Argentina: La lucha continúa
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MOCASE: “Tierra y Reforma Agraria”
Lisandro Reynoso
Kornblihtt
Proyecto Emancipación
lisandro.reynoso@gmail.com
El monte santiagueño vive atravesado por miles de senderos, por ellos no solo
andan “zorras” tiradas por burros, mujeres en busca
de sus cabras o niños para la escuela, por esos senderos también camina la
historia que, extraviada entre tanto quebracho y
algarrobo, vuelve a cruzarse una y otra vez con los campesinos.
El MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero) tiene sus raíces, su
presente y su futuro determinado por la confrontación entre dos proyectos
históricos completamente opuestos. De un lado el pueblo campesino, defendiendo
la posesión comunal de sus tierras, que representan no solo una medio de
producción, sino que se constituyen como determinantes de su forma de vida y
cultura. En el lado opuesto, los usurpadores, que siempre han considerado al
bosque y los hombres como canteras de riquezas que deben ser explotadas, para
luego ser abandonadas vacías y muertas cuando ya no generen ganancias.
En estos 512 años de lucha, el MOCASE reconoce tres etapas, que a pesar de sus
diferencias tienen un mismo trasfondo.
La primer es, evidentemente, la conquista española. Los pueblos originarios,
atacados y dominados para ser enviados al centro minero de Potosí, también
debieron enfrentar la destrucción de su cultura. En el pueblo de Quimilí, Reinaldo sostiene que “...con la presencia del
español se inicio todo un proceso de desculturización,
tratando de hacer perder la identidad indígena, para eso hicieron uso de la
educación, la religión, y todo lo que tenían a mano para producir un genocidio
cultural, sumado al genocidio físico, para que los que queden vivos no se
acuerden que son indígenas.”
Una segunda etapa comienza con el siglo XX. La llegada del tren y la compañía
inglesa “La forestal”, inicio un proceso donde la tala del quebracho,
utilizado para obtener tanino, durmientes y tablones,
marco el ritmo de deforestación del bosque.
En el principio de la noche santiagueña, Mónica, con su voz tranquila y clara
comparte lo que ha aprendido: “Cuando alguien desconocido le pregunta a
los campesinos si han participado del obraje hachero ellos responden “nosotros
no, los traían de afuera”, cuando pasa un año y ya te han abierto las puertas
como pares, te dicen “sí, nosotros participamos”. Es la negación de haber sido
forzados a participar de esa destrucción del monte. El hachero, al estar
cortando un árbol, se ha estado destruyendo a si mismo, sintió el grito de la
caída y la impotencia de ese árbol. Sabía que se estaba destruyendo a él
mismo.”
Otra etapa, la tercera, también ha comenzado junto con un cambio de siglo.
Aproximadamente a partir del año 2000 se inicia un proceso colonialista e
invasor similar a los anteriores. Este es impulsado por la demanda exterior, ya
no de esclavos o tanino, sino de soja transgénica.
Confluyen en esta situación fundamentalmente tres factores:
A.- La modificación de los precios relativos de la oleaginosa. Su cotización
era de u$s 165 en el año 1999, tocando los u$s 222 a mediados del año 2003 .
Esto representa un aumento del 35%. La variación en pesos, tras la devaluación,
es de aproximadamente %290.
B.- La incorporación de los paquetes tecnológicos propuestos por las
multinacionales, que incluyen las semillas modificadas genéticamente,
fertilizantes y herbicidas. A nivel nacional esto ha posibilitado que, mientras
la superficie sembrada con soja pasa de 5.8 millones de hectáreas en 1993/4 a
12.6 en el 2002/3 (variación del 118%), la cosecha pase de 11 millones de
toneladas a 35 (variación del 199%) en igual periodo .
Estos paquetes permiten cultivar soja en casi cualquier suelo, a fuerza de
fertilizantes y herbicidas, borrando la frontera natural de los cultivos.
C.- La aparición de grandes montos de dinero disponibles para el financiamiento
de operaciones ilegales vinculadas a la usurpación mafiosa de tierras y la
puesta en producción. El compañero Ángel lo resume forzando su voz, desafiando
a los oídos de los “buchones” que rodean la mesa: “El negociado de
títulos para la compra de tierras viene del lavado de dinero, dinero robado
durante la ultima década por (Carlos) Menem y
(Eduardo) Angeloz, que lo hacen circular, desde mesas
de dinero, con la soja transgénica ¡De eso tenemos
pruebas contundentes! (...) todos estos yuppies
cordobeses que viene a comprar tierras, chacareros que se fundieron, algunos de
la Federación Agraria y la Sociedad Rural, que se gastaron la guita en la timba y la joda, en la década de los ’90, y
ahora consiguieron una mesa de dinero de usureros en Jesús María (Provincia de
Córdoba) que maneja dinero de Angeloz (Ex Gobernador
de Córdoba) y compañía, la parte del dinero que no se ha ido a Suiza ¡Los
chacarero
s y arrendatarios, quebrados, adeudados en 11 mil millones de dólares, y
aparecen con camionetas 4x4, topadoras, tractores, no ahora, desde el primer
año que empezaron con la soja, porque son operadores y testaferros!”
La historia parece repetirse, de manera torpe y repugnante, copiada con sangre
generación tras generación. Pero esta vez hay algo distinto, los condenados de
la tierra están fuertemente armados de memoria. Cacho lo dice desde Charquina: “En los años ’30 la empresa “La Forestal” vino
diciendo que estas tierras eran suyas. Talaron todo el monte y se lo llevaron.
Hoy, 70 años después, otra vez vienen de afuera a decir que estas tierras les
pertenecen, para sembrar soja y exportarla”.
El avance sobre las tierras de los campesinos es brutal y simple. Un testaferro,
por lo general santafesino o cordobés, soborna a un habitante de algún pueblo
cercano. Este figura cediéndole la “posesión de hecho” del monte, posesión que
no es necesario demostrar ya que los jueces no son justos. Luego llega el
alambrado, que atrapa escuelas, caminos y cementerios. Y la matanza se
concreta. Las topadoras “limpian” el terreno y los cazadores matan a los
animales que intentan escapar. Contra las familias largan bandas de hasta 25
matones armados. Pero el monte y la vida propia son sinónimos para los
campesinos. Ferreira, que recolecta silencios para transformarlos en claridad,
lo hace entender con facilidad: “Yo le he dicho al “dueño” que si va a pasar la
topadora también pase por encima a las mujeres que encuentre, porque esta noche,
cuando llueva, van a nacer muchas plantas nuevas y en Tintina van a nacer
muchos chicos que cuando vuelvan a Charquina solo van
a encontrar campos
ajenos”.
En Santiago del Estero nada escapa a la historia. Ni siquiera el metal con que
se reprime. Esa otra de las cosas que grita Ángel: “Nosotros les hemos mostrado
pruebas al gobierno de que aquí hay armas de la policía federal y la Triple A,
que tiene la policía provincial y las bandas de Musa Azar. Nosotros estamos
encontrando las armas que persiguieron a los desaparecidos y con las que hoy
nos están queriendo golpear a nosotros. Y nuestras mujeres, sin armas, se las
sacan de las manos a los policías y los mandamos a pata a la comisaría”
El MOCASE tiene como eje fundamental de su existencia la lucha por la reforma
agraria. Reinaldo comienza por explicar cuales son sus términos generales:
“Nosotros consideramos la reforma agraria como un respeto por la forma de vida
y tenencia de la tierra de los campesinos. La reforma al estilo mexicano o
chileno con reconocimiento por familia de una parcela a nosotros no nos sirve,
porque tenemos la influencia de la herencia cultural aborigen, donde las
propiedades son comunitarias. No hay una visión de decir “esta es mi parcela”,
los parajes son de todos, y si vos sos de ahí vas a
hacer tu potrero o tu represa en cualquier lugar, porque es de todos. Es mucho
más adecuado a nuestro planteo de reforma agraria el reconocimiento no tanto de
la parcela sino del territorio. Nosotros hablamos de territorialidad, cada
comunidad tiene un territorio donde desarrolla su vida.”
Después de entendido esto podemos avanzar un poco más, tratando de conocer el
resultado de un proceso de sufrimientos e ideas que comenzó hace demasiado
tiempo. El MOCASE, hablando a través de los “cumpas” insinúa un poco más cuales
son sus limites. “Nuestra lucha no termina acá, porque cuando nuestros hijos
crezcan ¿en que tierras van a vivir? Son necesarias más tierras para que todos
tengan sus familias. La tierra no va a ser difícil conservarla, de hecho no nos
han desalojado, pero hemos perdido territorio antes de nacido el MOCASE, y lo
tenemos que empezar a recuperar”. “Estamos impulsando con el MTD Aníbal Verón, una organización urbana, para ir construyendo un
“movimiento sin tierra”, una vuelta al campo masiva. La gente se va a venir
caóticamente, cagada de hambre (...) Los territorios sin población los ocupa el
capitalismo anónimo. Buenos Aires y su conurbano tiene 15 millones de
habitantes y Córdoba 3 millones de habitantes ¿Como puede? Este es un país que
podría dis
tribuir más de 100 millones de habitantes, con un campo cuidado en lo ecológico
y ciudades sanas de 30 o 40 mil habitantes. Con un esquema de distribución
territorial mucho más sustentable y sano. Pero en principio pensemos la
cuestión básica de comer, queremos un pueblo que produzca su comida, que no la
este mendigando.”
La propuesta de una reforma agraria masiva, con reincorporación al campo de los
que han emigrado a la ciudad, parece una tarea sumamente difícil. Pero el
MOCASE tiene en cuenta dos puntos.
Primero, que esta reforma es sumamente necesaria y no solo para los habitantes
del campo. Los pobres suman 13,8 millones en las 31 principales ciudades. Pero
entre ellos están los indigentes, que alcanzan a ser 6,63 millones de personas,
esto es el 27,5% de la población urbana .
Segundo, la reforma es plenamente posible.
Según datos del INTA, una familia puede autoabastecerse de verduras, huevos y
gallinas, en una superficie de 200 metros cuadrados. Tomemos una superficie de
10.000 metros cuadrados, una hectárea, para hacer el calculo
con mejor margen y comodidad. Esto quiere decir que, aproximadamente, son
necesarias 1,25 millones de hectáreas para sacar de la “indigencia” inmediata a
todos esos compatriotas. Tengamos en cuenta que en el país hay sembradas 32
millones de hectáreas , por lo tanto, modificando el
régimen de tenencia del 3,8% de toda esa superficie (O el 0,73% de las 171
millones de hectáreas de los establecimientos agrícolas y ganaderos) podríamos
acabar con semejante hambruna y hacinamiento.
Aunque cargado de prudencia, el MOCASE considera que el contexto político es
favorable para ganar en esta lucha.
A nivel latinoamericano Ángel sostiene que “El eje Kirchner
– Chávez es muy interesante, pero esto depende del campo popular y la
correlación de fuerzas. Los empresarios y las multinacionales hacen fuerza para
correr a Kirchenr hacia el lado de ellos, por eso
tenemos trabajar para que él haga lo que nosotros queremos. Empezó la lucha por
el estado y nosotros vamos a estar ahí, aunque no partidariamente.
Kirchner tiene una mujer con conducta, además hay por
debajo de él gente noble y honesta.
En su política esta apuntando a lo jurídico, como venimos haciendo nosotros
(...)
Hoy en día que se cumpla la constitución parece una utopía. Por eso le decimos
a Kirchner que haga cumplir la constitución nacional,
pero no contra el pueblo pobre, que se la haga cumplir a todos. Cuando esto
pase habremos instalado un piso, después veremos si podemos hacerla evolucionar
(...)
También esta la alianza del MERCOSUR, pero debemos agregarle lo social y
solidario, junto con Venezuela (...) por arriba de los gobiernos, de los
partidos, de las organizaciones, del MOCASE, de Emancipación y del estado, esta
el Pueblo, y si el ALBA es eso, ¡Vamos con el ALBA!”
Si es cuestión de tiempo, esfuerzo y paciencia, el MOCASE esta preparado. Saben
que la lucha puede durar varias generaciones. Mirta
dice “Siempre buscamos la participación de toda la familia, de manera de
integrar, porque sino, cuando dejemos de andar ellos no van a continuar la
lucha. Por eso tratamos de que los chicos participen, porque también saben
decir cosas importantes”.
Coqui que, como tantos otros, es hachero, cazador y
campesino, hace que sus palabras sean creíbles por su serenidad, porque son
dichas en medio del monte, con un mate y sin micrófonos: “Ahora hemos empezado
a luchar y no pararemos hasta recuperar las tierras. Vamos luchando por lo
nuestro y no por lo ajeno, como vienen haciendo los de afuera. La batalla la
tenemos que ganar de aquí a un año, a dos años, a diez años, la tenemos que
ganar. ¡Ellos tendrán las armas, pero nosotros tenemos la razón!”. Estoy seguro
de eso.