Argentina: La lucha continúa
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FMI vuelve a la carga
Marcela Valente
Con la recuperación económica consolidada en Argentina, el Fondo Monetario
Internacional (FMI) intenta otra vez incidir en el debate sobre el diseño y el
rumbo del modelo de crecimiento de este país.
Aun cuando el escenario es distinto al de los
años 90, la agencia multilateral volvió a la carga con su recetario ortodoxo:
mayor superávit fiscal, menos gasto, aumento de tarifas y acuerdo con los
acreedores que rechazaron la oferta de reestructuración de la deuda en bonos.
"Desde 2002 que el FMI no se inmiscuía así en los
temas macroeconómicos", dijo a IPS el economista Eduardo Curia, asesor del
Ministerio de Economía, refiriéndose al informe "Argentina: 2005 Artículo IV.
Consulta y Conclusiones", aprobado el lunes 20 por el directorio del Fondo y
divulgado el domingo por el diario Clarín.
Curia estima que la fase de recuperación
económica está agotada, el ritmo de crecimiento se desaceleró, y llega ahora el
momento de "la discusión sobre la esencia del modelo" económico.
Muchos economistas ven la oportunidad de definir
lineamientos sobre el futuro. En este contexto, Curia considera necesario
rechazar las exigencias del FMI que no estén en consonancia con las prioridades
del gobierno.
Un aspecto clave es el tipo de cambio. El
gobierno de Néstor Kirchner sostiene que la moneda local debe cotizarse cerca de
tres pesos por dólar, a fin de preservar la competitividad del sector
exportador, en un contexto de depreciación mundial de la divisa estadounidense.
Esta política lleva al Banco Central a comprar
dólares y, a la vez, adoptar medidas para contener la inflación, propiciada por
la emisión de pesos.
Por eso el FMI opina sería mejor dejar que la
moneda nacional se apreciara, lo que permitiría al gobierno comprar con el monto
del superávit fiscal en pesos más dólares para cancelar sus obligaciones
externas.
Además, el Fondo advierte que la política
cambiaria puede conducir a una inflación "de dos dígitos" este año.
A pesar de su preocupación por la suba de
precios, la agencia multilateral reclama aumentar las tarifas de los servicios
públicos, una decisión que difícilmente tome Kirchner cuando faltan cuatro meses
para las elecciones legislativas, y que no condice con su política de estimular
el consumo.
El gobierno necesita discutir un nuevo acuerdo
con el FMI que le permita renovar vencimientos de capital e intereses por 2.250
millones de dólares en lo que queda del año. Pero se resiste a hacerlo bajo
condiciones impuestas en un año electoral.
Por el momento, las discusiones marchan a fuego
lento.
La economía argentina colapsó a fines de 2001,
pero el modelo basado en la convertibilidad monetaria (un peso igual a un dólar)
que regía desde 1991 ya mostraba importantes fisuras en 1998, cuando la
actividad económica se estancó para pasar luego a una persistente recesión.
En medio de una profunda crisis que tuvo gran
impacto político y social, las autoridades resolvieron a inicios de 2002 poner
fin a la convertibilidad y devaluar la moneda nacional. Poco después, el
producto interno bruto (PIB) volvió a crecer.
En 2003, el crecimiento del PIB fue de 8,8 por
ciento, en 2004 de nueve por ciento, y para este año se estima una expansión de
siete puntos porcentuales. El desempleo cayó a la mitad, y la pobreza, que había
llegado a afectar a más de 50 por ciento de los 37 millones de argentinos,
comenzó a ceder.
La recuperación se logró en buena medida por
impulso del sector agroexportador, sin mayor endeudamiento y con un superávit
fiscal que se mantiene en 3,5 por ciento del PIB. El consumo creció en promedio
hasta alcanzar los grados anteriores a la crisis, y también se elevó la
inversión.
Recuperado el país del colapso, parece momento
para observar y rediseñar el modelo de crecimiento, basado por ahora sobre la
exportación de productos agropecuarios y, en menor medida, en el desarrollo de
la industria y los servicios.
Además, pese a la caída de la pobreza, persiste
una enorme brecha entre los más ricos y los más pobres.
Este mes, el gobierno de Kirchner exhibió el
crecimiento del mes de abril, casi 10 por ciento mayor que el de igual mes de
2004, para minimizar los datos globales del primer trimestre, que mostraban una
desaceleración de la actividad.
Esos flancos son los que el FMI considera más
vulnerables. "Son muchos los desafíos que quedan por delante si la actual
recuperación debe convertirse en crecimiento económico", afirma el informe.
El Fondo recomienda dejar que la moneda local se
aprecie, alerta sobre las "dañinas" consecuencias de aplazar un aumento de
tarifas de las empresas de servicios públicos privatizados, y pide un margen
"significativamente más alto" de superávit fiscal.
Las autoridades del Fondo también insisten en
cerrar un acuerdo con 24 por ciento de los tenedores de bonos que no aceptaron a
comienzos de año la propuesta gubernamental de canje de la deuda externa impaga
desde fines de 2001.
Buenos Aires dejó de pagar sus compromisos de
81.800 millones de dólares con los acreedores privados, y después de tres años
efectuó una propuesta de canje de títulos impagos que fue aceptada por 76 por
ciento de los tenedores de bonos.
Las autoridades del FMI creen que, pese a ser
éste un año electoral, se logró consolidar una plataforma favorable que permite
ahora "lanzar un plan de acción que aborde todos estos temas" pendientes