Días atrás, por cuestiones del momento, un joven dominicano de 19 años, mató de
una puñalada a un muchacho español. El miércoles pasado se difundió que el
asesino era un "sudaca". Unos cincuenta jóvenes, y no tan jóvenes, se
aparecieron en tren de guerra en el populoso barrio de Villaverde, uno de los
que tienen mayor cantidad de inmigrantes. Allí apalearon y dieron golpes a
cuanto "sudaca, moro o negro encontraron". Cuatro de ellos fueron
hospitalizados. También quemaron o destrozaron comercios de inmigrantes, a
gritos de "fuera del barrio todos los negros"... Un centenar (otra fuente dice
centenares) de miembros de fuerzas antidisturbios pusieron orden en el barrio,
sin detener a ningún atacante.
Al día siguiente, el jueves 5, la "operación limpieza étnica" continuó con más
bríos. En los comercios de inmigrantes, con sus puertas cerradas, se veían
cartelitos lamentando y condenando la muerte del joven español asesinado. Esta
vez si fueron centenares de policías. Pocos inmigrantes que salieron a las
calles, fueron apaleados. Ningún extranjero del barrio envió sus hijos a laescuelas.
Los policías patrullaban las calles donde los revoltosos voceaban consignas
insultantes, de franco corte racista. El diario "El País" informó que entre los
hispanos atacantes participaron "jóvenes de extrema derecha y de extrema
izquierda". Esta mezcla es inquietante y máxime si actúan de acuerdo.
Probablemente, las grandes ciudades españolas estén temiendo que les ocurra como
en barrios de otras urbes, donde cuando etnias no blancas se aglomeran en algún
sector desvalorizan las propiedades. Eso ocurre en Londres, Nueva York,
Washington, París, etc. etc.
Frases agresivas se leen en paredes de barrios madrileños. Es la primera vez que
esto ocurre en la Capital del Reino, aunque actos vandálicos contra inmigrantes
se han visto en los últimos años, en varias oportunidades, en Gerona, Tarragona,
Almería y Murcia, "con muertos", viéndose carteles en comercios prohibiendo la
entrada a inmigrantes".
"A la caza de blancos"
Se recuerda que las tensiones racistas en Europa se reactivaron en varios países
europeos a partir de mediados de marzo pasado, cuando fundamentalistas islámicos
asesinaron a un cineasta holandés que atacaba sus creencias religiosas. La
reacción de grupos de los Países Bajos fue también violenta. Se destruyeron
decenas de escuelas, mezquitas y lugares de oración islámicos y casi ningún
medio difundió los graves hechos.
El diario "Le Monde", el 15 de marzo pasado, denunciaba, utilizando por primera
vez la expresión "racismo anti-blancos" por agresiones imputadas contra ellos
por los negros en pleno París, que en ocasiones han provocado muertes. El sitio
francés de Internet Voxnr, que se llama a si mismo "nacionalista revolucionario
y solidarista", dice que esas reacciones pueden ser "efectos colaterales" de lo
padecido por el grupo de rap Sniper, que "conoció muchos sinsabores por haber
apoyado a la resistencia palestina".
El Comité contra la Discriminación Racial de la ONU en marzo pasado recomendó a
Francia que "tome medidas para que los gitanos que transitan o se estacionan en
su territorio, puedan gozar de los derechos humanos... que tengan acceso a la
educación y la salud... En la entrada a ciertos pueblos se muestran carteles en
la ruta advirtiendo: "Prohibido acampar a personas trashumantes".
Otro escándalo en Francia, en plena recordación del 60 aniversario de la
liberación de prisioneros de los campos de concentración nazis, fueron "las
actitudes obscenas e irrespetuosas de algunos jóvenes estudiantes franceses
durante visitas a Auschwitz", según "Le Monde Diplomatique" en español de marzo
último.
Desde este año lectivo en Francia se prohibió que las estudiantas musulmanas
concurrieran a escuelas publicas portando el islámico shador cubriendo sus
cabezas. Lo mismo proyecta Dinamarca, donde también piensan prohibir el
sacrificio de corderos en rituales judíos e islámicos. En ambos países esas
medidas ya aplicadas o proyectadas plantean polémicas políticas y religiosas. En
Suecia se hacen sentir quejas públicas contra la "discriminación" de las mujeres
árabes por usar shador.
En un panel televisivo en Londres, hemos escuchado a un islámico decir que
"nuestras mujeres visten como la Virgen María y nosotros como Jesús". En la
misma ciudad vimos una manifestación de protesta de negros africanos que se
consideraban discriminados, encabezados por una gran pancarta diciendo, en clara
alusión al colonialismo y la esclavitud: "Nosotros estamos acá porque antes
ustedes estuvieron allá". Con esa frase están recordando también a los europeos
que, cuando los precisaron para reconstruir Europa, después de la Segunda Guerra
Mundial, se los fue a buscar con promesas varias para hacer los trabajos más
duros. Ahora, con la robotización y otros avances tecnológicos ya no son
indispensables, se los quieren sacar de encima.
En fin, el racismo en Europa ha aumentado, como en Estados Unidos, después del
ataque a las Torres Gemelas en Nueva York. Los inmigrantes islámicos pobres, son
mirados como terroristas potenciales. No ocurre lo mismo con los millonarios,
cuando 15 de los 19 atacantes suicidas de aquel 11 de setiembre fueron árabes
sauditas de buena situación económica. Y se dan a veces ejemplos más o menos
masivos, insultando en las canchas de fútbol a los negros o árabes, como también
"sudacas", que juegan en el equipo adversario.
Las organizaciones antirracistas han vuelto a recordar y ponderar últimamente
una sentencia como ejemplificadora del Tribunal Penal Internacional de Arusha en
diciembre del 2003, condenando a tres periodistas responsables de "medios del
odio", después de tres años de audiencias, a las penas máximas. Los dos primeros
acusados, Ferdinand Nahimana y Asan Ngeze manejaban una radio extremista
cumplirán condena de por vida. El tercero, Jean Bosco Barayagwiza era director
de una revista llamada "Machete" pasará 35 años de reclusión. Este trío se
dedicó entusiastamente a incitar al odio y estimular al genocidio de Tutsis, la
étnia minoritaria de Ruanda.