Internacional
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Después de servir en el ejército de EE.UU. en Irak, Aiden Delgado
informa a la opinión estadounidense sobre el embrutecimiento y el colapso
generalizado del orden moral entre los militares de su país
Nuevas revelaciones sobre el racismo en las fuerzas armadas de EE.UU.
Aiden Delgado y Paul Rockwell
Black Commentator
Traducido por Germán Leyens
Aiden Delgado, reservista del ejército en la 320 compañía de la Policía
Militar, sirvió en Irak del 1 de abril de 2003 hasta el 1 de abril de 2004.
Después de pasar seis meses en Nasiriyah en el sur de Irak, estuvo seis meses
ayudando a hacer funcionar la prisión Abu Ghraib en las afueras de Bagdad, de
tan infausta memoria.
El mecánico de 23 años presenció crímenes de guerra generalizados, casi diarios,
de EE.UU. en Irak. Su historia contiene nuevas revelaciones sobre la continua
brutalidad en Abu Ghraib, información no mencionada por los medios nacionales.
Encontré a Delgado por primera vez en una sala de clases en Acalanes High School
en Lafayette, California, donde hizo una presentación con dispositivas sobre las
atrocidades que él mismo observó en el sur y el norte de Irak. Delgado reconoció
que los militares de EE.UU. hicieron algunas cosas buenas en Irak. "Depusimos a
Sadam, construimos algunas escuelas y hospitales", dijo. Pero concentró su
testimonio en la ruptura del orden moral dentro de las fuerzas armadas de EE.UU.,
un modelo de violencia y terror que excede los límites de lo que es legal y
moralmente permisible en tiempos de guerra.
Delgado dice que observó la mutilación de muertos, fotos como trofeos de
iraquíes muertos, redadas masivas de no-combatientes inocentes, la colocación de
prisioneros en la línea de fuego – todas violaciones de las convenciones de
Ginebra. Sus propios compinches – hombres decentes, cristianos, como los
describe – dispararon sobre prisioneros desarmados.
En una clase gubernamental para adultos mayores, Delgado presentó imágenes
gráficas, sus propias fotos de un soldado jugando con un cráneo, los restos
calcinados de niños, niños acribillados de balas, un soldado de su unidad
vaciando el cerebro de un prisionero. Algunos estudiantes, como yo, se
impresionaron, y miraron a otro lado. Otros se secaban lágrimas de los ojos.
Pero al final del período de preguntas, muchos expresaron su aprecio porque se
había hablado de un tema que es casi un tabú. "Si tienes suficiente edad para ir
a la guerra", dijo Delgado, "tienes edad suficiente para saber lo que sucede en
realidad".
Sólo en casos muy excepcionales los estudiantes estadounidenses, que se dedican
a los juegos vídeo más que al béisbol, se ven expuestos a las realidades de la
ocupación. Delgado no usa nombres. Tampoco quiere denigrar a soldados o
debilitar la moral. Quiere ser una conciencia para los militares, y quiere que
los estadounidenses se hagan cargo de la guerra con toda su trágica totalidad.
Aiden Delgado no creció en Estados Unidos. Su padre fue diplomático de EE.UU.
Aiden vivió en Tailandia y en Senegal, África Occidental. Pasó siete años en El
Cairo, Egipto, donde aprendió a hablar árabe con fluidez y desarrolló un
profundo aprecio por la cultura árabe.
El 11 de septiembre de 2001, ignorando por completo los aciagos eventos del día.
Delgado se alistó en el ejército, esperando servir dos días al mes en la
Reserva. Cuando encendió la televisión se dio cuenta instantáneamente de que
todo su mundo había cambiado.
Después de sumarse al ejército, Delgado comenzó a leer los Sutras. Se hizo
budista, vegetariano, y finalmente llegó a ser objetor de conciencia. Delgado
fue dado de baja honorablemente cuando volvió a casa. Delgado obtuvo cuatro
medallas de servicio que, dice, son condecoraciones estándar. Provocó críticas
del ejército cuando comenzó a expresarse abiertamente sobre la conducta militar
en Irak. Don Schwartz, portavoz del ejército en Washington, D.C., dijo que
Delgado debería haber informado sobre cualquier desmán al personal del ejército.
"Debiera haber informado en primer lugar a su jefe, su comandante. Es el modo
normal como funciona la cadena de comando".
Cuando entrevisté hace poco a Delgado, expresó su profundo amor por su país,
pero también insistió en que el racismo – un importante ímpetu para la violencia
en la historia de EE.UU. – impulsa a la ocupación, infectando toda la operación
militar en Irak.
El testimonio de Delgado tiende a confirmar el mensaje de Chris Hedges, el
corresponsal de guerra de New York Times que escribió antes de la
invasión de Irak: "La guerra forma su propia cultura. Deforma la memoria,
corrompe el lenguaje, e infecta todo lo que la rodea… La guerra saca a la luz la
capacidad de hacer el mal que amenaza cerca de la superficie dentro de todos
nosotros. Incluso cuando la guerra da un sentido a vidas estériles, también
impulsa a asesinos y racistas".
Ésta es la historia de Aiden Delgado:
P: ¿Cuándo comenzaste a volverte contra los militares y la guerra?
DELGADO: Desde el momento mismo en que llegué a Irak. Comencé las horribles
vetas del racismo entre nuestros soldados – sentimientos antiárabes,
antimusulmanes.
P: ¿Puede darnos algunos ejemplos?:
DELGADO: Había un sargento mayor. Un sargento mayor es uno de los grados más
altos del personal conscripto. Azotó a un grupo de niños iraquíes con la antena
de acero de un Humvee. Los azotó sólo porque se aglomeraron, molestándolo, y se
cansó de hablar. Otra vez, un marine, un soldado de primera clase –un tipo
grande de más de 1,80 m. –le puso la bota sobre el pecho a un niño, cuando se le
acercó y le pidió un agua. El sargento primero dijo: "No es necesario, soldado".
Y eso fue todo. Conducir un Humvee y romper botellas sobre las cabezas de
iraquíes era cosa acostumbrada para los muchachos de mi unidad. Y son muchachos
a los que yo consideraba mis amigos. Y les dije: "¿Qué diablos estáis haciendo?
¿Qué lográis con eso?" Uno respondió: "Odio tener que estar aquí. Odio verlos.
Odio estar rodeado por todos estos hajjis".
P: ¿Se refieren a los iraquíes como "hajjis"?
DELGADO: "Hajji" es el nuevo insulto, el nuevo insulto étnico para árabes y
musulmanes. Es utilizado ampliamente entre los militares. La palabra árabe se
refiere al que ha ido en un peregrinaje a Meca. Pero es utilizada entre los
militares con el mismo tipo de connotación que "gook", "Charlie" o la palabra
que comienza con n. Documentos oficiales del ejército la utilizan ahora para
referirse a iraquíes o árabes. Es harto común. Había realmente un aura densa de
racismo.
P: ¿Hubo algunos incidentes de importancia aparte de insultos raciales y
violencia ocasional contra civiles?
DELGADO: La última misión que dirigí en el sur antes de que fuéramos reubicados
en el norte fue extraña. Me dijeron que condujera hacia el desierto, fuera de la
carretera. Cuando llegamos allí, encontramos a kuwaitíes excavando una inmensa
fosa común (de la era de Sadam). Ingenieros kuwaitíes querían identificar y
repatriar los restos. Era un asunto solemne. Yo estaba con el sargento primero.
Dijo: "Dame ese cráneo. Quiero tener el cráneo en mis manos". Tomó el cráneo,
lanzándolo en su dirección. Luego se volvió hacia mí y dijo: "Sácame una foto".
Fue tomada mientras estaba junto a una fosa común. El tiempo que pasé en Irak me
pareció muy surrealista, sombrío. Me fue duro ver que mi propia unidad realizaba
brutalidades. Había vivido en Medio Oriente. Tenía amigos egipcios. Pasé casi
una década en El Cairo. Hablaba árabe, y tenía conocimientos de cultura árabe y
de las vestimentas árabes. La mayoría de los muchachos en mi unidad estaban casi
todo el tiempo en un estado de choque cultural. Veían a los iraquíes como
enemigos. Vivían en un estado de miedo. En general descubrí que los iraquíes
eran enormemente amistosos. Una vez iba caminando por Nasiriyah con los brazos
llenos de dinero, nadires que eran cambiados por dólares. Pude caminar 300
metros hacia mi convoy – un soldado de EE.UU. caminando solo con dinero. Y
pensé: Estoy más seguro aquí en Irak que en EE.UU. Nunca me sentí amenazado por
la gente en el sur.
P: ¿Qué ocurrió cuando se fueron al norte, antes de que llegaran a Abu Ghraib?
DELGADO: Éramos una compañía de Policía Militar. Dábamos apoyo en combate,
seguíamos detrás de las unidades para tomar y detener prisioneros. Yo era
mecánico. Reparaba Humvees. Seguíamos a la Tercera división de infantería. Era
muy mecanizada, con muchos tanques y vehículos de reconocimiento. Podíamos
seguir su camino gracias a todos los vehículos calcinados y la devastación que
dejaban detrás. La Tercera aniquiló bastante a las fuerzas iraquíes. Los
iraquíes no poseían gran cosa en cuanto a fuerzas armadas organizadas. Tenían
vehículos civiles, y resistieron con bastante valor, considerando que los
superábamos considerablemente. La Tercera de Infantería los masacró en masa.
Tomamos tantos prisioneros, que no podíamos transportarlos a todos. Numerosos
civiles fueron atrapados en el fuego cruzado.
P: ¿Cómo mataban a los civiles?
DELGADO: Era práctica común establecer bloques de ruta. La Tercera de Infantería
bloqueaba una ruta. Antes del asalto, los civiles huían en pánico de la ciudad.
Cuando se nos acercaban, alguien gritaba "¡Alto, alto!". En inglés. Por cierto,
no comprendían. Sus coches eran volados usando cañones, o aplastados por
tanques. El asesinato de no combatientes en los puntos de control ocurría como
cosa de rutina, no sólo en el caso de la Tercera de Infantería, sino con la
Primera de Marines. Y sigue ocurriendo actualmente. Si miró MSNBC la
semana pasada, vio que excavaron a un padre y la madre y sus seis niños.
Recibíamos constantemente informes de vehículos que fueron destruidos (con gente
adentro) en los puntos de control.
P: Su unidad, la Policía Militar 320, estuvo estacionada en Abu Ghraib durante
seis meses. ¿Quiénes eran los prisioneros en Abu Ghraib? ¿De dónde provenían?
¿Tiene alguna información nueva que no haya sido presentada en los medios?
DELGADO: Había entre 4.000 y 6.000 prisioneros en Abu Ghraib. Trabajé con
numerosos oficiales, así que pude ver la documentación. Descubrí que muchos
prisioneros estaban encarcelados sin haber cometido ningún crimen. No eran
insurgentes. Algunos estaban ahí por pequeños robos o embriaguez. Pero la
mayoría – más de un sesenta por ciento – no estaba encarcelada por crímenes
cometidos contra la coalición.
P: ¿Cómo ocurrió que fueran encarcelados tantos no-combatientes?
DELGADO: Cada vez que nuestra base era atacada, enviábamos equipos a hacer
redadas de todos los hombres entre los 17 y los 50 años. Eran redadas al azar.
La documentación para sacarlos de prisión tomaba entre seis meses y un año.
Adentro era un infierno. Muchísimos civiles completamente inocentes estaban en
las prisiones sin motivo. Suena totalmente escandaloso. Pero mire el Informe del
Departamento de Defensa de 2005, en la parte en la que habla de los prisioneros.
P: Cuando usted llegó a Abu Ghraib, ¿qué vio, más allá de lo que todos hemos
conocido sobre el escándalo en las noticias? ¿Y cómo lo afectó a usted?
DELGADO: Me comenzaba a desilusionar. Esperaba brutalidad de parte del enemigo.
Era un hecho. Pero ver brutalidad de nuestro propio lado, fue algo que me fue
realmente duro. Fue duro ver cómo el ejército caía tanto en mi estima. Los
prisioneros estaban afuera, en carpas, 60 a 80 presos por carpa. Llovía mucho.
Los detenidos vivían en el lodo. Afuera hacía un frío helado, y los prisioneros
no tenían ropa de invierno. Nuestros soldados vivían adentro, en celdas, con
cuatro paredes que nos protegían del bombardeo. La Policía Militar utilizaba el
frío para controlar a los prisioneros. Si se producía una infracción, los
detenidos eran sacados de sus carpas. Luego, les confiscaban las mantas. Después
incluso les quitaban la vestimenta. Casi desnudos, en ropa interior, los
prisioneros de guerra se apretujaban en una plataforma afuera para darse calor.
Había abarrotamiento y casi todos tenían tuberculosis. Dieciocho miembros de
nuestra unidad, que trabajaban de cerca con los prisioneros, también se
contagiaron con tuberculosis. La comida estaba putrefacta y a los presos les dio
disentería. Las condiciones insalubres, los desperdicios y la suciedad por todas
partes, el abarrotamiento en el tiempo frío, provocaban enfermedades,
condiciones epidémicas, pandémicas. La actitud de los guardas era brutal. Para
ellos los iraquíes eran la escoria de la sociedad. Los detenidos eran golpeados
hasta casi morir.
P: ¿Murieron algunos detenidos?
DELGADO: Murieron más de 50 prisioneros.
P: ¿Qué ocurrió?
DELGADO: Los enemigos alrededor de Bagdad bombardeaban nuestra base a diestro y
siniestro. Bajo las Convenciones de Ginebra, una fuerza ocupante no puede
colocar a personas protegidas en áreas expuestas a los peligros de la guerra.
Más de 50 detenidos fueron muertos porque estaban alojados afuera en carpas,
directamente en la línea de fuego, sin protección, sin sitio para poder escapar.
Estaban encerrados con alambradas de púas. Estaban atrapados y tenían que
quedarse sentados con la esperanza de sobrevivir. Sé como era porque una sola
granada de mortero destruía toda una línea de neumáticos de los Humvees, toda
una línea de parabrisas. Es por eso que pensé en los daños, porque yo era el
mecánico que tenía que reemplazar los parabrisas. Así que los bombardeos con
morteros mataron e hirieron a muchos prisioneros.
P: ¿Por lo tanto, sus comandantes mantuvieron a sabiendas a sus prisioneros en
la línea de fuego? ¿Cuántos soldados de EE.UU. murieron durante los bombardeos?
DELGADO: Hubo dos soldados estadounidenses muertos durante mi estadía.
P: ¿Hubo algún otro incidente?
DELGADO: El peor incidente que vi fue a fines de noviembre. Los prisioneros
protestaban todas las noches por sus condiciones de vida. Protestaban por el
frío, la falta de vestimenta, la comida podrida que causaba disentería. Y
querían cigarrillos. Desgarraban ropa, hacían pancartas y letreros. Una
manifestación se intensificó y llegó a ser difícil de controlar. Los prisioneros
recogieron piedras, trozos de madera, y los lanzaron contra los guardas. Uno de
mis compañeros fue alcanzado en la cara. Le sangró la nariz. Pero no fue herido.
Los guardas pidieron permiso para usar fuerza letal. Lo recibieron. Abrieron
fuego contra los prisioneros con las ametralladoras. Hirieron a doce y mataron a
tres. Lo sé porque hablé con el tipo que los mató. Me mostró esas horribles
fotografías, y fanfarroneó sobre los resultados. "Oh", dijo, "A éste le disparé
en la cara. Ves, tiene la cabeza partida en dos". Hablaba como si fuera
Terminator. "A éste la disparé en la ingle, tardó tres días en desangrarse hasta
morir". Me espantó. Era el tipo más simpático que se podía soñar. Era un hombre
de familia, un tipo cortés de verdad, un cristiano devoto. Me horroricé y le
dije: "Le disparaste a un hombre desarmado que estaba detrás de alambrada de
púas por haber lanzado una piedra". Dijo: "Bueno, me arrodillé. Dije una
oración, me levanté, y los maté a tiros a todos". Existía una desconexión total
entre lo que había hecho y su propia moralidad.
P: Los comandantes permitieron el uso de fuerza letal contra detenidos
desarmados. ¿Cuál fue su reacción ante la carnicería?
DELGADO: Nuestro comandante tomó las horribles fotos y las fijó en el cuartel.
Fue algo grande, macho, que nuestra compañía hubiese matado más prisioneros que
ninguna otra unidad.
P: ¿Cuándo sucedió todo esto?
DELGADO: El 24 de noviembre. El evento fue mencionado efectivamente en el
Informe Taguba, bajo Protocol Golden Spike. Y hay más. Antes que nuestra
compañía transportara los cuerpos, los soldados se detuvieron y posaron con los
cadáveres y los mutilaron más todavía. Tengo fotos del tipo que estaba ahí, mi
amigo. Tengo una foto de un miembro de mi unidad, vaciando el cerebro de un
prisionero con una MRE (cuchara para las comidas listas para comer). Había
cuatro personas mirando, dos tomando fotografías. Si se acuerda de las cosas de
Abu Ghraib que aparecieron en CNN, este tipo de asunto era común. Se ve a
tipos posando con cadáveres, o jugando con cadáveres. Era algo común donde los
militares, porque los muchachos pensaban que los árabes son terroristas, la
escoria de la sociedad. Cualquiera cosa que les hagamos está bien.
P: Que yo sepa ningún comandante ha sido responsabilizado por los eventos en Abu
Ghraib. Su historia implica a comandantes en la brutalidad permanente. En una de
sus presentaciones usted dijo: "Nuestro comando sabía definitivamente que se
estaba disparando a los prisioneros. Pusieron las fotos en sus cuarteles. Sabían
todo sobre las palizas a los prisioneros". ¿Trataron de impedir sus comandantes
que la información llegara al público?
DELGADO: Después que el escándalo de Abu Ghraib estallara en CNN y en la
televisión, llegaron los comandantes y nos dijeron: "Somos todos una familia en
este sitio. No lavamos nuestra ropa sucia en público. Esta noticia no necesita
salir en CNN. Nadie necesita saber de esto". Fue una especie de orden
mordaza informal.
P: Usted se alistó de buena fe en la Reserva del ejército. Ahora usted es
objetor de conciencia. Una vez que estuvo en la Reserva del ejército, ¿cómo se
convirtió en objetor de conciencia?
DELGADO: Después del entrenamiento avanzado, tomé en serio el budismo. Leí
traducciones de los Sutras. Me hice vegetariano. Después, cuando conocía
personalmente a prisioneros iraquíes, vi la gente que supuestamente eran
nuestros enemigos. No sentí ningún odio hacia ellos. Eran muchachos jóvenes,
pobres, sin educación, igual que nosotros. Tuvieron que combatirnos. Y nuestros
muchachos, igual, tuvieron que combatirlos. Y dije: "¿Qué estoy haciendo aquí,
combatiendo a gente pobre?" Fui a ver a mi comandante, le entregué mi rifle, y
dije: "Mire, me quedaré en Irak. Terminaré mi período como mecánico. Haré mi
trabajo, pero no voy a matar a nadie".
P: A pesar de todo usted sirvió todo su período en Irak. ¿Cómo reaccionó su
comando ante su pedido de ser considerado objetor de conciencia?
DELGADO: En cuanto los informé, se mostraron hostiles. Primero me quitaron mis
placas duras, balísticas, que iban dentro de mi chaleco. Dijeron: "Usted no va a
combatir, así que no necesitará blindaje personal".
P: Las placas lo protegían contra balas y morteros. Son necesarias para la
seguridad, ¿verdad? ¿Usted seguía siendo vulnerable?
DELGADO: Sí, lo era. También me quitaron mi licencia para ir a casa, diciendo:
"Usted no volverá". Supuestamente me iban a promover, pero dijeron que no me
podían ascender. El comando probó muchas cosas para hacer que me retractara. Me
hicieron el vacío. Pero mientras más me hacían, más obstinado me volvía. Les
causé problemas. No me afeitaba. Amenazaba con involucrar a mi congresista.
Llamé a organizaciones budistas y a la ACLU [Unión por las Libertades Cívicas].
Terminaron por ceder.
P: Quisiera echar una mirada a sus observaciones. Su informe no se concentra en
uno o dos individuos malos. Esencialmente, usted describe la brutalidad de un
grupo, una pérdida colectiva de circunspección, un colapso generalizado del
orden moral dentro de las fuerzas armadas. Estoy seguro de que su compañero
cristiano, un típico joven estadounidense, jamás dispararía contra una persona
desarmada en su vida privada. El teólogo Reinhold Niebuhr nos dice que, con la
sanción del estado, impulsados por el nacionalismo, individuos decentes se
convierten en asesinos y torturadores en grupo. Usted atribuye el colapso de la
circunspección al racismo. ¿Cuándo comenzó el proceso de deshumanización de los
árabes? ¿Influyó el entrenamiento básico en la conciencia de nuestros soldados?
DELGADO: Fui a Fort Knox para el entrenamiento básico. Se sabía que era más duro
que en otras bases. El entrenamiento era agotador mentalmente, y ya había un
cierto sentimiento antiárabe.
P: ¿Cómo ser?
DELGADO: Al principio, recuerdo algunos cantos del ejército. Cantábamos en
cadencia. Y los cantos tenían temas antiárabes. Como quemar turbantes, matar a
cabezas de trapo, matar a los talibán.
P: ¿Qué decían los cantos?
DELGADO: Fue hace tres años. No recuerdo las palabras exactas, pero el
sentimiento era quemar turbantes y matar cabezas de trapo. Era la fraseología.
Nuestros sargentos de instrucción nos daban charlas de motivación para aumentar
nuestro espíritu combativo. El tema era la necesidad de vengarnos, de ir a Medio
Oriente a combatir a los árabes.
P: ¿Todo eso fue incluso antes de ir a Irak?
DELGADO: Sí. Mi propio comandante gozaba de triste fama por sus discursos
antiárabes. Incluso antes de que se nos enviara a Medio Oriente, dijo: "Bueno,
no vayan a decirles a los medios que van para allá a matar a algunos cabezas de
trapo y a quemar algunos turbantes". Todos se rieron, y él se rió con ellos.
Recuerdo que estaba ahí, en formación, habiendo crecido en Egipto. Y yo pensaba:
"Oh, Dios mío, esto va a ser un desastre. Nuestro comandante tiene esa actitud
antiárabe incluso antes de que vayamos". El comandante nos daba conferencias
sobre el Islam. Dijo que los musulmanes abogaban por una guerra santa contra
nosotros, que el Islam promueve la guerra perpetua. Yo había estado rodeado por
musulmanes durante una década, expuesto a su cultura. Él se equivoca.
P: En los años ochenta, los militares de EE.UU. hicieron numerosas reformas. Se
cree en general que el racismo en las fuerzas armadas es algo del pasado.
DELGADO: Tengo dos respuestas. Primero: ¿hemos superado el racismo en el sentido
de que negros y blancos están unidos en el odio contra los árabes? Eso no es un
progreso. Segundo, tuvimos un incidente en nuestra unidad con un especialista
negro. Era un tipo simpático, verdaderamente popular en la unidad. No fue una
pelea física, pero fue una disputa porque el veía a una muchacha blanca, tenía
una relación con una muchacha blanca. Dos blancos tomaron una soga, hicieron un
lazo, colocaron una soga de verdugo sobre su cama. Descubrió quién había sido y
fue donde su sargento negro. Fueron a ver al representante de igualdad de
oportunidades. El tema fue sofocado efectivamente.
P: Después de su dura prueba, ¿cómo se siente respecto a su país, y qué espera
del pueblo estadounidense?
DELGADO: Todavía amo a mi país. Amo la idea de EE.UU. Pero me desilusioné. Ahora
quiero que la gente estadounidense sepa en qué se está metiendo cuando dicen que
apoyan la guerra en Irak. Y quiero que los estadounidenses reconozcan las
connotaciones racistas de la ocupación y comprendan los costes humanos de la
guerra.
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Paul Rockwell es un columnista de In Motion Magazine. Su correo es:
rockyspad@earthlink.net
Título original: New Revelations about Racism in the Military
Enlace original:
http://www.zmag.org/content/showarticle.cfm?SectionID=30&ItemID=7667
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