Europa
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En Rusia renacerán las zonas económicas especiales
Yana Yurova
En una de sus últimas reuniones, el Gobierno examinó el proyecto de ley de
zonas económicas especiales habiendo reconocido con ello que Rusia ya no deseaba
seguir desempeñándose como exportadora de materia prima, una ocupación bastante
lucrativa pero poco honrosa. Para librarse de ese papel, el país necesitará
hacer un avance innovativo aprovechando, entre otros instrumentos, las zonas
económicas especiales.
Vale notar que la idea de las zonas económicas no es nueva para Rusia. Desde los
años 90 y hasta 2002, en el país fueron creadas 18 zonas de libre empresa. Pero
las autoridades tuvieron que liquidarlas casi todas porque se habían convertido
en compañías offshore internas. El catedrático de la Escuela Superior de
Economía, Alexei Skopin, afirma que en Rusia, la idea de las zonas económicas
especiales fue tergiversada totalmente. En el mundo, las zonas de libre empresa
son proyectos económicos debidamente fundamentados. Pero no así en Rusia, donde
nadie sabe cuánto dinero se necesita invertir y qué provecho sacará la región.
La esencia de las zonas económicas de antes sólo consistía en poder obtener
privilegios aduaneros, tributarios, financieros, administrativos y otros. Era lo
único que importaba: conseguir privilegios a toda costa.
Por cierto, esas libertades enseguida atrajeron a los estafadores, y dentro de
poco las zonas fueron aprovechadas no para producir bienes materiales, sino para
sacar lo que aún quedaba en el país.
Ahora que se ha decidido resucitar la idea de las zonas económicas especiales,
esa experiencia servirá de lección. En el mundo hay muchos ejemplos para seguir:
el Valle de Silicona en Estados Unidos, Grenoble en Francia, Bangalore en la
India, etc. Acaso, ¿no podrá existir algo parecido en Rusia?
Pues, acaba de ser diseñado el proyecto de ley federal 'De las zonas económicas
especiales en la Federación Rusa'. El Ministerio de Desarrollo Económico y
Comercio, que ha desarrollado el documento, afirma que las nuevas zonas se
diferenciarán notablemente de las que habían existido antes. El titular de
Desarrollo Económico, Guerman Gref, asegura que las zonas económicas especiales
no tendrán nada que ver con las exportaciones ni el comercio y sólo tendrán
orientación innovativa. El presidente Vladimir Putin ya ha respaldado esa idea.
Después de haber visitado la zona económica libre de Bangalore y discutido el
desarrollo de las tecnologías de información en Rusia con los científicos de la
Ciudad Académica de Novosibirsk, el dirigente ruso encomendó al Ejecutivo elevar
al Parlamento la ley 'De las zonas económicas especiales'.
El jefe adjunto del Departamento de estrategia de las reformas
económico-sociales (Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio), Alexander
Ustinov, ha comentado que el nuevo proyecto de ley supone la creación de zonas
económicas de dos tipos: uno, de industria y producción; y el otro, de
tecnología e innovación. En las de primer tipo, que ocuparán 10 kilómetros
cuadrados como mucho, se producirán artículos que requieren alto grado de
procesamiento. Si se firma el contrato, durante el primer año de trabajo se
deberá invertir no menos de un millón de euros; y en 10 años (plazo máximo de
vigencia de un contrato), no menos de 10 millones de euros.
En cuanto a las zonas de tecnología e innovación, aquí se procederá a
desarrollar e introducir en la producción los frutos de la actividad científica.
Ya serán zonas de dimensiones más pequeñas -dos kilómetros cuadrados o menos-,
pero en cambio no tendrán limitación para las inversiones. Las zonas de ambos
tipos han sido pensadas para funcionar como máximo 20 años, y después se
analizarán los resultados del experimento.
El Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio también afirma que para las
zonas económicas especiales será reducido un 14% el impuesto social único. Los
empresarios residentes harán trámites simplificados para cumplir el
procedimiento de registro. Además, no les importunarán los órganos fiscales
puesto que las inspecciones serían realizadas sólo cada tres años. Es más, los
residentes contarán con la garantía de que la legislación tributaria federal y
local no variará durante todo el plazo del contrato.
Es evidente que Rusia ha ideado un proyecto ambicioso y promisorio. Pero, ¿valía
la pena unir en un mismo proyecto de ley dos ideas totalmente distintas? O sea,
crear zonas industriales como en China y, a la vez, zonas de tecnologías de
punta como en EEUU o en Francia. Por otro lado, en Rusia sobran polígonos para
desarrollar los dos tipos de zonas económicas especiales.
Por ejemplo, las zonas de industria y producción podrían arraigar fácilmente en
el sur de Siberia, en las provincias de Kemerovo y de Tomsk y en el Lejano
Oriente ruso. Por cierto, un gran interés en esas regiones lo mostrarán los
inversionistas asiáticos: Corea, China y, posiblemente, la India. Les será
provechoso asimilar el voluminoso mercado ruso. Además, las zonas económicas
quedarán situadas bastante cerca de sus territorios, lo que hará reducir los
riesgos y permitirá controlar mejor la situación. Con estas y otras facilidades,
los inversionistas conseguirán reducir sustancialmente el costo de producción.
Como consecuencia, sus artículos serán más competitivos en el mercado interno.
Vale notar que Rusia ya tiene experiencia positiva en ese aspecto. Se trata de
la provincia de Kaliningrado (exclave ruso sobre el mar Báltico), donde tuvo
lugar la conversión de la industria militar en industria civil. Verdad es que en
aquel caso figuraba una parte interesada -la Unión Europea-, que anhelaba
desmilitarizar esa zona y por ello había cooperado a muchos proyectos. Es así
como en Kaliningrado ha surgido la producción de automóviles de marcas
extranjeras y la de equipos electrodomésticos. Todos estos artículos son de
buena calidad.
De manera que las nuevas zonas económicas de Rusia deberán funcionar en provecho
del mercado interno. Por otro lado, la historia del país ha mostrado que las
producciones respaldadas por el Estado para saturar el mercado de producto
barato, a la postre resultaban no competitivas. La idea quedaba degenerada
después que chocaba con el sistema burocrático: empezaba el robo, la corrupción,
etc. Incluso, cuando se había debatido el proyecto de las zonas económicas, se
habló de que sin una reforma de la gestión estatal serían condenados al fracaso
todos los proyectos presupuestarios que requerían considerables inversiones.
En lo referente a las zonas de tecnología e innovación, aquí la idea es
totalmente distinta. Según la experiencia acumulada en el ya citado Valle de
Silicona, una zona de ese tipo deberá ir desarrollándose en torno a una
importante universidad y una serie de laboratorios científicos. El componente
clave del proyecto sería en este caso la financiación de los laboratorios. El
Valle de Silicona en Estados Unidos había empezado a desarrollarse sólo gracias
a la gran cantidad de pedidos que iba colocando el complejo militar-industrial.
Lo mismo había sucedido en Grenoble, en la Costa Azul y en Japón, donde la unión
de la ciencia y los militares hacía surgir zonas infraestructurales con nuevas
producciones, que empezaban a producir en masa artículos desarrollados en los
laboratorios científicos.
En Rusia existen tres centros donde ese modelo podría ser aprovechado: Moscú,
San Petersburgo y Novosibirsk. Cabe recordar que en los tiempos de la Unión
Soviética, la 'variante norteamericana' ya había quedado plasmada en realidad.
Se trata de la Ciudad Académica, en Novosibirsk, que recibía inmensos pedidos
del complejo militar-industrial y otros sectores. En ese lugar habían surgido
laboratorios científicos, empresas piloto y plantas de producción. Lo mismo pasó
en Petersburgo y en Moscú, que es como habían aparecido las ciudades satélite de
la capital rusa, tales como Troitsk y Zelenograd. O sea, todo ello ya había
funcionado antes. Pero hoy habrá dificultades. Porque de hecho, no existe
ninguna financiación estatal ni hay importantes pedidos para los laboratorios.
La iniciativa privada que hoy se abre paso en el país tiene una marcada
orientación a la materia prima. Además, no necesita ningunos desarrollos locales
porque aprovecha las tecnologías occidentales ya probadas. De modo que la
cuestión clave es encontrar una fuente de financiación de los desarrollos
científico-técnicos.
Claro está que la ley no resolverá por sí sola ese problema y por lo tanto se
necesitará seguir desarrollando la política en esa dirección. Es curioso que los
principales 'consumidores' de la ley -los representantes del sector de
tecnologías de información, así como de los sectores donde se producen artículos
de alto grado de transformación- de momento no muestran entusiasmo por el
documento que ha elaborado el Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio. 'La
ley de las zonas económicas especiales no es una ley de los polígonos
industriales ni resuelve los problemas que enfrenta el sector de tecnologías de
información', considera Oleg Biajov, jefe del departamento de estrategia de
desarrollo de la sociedad de la información (Ministerio de Tecnologías de
Información y Comunicaciones).