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Nuestro Planeta

SOBERBIA SUICIDA (PARTE I)

Claudio Tygier (
ARGENPRESS.info*

Este artículo corre el velo sobre las consecuencias de la utilización de la soja transgénica en América Latina y los productos asociados a esta como el glifosato, poniendo especial énfasis en dos aspectos: la salud humana y la diversidad biológica.

Palabras previas

Las páginas que siguen han sido escritas con el fin de presentar de manera clara y concisa diversos aspectos de un problema, cuyas implicancias no hay que subestimar. De entre todo el abundante, heterogéneo y disperso material informativo al tuvimos acceso, que además de las referencias finales, incluye emisiones de onda corta de radios internacionales, entrevistas con estudiosos y aprendizaje in situ con campesinos, en su mayoría mujeres, hemos incorporado en esta publicación, sólo aquél cuyo contenido permite visualizar cuál sería el escenario en Bolivia, en caso de sembrarse aquí plantas genéticamente modificadas. Para tal hipótesis, hemos puesto el énfasis fundamentalmente en dos aspectos: salud humana y diversidad biológica. Todos los datos que aparecen en esta publicación corresponden a las fuentes citadas al final. Hemos omitido las referencias bibliográficas puntuales por razones de espacio. Quienes consideren necesario preguntar o criticar, están invitados a hacerlo y gustosamente se le responderá.
El rol protagónico en este guión está asignado, por motivos obvios, a la soya transgénica cuya patente es propiedad de la corporación transnacional Monsanto. Otros casos, como ser el maíz, no revisten igual importancia por cuanto su producción se destina en su totalidad al consumo interno, a través de diversos usos tradicionales, para los que el cultivo genéticamente manipulado no es utilizable. Dado el hecho de tratarse de la implementación de un paquete de tecnologías y no de la simple siembra de una semilla, dedicamos considerable espacio al herbicida Roundup (glifosato) co-protagonista de esta trama y a los efectos y consecuencias de su aplicación.
Asimismo, con el fin de llenar el aparente vacío normativo observable en esta materia, hemos incluido un breve análisis legal, aportando conclusiones justificables dentro del marco estricto de la legislación vigente.
Consideramos también la necesidad de interpretar el fenómeno de la ingeniería genética agrícola desde perspectivas epistemológicas y biológico-evolutivas. A ello también consagramos algún empeño. Creemos haber cumplido este propósito de manera satisfactoria.
Dada la abstracta aridez del tema, hemos intentado amenizar la exposición a través de algunas ejemplificaciones de tipo alegórico-deportivo, y mediante títulos que condensan el sentido de los textos que encabezan. Este dispositivo de titulación de textos, facilita la lectura, permitiendo una lectura ordenada a medida de cada lectora o lector. Es posible leer este trabajo en una pluralidad de secuencias u órdenes, aliviando así el tedio y cierta monotonía argumental. Sin embargo, existen ciertas limitaciones y en algunas ocasiones será necesario leer dos, o eventualmente tres bloques para una información adecuada. Esperamos que este trabajo brinde una modesta contribución para las discusiones relativas al Area de Libre Comercio de las Américas, uno de cuyos objetivos clave, es la eliminación de todos las restricciones a la introducción de semillas genéticamente manipuladas, que se hallan, además, subsidiadas en un 70-80% de su costo de producción. Dicha contribución, consiste a nuestro juicio, en que aquellos que sostienen las bondades de la transgénesis, que lo prueben en debate público, venciendo la lógica argumental que se les opone; tienen ellos ahora la palabra. Finalmente, hicimos referencia a un caso concreto de 'biotecnología limpia' implementado en el país. Creemos que lo realizado en Bolivia en este terreno, permite afirmar que aquí están dadas las condiciones para ofrecer alternativas inconmensurablemente superiores a las 'bondades' prometidas por la ingeniería genética.

Primeros peligros


Hay un buen número de razones convincentes que justifican evitar los alimentos que contengan ingredientes derivados de organismos genéticamente modificados y tratados con herbicidas, como la soya, el maíz, la colza y las papas. En particular, los niños deben ser aleccionados para evitar estos alimentos. Los científicos asistentes al Grupo Abierto de Trabajo sobre Bioseguridad de la Convención de Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica realizado entre el 13 al 17 de octubre de 1998 solicitaron a 'todos los gobiernos a emplear todas las medidas que estén a su disposición para excluir de sus mercados los frijoles de soya genéticamente manipulados Roundup-Ready de Monsanto resistentes a herbicida, porque dañan la salud pública'.
Un experimento reciente llevado a cabo en el Reino Unido por un experto independiente, el Dr. Alpad Pusztai, ha mostrado que los alimentos genéticamente manipulados pueden, cuando se alimenta en cantidad suficiente con ellos a los animales, causar en forma muy gradual daños en sus órganos y en el sistema inmunológico.
El alimento utilizado en el experimento fueron papas genéticamente manipuladas. Se cultivó dos grupos de papas en los mismos tiestos dentro de un solo invernadero. Uno de los grupos era una variedad genéticamente alterada para producir una proteína aglutinante no tóxica, y el otro era una variedad corriente de papas. La papa normal fue suministrada a los animales sin que se produjeran efectos adversos. La papa genéticamente modificada causó daños graduales a los órganos y al sistema inmunológico.

El problema del método


Un experimento de seguimiento separado llevado a cabo por el Dr. S.W.B. Ewen, Patólogo Senior en la Universidad de Aberdeen, Escocia, ha confirmado que no fue la proteína la causante de daños en los órganos y en el sistema inmunológico de los animales alimentados con las papas modificadas, sino los residuos tóxicos o infecciosos acumulados durante el proceso de manipulación genética. Del hecho de que no fue la proteína en las papas, sino el proceso de manipulación en sí, el factor decisivo que llevó a la aparición de la toxicidad, se puede esperar resultados similares en animales o humanos, alimentados durante un prolongado período de tiempo (años o décadas) con soya, colza y maíz genéticamente manipulados directamente, o como ingredientes en alimentos industrialmente procesados.
Una cuestión clave en la peligrosidad que entraña el ingerir OGM, es el empleo de virus altamente infecciosos como vector portador del gene introducido. Un virus comúnmente empleado es una variedad muy infecciosa del virus mosaico (combinación clonada de diferentes genotipos) del coliflor. La variedad de este virus que se halla en alimentos comunes no tiene estas caracterísiticas y no puede ser absorbido por los mamíferos. Los daños fueron descriptos en detalle por el renombrado geneticista, Dr. Mae-Wan Ho en una reunión mantenida el 31 de marzo de 1999 a invitación del entonces ministro de medio ambiente del Reino Unido, Michael Meacher.

Cosechas de recompensa o problemas-plaga


Los que abogan por la introducción masiva de OGM en el mercado, aducen que estos productos brindan mayor seguridad ambiental y protección a la salud de productores y consumidores, pues permiten reducir el uso de plaguicidas y de herbicidas.
De hecho las investigaciones realizadas dejaron claro que los agricultores que cultivan OGM emplean en promedio una cantidad igual o superior de plaguicidas que sus colegas dedicados a producir cultivos no manipulados.
Los agricultores 'cosechan recompensas si cultivan OGM', es un eslogan muy utilizado por los promotores de la ingeniería genética. Pero, no es así. Los agricultores en realidad no se benefician de ningún modo. La verdad es que:
El rendimiento de los OGM es menor que los cultivos tradicionales, pues la función genética insertada de resistencia al herbicida, disminuye la energía de la planta que antes se hallaba disponible para el crecimiento.
El gasto en insumos químicos es mayor, dada la rápida generación de resistencia en poblaciones de insectos-plaga o de malezas.

El deterioro permanente de los suelos disminuye el valor potencial de la propiedad agrícola


Monsanto lleva adelante políticas intimidatorias en perjuicio de los productores y acciones judiciales por pago de patentes, lo que obliga a los agricultores a incrementar costos para aislar sus cultivos, y evitar así la contaminación con OGM y las demandas judiciales de la transnacional por el uso de su semilla patentada sin pago de regalías.
El periódico científico Nature con fecha 9-9-1999 informa que un grupo de agricultores en los EEUU se proponía iniciar acciones legales colectivas (class-action lawsuits), en representación de numerosos productores contra Monsanto y otras compañías, porque publicitaban sus OGM como benignos para la agricultura y el ambiente.
El diario Washington Post ha publicado el 18 de septiembre de 1999 que, 'los agricultores norteamericanos han plantado OGM de buena fe, en la creencia de que el producto es seguro y que ellos serían recompensados por sus esfuerzos' citando una declaración de la Asociación de Productores de Maíz (American Corn Growers Association) emitida la semana previa a la publicación. 'En lugar de ello, - publica en sus páginas el Post) los productores se ven engañados por las empresas productoras de semillas y agroquímicos, quienes los alentaron a sembrar un mayor número de hectáreas de estas variedades manipuladas, sin advertirles sobre los peligros vinculados con la producción de un cultivo que no habría de tener una mínima aceptación entre los consumidores'.

Breve filiación de Monsanto


Monsanto tiene en su haber el desarrollo del 'agente naranja' defoliante usado en la guerra de Vietnam. Otra de sus creaciones ha sido el DDT, y el methil parathion, uno de los ingredientes esenciales para fabricar el gas nervioso de las tan temidas 'armas de destrucción masiva'.
La vedette del momento para la corporación, fue hasta poco tiempo atrás, Roundup, un exterminador químico de plantas. En 1997, este herbicida representaba un 15% del total de las ventas de la transnacional. Solamente en el territorio estadounidense se fumigaba 11.800 toneladas al año en sembradíos, jardines y bermas. Los derechos intelectuales protegidos por la patente de invención de este herbicida, han expirado en el año 2.000 y como era esperable, el precio cayó en forma abrupta, pues ya hay una importante planta que lo produce en China. La soya transgénica Roundup Ready, SRR es una buena forma de asegurar los beneficios que producía la venta del Roundup, glifosato, antes de la caducidad del monopolio. El primer paso en ese sentido fue hacer dependiente la soya manipulada del herbicida fabricado por la misma corporación. Si se fumiga la soya SRR de Monsanto con algún otro herbicida que no fuera la formulación de glifosato registrada comercialmente como Roundup, la soya Monsanto, sencillamente muere.

Manipulación del derecho a elegir en forma voluntaria lo que comemos


La desconfianza entre los consumidores se nutre del hecho evidente de ser las mismas empresas que introdujeron en el mercado el methyl parathion, el DDT, el agente naranja y docenas de otros productos químicos peligrosos, prohibidos desde hace largo tiempo atrás, las que ahora nos dicen ahora que los organismos genéticamente manipulados son seguros y aún benéficos para el medioambiente.
Los insumos derivados de frijoles de soya, por ejemplo, son empleados en casi tres cuartas partes de los alimentos procesados por la industria, ofertados en supermercados y tiendas, desde cremas heladas y chocolate, margarina y sodas, pan y salsas de tomate, papas fritas y mermeladas hasta la pasta italiana. Otra 'vedette' entre los OGM son los edulcorantes derivados del maíz transgénico. Es evidente que no hay prácticamente alimento elaborado que esté libre de estos nuevos productos. Ante esto, resulta paradójico y por demás significativo, el hecho de que quienes insisten de manera obstinada que los OGM son alimentos seguros y saludables, sean también los mismos que se niegan, por todos los medios, a identificar con etiquetado de fábrica, cuáles son los productos que contienen ingredientes elaborados con esos OGM 'seguros' y 'saludables'.

Ayudas no filantrópicas


Mediante las campañas publicitarias promovidas por la industria biotecnológica, se pretende hacer creer que los fines buscados por estas corporaciones son de naturaleza filantrópica. Mejorar las condiciones ambientales, preservar la salud de la población y aliviar el hambre padecido por millones en el mundo, son algunos de los nobles embustes metódicamente difundidos. Sin embargo, con más de 800 millones de personas en el mundo sometidas a una cruel e injusta hambruna, hambruna que no sólo no fue atenuada por la Revolución Verde, sino que, como consecuencia de la implementación de ésta en el Tercer Mundo se acentuó, cabe preguntar si el problema es debido a deficiencias en la producción alimentaria, a falta de comida. La respuesta es: definitivamente no. Es un mito que no hay suficiente alimento como para dar de comer a toda la humanidad. Actualmente, existen excedentes que superan en un 50% la cantidad necesaria para lograr este propósito, excedentes a los que mucha gente no tiene acceso por razones ligadas a las políticas agrícolas de los países industrializados, entre éstos, aquellos en donde fueron desarrollados los OGM.
La llamada 'ayuda alimentaria' a los países pobres, proveniente de los Estados Unidos y de la Unión Europea, ha empeorado, no mejorado la situación alimentaria de los primeros. Gracias a los astronómicos subsidios otorgados a los productores, superiores a los U$S 1.000 millones diarios, esta ayuda se comercializa a precios muy inferiores a los costos reales de producción de los agricultores del Tercer Mundo. Cargill, por ejemplo compra cosechas de maíz al 20% del costo real del agricultor. Los efectos de estas políticas son la expulsión del mercado local de los campesinos, quienes engrosan las multitudes de desocupados que se hacinan en las ciudades y la creciente dependencia de insumos y alimentos importados del Norte industrial.
Más aún, los métodos de cultivo basados en el empleo de insumos de 'alta tecnología', promovidos por las corporaciones transnacionales, han desquiciado los esquemas de suficiencia alimentaria existentes en los países en vías de desarrollo. Estos métodos, por su parte, han causado, debido al uso desproporcionado de agroquímicos y a la práctica irracional del monocultivo, severos daños a suelos y contaminado acuíferos, además de reducir drásticamente la diversidad de la agricultura nativa en muchos países.

Vacas sagradas


Es posible oír frecuentemente que, el hambre en el mundo se debe, fundamentalmente, a factores tales como la superpoblación, o el atraso tecnológico. Estas suposiciones se amparan en la sistemática desinformación que hay en este tema, y que se difunde gracias a las campañas de relaciones públicas de los intereses corporativos globales que manejan la producción y distribución global de alimentos.
Un ejemplo aclaratorio: Dos tercios de la humanidad consumen al año unos 170 kilogramos de cereales per capita. El norteamericano y el europeo medios registran en promedio, un consumo per capita cuatro veces y media superior a esa cifra. Sin embargo, no lo comen en forma directa, sino a través de carne, huevos, leche y productos derivados, provenientes de ganado y aves, que a su vez se alimentan con un 80 % de los aproximadamente 760 kilogramos de granos de consumo promedio. Es sabido que la eficiencia de la vaca en la conversión de substancia vegetal en proteína animal es muy baja, hasta el punto que sólo entre el 10% y el 20% del cereal o del grano que se le da, resulta convertido finalmente en proteína animal. Esto implica, necesariamente, que las vacas, por ejemplo, despilfarran durante su propio proceso de nutrición, entre un 80% y un 90% del cereal, que se les suministra. Esto implica que se desperdicia, más de media tonelada de granos por cabeza de ganado vacuno criada. Conclusión: existe una marcada preferencia entre las corporaciones del sector alimentario a producir alimento para animales y no para humanos, de los cuales sólo un número relativamente escaso consume alimentos de origen animal.
La UE produce la mayor parte de sus cereales, 108 millones de toneladas, de oleaginosas, 12,6 millones de tns, y de oleo- proteaginosas, 18,3 millones de tns, con el único propósito de alimentar ganado vacuna, porcino y aves.

Hectáreas-fantasma


żDe dónde se obtiene una importante parte de los recursos para esta producción de carne y productos lácteos consumidos en forma generosa en los países industrializados? Veamos algunos datos ilustrativos, aunque no demasiado actualizados, pues corresponden al año 1992: En aquél momento, los Estados Unidos y otros países del hemisferio Norte generaban grandes excedentes de cereales, carne, leche y otros productos para el mercado mundial de alimentos, aunque, no lo lograban dependiendo solamente de sus propias tierras cultivadas. Lo hacían, gracias a la explotación de 'hectáreas - fantasma' en el extranjero para producir sus insumos agrícolas y alimentos. Holanda, a modo de ejemplo, dependía no sólo de lo producido a partir de sus dos millones (2.000.000) de hectáreas bajo cultivo, sino de quince a dieciséis millones (15 a 16.000.000) de hectáreas adicionales ubicadas en otros países. El Reino Unido explotaba en ese entonces para la agricultura, dos (2) hectáreas en otros países por cada hectárea cultivada en su territorio. En total, más de noventa y nueve millones, novecientas setenta y cuatro mil (99.974.000) hectáreas eran explotadas con ese propósito en países del Sur - un área equivalente a cuatro (4) veces la superficie total de las tierras bajo producción agropecuaria de todo el Reino Unido -. Irónicamente, aquellos países cuyos gobiernos han venido declarando solemnemente que luchan con firmeza contra 'los problemas del exceso de producción', en el hipotético caso de ser retiradas de la producción sus 'hectáreas fantasma', tendrían, casi con certeza, dificultades en la provisión de sus propias necesidades alimentarias, de no haber cambios radicales en sus dietas.' Como dato ilustrativo puede decirse que prácticamente el 80% de la cosecha mundial de soya, excluida la República Popular China, está destinada a convertirse en alimento balanceado para las vacas y los cerdos cuya carne comen en exceso norteamericanos y europeos.

Efectos negativos de la práctica de monocultivos


Según datos difundidos por la FAO hace algo más de un quinquenio, el 25% del total de tierras arables en el mundo ha sido degradado por mal manejo. El 10% se ha perdido completamente durante los últimos 50 años. El despojo de la cubierta vegetal protectora, el uso de maquinaria pesada, el monocultivo continuado, el descuido de las prácticas de conservación de suelos, la tala de árboles en el campo, la pérdida de materia orgánica y de diversidad de vida por uso de pesticidas químicos son los factores causantes de la degradación. Cada año, en todo el mundo, se pierde por erosión 24.000 millones de toneladas de suelo fértil. Suficiente cantidad para llenar un tren con vagones de carga cuya longitud sería la distancia cinco veces ida y vuelta, entre la Tierra y la Luna.
El mal manejo del agua está estrechamente ligado a la degradación de suelos. La agricultura acapara el 73% del total del consumo mundial de agua y alrededor del 10% de las tierras bajo riego en el planeta se ha perdido o está severamente dañado por el riego intensivo que causa salinización, alcalinización y descenso en el nivel de las napas.
El uso intensivo e indiscriminado de fertilizantes, insecticidas, fungicidas y herbicidas sintéticos ha producido estragos entre los organismos que habitan los suelos, disminuyendo drásticamente su fertilidad; reduciendo la calidad nutritiva de los alimentos y generando en las personas el crecimiento exponencial de enfermedades como cáncer, mal de Parkinson, esclerosis múltiple, enfermedad neuromotora y encefalomielitis miálgica, así como también inmunosupresión y otras afecciones de su sistema inmunológico. También se ha verificado que estas substancias eliminan los insectos benéficos, y, provocando mortandad masiva, amenazan con extinguir especies de aves, peces y mamíferos.
Las pérdidas causadas por insectos-plaga en la agricultura han crecido en los EEUU desde un 7% de las cosechas en 1945, hasta prácticamente un 13% en el año 1989, no obstante haberse incrementado, durante el mismo período, más de diez (10) veces el volumen de insecticidas sintéticos aplicado a los cultivos. Resulta preocupante que la mitad de las 500 especies de insectos que ocasionan en ese país pérdidas por valor de 2.000 millones de U$S al año, ha desarrollado resistencia a los insecticidas.
El reservorio genético de la mayor parte de las especies comúnmente cultivadas ha sufrido una devastadora erosión, especialmente aquellas que son comercializadas en los mercados globales. La erosión es resultado del desplazamiento de las especies nativas por variedades de alto rendimiento introducidas por la 'Revolución Verde'. El arroz y el trigo han recibido el golpe más duro. En 1990 las variedades híbridas de arroz cubrían ya el 74% de las tierras arroceras en Asia. En algunos países como Sri Lanka, Filipinas, China y Malasia la cesión del mercado en favor de las nuevas líneas genéticas es hoy prácticamente total. Unas pocas décadas atrás, en la India, los agricultores cultivaban unas 50.000 variedades diferentes de arroz; hoy cultivan apenas unas pocas docenas. De la misma manera, en las Filipinas alguna vez fueron cultivadas unas 4.000 variedades distintas de este cereal, sin embargo, ahora los agricultores sólo plantan unas pocas en todo el país. En Indonesia, 1.500 variedades locales de arroz se extinguieron en los últimos 15 años.

* Claudio Tygier es periodista-investigador y traductor. Premio nacional de periodismo científico 1997, miembro correspondiente del Center for Amazonian Literature and Culture, CALC, Smith College, Northampton, Massachusetts, EEUU.