Europa
|
A propósito del referéndum sobre procreación asistida
Gorka Larrabeiti
«Parroquia, búscate y encuéntrate fuera de ti misma»[1]Juan Pablo II
Una imagen vale más que mil palabras. En los sótanos del hospital Maggiore de Milán existe un biobanco en el que, repartidos en varios congeladores, hay, por decreto ley, 30.000 embriones crioconservados. Flotan en ázoe a unos –200º. Se estima que sólo 300 de ellos se han dado por abandonados. Su suerte depende del resultado del referéndum cuádruple para abrogar cuatro cuestiones de la ley 40/2004 sobre procreación artificial que tendrá lugar el 12 y 13 de junio. En síntesis, dichas cuestiones atañen la imposibilidad de tomar como objeto de investigación las células estaminales embrionarias, la reducción a tres de los embriones que se pueden producir para después ser transferidos, todos de una vez y sin análisis previo, al útero materno, la consideración jurídica del embrión como persona y la prohibición de la fecundación heteróloga. La Conferencia Episcopal Italiana, explícitamente, y Benedicto XVI, implícitamente, han invitado a la abstención activa, a sabiendas de que, si no se logra el quórum del 50% más 1, la ley quedará tal cual. A esta invitación han respondido prontos el Presidente del Senado, el Presidente del Congreso y una representación transversal de exdemocratacristianos.
Entre los eslóganes y titulares que uno se encuentra por la calle o los periódicos estos días destacan:
1)"Todos somos ex-embriones".
2)"Rechaza la cultura de la muerte. Haz que venza la vida"[2].
3) "Dios está en el embrión"[3].
4) "Sobre la vida no se vota"[4].
Valga la imagen de ese biobanco como metáfora del presente líquido sin pasado ni futuro en el que ha vivido la sociedad italiana de los últimos decenios. Un estado embrionario es un estado crítico; Italia está en crisis; entonces, Italia, en cierto modo, es y ha sido un estado embrionario; embrionario y crioconservado. La crisis que vive Italia hoy no es la hecatombe antropológica denunciada por Pasolini a raíz del brusco cambio de una sociedad rural que salía de la guerra a una sociedad industrial regida por el consumismo hedonista. Una crisis que ni siquiera los políticos de la Democracia Cristiana, "máscaras fúnebres" tras las cuales no había sino un vacío de poder, habían advertido; "el poder real procede sin ellos"[5], decía Pasolini. Apenas el embrión llamado Italia daba síntomas de mutación, venía sumergido en nitrógeno líquido, y es que, para bien y para mal, el país de la bota, siempre había sido un país conservador.
Ahora bien: alguien ha dado una vuelta de tuerca al mecanismo que controla el termostato del congelador que contenía el embrión llamado Italia, y nuestro amado bel Paese, al descongelarse, se descubre carnaza engendrada por un álgido devenir. Sólo Blob[6], un programa televisivo de 20’ en el que se yuxtaponen fragmentos televisivos sin comentario sonoro alguno, es capaz de retratar esta especie de plasta en el plasma. Un ejemplo: sin orden ni concierto, entre salida y salida de Silvio, entre réplica y réplica de la oposición cuyo mensaje prevalente es –miseria de las miserias- el antiberlusconismo, se han acumulado durante el último mes noticias tan graves como las siguientes:
-Se reabre el caso Pasolini porque Pino Pelosi, principal acusado, niega haber sido el autor del homicidio. Se confirmaría, por tanto, la teoría de un homicidio "político", perpetrado por tres fascistas.
-Se demuestran balísticamente las mentiras de la versión estadounidense del caso Calipari, agente de los servicios secretos italianos que murió, tras haber liberado a la periodista Giuliana Sgrena, por los disparos efectuados desde un puesto de control estadounidense a 200 m. del aeropuerto de Bagdad.
-La masacre de Piazza Fontana (12-12-1969), 17 muertos y 85 heridos como consecuencia de una bomba en una sucursal bancaria de Milán, queda sin culpables y los familiares de las víctimas tienen que pagar los costes del proceso. Fue la primera de una larga serie de masacres (1970: Gioia Tauro, 6 muertos y 77 heridos tras una bomba en un tren; 1974: Piazza della Loggia de Brescia, 8 muertos y 94 heridos; 1980: estación de Bolonia, 85 muertos y 200 heridos); supuso el comienzo del periodo denominado "estrategia de la tensión", con la participación de aparatos del Estado, como evidencia el mantenimiento del secreto de estado, aun habiendo pasado 35 años.
-Se corre un tupido velo mediático sobre la barbarie policial del G8 de Génova.
-Siguen muriendo inmigrantes en el canal de Sicilia mientras Amnesty International denuncia la ilegalidad de las repatriaciones del gobierno italiano[7] y Ghaddafi, enfadado con Berlusconi por la promesa incumplida de la autopista del litoral, amenaza con dar patera suelta a 15.000 inmigrantes apostados en el litoral libio en espera de la barca que les conduzca a través de la laguna Estigia al jardín de las Hespérides[8]
-Se descubre que la razón primera y última de nuestra presencia en Nassiriya era tan oscura como el oro negro[9]
-El ministro de Defensa informa de que la situación en Afganistán es aún peor que la de Irak. Secuestran en Kabul a Clementina Cantoni, operadora de una ONG. Fue liberada anteayer.
-Llegan noticias alarmantes de crisis económica en el sector automovilístico, turístico, textil. Eurostat, Istat, Corte dei Conti, Confindustria, Bankitalia, Sindicatos, The Economist: todos los análisis económicos revelan un país en pleno declive económico.
-La Comisión Europea anuncia penalizaciones económicas, y el Ministro de Economía afirma que se acabó la época de la finanza creativa, haciendo referencia a las cuentas públicas trucadas de este segundo gobierno Berlusconi.
Entre tanto, Berlusconi, el político mutante por antonomasia, el cómico que, bufonesco, anula la tragedia, dice estar "tranquilo"; tranquilidad que se traduce en pachorra, desgana o desdén cuando le preguntan qué votará en el referéndum a propósito de la ley 40.
Este vital referendo es mucho más que un serio asunto bioético: es materia de alto voltaje político capaz de alterar la embriogénesis de instituciones políticas. A la izquierda, el embrión de la Unione liderada por Prodi ha visto como Rutelli, presidente de la Margherita, ex candidato de la coalición de centroizquierda y teórico compañero de partido del ex presidente de la Unión Europea, pedía la abstención invocando el peligro de la carnicería potencial que supondría la modificación de la reaccionaria ley 40; a la derecha, Fini, vicepresidente del gobierno y presidente de Alleanza Nazionale, sorprende con un discurso laico más valiente que el de una izquierda, en su mayoría, timorata, de respuestas pacatas ante una evidente, invasiva e intensiva cruzada política vaticana.
En suma: la ocasión del referéndum ha servido para comprobar que, tras las máscaras de los políticos, no había ningún vacío: el poder ha mostrado su verdadera cara, a pesar de los intentos de ocultar la identidad tanto del gameto masculino (EE.UU), como del ovocito (Mafia / Democracia Cristiana), como del útero en alquiler (Vaticano) en que se gestó, en tiempo de la segunda guerra mundial, el embrión llamado Italia. Ahora que lo están descongelando, se ve que, así las cosas, no podrá sobrevivir, a menos que, saliendo de su "apocalíptica pasividad", la sociedad italiana demuestre siquiera voluntad de seguir viviendo crioconservada.