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Argentina: La lucha continúa

EE.UU. teme un fracaso en la cumbre de Mar del Plata

La Nación

Le preocupan las protestas callejeras y objeta el programa de la cancillería argentina El gobierno de Estados Unidos teme que la IV Cumbre de las Américas, que se desarrollará en Mar del Plata en noviembre, sea una nueva frustración en lo político, con protestas en las calles y reuniones en las que no se acuerden estrategias concretas para erradicar la pobreza de la región y promover el desarrollo social.
Los principales funcionarios de la Casa Blanca para América latina creen que el encuentro podría revivir los peores momentos de Fort Lauderdale (Florida, EE.UU.), donde la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el mes pasado, concluyó con más cismas y bloques polarizados que consensos, dijeron a LA NACION fuentes diplomáticas norteamericanas.
El subsecretario del Departamento de Estado para América Latina, Roger Noriega, y el embajador ante la OEA, John Maisto, objetan además el programa tentativo para la reunión que impulsa la cancillería argentina, aunque reconocen que se enfocó en un temario acotado y concreto de prioridades, confiaron las fuentes.
El operativo de seguridad de la cumbre, en especial la custodia del presidente George W. Bush, en cambio, no es hoy una prioridad "caliente" para los Estados Unidos, aunque los argentinos descuentan que lo será a medida que se acorten los plazos (de lo que se informa por separado).
En la agenda de trabajo, que esta semana debatirán los cancilleres del Grupo de Río, en Pilar, y se volverá a debatir el 7 y 8 de septiembre, en Buenos Aires, la cancillería argentina aspira a concentrar el plan de acción en apenas dos ejes, reseñados en el lema de la cumbre: "Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática".
Pero un debate ideológico profundo se abrió alrededor de ese slogan, que dividió al continente en varios bloques, confiaron a LA NACION diplomáticos de tres países que participan en el Grupo de Revisión de la Implementación de Cumbres (GRIC), que en los últimos días se reunió en esta capital para debatir el temario de la cumbre.
El debate en la sede de la OEA llegó por momentos a niveles ásperos, como cuando Maisto afirmó que si las reformas de los 90 fracasaron en ciertos países, fue porque sus gobiernos fueron corruptos, no porque las medidas fueran erróneas.
La réplica del embajador argentino ante la OEA, Rodolfo Gil, llegó de inmediato.
La Casa Blanca quiere que los países de América latina prioricen la lucha contra la corrupción y garanticen el principio de la libre empresa.
Eso, afirma, generará más crecimiento y la riqueza se derramará entre los pobres, que así saldrán adelante.
Pero sólo Canadá apoya esa visión.
Chile es un aliado con matices, cuando no crítico.
La Argentina y otros países toman esa visión, en cambio, como un remedo de lo peor del Consenso de Washington, el programa neoliberal que la Argentina y otros gobiernos implementaron en la década de los 90.
La Casa Rosada defiende en el GRIC, por el contrario, la aplicación de políticas activas del Estado, en reformas que permitan distribuir mejor el ingreso.
El Gobierno cree, al menos desde la teoría, en promover la educación como herramienta social de ascenso.
Brasil y Venezuela lo apoyan, y muchos otros países del continente suman sus voces.
Así, entre ambos "bloques" existe una disputa "abierta y desgastante", como la calificó un alto diplomático argentino.
Un retroceso "Estamos en un punto en el que John Maisto quiere sacar de la Cumbre de Mar del Plata el debate sobre la necesaria reforma del sistema financiero internacional o la progresiva eliminación de los subsidios agrícolas, que ya aparecieron incluso en declaraciones anteriores.
Si eso prosperara, la cumbre sería un retroceso más que un avance", confió el diplomático.
La visión de los Estados Unidos tiene matices según los funcionarios.
Tom Shannon, máximo referente para la región en el estratégico Consejo Nacional de Seguridad, cree más en la importancia política de la cumbre, en las relaciones personales de los presidentes; Noriega es más pesimista y vislumbra nuevos cruces con el líder venezolano, Hugo Chávez, según pudo reconstruir LA NACION.

Cruce por Chávez


El propio Noriega protagonizó el cruce más explosivo en Fort Lauderdale, cuando acusó a Chávez de operar en las sombras para desestabilizar a Bolivia, y generó una réplica durísima del gobierno venezolano.
"El perfil de Chávez en los acontecimientos en Bolivia es obvio para todo el mundo desde el principio", acusó Noriega, mientras Carlos Mesa renunciaba en La Paz.
Chávez "ha expresado su interés de trabajar con varios sectores.
Eso es realmente preocupante", afirmó.
La réplica del canciller venezolano, Alí Rodríguez Araque, tardó sólo minutos en difundirse.
"Ese señor (por Noriega) siempre está echando leña al fuego cuando la tarea de los diplomáticos es buscar apagar cualquier fuego dondequiera que aparezca", se quejó el representante diplomático de Chávez.
Más allá de los conflictos bilaterales, la Argentina afronta otro desafío, como le recordaron al vicecanciller Jorge Taiana durante una conferencia que organizó el centro Inter-American Dialogue en esta capital, el martes último, entre preguntas sobre la presencia de China en la región y la ausencia de un debate sobre libre comercio en la futura cumbre.
"¿Cuál es el plan para evitar que la cumbre sea como las anteriores: tan amplia y tan abarcativa que al final no se profundiza ningún aspecto y todas las declaraciones finales se terminan pareciendo entre sí?", inquirió una mujer, sentada entre funcionarios de la Organización de Estados Americanos (OEA), del Departamento de Estado, consultoras, embajadas, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
"Ese es el desafío", coincidió Taiana, con el embajador argentino ante la Casa Blanca, José Octavio Bordón, sentado a su izquierda.
"En la Cumbre de Monterrey hubo 458 mandatos diferentes.
Así es inviable.
Nuestro esfuerzo es intentar que en la cumbre domine un plan de acción con objetivos concretos, alcanzables y medibles.
Varios países de la región nos apoyan y estamos avanzando", afirmó el funcionario.

El operativo de seguridad

El Servicio Secreto de Estados Unidos, responsable directo de la seguridad del presidente George W. Bush tiene un latiguillo conocido: "No comentamos o damos información sobre nuestros métodos de inteligencia y protección".
Aun así, algunos datos siempre trascienden.
La seguridad en el aeropuerto y el puerto de Mar del Plata, el control de las calles, la vigilancia de los hoteles, el perímetro de circulación restringida y el eventual arribo de los piqueteros integra la agenda bilateral de asuntos que debe definir el llamado "comando conjunto" que la Argentina y Estados Unidos crearon para la Cumbre de las Américas.
Bush viajará a la Argentina en el avión presidencial Air Force One junto con sus principales colaboradores, mientras que otra parte de su comitiva y el grupo de periodistas que lo acompañará volarán en otro avión.
En Mar del Plata habrá un despliegue de miles de policías bonaerenses, federales y agentes de la SIDE.
Desde Estados Unidos llegarán la CIA y el FBI, con helicópteros de combate, aviones y buques de guerra, lanchas anfibias y, quizá, submarinos.
fuente: La Nación (Argentina)