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Sudán, destrozado por las guerras civiles
Desolación en Darfur
La región de Darfur (noroeste de Sudán) está devastada desde febrero de 2003 por un conflicto que provocó miles de muertos y un éxodo masivo de refugiados. Esta catástrofe humanitaria, que Naciones Unidas denomina "limpieza étnica", permanece oculta por otro conflicto que desde 1983 enfrenta al Norte árabe-musulman con el Sur cristiano y animista.
La sangrienta guerra que se libra en los tres Estados de Darfur, al oeste de
Sudán, desde febrero de 2003, provocó una de las catástrofes humanitarias más
graves de este comienzos de siglo: 110.000 refugiados en Chad, 700.000
desplazados en el interior del país, más de 10.000 muertos (1). Todos los
testigos relatan las mismas escenas de desolación y saqueos: ataques de
madrugada, pueblos incendiados, rutas cortadas, robo de ganado, distritos
vedados a las organizaciones humanitarias y a los extranjeros. En pocos meses,
los conflictos tribales que desde hace veinte años caracterizan la actualidad de
Darfur se transformaron en un guerra civil mortífera.
Darfur toma su nombre de la etnia fur, pueblo de campesinos negros que vive en
el macizo montañoso del jabal Marra, en el centro del país. Este grupo dominaba
un reino durante mucho tiempo independiente, incorporado a Sudán en 1916. La
provincia está dividida en tres Estados (Darfur del Norte, del Sur y del Oeste
(2)). La mitad norte de la provincia es sahariana, recorrida por nómadas
camelleros. En el centro y en el sur, fuera de las zonas de montañas más
fértiles, tribus pastoriles y poblaciones campesinas conviven con
enfrentamientos regulares, particularmente cuando las lluvias escasean. En
Darfur, país de tribus, éstas son numerosas. Todas son musulmanas, pero el árabe
sólo es la lengua materna de una minoría de sus habitantes. Las tribus "árabes",
o al menos llamadas así por sus adversarios, son generalmente nómadas,
camelleras en el norte, vaqueras en el sur. Las tribus "africanas" son a veces
pastoriles, pero principalmente campesinas. En Jartum, sin embargo, a todos se
los trata a menudo con el mismo desprecio.
Lucha de tribus
La crónica de Darfur es la de conflictos entre ganaderos, en busca de agua y
pasto, y campesinos que protegen sus campos y sus escasos bienes. En este país
de pocos recursos, totalmente desprovisto de equipamiento y sumido en el
abandono, la explosión demográfica (la provincia posee 6 millones de habitantes,
dos veces más que hace veinte años) tornó más violenta la lucha por el agua y el
espacio. La resolución tradicional de los conflictos, basada en el respeto por
los nómadas de itinerarios ("los corredores" de orientación norte-sur) y de
períodos precisos de trashumancia, comenzó a desmoronarse con la gran sequía y
la hambruna de mediados de los años 1980. Desde entonces, Darfur está en crisis.
A pesar de la presencia de responsables políticos oriundos de la región en las
esferas del poder en Jartum, la situación se deteriora año tras año.
De 1985 a 1988, una guerra mortífera enfrentó los furs a las tribus árabes
lanzadas al ataque de sus pueblos, en medio de idas y vueltas entre Chad y
Darfur, intervenciones de la Legión Islámica libia y juegos de poder del partido
Umma de Sadeq El Mahdi. Pudo parecer un momento de paroxismo ligado al período
de sequía. A la distancia, surge como una premisa. Los árabes rizeygats del sur
lograron el reconocimiento de un "dar" (país) para ellos en la región de
Ed-Duein, pero durante la "conferencia de paz" que puso fin a las hostilidades
en noviembre de 1989, prevaleció más la sensación de tregua que de paz.
La instauración de un régimen militar-islamita en Sudán, en 1989, no resolvió el
problema de la inseguridad imperante. Por el contrario, la mayor benevolencia de
las autoridades hacia las "tribus árabes" alentó a las tribus más belicosas.
Varios de sus miembros figuraban entre los dignatarios del nuevo régimen. A lo
largo de los años 1990 hubo varias guerras locales, muy a menudo ignoradas en el
extranjero, en los tres Estados de Darfur: en 1990, entre furs a favor del
Ejército Popular de Liberación de Sudán (APLS) del coronel John Garang y el
ejército apoyado por los "árabes" benis halbas (3). En 1996, en el sur, entre
rizeygats y zaghawas. En 1997-1999, en el oeste, entre campesinos masalits y
árabes um julluls. Por lo general, la iniciativa de las hostilidades proviene de
las tribus "árabes". Para designar a sus milicias, se difunde entonces un nuevo
vocablo aterrador, janjawid, palabra compuesta que significa aproximadamente
"los jinetes del diablo armados con kalachnicov". Porque si antes se atacaba con
lanzas y espadas, desde los años 1980 se ataca con fusiles de asalto.
Desde 2001, los incidentes impunes (ataques a pueblos, razzias y robos de
ganado) se multiplicaron, especialmente entre Nyala y Geneina, afectando
particularmente a las comunidades masalits y furs. El carácter sistemático e
intenso de los ataques convenció a las víctimas de que un intento coordinado de
"limpieza étnica" estaba en marcha. Al mismo tiempo, en Darfur del Norte varios
incidentes graves reavivaban la tensión entre zaghawas y árabes ereghats o
rezeygats.
Guerra sin fin
El 25 de febrero de 2003, el Frente de Liberación de Darfur (FLD), presidido por
el abogado Abdel Wahid Mohamed Nur, desata la insurrección en el jabal Marra. La
rebelión une esta vez a casi todas las tribus "africanas" de Darfur. Fundado
poco más de un año antes, el FLD cuenta con el apoyo de las milicias de
autodefensa lugareñas fur. Para expresar su extensión a las demás tribus
africanas, especialmente a los massalits, los zaghwas y los bertis, toma, en
marzo de 2003, la denominación de Ejército de Liberación de Sudán (ALS).
El plan estuvo bien preparado y las lecciones de los años 1980 y 1990 fueron
aprendidas. El ALS lanza al ataque de puestos de policía y guarniciones del
ejército raids de camionetas Toyota equipadas con ametralladoras Dushka,
repletas de combatientes con lanzacohetes RPG, morteros y kalachnikovs. Los
jefes utilizan teléfonos satelitales. Los rebeldes se apoderan de localidades
como Golo en el jabal Marra, donde establecen su cuartel general, o Tiné, en la
frontera con Chad, sede del principal sultanato zaghawa. Su jefe militar es un
hombre experimentado: en 1990, Abdallah Abakkar fue uno de los comandantes del
raid triunfal que, partiendo de Darfur, instaló a Idriss Daby en el poder en
N'Djamena. En la primavera de 2003, las fuerzas gubernamentales sufren un revés
tras otro. El ejército se enfrenta con dificultades, más aun cuando sus
efectivos se concentran en Sudán del Sur (4) y registra en las primeras semanas
un número significativo de deserciones de soldados oriundos de Darfur.
En Jartum, el presidente Omar El-Bechir reacciona militarmente, transfiere
unidades de Sudán del Sur e intenta cerrar las fronteras con los países vecinos,
Chad y Libia. El coronel Mouammar Khadafi acepta detener el tráfico de camiones
entre Libia y Darfur, y el presidente chadiano Idriss Deby coopera con el
ejército sudanés en la zona fronteriza. Pero las armas abundan, las fronteras
del desierto son incontrolables. El 25 de abril de 2003, el ALS realiza una
audaz maniobra al penetrar en El-Fasher, la capital de Darfur del Norte; toma el
control del aeropuerto y secuestra al general de aviación Ibrahim Bushra (5).
En Jartum, la humillación alcanza su punto máximo. El presidente destituye a los
gobernadores de Darfur y ordena detener a numerosos intelectuales y notables
sospechados de simpatizar con la rebelión, en Nyala y El-Fasher. Se crea un
comité de crisis cuya principal decisión acarreará graves consecuencias. El
general Osman Mohamed Kibir, nuevo gobernador de Darfur del Norte, enrola
oficialmente a las milicias árabes, les provee armamento y les da carta blanca
contra los territorios rebeldes. Los insurgentes siguen avanzando, pero ahora
sus pueblos también son atacados.
A fines del verano, el presidente Bechir se reúne secretamente con el ALS,
merced a gestiones realizadas por el presidente de Chad. Este último, de origen
zaghawa, conoce bien a los rebeldes y teme que la crisis altere su alianza con
el presidente Bechir. La mediación resulta exitosa y se celebra un alto el fuego
el 3 de septiembre en Abéché (Chad). Será por poco tiempo. Para Jartum, se
trataba sobre todo de aprovechar las diferencias políticas surgidas en el seno
de la rebelión.
Un segundo grupo, el Movimiento por la Justicia y la Igualdad (MJE), multiplica
las acciones en Darfur del Norte. Presidido por el Dr. Khalil Ibrahim, de 44
años, el MJE es de origen zaghawa. Ex miembro del partido islamita del Dr.
Hassan Al-Turabi (6), Ibrahim es de la familia del sultán de Tiné y rompió con
el régimen en 1999. En 2000, su grupo había publicado anónimamente y con éxito
un Libro negro que denunciaba el control sobre el Estado y la política sudanesa
de tres grandes tribus de Sudán del Norte, Shaygia, Jaaliyin y Danagla. Sin
embargo, el MJE no simpatiza mucho con la causa de Sudán del Sur y pretende ser
el abogado de un vasto "Sudán central abandonado", que se extiende desde el Mar
Rojo hasta Darfur.
Acusado cotidianamente por las autoridades de ser una pantalla del Dr. Turabi
(quien lo niega a medias), el MJE no fue invitado a Abéché. A pesar del alto el
fuego, la guerra continuó, y más aun cuando los janjawids, excluidos también del
acuerdo, continuaban sus razzias, especialmente en la región de Zalingei,
ataques coordinados cada vez más a menudo con la aviación gubernamental.
Tras el fin oficial del alto el fuego, el 16 de diciembre de 2003, se reanudó la
guerra en el conjunto de la provincia. Habiendo dispuesto de tiempo para
reforzar su ejército, el gobierno de Jartum pasó a la ofensiva, con notables
triunfos. El jefe militar del ALS, Abdulah Abakkar fue asesinado y el ejército
reconquistó los centros del país zaghawa, Kulbus y Tiné, provocando el éxodo a
Chad de varias decenas de miles de mujeres y niños. Lo mismo sucedió más al sur,
en el país masalit, y hasta en las lejanas colinas saharianas habitadas por los
meidobs. En cambio, los intentos del ejército de sitiar el jabal Marra duraron
poco.
Proclamando su "victoria completa", el presidente Omar El-Bechir anunció el 9 de
febrero el "fin de las operaciones militares". Nada de eso ocurría. El ejército
había restablecido su control sobre las ciudades, pero los combates continuaban.
Las masacres de civiles también. Así, por ejemplo, el 27 de febrero, en la
región de Tawila (Darfur del Norte), o el 7 de marzo, en la de Wadi Salih
(Darfur del Oeste) donde los janjawids ejecutaron a sangre fría a más de un
centenar de adultos. Naciones Unidas localizó además al menos cuatro campos de
concentración de mujeres y niños en condiciones espantosas. El ALS, con su nuevo
jefe militar, Jibril Abelkarim Bahri, continúa siendo sin embargo poderoso, a
pesar de sus divisiones internas: contaría con más de 10.000 combatientes
organizados.
Falta de acuerdo político
La esperanza de lograr la paz en la interminable guerra de Sudán del Sur limita
las iniciativas internacionales en Darfur. En Kenya, el gobierno negocia con el
APLS. Sin embargo, la lentitud de las discusiones iniciadas hace ya veinte meses
bajo una fuerte presión de la diplomacia estadounidense, resulta preocupante
(7). ¿ Pueden el coronel Garang y el presidente Bechir decidir por sí solos en
nombre de todo el Sudán del mañana? La insurrección de Darfur señala que no.
El Dr. Garang, consciente de la dificultad, se muestra prudente. Preservando las
negociaciones en curso en Naivasha, protestó contra los estragos del ejército y
de los janjawids en Darfur y aportó una ayuda militar discreta al ALS. Estos
últimos meses, no había podido evitar una crisis de la Alianza Nacional
Democrática (AND), agrupación de los opositores al régimen cuyo pacto fundador
(derecho a la autodeterminación para el Sur a cambio del apoyo del Sur a las
reivindicaciones democráticas en el Norte) había sido seriamente cercenado por
el "único jinete" de las negociaciones de Naivasha. Pero el 13 de febrero de
2004, a pesar de la reticencia de su presidente, Osman el Mirghani, el Consejo
de la AND aceptaba la adhesión del ALS, confiriendo a la rebelión del Oeste la
legitimidad de una causa nacional.
La única propuesta política del presidente sudanés a los insurgentes de Darfur
(una conferencia de paz en Jartum dirigida por un comité elegido por él) se
parecía, hasta ahora, a un pedido de rendición liso y llano. En marzo de 2004,
en vísperas del décimo aniversario del genocidio ruandés, las agencias de
Naciones Unidas decidieron denunciar abiertamente la "limpieza étnica" en curso
en Darfur, mientras el secretario general Kofi Annan reclamaba una intervención
armada internacional.
Bajo esta presión, el presidente Bechir aceptó celebrar el 8 de abril de 2004,
en presencia de observadores internacionales, un nuevo alto el fuego de 45 días,
que incluye esta vez al MJE. Pero, a falta de un verdadero acuerdo político
entre la rebelión y el gobierno y de un desarme efectivo de las milicias árabes,
este tercer alto el fuego en seis meses corre el riesgo de ser sólo un número
más en una larga serie de falsos pretextos.
1 Cifras suministradas por los organismos humanitarios de la ONU a comienzos de
marzo de 2004. Es muy probable que el número de muertos sea inferior al real.
Hasta abril de 2004, el gobierno prohibió toda presencia en Darfur de La Cruz
Roja Internacional y de asociaciones humanitarias.
2 Desde 1994, Sudán se compone de 26 Estados llamados wilaya, que disponen de un
gobierno y un consejo legislativo, en lugar de los nueve que poseía
anteriormente: Alto Nilo (Nilo superior), Mar Rojo, Bahr el- Jebel, Gezira,
Jungoli, Darfur del Sur, Kordofan del Sur, Jartum, Sannar, Equatoria, Bahr
el-Ghazal del Norte, Darfur del Norte, Kordofan del Norte, Equatoria occidental,
Alshimaliya, Bahr el-Ghazal del Oeste, Darfur del Oeste, Kordofan occidental,
Gaddarif, Kassala, Nahr Al Nil, Nilo Blanco, Nilo Azul, Warap y Estado de la
Unidad.
3 Desde 1983, una guerra civil opone al Norte árabe-musulmán y al Sur cristiano
y animista representado especialmente por el Ejército Popular de Liberación de
Sudán (APLS).
4 Gérard Prunier, "Paix introuvable au Soudan", Le Monde diplomatique, París,
diciembre de 2002.
5 Este último será liberado tres meses más tarde, luego de negociaciones con los
notables de su tribu (árabes massiryas).
6 El Dr. Turabi, inspirador del golpe de Estado de 1989, eminencia gris del
régimen durante diez años, se convirtió luego de su ruptura con el presidente
Bechir en diciembre de 1999 en un claro opositor, cuya influencia es temida por
las autoridades. Acusado de intento de golpe de Estado militar, fue detenido
nuevamente el 1 de abril de 2004, y su partido, el Congreso Popular, suspendido.
7 Se lograron acuerdos sobre la distribución de las riquezas, pero las
negociaciones fracasaron especialmente respecto de las fronteras y el estatuto
de la ciudad de Abyei.