Internacional
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Bush lanza nueva ofensiva por petróleo en el Ártico
Katherine Stapp
Una delegación de legisladores y funcionarios estadounidenses marchó tiritando por la helada tundra costera de Alaska para evaluar un proyecto de extracción de crudo en el prístino Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, alentado por Washington. Sin embargo, el grupo no contactó a los más firmes opositores locales a la iniciativa.
Cinco senadores, dos ministros y un funcionario de la Casa Blanca recorrieron
el 5 de este mes la Pendiente Norte de Alaska y lograron reunirse con líderes de
una aldea inupiat, pero no con la comunidad gwich'in de Villa Ártica.
Los gwich'in son inflexibles en su rechazo a la explotación del Refugio,
basados, entre otras razones, en el temor de que se ahuyente a los caribúes (Rangifer
tarandus) que cazan desde tiempos ancestrales.
"Pedimos al senador (Pete) Domenici que trajera a la delegación a la comunidad
gwich'in, pero nunca nos respondió. Sentí que ya habían tomado una decisión, y
eso lastimó mi corazón", dijo a Tierramérica Luci Beach, directora ejecutiva de
la Comisión Directiva Gwich'in.
La Cámara de Representantes estadounidense ha aprobado varios proyectos para
autorizar la extracción de petróleo en el Refugio, pero el Senado nunca los
aceptó.
Ahora el gobernante Partido Republicano ha urdido un nuevo intento de autorizar
las perforaciones: incluir la previsión de ingresos por concesiones para
explotar el Refugio en una próxima resolución presupuestaria, que requiere
mayoría simple y no podría ser obstruida por el opositor Partido Demócrata.
"El presidente (George W. Bush) lo pidió, y tratamos de hacer lo que pidió",
explicó a periodistas, en relación con esa iniciativa, el presidente republicano
de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Representantes, Judd Gregg.
La explotación petrolera del Refugio es una parte central y pendiente de la
política energética de Bush, quien según los críticos ignora la conservación y
la sustentabilidad, para centrarse de modo casi exclusivo en el uso de
combustibles fósiles.
Estados Unidos tiene sólo tres por ciento de las reservas de petróleo del mundo,
pero consume 25 por ciento de la producción global del hidrocarburo.
De acuerdo al estatal Centro de Investigación Geológica estadounidense, la
probabilidad de que el Refugio ártico contenga 5.700 millones de barriles (de
159 litros) de petróleo es 95 por ciento, y hay cinco por ciento de probabilidad
de que contenga 16.000 millones de barriles.
Pero la planicie costera también es el hogar del caribú, el toro almizcleño (Ovibos
moschatus), el oso polar (Thalarctos maritimus) y otras especies árticas.
"El caribú es un don que se nos dio y que no tomamos a la ligera. Es algo
frágil, con lo que no queremos experimentar", sostuvo Beach.
Aunque no en su aldea, Beach y otros activistas sí lograron reunirse con la
delegación cerca de una hora en la ciudad de Anchorage, Alaska, antes de su
regreso a Washington el 7 de este mes.
"Nos dieron respuestas políticas, pero no creo que realmente les importen los
derechos humanos de los gwich'in", opinó la dirigente indígena.
Michael Musante, portavoz de Poder Ártico, el principal grupo de presión por la
actividad petrolera en Alaska e integrante de la delegación, aseguró a
Tierramérica que los inupiat con los que se reunieron cazan en la misma zona que
los gwich'in y "sienten que el proyecto (de explotación petrolera del Refugio)
es absolutamente necesario" para mejorar sus vidas.
Arguyó además, que "la infraestructura de extracción ocuparía de 2,4 a 3,2
hectáreas", de las 607.000 que tiene el Refugio.
Pero varias grandes firmas petroleras, incluyendo a BP, ConocoPhilips y
ChevronTexaco, ya se retiraron de Poder Ártico y una fuente del Poder Ejecutivo
aseguró que esas compañías no irían al Refugio "aunque el gobierno les regalara
las concesiones", según el diario The New York Times.
Hace dos años, Alaska ofreció concesiones para explotación petrolera en una
franja de plataforma continental de unos cinco kilómetros frente al Refugio
ártico, y no hubo interesados.
Sin embargo, para Ed Porter, gerente de investigaciones del American Petroleum
Institute, hay suficientes incentivos para invertir en el Refugio.
"Me sorprendería que la mayoría de las compañías no se presentaran a una
licitación, pues (el Refugio) es el mayor territorio potencialmente explotable
en América del Norte. El precio del barril de petróleo está por encima de 50
dólares, y dudo que eso disminuya su interés", dijo Porter a Tierramérica.
En los últimos 30 años, además, hubo avances en la tecnología de extracción como
la perforación horizontal, que permite explotar varios yacimientos con una sola
boca de salida primaria, y eso reduce en forma significativa el impacto
ecológico, alegó.
Musante reconoció que ExxonMobil es la única transnacional que permanece en
Poder Ártico, pero alegó que las petroleras no pueden tomar decisiones "hasta
que el Congreso actúe", lo que espera que ocurra "pronto".
Russ Roberts, portavoz de ExxonMobil, admitió en diálogo con Tierramérica que
"información crítica, como la sísmica, es casi inexistente, y eso dificulta
elaborar interpretaciones y previsiones significativas" sobre el proyecto.
Pero Exxon cree que el Refugio puede ser explotado "con escaso riesgo para la
ecología de la planicie costera", en parte mediante el uso de técnicas de mapeo
tridimensional que permiten a los ingenieros ubicar los yacimientos, incluso
cuando los datos geológicos son muy complejos, afirmó.
El presupuesto para 2006 del Poder Ejecutivo toma como un hecho consumado la
aprobación de la explotación de gas natural y petróleo en el Refugio, y asume
que el país recibirá por ello 2.400 millones de dólares.
Un cálculo que cuestiona Lydia Weiss, experta en relaciones con el gobierno de
la organización Defensores de la Naturaleza.
Para lograr esa suma, "el Refugio debería arrendarse a precios de 10.000 a
15.000 dólares por hectárea, y el precio promedio en la Pendiente Norte en los
últimos 20 años es unos 123 dólares por hectárea", adujo Weiss.
Esperamos que "los presidentes de las comisiones presupuestarias del Congreso no
se involucren en ardides para aprobar una idea tan controvertida, a la que se
opone la mayoría de los estadounidenses", comentó.
Pero si esa explotación es aprobada, "la comunidad ambientalista peleará contra
cada paso del proceso", alertó.
* La autora es editora para América del Norte y El Caribe de IPS. Publicado
originalmente el 12 de marzo por la red latinoamericana de diarios de
Tierramérica.