chávez en el referéndum revocatorio, Petras publicó un artículo en la página web de "Rebelión" con el título "El presidente Chávez y el referéndum: mitos y realidades" (03-09-2004,
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=4117). Atacando por igual a griegos y troyanos, hace una relación de siete "mitos" que pretende destruir, interpretaciones erróneas de la derecha pero también, según él, de la izquierda chavista. Vale la pena revisar estos "mitos" y los comentarios de Petras para ver si el autor no incurre en otros mitos de su propia creación.

"Mito No 1 - Chávez es un presidente impopular al que puede derrotar en un referéndum la oposición de derechas".

- Dice Petras que se trata de un mito creado por la propia derecha venezolana y norteamericana y los medios a su servicio, y hasta aquí tiene razón.

"Mito No 2 - Según los analistas [de] derechas, el elemento central del referéndum era la 'popularidad', el 'carisma' y el 'estilo autocrático' de Chávez".

- Dice Petras que en realidad, el referéndum se basó principalmente en una clara división de clase y de raza, y no en la figura de Chávez. Ahora bien, la división clasista y étnica es innegable y fundamental, pero tampoco se puede negar el papel crucial de Chávez, de su liderazgo y su carisma. La dialéctica Chávez-pueblo ha sido central en todo el proceso, y el mismo pueblo lo dice: si uno va a los cerros de Caracas o los pueblos del interior la gente insiste en que no confía en los burócratas o los políticos (incluso los de los partidos progresistas), sino en Chávez y en los militares revolucionarios. Dicen que responden a las propuestas y a las palabras de orden de Chávez, porque sienten que Chávez les da voz, que Chávez les interpreta, que Chávez los representa. Para la izquierda es duro aceptarlo, pero si no fuera por Chávez, no habría proceso revolucionario en el poder, habría una confusión de tendencias, una lucha fratricida de partidos izquierdistas, un movimiento popular fuerte pero dividido y frustrado, y la derecha estaría en el poder o estaría en óptimas condiciones para neutralizar y derrotar a un débil gobierno de viejos políticos de izquierda. Por supuesto que no se trata solo de la personalidad de Chávez, sino que él se ha agigantado por la fuerza del pueblo con el cual se ha identificado y que lo va nutriendo, pero el pueblo sabe que fue Chávez y el MBR-200 que le dió liderazgo cuando le faltaba (en 1992) y que ha sabido conducir el proceso con éxito por más de doce años desde entonces.

"Mito No 3 - Tanto en la derecha como en la izquierda se cree que los medios de comunicación de masas controlan el comportamiento masivo a la hora de votar, limitan las agendas políticas y conducen necesariamente a la victoria de la derecha y a la domesticación de la izquierda".

- Esto es cierto, y precisamente uno de los aspectos más impresionantes del proceso venezolano ha sido la capacidad demostrada por el pueblo, desde el primer triunfo electoral de Chávez en 1998, de derrotar la feroz campaña mediática en su contra. Pero el comentario de Petras en relación a este mito es que "Los resultados del referéndum demuestran que unas organizaciones de masas potentes organizadas en torno a luchas exitosas por las reformas sociales pueden creer una conciencia política y social en las masas que permita rechazar con facilidad la manipulación mediática". Aquí hay que señalar que las primeras derrotas de la manipulación mediática sucedieron en el '98-99 cuando no había ninguna lucha social exitosa sino la esperanza nacida del liderazgo de Chávez y del MBR-200/MVR, y que desde entonces las reformas exitosas - decretadas o impulsadas esencialmente por Chávez - han consolidado la fuerza y la unidad del movimiento popular que ha permitido la nueva derrota mediática en el referéndum. Pero nuevamente en la campaña del referéndum, la derrota de los medios se debió más que nada a la dialéctica Chávez-pueblo, manifestada en la intensa campaña de las UBE (Unidades de Batalla Electoral) organizadas por iniciativa popular desde la base pero en respuesta a un llamado público de Chávez, y a las incansables intervenciones discursivas del Presidente en la televisión y en asambleas populares por todo el país. Por supuesto que el pueblo se movilizó y votó para defender las conquistas revolucionarias (no solo las "reformas sociales" como dice Petras, sino el poder popular expresado en la democracia participativa y protagónica), pero el mecanismo de la movilización fue esa dialéctica del pueblo y del caudillo popular, que Petras no quiere reconocer. Esto además se confirma con la comparación negativa del caso brasileño, donde unas organizaciones sociales muy fuertes no han podido lograr las reformas sociales deseadas y han empezado a abandonar al gobierno en las urnas precisamente por la falta de liderazgo de Lula y del PT.

"Mito No 4 - Según muchos periodistas de izquierda, la victoria de Chávez refleja una nueva ola de nacionalismos populistas en América Latina".

- Aquí habría que discutir qué se entiende por "populismo", pero sin entrar en esa discusión teórica, lo que Petras quiere decir con esto es que muchos comentaristas ahora hablan de la formación de un bloque de gobiernos progresistas en América Latina (Cuba-Venezuela-Brasil-Argentina-Paraguay, y ahora Uruguay y Panamá) que empiezan a contestar las políticas de Washington y buscan consolidar una alternativa regional. Petras niega esta interpretación citando las concesiones de varios de estos gobiernos al capital multinacional, el envío de soldados brasileños a Haití, y el hecho de que "los restantes países andinos" (Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia) proponen privatizar las compañías petroleras públicas, apoyan el ALCA y el Plan Colombia y pagan religiosamente la deuda externa; y afirma que "el Frente Amplio de Uruguay propone seguir las políticas neoliberales de Brasil". Finalmente afirma que "hay un bloque de regímenes neoliberales opuesto a Chávez" y que sus principales aliados son los movimientos sociales de masas y Cuba.

- Aquí de nuevo la visión de Petras es demasiado simplista. Primero, los países andinos citados son precisamente los que siguen siendo vasallos de Washington y que no apoyan ninguna tendencia alternativa. En cuanto a Brasil, desde luego su política es decepcionante, pero al mismo tiempo ofrece un apoyo diplomático y táctico nada despreciable al gobierno bolivariano, e incluso un apoyo material importante (por ejemplo con el suministro de gasolina a Venezuela durante el paro patronal). Tampoco se puede despreciar la creciente alianza comercial de Argentina con Venezuela y su aceptación de la propuesta venezolana de crear una empresa petrolera regional ("Petrosur" o "Petroamérica"). Es una verdad de perogrullo que el apoyo más consecuente a cualquier gobierno revolucionario vendrá de los movimientos sociales y de Cuba, pero afortunadamente las alianzas coyunturales de Venezuela no se limitan a eso. Los gobiernos de Brasil, Argentina, Uruguay etc. son apenas reformistas y portanto incoherentes, pero no se les puede calificar sencillamente de "neoliberales" ni se puede negar que representan una tendencia - todavía frágil, pero real - de oposición a los planes del Imperio.

"Mito No 5 - La derrota en el referéndum ha sido una derrota táctica importante del imperialismo estadounidense y de sus vasallos locales".

- Petras niega esto citando las declaraciones posteriores de Chávez favorables a la inversión extranjera y los acuerdos con compañías petroleras norteamericanas para la explotación del petróleo y gas del Orinoco: "La euforia de la izquierda le impide ver las oscilaciones del discurso de Chávez y del modelo heterodoxo de asistencia social y de políticas económicas neoliberales que practica constantemente" - y afirma que "Chávez está más cerca del 'New Deal' de Franklin D. Roosevelt que de la revolución socialista de Castro".

- Aquí dan ganas de preguntar al amigo Petras si no tiene ninguna comprensión de las concesiones tácticas necesarias en los procesos revolucionarios, mayormente en las condiciones del mundo unipolar de nuestros días. Es evidente que Castro no comparte el criterio de Petras, sino no estaría ofreciendo el apoyo total que da a Venezuela, el diálogo personal constante con Chávez ni el acuerdo bilateral excepcional que acaban de firmar los dos países.

- Petras cae en el mismo error de los grandes medios norteamericanos cuando hablan del "asistencialismo" de Chávez, y no ven (o no quieren reconocer) que la esencia de las Misiones, más que una mera asistencia social (ya de por sí radicalmente anti-neoliberal en su escala e impacto), es el empoderamiento de los pobres, la organización popular en la base para que el pueblo tome en sus manos el control de la salud, la educación, la vivienda, la economía local y toda la vida comunitaria.

"Mito No 6 - Ni la derecha ni la izquierda han sabido reconocer las diferentes tácticas empleadas, de una parte, por un Washington dominado por la ideología y, de otra parte, por un Wall Street pragmático".

- Es cierto que Wall Street, y también las multinacionales europeas y japonesas, etc., han reconocido que es perfectamente posible seguir haciendo negocios con Venezuela. Pero igualmente lo hacen con Cuba. Lo importante es que los negocios con el capital internacional ya no se hacen de acuerdo con las reglas del FMI ni del ALCA sino en bases establecidas por Venezuela, protegiendo la soberanía del país y el modelo de desarrollo endógeno. Todavía falta mucho que hacer y hay muchos sectores de la economía donde el proyecto bolivariano hasta ahora no se ha implementado, pero la orientación está clara. Por eso no le gusta a Washington, ni tampoco les gusta mucho a los inversionistas de Wall Street, pero éstos son efectivamente pragmáticos y se adaptan a hacer negocios en las condiciones disponibles.

"Mito No 7 - El principal impulso de la actual fase de la revolución de Chávez es una cruzada moral contra la corrupción gubernamental y contra un sistema judicial altamente politizado y alineado con la desacreditada oposición política".

- Efectivamente son dos aspectos (pero no los únicos) de la fase actual de la revolución. Pero dice Petras que las campañas anticorrupción "están asociadas generalmente con las políticas de clases medias destinadas a crear una 'unidad nacional', y tienden a debilitar la solidaridad de clase...[y] tampoco suscitan mucho interés entre los pobres de Venezuela o de otros lugares".

- Pues en otro contexto esto puede ser cierto, pero no en el marco de un profundo proceso de transformación popular. No se trata, como sugiere Petras, de un moralismo pequeño-burgués sino de un problema muy real y fundamental después de cuarenta años de puntofijismo; y el combate a la corrupción sí suscita el interés del pueblo pobre de Venezuela en este momento, que lo menciona frecuentemente y con mucha indignación.

- En otra parte de su comentario sobre este "mito", afirma Petras que "La creencia de la izquierda de que las organizaciones de base movilizadas para el referéndum se convertirán necesariamente en la base de una 'nueva democracia popular' tienen poco fundamento si atendemos al pasado reciente (movilizaciones similares tuvieron lugar antes del fallido golpe de estado y durante el lock-out de los ejecutivos)....Además, el objetivo de los líderes políticos chavistas son las próximas elecciones parlamentarias, no la creación de formas alternativas de gobernancia".

- Pero primero, las organizaciones de base no se limitan a movilizaciones en momentos críticos, aunque desde luego son más activos en esas coyunturas. Las Unidades de Batalla Electoral creadas para el referéndum se están convirtiendo en Unidades de Batalla Endógena, y los Comités de Tierra Urbana, Comités de Agua, Consejos de Planificación Local, etc. se mantienen y forman parte fundamental de toda la estrategia de Chávez.

- Segundo, es cierto que muchos políticos del MVR y de otros partidos de la mayoría piensan en términos electorales y oportunistas, y esto sigue siendo un defecto grave del proceso. Pero esto no es la estrategia de Chávez ni del núcleo duro del chavismo, sobre todo los militares más comprometidos y los cuadros civiles surgidos del MBR-200, que sí buscan por todos los medios fortalecer la democracia participativa y el poder popular.

En su Conclusión, dice Petras que "Si los precios del petroleo caen, será preciso tomar importantes decisiones: decisiones de clase".

- No: esas decisiones ya están en buena parte tomadas, y los precios del petroleo (y otros factores coyunturales) solo pueden influir en las decisiones tácticas en cuanto al momento y la manera de implementarlas.

- En el fondo lo que Petras no entiende es que toda la estrategia económica chavista es radicalmente anti-neoliberal y que además tiene implicaciones anti-capitalistas a largo plazo. Con la recuperación del control de PDVSA, la decisión de parar la privatización de la industria eléctrica que estaba en camino cuando Chávez llegó al poder, la enorme inversión en infraestructura (ferrocarriles, metro en varias ciudades, renovación de puertos), el control de cambios, la reforma agraria y los proyectos de "desarrollo endógeno", el gobierno bolivariano está fortaleciendo el control estatal sobre la economía y sentando las bases de una alternativa popular de gran interés para América Latina y el mundo. Todavía es temprano para decir si se va a llamar socialista, y además sigue abierto el debate sobre qué es el socialismo hoy (después de la caída del bloque soviético), pero llama la atención que en su discurso de clausura del Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas por la Defensa de la Humanidad realizada en Caracas (y en el cual tuve el gran honor de participar), el 5 de diciembre pasado, Chávez dijo que había que reevaluar y reivindicar el socialismo.