Europa |
Objetivo: minimizar
Gabirel Ezkurdia
Rebelión
Estaba cantado. Desde hace meses Scotland Yard reconocía que, a pesar del
celo policial, con más de 600 detenidos por presunta vinculación con grupos
teocráticos totalitarios, vaga y comúnmente conocidos como Al Qaeda, a la
«seguridad» británica le iba a ser imposible evitar un atentado.
Y así ha sido. Los previsibles y casi anunciados atentados han sido gestionados
desde el principio siguiendo un protocolo por el cual los efectos sociológicos y
psicológicos que debían generar eran atenuados por un blindaje informativo
escrupuloso. La anestesia de las sociedades del Norte, que permite la demencial
gestión política internacional post 11-S, o sea la «lucha preventiva contra el
terrorismo internacional», así, en genérico, o sea masacrando Irak, Afganistán,
o reforzando despóticos gobiernos como el egipcio, el saudí, el marroquí...,
está garantizada. Mañana será otro día, y hasta la próxima.
La vulnerabilidad de los meganúcleos urbanos contemporáneos, y la sencillez
operativa con la que hoy día es viable asestar un golpe estructural (económico,
sociológico y político) en el corazón del orondo Occidente globalizador del
«menos malo de los sistemas que ha conocido la Humanidad», o sea, el
neoliberalismo anglófono, es patente en todos y cada uno de los ataques habidos
desde el 11-S. Esta es la fuerza que trata de vertebrar un equilibrio
estratégico entre la todopoderosa, o casi, potencia político-militar-económica
occidental y las resistencias a ésta, en este caso protagonizada y monopolizada
por los fanáticos y minoritarios grupos teocráticos totalitarios islámicos.
Ese sangriento pulso busca por una parte la asunción por todo el planeta de las
pautas de vida y el modelo neoliberal anglófono de modo inenegociable o la
resistencia a ello y la superación de los agravios sistemáticos que desde hace
más de una década generan en el mundo islámico el doble rasero occidental ante
la cadena de despropósitos criminales que ha vivido diariamente buena parte de
dicho mundo, desde Palestina a Chechenia pasando por Irak o Argelia.
Tras el 11-S, Occidente estaba impactado. Argumentar sobre las razones que lo
generaron era hacer apología del «terrorismo islamista». Durante el 11-M, dudar
de la autoría de ETA era criminalizado y linchado. El 7-J es diferente. A pesar
de que probablemente sea mucho más terrible que lo que nos han contado hasta
ahora, está superado, nos hemos acostumbrado a la sangre, y si no la vemos
mejor. Explicar las razones del por qué de la masacre (por cierto en Irak el 7-J
también ha habido atentados con muertos) da igual, porque nos hemos
acostumbrado. La rutina sigue, la vida continua, «lo sentimos» por los que «les
ha tocado» y la guerra en Irak y la tortura en Arabia Saudí ¿por ejemplo?
siguen, eso sí mientras aquí continúan las rebajas. Amortiguar los efectos de la
guerra en nuestras sociedades es el objetivo, por eso tras 12 horas de los
atentados, sabemos poco o nada.