Con la propuesta salarial y presupuestaria realizada por el gobierno de Felipe Solá al Frente Gremial Docente Bonaerense (FGDB), se cierra un año en el que la lucha docente preocupó seriamente al poder político de la Provincia de Buenos Aires.
El gobierno ofreció un aumento de 85 pesos remunerativos por cada 20 horas reloj de trabajo (no se incorporan al básico que se mantiene en 260 pesos), una garantía de ingreso mínimo de 600 pesos, la creación de 5 mil nuevos puestos de trabajo, la derogación de la Resolución N° 4.457 que congelaba las plantas, promesas de inversiones en infraestructura y becas y un máximo de 30 alumnos para el trabajo en el aula.
Esta propuesta es altamente insatisfactoria para los trabajadores de la educación. Es por esto que debe evaluarse la actuación de las directivas de la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB) y del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de la Provincia de Buenos Aires (SUTEBA), que condujeron el proceso de movilización con acuerdos de cúpula sin consulta ni protagonismo de la base docente, que no tuvo ningún poder de decisión en los tiempos y en los modos de la protesta.
Así, las directivas presentaron como un logro una promesa del gobierno provincial: instalar una paritaria con los docentes en 2005 y crear un Tribunal Arbitral como ámbito para resolver conflictos. Al mismo tiempo, en la Legislatura provincial, se han presentado cinco proyectos de ley que avanzan en el desguace de la educación pública (ver edición N° 151 de El Espejo) y que, para ser implementados, necesitan arrasar con conquistas laborales plasmadas en el Estatuto del Docente.
Con este panorama, se puede augurar un 2005 en el que se pondrá a prueba la voluntad y decisión de los docentes de colocar en el centro del debate y la lucha una educación pública vapuleada por las políticas de los que gobiernan. Políticas que, en su conjunto, originan que 100 mil chicos dejen la escuela en un año, en una provincia que, como el país, ostenta un millonario superávit fiscal.
Balance desde el SUTEBA Bahía Blanca
Para los docentes de Bahía Blanca, 2004 fue un año de grandes experiencias y enseñanzas. Un año de lucha con dos ejes centrales: la masividad en las acciones y el desafío al poder político.
A comienzos del año, hubo una lucha ejemplar y exitosa en torno al no cierre y fusión de cursos, donde se alcanzó una buena conexión con sectores importantes de la comunidad educativa. Esta lucha empalmó luego con el reclamo salarial y presupuestario, compartido con otros trabajadores estatales, que tuvo su pico máximo en una masiva movilización y un plenario en la calle el 4 de junio de 2004.
Como resultado de una política consciente, discutida y votada en asambleas, el SUTEBA fue el eje de una coordinación que permitió desarrollar y extender la unidad de los trabajadores.
Este incipiente desarrollo fue duramente atacado por tres frentes: la Intendencia, el diario La Nueva Provincia (que llegó a pedir represión en una de sus editoriales), y los funcionarios del gobierno bonaerense, que desembarcaron una y otra vez blandiendo amenazas y castigos.
Nuestro accionar como conducción nueva, honesta, democrática y combativa, concitó un respaldo muy importante en las elecciones para la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) –con un 84% de los votos- y en 300 nuevas afiliaciones en un año. Durante este período, el cuerpo de delegados/as de escuela jugó un papel central en la actividad de denuncia y organización.
El fin de año nos encuentra dando un paso de avance con otros trabajadores hacia una discusión y una construcción igualmente necesaria: el aspecto político.
Se trata de conseguir que el cuestionamiento y la protesta por la situación de la educación se transforme en cuestionamiento hacia una sociedad organizada de un modo tan injusto y desigual que condena a millones a la desocupación, al hambre y la ignorancia.
Entender que el sentido de nuestras acciones, no debe cerrarse en el reclamo corporativo, sino extenderse en la crítica hacia un sistema que no tiene solución para las demandas de las grandes mayorías. Entender que tenemos y podemos luchar y buscar otro país y que en ese camino hay que encontrarse con otros que padecen injusticias como las nuestras. Encontrarse para debatir y actuar en el terreno en que se decide la soberanía nacional y la distribución de la riqueza: el terreno político.
De un encuentro con otros trabajadores surgió esta declaración: "Queremos hacernos escuchar y construir, con la participación de todos y cada uno, las propuestas para vivir de otra manera. El cambio no se reclama, se ejerce. Los de arriba tienen políticos, jueces, diarios, canales de televisión, que defienden sus intereses. Para construir una fuerza que defienda a los nuestros sólo hacen falta ideas, unidad, democracia, honestidad, compromiso y voluntad de lucha. Abundan estos valores en los que vivimos de nuestro trabajo, en quienes no lo consiguen, en aquellos que estudian o en los que ya se jubilaron y escasean en las cúpulas políticas, empresariales o sindicales". Una propuesta de construcción. De eso se trata.