Argentina: La lucha continúa
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Argentina, país saqueado y acorralado
Héctor Eduardo GómezEn las últimas décadas la política económica de nuestro país llevó a la
enajenación de nuestro patrimonio, particularmente en el sector energético.
Nuestra grave situación en este sector se enmarca en una crisis energética
global, dentro de la cual el Prof. Gómez estima que EEUU impondrá su política.
Desde los años '70 la Argentina inició un largo camino de endeudamiento. Durante
la dictadura militar se aplicaron las políticas económicas recomendadas por los
expertos del FMI y del neoliberalismo, y allí comenzó la historia. El segundo
capítulo de dicho proceso fue sin duda la década de los '90, en ese momento
aplicando las mismas recetas, con los mismos asesores profundizamos la política
de Martínez de Hoz y Cavallo, pero perfeccionada. Seguimos endeudándonos cada
vez a mayor velocidad pero agregamos un nuevo condimento: las privatizaciones.
Las privatizaciones
Durante años nos dijeron que la causa de nuestra decadencia era entre otras
cosas la existencia de un estado sobredimensionado e ineficaz, que un ejemplo de
ineficiencia eran las empresas del Estado, verdaderos cánceres que devoraban
todo esfuerzo productivo. Así, con gran eficacia, el gobierno de Menem inició el
proceso de desmantelamiento del Estado.
El mensaje era claro y fuerte, y las condiciones óptimas para la política de
privatizaciones que se emprendió en los '90. Por un lado una campaña mediática
constante que contribuyó a disminuir las defensas nacionales, por otro el alto
grado de anomia de la clase política y de la ciudadanía, resultante de la feroz
hiperinflación que acabó con el gobierno de Alfonsín.
El pensamiento dominante en esos años era algo así como: 'si la solución de
nuestros problemas es privatizar sigamos ese camino'. Muy pocos alertaron que lo
que se iba a perder era mucho mas que la ilusoria ganancia. Hoy como todos
sabemos seguimos con la deuda y se ha destruido el sistema de empresas del
Estado, así como gran parte de la infraestructura económica.
En resumen: el país perdió, los privatizadores 'nacionales' ganaron (muchos son
ahora millonarios), y los capitales extranjeros se hicieron una fiesta. El
saqueo sufrido por nuestra patria no tiene comparación con ningún momento
histórico del país. Hemos perdido la represas, las usinas termoeléctricas, el
petróleo, el gas, los sistemas de transporte de gas, petróleo y electricidad,
los ferrocarriles, las mejores rutas camineras, las radios, televisoras, bancos,
subterráneos, flota marítima, flota aérea, silos y tantas otras cosas. Algunas
posiblemente las perdimos para siempre como los casos del gas y el petróleo.
Acorralados
Hoy, en 2005, nos están acorralando: el FMI, el Banco Mundial, el CIADI, el
Grupo de los Siete, la 'opinión pública independiente', que siempre demuestra
ser independiente de los intereses nacionales y dependientes de los intereses de
las empresas.
¿Que nos exigen? Que se paguen las deudas (son los acreedores), que se paguen
los intereses (también son acreedores), que se respeten los contratos (leoninos
a favor de ellos), que se aumenten las tarifas (de empresas que son de ellos). O
sea, es muy claro que el coro que nos exige que cumplamos nuestros compromisos
en nombre de la decencia y la honradez en los negocios, son los mismos que se
hicieron el festín con los bienes de todos los argentinos. Los que no se
cansaron (ni se van a cansar) de vivirnos y ganar la plata fácil: '¡Pasen y vean
los buenos negocios que se pueden hacer en Argentina!'. La crisis de la deuda
impagable nos acosa permanentemente, y hay argentinos que trabajan en favor de
eso.
La otra crisis
Si el problema de la deuda es gravísimo y condiciona el futuro del país, otro
problema nos acecha; problema que es de una naturaleza mucho mas grave: el
problema energético. En pocos años se termina el petróleo y el gas. Algunos
hablan de 10 años, otros más optimistas hablan de 15 o tal vez 20 años. Pero
para un país esa fecha es ...hoy.
¿Qué importancia tiene si la debacle energética se produce en 10 ó 20 años? El
problema no es la fecha, el problema es el fin de la energía barata y abundante.
Nuestra crisis energética está montada sobre otra: la crisis energética mundial.
El país depende absolutamente de sus hidrocarburos, el 90 por ciento de la
energía usada en el país proviene del petróleo y el gas. ¿Alguien ha pensado
cómo podemos seguir viviendo en la escasez? ¿Cómo vamos a transportarnos,
producir granos y carnes, generar productos industriales, calefaccionarnos y
cocinar con una crisis energética?
Algunos creyentes en la omnipotencia del mercado suponen que las soluciones
saldrán de la galera, pero los norteamericanos que no son zonzos, ya invadieron
un país para asegurarse por más tiempo su ración petrolera. ¿Qué deberemos hacer
nosotros? ¿Acaso, y siguiendo ese ejemplo, invadir a Bolivia? Como nosotros no
tenemos deseos imperiales posiblemente no invadamos nada, pero deberemos sin
duda tratar de importar energéticos a precios fantásticamente caros,
incompatibles con nuestro desarrollo económico. Aquí también somos optimistas,
porque posiblemente a esa altura los yanquis ya habrán invadido, o colocado
gobiernos dóciles, en Bolivia y Venezuela.
* Héctor Eduardo Gómez es Profesor Universitario. Miembro del MORELP (La Pampa)
y del MORENO.