Medio Oriente - Asia - Africa
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Los asesinatos selectivos
Martín Lozada Bariloche
Poco a poco se va perdiendo el sentido del horror y se normaliza lo que de
otro modo resultaría siniestro. Se trata de homicidios seriales, abiertos al
público, filmados y reproducidos alrededor del mundo entero. Así resultan ser
los asesinatos selectivos que practica el Estado de Israel en relación con
ciertos dirigentes palestinos más o menos, según el caso, vinculados con
atentados terroristas.
Como sucedió años atrás, en ocasión en que la Corte Suprema israelí autorizó las
"presiones físicas" - torturas- sobre detenidos palestinos como medio procesal
tendiente a recolectar prueba sobre atentados consumados o a producir, detrás de
los asesinatos selectivos hay también una política oficial y de Estado.
Política de Estado que pretende consolidar una ocupación permanente sobre los
territorios palestinos que Israel ilegítimamente anexionó de facto en 1967 y
que, pese a una ingente cantidad de resoluciones de las Naciones Unidas, se
niega a abandonar. Política que se ha profundizado con los programas de
asentamientos de colonos israelitas en territorio ocupado, con la construcción
de un muro para asfixiar la viabilidad futura de Palestina y, finalmente, con la
sistematización de los asesinatos objetos de estas letras.
Tal cual sucede durante la ejecución de todo programa de violación sistemática
de derechos humanos, el discurso que emana de los autores resulta pletórico de
eufemismos y equívocos. Es por eso que renuncian al término simple y llano de
"terrorismo", que tan sólo destinan a los atentados palestinos y, en cambio, se
refieren a "eliminaciones", "operaciones puntuales" o a "autodefensa activa".
Como si la manipulación de las palabras pudiera reducir algún grado de
responsabilidad o tranquilizar la conciencia colectiva luego del homicidio
premeditado, siempre alevoso, a través de bombas o misiles disparados a
distancia.
Los asesinatos selectivos comenzaron durante la última etapa de gobierno del
laborista Ehud Barak, quien ordenó estas prácticas para sofocar el levantamiento
palestino - Intifada de Al Aksa- contra la ocupación militar en Cisjordania y
Gaza que estalló el 29 de setiembre del 2000 tras la visita del líder del Likud,
Ariel Sharon, a la Explanada de las Mezquitas, lugar sagrado para los
musulmanes.
Como primer ministro, Sharon retomó esa estrategia bajo el calificativo de "interceptaciones"
y dio luz verde al ejército para aplicarla a su antojo, sobre todo tras el
asesinato del ministro de Turismo, Rajavam Zeevi, a manos de activistas del
Frente Popular para la Liberación de Palestina, el 17 de octubre del 2001.
Según el Grupo Palestino de Supervisión de los Derechos Humanos, en los casi
cuatro años transcurridos desde el inicio de la "Intifada" palestina, las
fuerzas israelíes causaron la muerte de 209 palestinos en operaciones de
asesinato selectivo, de los cuales sólo 147 eran blancos de los ataques. Los 62
restantes fueron personas ajenas y que poco o nada tenían que ver con el
objetivo trazado.
Israel ha argumentado que su política de asesinatos selectivos es un acto legal
de autodefensa. Sin embargo, el Convenio Internacional de Derechos Políticos y
Civiles de 1966, ratificado por esa nación, estipula que las ejecuciones sin
juicio no están permitidas ni siquiera en tiempos de emergencias y conflicto
armado. Ese es el significado de su artículo 6, apartado 1, que afirma que
"nadie será privado arbitrariamente de su vida".
En un informe de 1983, del relator especial de la Comisión de Derechos Humanos
de la ONU, se estableció que "matar deliberadamente a individuos seleccionados,
que no se encuentran detenidos por el gobierno" es una "ejecución arbitraria" y
viola, por lo tanto, el derecho a la vida, un derecho absoluto que ha sido
reconocido por todas las convenciones de derechos humanos como el derecho más
básico e importante.
De modo tal que los asesinatos de civiles por parte de un poder ocupante, tal
como sucede en este caso, son una grave violación de la Cuarta Convención de
Ginebra de 1949, que junto a varios protocolos adicionales establecen lo que
está permitido y prohibido en tiempos de guerra y ocupación. Pero, además,
constituyen un crimen de guerra y contra la humanidad cuando se llevan a cabo en
el contexto de un conflicto armado.
El sociólogo argentino Daniel Feierstein ha escrito con razón que "A menos que
la intención sea la de intercambiar el rol de víctima por el de genocida, el
pueblo judío también debe aprender e investigar su propia existencia para
comenzar a cuestionar los modelos educativos, sociales, políticos o culturales
que van construyendo la midad de una práctica social como el genocidio".
Es por eso que los 200.000 israelíes, mayormente pertenecientes a grupos de
izquierda y pacifistas, que el pasado sábado 15 se reunieron en la plaza Rabin
de Tel Aviv bajo los lemas: "Elegir por la vida-salir de los territorios
ocupados" y "Salir de Gaza y comenzar a negociar", dan lugar para la esperanza y
la racionalidad en Medio Oriente.