Al-Ahram Weekly Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Una fotografía de Abeer Zinaty muestra a la estudiante de 20 años de la ciudad de Ramle en el centro de Israel, en la que se mezclan árabes y judíos, con una camiseta marcada con el logo "Trabajador excelente de 2003 - McDonald's Israel" Menos de un año más tarde está desempleada, despedida por la compañía de comida basura más famosa del mundo. Su crimen, según el gerente de la filial, es que la sorprendieron hablando árabe con otra persona árabe empleada por la compañía.
El trato sufrido por Zinaty a manos de la dirección israelí de McDonald's es una dura ilustración de la creciente marea de discriminación contra trabajadores árabes, declaró a Al-Ahram Weekly Jafar Ferah, director de Mossawa - un grupo de presión a favor del millón de ciudadanos palestinos de Israel.
Nominalmente, árabe es un idioma oficial del Estado de Israel, pero la prohibición de su uso por su personal es una práctica que viene de largo en numerosas firmas israelíes. Es la primera vez, sin embargo, que una compañía del tamaño de McDonald's reconoce implícitamente que hablar en árabe es motivo suficiente para un despido. La decisión de despedir a Zinaty por hablar árabe fue confirmada por el gerente de la filial de Ramle a Al- Ittihad, un diario árabe local, el pasado mes.
En una carta posterior a Mossawa, la directora de Recursos Humanos de la compañía, Talila Yodfat dijo que a todos los trabajadores se les instruye para "que utilicen sólo hebreo cuando hablan entre ellos o frente a clientes, para evitar situaciones inconfortables". Sin embargo, enfrentada con amenazas de acción legal, Yodfat argumenta también ahora que la prohibición de árabe no es racista sino un intento de evitar toda posible "mala comunicación" entre el personal de diferentes grupos étnicos.
El despido de una trabajadora árabe por hablar su propio idioma es sólo la punta de un iceberg de decenios de prácticas discriminatorias contra la minoría palestina en el sitio de trabajo, dijo Wahbe Bidarne, director del grupo de presión de los trabajadores árabes, Voz del Trabajador. "No importa si hablamos de pequeñas firmas privadas, como restaurantes, o de instituciones gubernamentales: el racismo es el mismo", dijo. "No importa cuán bien cualificado sean, la mayoría de los árabes sólo pueden encontrar trabajo - cuando lo pueden encontrar - como jornaleros en la cosecha de aceitunas, en la construcción o en fábricas".
La discriminación contra los trabajadores árabes está aparentemente siendo reforzada por la continua incitación contra la minoría por parte de altas personalidades públicas. Incluso ministros del gobierno acusan regularmente a la minoría palestina - aproximadamente un 20 por ciento de la población - de estar involucrada en el terrorismo, o de representar, junto con los palestinos de Cisjordania y Gaza, un peligro para el futuro de Israel.
En una reciente conferencia de dirigentes israelíes, por ejemplo, el Ministro del Tesoro, Binyamin Netanyahu concluyó: "Incluso si los árabes se integraran maravillosamente con nosotros, cuando su número alcance entre un 35 y un 40 por ciento de la población israelí, el estado judío cesará, en ese momento, de existir". Sus comentarios fueron hechos cuando el gobierno reveló que estaba considerando planes para transferir un área de Israel conocida como el Pequeño Triángulo - cercano a Cisjordania y densamente poblado de ciudadanos árabes - a un futuro estado palestino.
Ha habido una avalancha de informaciones en los últimos meses que sugieren que los trabajadores árabes son menos bienvenidos que nunca en una economía que sigue controlada mayormente por el estado. Este mes, la oficina del fiscal del estado dio su beneplácito a una decisión tomada por el Rabinato Superior de Tiberias de otorgar una calificación kosher superior a los establecimientos que sólo emplean judíos. Los restaurantes de Tiberias han empleado tradicionalmente a una alta proporción de árabes mal pagados en sus cocinas.
Esto siguió inmediatamente después del despido del gerente de restauración del Hotel Nirvana a orillas del Mar Muerto, después que rehusó despedir a 40 trabajadores árabes. Los jefes del Nirvana aparentemente le dijeron que los clientes se habían quejado por la presencia de árabes en el hotel. Temían la mala publicidad si ellos mismos despedían a los trabajadores.
En otro caso destacado, los empleados árabes del Instituto Nacional de Seguros en Nazaret habían presentado una petición contra el director de la oficina, Moshe Nun, en la que afirmaban que desde su nombramiento tres años antes, había despedido a 19 trabajadores árabes mientras contrataba al mismo tiempo a 27 judíos.
Un informe publicado el mes pasado por el Centro Adva - un grupo de Tel Aviv que promueve la igualdad y la justicia social - mostró que los 36 peores puntos negros en el empleo e Israel se encuentran todos en áreas árabes. Incluso después de la manipulación de las cifras por el gobierno para reducir los porcentajes de desocupación entre los ciudadanos árabes, la probabilidad de que los árabes se encuentren sin empleo es el doble de la de los judíos.
La mayoría de los árabes que trabajan lo hacen en trabajos ocasionales mal pagados. "La economía israelí actualmente está en caída y las primeras víctimas son siempre los ciudadanos árabes", dijo Badarne. "Si un restaurante tiene que despedir trabajadores, escogerá a los árabes. O si judíos desempleados están dispuestos a aceptar puestos mal remunerados, sus gerentes despedirán a antiguos trabajadores árabes".
En realidad, el racismo en el sitio de trabajo ha estado arraigado en el pensamiento sionista desde el comienzo. La noción de "trabajo hebreo" fue importada por los primeros inmigrantes judíos a Palestina y se refleja actualmente en la ideología del Histadrut, lo más parecido en Israel a una federación sindical.
El éxito del Histadrut en la priorización del trabajo judío por sobre el de los árabes es medido fácilmente si se examinan los modelos de empleo de los dos mayores empleadores estatales de Israel: la compañía de telecomunicaciones Bezeq e Israel Electricity Corporation. Con una fuerza laboral de unas 10.000 personas, Bezeq emplea a menos de 10 árabes. La compañía de electricidad, con un personal de 14.000, tiene un número aún inferior de trabajadores árabes, según las informaciones existentes. Ambas firmas requieren una vasta gama de técnicos, contadores, secretarias, recepcionistas y gerentes que tienen la responsabilidad de suministrar servicios a toda ciudad y aldea árabe y judía en el país.
Farouk Omri, gerente de ventas de Bezeq, y su empleado árabe más importante, dice que el puñado de trabajadores árabes es un legado proveniente de un breve experimento realizado a mediados de los años 80 por el director del Bezeq College en Jerusalén, que entrenaba exclusivamente personal técnico. "Siempre fue un círculo infernal para los árabes", declaró al Weekly, "Si pedías un trabajo en Bezeq te preguntaban si te habían entrenado en el College. Pero los árabes no eran aceptados allí para comenzar. Sólo en 1983 el director terminó por aceptar - bajo crecientes acusaciones de racismo - que permitiría dos candidatos árabes al año. Todo el que pasaba los exámenes del College después tenía trabajo garantizado. El College se cerró en 1988 y la admisión de árabes en Bezeq se acabó".
Omri dice que Bezeq utiliza ahora una práctica más familiar para impedir el empleo de árabes. Pretendiendo que su trabajo involucra la seguridad del estado, Bezeq exige que los candidatos árabes demuestren que han completado el servicio militar. Casi todos los árabes son excluidos del ejército. "El argumento de que el trabajo de Bezeq afecta la seguridad es una estupidez", dijo Omri. "Tal vez unos 50 o 100 puestos de trabajo podrían ser descritos de esa manera: los técnicos que trabajan en instalaciones militares y en el Ministerio de Defensa".
Las afirmaciones referentes a la seguridad significan que los árabes pueden ser excluidos de gran parte de la economía. Los árabes no pueden ser empleados en la industria nuclear, incluyendo tanto el reactor Dimona como las plantas de armas secretas, en muchas fábricas textiles que suministran vestimentas militares, en numerosas industrias militares, en la línea aérea nacional y en el aeropuerto, así como en el servicio carcelario - aunque se hace una excepción en el caso de los drusos que han servido en el ejército.
Incluso firmas privadas, incluyendo restaurantes y oficinas, utilizan la seguridad como un pretexto para excluir a los candidatos árabes. Muchos puestos profesionales son también excluidos, incluyendo en ingeniería y arquitectura, porque son considerados como relacionados con la seguridad. La mayoría de los árabes con educación superior, trabajan exclusivamente como maestros, abogados o doctores en sus propias comunidades.
Informes producidos anualmente por Sikkuy, un grupo judío-árabe que hace campaña por la igualdad de oportunidades, han mostrado que el gobierno en realidad aprueba esa discriminación utilizando precedentes. A pesar de una iniciativa del gobierno del antiguo primer ministro Yitzhak Rabin para reclutar a ciudadanos árabes en el servicio público durante los años de Oslo a mediados de los años 90, y la legislación posterior iniciada por miembros árabes de la Knesset [Parlamento] para asegurar una "representación justa", los árabes llegan a sólo un seis por ciento de la administración pública. La gran mayoría está empleada en los ministerios de Salud, Medio Ambiente, Asuntos Religiosos y Educación, todos los cuales precisan de gente de habla árabe para manejar sus relaciones con las ciudades y aldeas árabes.
Varios ministerios excluyen a los árabes de su fuerza laboral. El primer ministro adjunto, Ehud Olmert, responsable del Ministerio de Comunicaciones, respondió a una pregunta de la Knesset el mes pasado de por qué no había árabes en su departamento, diciendo que ninguno de los candidatos era adecuado. La verdadera razón, sin embargo, es que los ministerios de Comunicaciones, Vivienda, Transporte e Industria consideran que su trabajo tiene que ver con la seguridad: grandes sectores de esos departamentos planean e implementan, efectivamente, la ocupación de territorios palestinos.
De la misma manera, los consejos de unas 111 compañías dirigidas por el gobierno están abrumadoramente dominadas por judíos - de nuevo en contravención con la ley israelí. Sólo 18 consejos tienen un director árabe - lo que representa un 3 por ciento del número total de directores - y es generalmente el caso de un solo director en un consejo de varios judíos. En un gran número de casos, estos puestos de director son recompensas reservadas para drusos de confianza que han servido en las fuerzas armadas israelíes.