Argentina: La lucha continúa
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Grondona y la perversión de la huelga del Garrahan
Daniel GamboaEs domingo por la noche, camino un rato desafiando el viento y la sensación
de frió que penetra en mi cuerpo, busco una ayuda en la contienda y un bar
luminoso ofrece una mano. Pido un café, miro las mesas buscando encontrar un
diario oxidado por las horas ya transcurridas del día, y no consigo el objetivo.
Al menos, me defiendo de una posible pulmonía.
Pero en la búsqueda no puedo dejar de observar que allí arriba, casi sin
proponérselo, como desde el cielo, aparece la imagen televisiva del Dr.
Grondona. No esta solo, en su derredor sentados a la mesa simbólica, una serie
de sujetos de las más misteriosas tallas intelectuales, refritando para los que
tenemos un cierto tiempo vivido, aquella escena final de los domingos de "la
gran pensión el campeonato"de la revista dislocada comandada por el inefable
Delfor o un poco más acá en el tiempo "los Campanelli", o los Benvenuto.
Me ocupo más de la imagen y veo sentado a la diestra del maestro siniestro de la
etimología, a otro tordo, pero este para mi sorpresa, es de acá, de nuestros
pagos, de los Arroyos, cuna de la bandera, ciudad de Rosario. Es el "Novaresio"
o Luisito. Que esta probando fortuna para emular a la llamada trova rosarina y
hacer lo que todo rosarino quiere: rajar de Rosario en cuantito se pueda. Muchos
por aquí, del estilo del Dr. Luis Novaresio, sostienen aquello de: "si tienes
inquietudes y quieres progresar en lo que haces llega un momento en que la
ciudad te queda chica, en definitiva no es otra cosa que un pueblo grande y sin
mayores horizontes."
Sigo mirando, ya que escuchar no se puede por el ruido a tasas y cubiertos del
bar y alcanzo a ver, en letras grandes, destacadas, "GARRAHAN: UNA HUELGA
PERVERSA". Todos gesticulan, Vilma Ripio parece que se pelea con el resto, el
Dr. Borocotto menea la cabeza como diciendo: esta mina no tiene cura, pero todos
lucen políticamente correctos.
Ya no miro más la tele, solo pienso y me digo a mi mismo: Ojo con el Luisito, es
abogado, como Grondona. Trabaja en Rosario para un medio cuyos dueños allá por
el 80 le dieron la bienvenida en su cargo de presidente de facto al genocida
Roberto Viola, en una entrevista de hora y media, "exclusiva" donde la bebida
blanca regó sus profundas reflexiones. Hace radio y televisión charlando
amablemente para "doña Rosa", ¿no estaremos en presencia del tan mentado
"recambio generacional"?. Al menos todavía no escribio ningún discurso para un
dictador, me dice mi otro yo, como si lo hizo con creces el Dr. Grondona. Pero
bueno, ojo al piojo con ese bicho.
Pero lo más importante, me digo y les digo, es ver como la lucha de clases
penetra en todos los espacios de la vida. Se pasaron años diciendo que los
trabajadores eran una categoría social fenecida. Que el trabajo había muerto y
no tenía incidencia en la vida. Que la robótica, y el agotamiento del fordismo,
habían terminado con los firmantes y adherentes del Manifiesto Comunista. Pero
bien, allí los tienen, soldados del Capital, asumiendo con traje y corbata los
embates más jodidos, los ideológicos y manipuladores contra trabajadores que
reclaman salarios acordes con la reproducción de su existencia en una vida digna
y para ello recurren también a categorías de la psicología también nacidas en el
siglo XIX. Nos dicen: LA HUELGA EN EL HOSPITAL GARRAHAN ES PERVERSA.
Perversión, deberían recordarlo el sofista Grondona y su aprendiz Novaresio es
un término derivado del latín perversio, ‘desvío’, ‘aquello que se aparta de la
vía o camino común’, y que, en el lenguaje habitual, se aplica a diferentes
conductas sexuales que la sociedad considera anormales o desagradables. Freud
entendía la perversión como una forma de comportamiento ancestral y definía al
niño con su sexualidad normalmente reprimida como "polimórficamente perverso",
ya que, al no encontrar un campo de acción adecuado para su ya existente impulso
sexual, en el niño conviven varias formas posibles de realización de su deseo.
Según esto, sólo puede hablarse de una verdadera perversión si el adulto queda
anclado en esta primera etapa de desarrollo sexual, dando lugar a una fijación
que, según el psicoanálisis, conduce no sólo a un comportamiento sexual
desviado, sino también a una neurosis.
Ahora bien, imponer como adjetivo calificativo de la palabra "huelga", el
término "perversa", no es otra cosa que un intento de manipular la opinión
pública, apelando a una comprensión vulgar del término que lo asemeja con algo
"malo" y direccionarla hacia los trabajadores que luchan para quebrarlos en su
firme voluntad de obtener un ajuste en su salario que le permita reproducir su
existencia. Lo cierto es que la huelga nunca puede ser perversa en tanto supone
por definición un accionar colectivo de los que en igual circunstancia
apremiante no encuentran otra vía de expresión de sus legítimos reclamos. La
perversión alude a un sujeto individual y no a un sector de una clase social en
lucha. Pero si por extensión se pudiera pensar que todos los trabajadores
tomados individualmente pudieran ser perversos, habría que preguntarse como es
que esas mismas personas hasta antes de iniciar la lucha eran destacadas como
los miembros de una comunidad hospitalaria ejemplar. En buen criollo, y para
estos señoritos bien del periodismo, te cabe el mote de perverso si luchas, no
lo sos, por el contrario, si consentís el hambre, la miseria, la falta de
insumos y el negocio de la medicina desarrollada como una mercancía más.
Ya me fui del bar, el café me dejó, mediatizado por la T.V, un gusto amargo,
pronto una brisa fresca, me alerto sobre la esperanza de vivir, sobre la
enseñanza de estos trabajadores de la salud, que no dejan de prestarnos este
servicio, porque es sano saber que, frente a tanta hipocresía, se levanta con su
lucha la posibilidad cierta de edificar una nueva sociedad, dirigida por los que
crean la riqueza con su esfuerzo cotidiano, constructora del hombre nuevo,
encargado de sepultar en el olvido de los tiempos a papá Grondona y su pichón
rosarino, Luis Novaresio.