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Medio Oriente - Asia - Africa

24 de febrero del 2004

Entrevista con Wendy Pearlman, autora de 'Voces bajo la Ocupación: Historias cotidianas de la Segunda Intifada'

Maureen Clare Murphy
The Electronic Intifada
Traducido para Rebelión por por Felisa Sastre

"Es casi vergonzoso que haya tenido que escribirse un libro como este para tratar de proclamar que "los palestinos son seres humanos decentes, que no todos son terroristas ni propagadores de odio", me dice Wendy Pearlman mientras tomamos té y chocolate en un frío y nevado día de invierno en Chicago.

Conozco de dónde viene Perlman, sé de la frustración endémica que sufre una simpatizante de los palestinos que tiene que gastar mucha energía para explicar a otros estadounidenses que los palestinos son personas normales que tiene preocupaciones e intereses como cualquier otra gente- con la singularidad de que tienen que soportar la tremenda carga de la desposesión y de vivir bajo el dominio de un ejército extranjero.

Perlman, autora del libro Occupied Voices: Stories of Everyday Life from the Second Intifada, ha entrevistado a unas dos docenas de civiles palestinos que viven en Cisjordania y la Franja de Gaza con el fin de facilitar a los lectores una panorámica más real de cómo se vive bajo la ocupación militar israelí, y de la humanidad que, como explica "queda eliminada cuando los titulares se centran exclusivamente sobre cuántas personas han muerto". Cada entrevista va acompañada por fotografías sobre la historia personal de cada entrevistado, debidas a la cámara de la finlandesa Laura Junka.

La vida cotidiana

Las entrevistas, en efecto, revelan detalles de las vidas de las gentes, y de la singularidad de cada una de esas personas que no es posible reflejar en un informe de 600 palabras de la Associated Press. Por ejemplo, la temperamental Suzanne, periodista de Jenin ( a quien no hay que confundir con su hermana gemela Jehan, como le ocurrió con frecuencia a Pearlman mientras charlaba con las dos en la Universidad de Bir Zeit). En su entrevista, Suzanne afirma que desde que los israelíes establecieron barreras que bloquean las carretera que lleva a su Facultad, la única forma de llegar a clase " es pasar por ese túnel, de manera que día a día debemos atravesarlo de rodillas con el apoyo de las manos, lo que resulta humillante. ¿Puede imaginárselo? Usted y su profesor y sus compañeros de clase-cualquiera que vaya a la Facultad- a cuatro patas -...¿Qué más le puedo decir?".

Samia, por su parte, la asistente social voluntaria que "supervisa la escuela primaria de Rawdat Al-Zuhur con sus 250 estudiantes de bajísimos ingresos económicos", donde Pearlman quedó impresionada por " los símbolos pacifistas de palomas y arcos iris pintados en todas las paredes". Cuando Samia trabajaba en la YWCA(1), debía viajar con frecuencia a Ammán (Jordania), para lo que tenía que sufrir los cacheos del personal israelí en la frontera. Samia cuenta: "Usted sabe que para realizar esa función existen aparatos portátiles que inspeccionan de arriba a abajo pero optaban por desnudarte simplemente para humillarte. Un día la agente de seguridad llegó a inspeccionar mi compresa. ¿Puede imaginarlo? Ella me dijo, lo siento, tengo que hacerlo. A lo que contesté:Yo lo siento por Usted".

Las dos, Jehan y Samia le preguntaron a Pearlman si era capaz de imaginarlo, y uno de los objetivos que pretende la autora con Occupied Voices es hacer posible que los lectores puedan conseguirlo. Pearlman me dice: "Esas son el tipo de historias que pueden tocar la sensibilidad de los estadounidenses. Explicar de qué manera los palestinos sufren y sienten que se les obliga a vivir sin dignidad; que se les niega sus tierras y sus libertades, resulta algo abstracto y difícil de entender para los estadounidenses medios" pero con estos ejemplos humanos "la gente puede imaginar lo que significa encontrarse en esa situación".

Los lectores de Estados Unidos quizás se sorprendan al descubrir el afecto que la mayoría de los entrevistados sienten hacia los ciudadanos estadounidenses. Issam, un tímido taxista de 24 años de Rafah, cuenta a Pearlman, "A mí, de verdad, me gustan los americanos. Los que conocen la verdad entienden nuestra situación y simpatizan con nosotros. Yo tengo asistencia médica gracias a la generosidad del pueblo estadounidense, no a la del Gobierno de Estados Unidos".

Issam, tiroteado en varias ocasiones durante la primera Intifada, añade: "El Gobierno estadounidense proporciona armas a los israelíes que ellos emplean para matarnos. Los americanos pagan impuestos a su Gobierno y el Gobierno los invierte en enviar armas a Israel, de manera que los estadounidenses inconscientemente contribuyen a matar niños. Sólo pido que los americanos reconozcan esto, nada más".

Otros entrevistados repiten esa distinción entre el pueblo estadounidense y sus dirigentes. Pearlman me dice que esa actitud coincide con sus experiencias en Marruecos, en los territorios palestinos y en Egipto, "en general, la gente establecía diferencias entre su rechazo al Gobierno de Estados Unidos y su afecto sincero hacia mí como ciudadana estadounidense, hasta el punto de que había quien decía 'Discúlpeme, no se ofenda, pero soy crítico con la política de su Gobierno', a lo que contestaba que 'yo también'. Me asombraba el que la gente se sintiera en la obligación de pedir disculpas- 'no quiero ofenderla, por favor, no lo tome como un rechazo personal' ".

Añade que "fui tratada como una reina y me invitaron a compartir 'sus vidas y sus hogares', de manera especial en Gaza donde "la gente no tiene nada, pero lo poco que tenían me lo ofrecían", Pearlman continúa, "En Gaza si le invitan a comer, uno tiene que quedarse para tomar el té, para cenar y para pasar la noche. Es decir, se come y se charla hasta que uno se va al día siguiente".

No obstante, Pearlman comenta, " Creo que la gente establece esa distinción entre el Gobierno de los Estados Unidos y sus ciudadanos más de lo que estaría justificada...el pueblo americano elige a su Gobierno, por lo que es responsable...casi tuve ganas de decirles que tenían derecho a criticar al pueblo americano por elegir a semejantes políticos, por permanecer tan apáticos, por no conocer cuán implicado se encuentra nuestro Gobierno en la violencia que ejerce Israel".

Los palestinos en los medios de comunicación

Las moderadas y diversas voces palestinas que se expresan en el libro de Pearlman contrastan por completo con la única imagen de los palestinos como seres violentos que se muestra en los principales medios de comunicación en Estados Unidos. Esa falta de presencia de los palestinos en los media explicando quiénes son y cuáles son sus objetivos es una de la razones que impulsó a Pearlman a escribir el libro, "Cuando estalló la (segunda) Intifada, me encontraba en Egipto y me sentí destrozada por completo", dice. Pegada a la televisión y a Internet, Pearlman comenta que la sensación más frustrante fue ver "cómo la presentaban los periodistas, sin la menor referencia a lo que los palestinos pensaban y querían , sin una sóla entrevista con palestinos de carne y hueso".

Pearlman insiste en este punto durante la entrevista al afirmar, "Lo que más me indignó fue que gente que jamás había hablado con un palestino, que no había pisado Cisjordania o Gaza, no tenía escrúpulos en alegar que los palestinos luchaban porque odiaban a los judíos; porque nunca estarían satisfechos hasta que aniquilaran al Estado de Israel; porque se les da la mano y te cogen el pie".

Al mencionar que una de las cuestiones que siempre se plantean sobre su libro de conversaciones, es "el asunto de los textos escolares" "Pearlman contesta con rapidez, "¿Han visto ellos en alguna ocasión un libro de texto palestino? ¿Acaso conocen un sólo manual palestino que les trate mal? Esas son las cosas que se divulgan y que se convierten en un tópico que la gente nunca se cansa de repetir: "Dónde he oído que en los libros de texto palestinos se enseña a odiar?".

Pearlman añade que a lo largo de su vida como activista palestina ha aprendido que "en un debate se tarda 30 segundos en crear una mentira, en tejer una calumnia, y se precisan 30 minutos para desmontarla. Por ello, en una discusión las mentiras ganan. Creo que es algo que se puede comprobar en los media. Es muy sencillo, con una sóla frase o con una línea, lanzar la acusación completamente infundada, puede que incluso inventada, de que los libros de texto palestinos enseñan el odio o que las madres palestinas mandan a sus hijos a morir".

Insiste, " Sólo es una frase que está ahí, y nosotros en el otro lado tenemos que dedicar resmas de papel, con nuestras mejores habilidades dialécticas, con las más claras evidencias, para desmentirla, de forma que nunca podemos llevar adelante nuestro propio programa, una agenda positiva que intente cambiar las cosas porque estamos demasiado ocupados en probar que los palestinos son seres humanos".

Pearlman menciona, "Conozco a gente que me pregunta '¿Cómo es la Universidad de Bir Zeit?' porque mucha gente- israelíes en especial-, cree que Bir Zeit es el baluarte del nacionalismo y que si Usted va allí va a encontrar un refugio de terroristas, pero la realidad es que la mayoría del tiempo sólo encuentra muchachos y muchachas que flirtean, que se sientan juntos en la cafetería y toman comida basura. ¡Es sólo una Universidad! Por supuesto, hay nacionalismo y existe gente que lucha por Palestina, pero también se guiñan los ojos y se cotillea a quien lleva zapatos nuevos o se prestan el lápiz de labios y hablan de deportes".

La cuestión judía

Pero no son sólo los palestinos quienes intentan negarse a una representación unidimensional de sí mismos y de aceptar los clichés. Descrita en la contraportada del libro como " una joven mujer judía de las llanuras centrales de EE.UU.", Pearlman ha descubierto que hay mucha gente que ha escrito sobre su vida. "Se han inventado una especie de culebrón en el que se dice que crecí en una familia ortodoxa y se me educó en el sionismo, fui a un campamento y después a Cisjordania donde fui consciente de que todas mis ideas eran falsas, y se produjo la crisis de identidad".

"Han intentado montar esta telenovela que en absoluto responde a la verdadera historia. Crecí en un hogar judío no religioso sino secular. Jamás he sentido ningún tipo de relación afectiva con el desarrollo de Israel. Me he dedicado a este tema al estudiar el Oriente Próximo como estudiante de Ciencias Políticas", explica Pearlman.

"Se trata de un libro muy personal- indica-, estoy implicada en él tanto como los demás...no tengo derecho a lamentarme", Pearlman afirma que debe a su apellido el que su libro se publicara sin problemas. Con la obsesión que existe en Estados Unidos por la presentación "equilibrada e imparcial"- incluso en el caso del conflicto israelí- palestino que está por completo tratado tendenciosamente a favor de los primeros-, Pearlman habla de que el tabú de presentar sólo las voces palestinas, sin el equilibrio de presentar un número igual de voces israelíes, fue superado por el hecho de ser judía.

"Me hubiera gustado no mencionar la cuestión judía en el libro", me dice. "Hubiera preferido, desde luego, no tener que escribir la introducción en la que hablo de que soy judía; o de que en las dos primeras páginas me viera obligada a contar que fui a una escuela dominical. Cuando cuento mi vida, no digo 'cuando tenía siete años iba a la escuela dominical' porque en aquellos momentos no era tan importante como hacer gimnasia".

Y Pearlman continúa, " pero la gente ve el apellido y quiere esa historia, y un editor sabe que así es como debe presentar el asunto...se trata de una cuestión de marketing, de presentación, y uno se siente, de verdad, como si se estuviera vendiendo a sí misma o imitando un anuncio comercial, Pearlman dice burlona, "Me siento como si fuera una lata de Coca Cola o algo por el estilo- '¡Nueva y mejorada, una judía de Nebraska!'".

Aunque "tiene sentimientos contradictorios sobre el asunto", Pearlman destaca "que si se quiere que la gente escuche las voces palestinas hay que aceptar las reglas del juego", y añade "Desde un punto de vista estratégico, en la introducción intento presentarlo de la forma más diplomática y menos amenazadora, de manera que sea posible abrir la puerta para que el lector permanezca conmigo lo suficiente para leer las entrevistas...En fin, que existen consideraciones de tipo estratégico: hay que pensar en quienes van a ser tus lectores, y si pretendes conseguir algo más que un coro de convencidos tienes que presentar las cosas para asegurarte de que la gente no se sienta intimidada y para que permanezcan contigo y saquen provecho de lo que quieres que les transmita una buena impresión". Sin embargo, Perlman asegura "me resulta ridículo que alguien que es judía pueda dar...credibilidad a un libro de historias orales palestinas...¿En qué mundo enloquecido estamos?

No entender

Perlman sabía desde el principio que se produciría mucha resistencia hacia un libro que sólo presentaba voces palestinas. En su introducción escribe, "No tengo duda de que habrá quienes lean estas entrevistas y de inmediato respondan: 'Sí, pero los israelíes han sufrido demasiado'. Tendrán razón pero no habrán entendido nada".

Le pregunto si le resulta frustrante el que en Publisher's Weekly se la critique por presentar sólo "una parte de la historia" y se critique a los mismos palestinos por no querer dar fin a la Intifada y por considerar los acuerdos de Oslo como "una traición".

"Por completo" responde, y añade: "Incluso lo advertí...pero aún así no entienden. Es de verdad una frustración, aunque sabía desde el primer momento que un libro de entrevistas con palestinos echaría atrás a un amplio sector de lectores con sólo ojearlo. La reseña del Publisher's Weekly por encima de todo fue una denuncia sobre el planteamiento más que sobre el mismo libro. (El que hizo la recensión) ni tan siquiera debió leerlo...él o ella se limitaría a ver el título y consideró que era suficiente", justifica Pearlman.

A continuación, añade: "Para que un documento se considere legítimo, hay que presentar el mismo número de testimonios de israelíes y palestinos...la gente dice que este libro es tendencioso. Pero es sólo una recopilación de historias de personas, ¿ Acaso las vidas son tendenciosas? Se trata sólo de experiencias vividas por la gente. ¿Cómo se puede luchar contra eso?".

Pearlman menciona una recensión en el Jerusalem Post que deja por los suelos el libro, "Me gustó esa crítica", afirma, y describe que en ella se critica el libro por superficial e inclinado hacia una de las partes, mientras que alaba el libro When the Birds Stopped Singing (Cuando los pájaros dejaron de cantar), de Raja Shehadeh- que es su diario durante la Intifada. Pearlman me dice que el comparar los dos libros en términos de profundidad y detalles no es serio ya que Shahade aporta el testimonio de un solo hombre y ella presenta dos docenas, sin pretender que el libro sea un trabajo antropológico.

En un párrafo de la recensión, el Post increpa a Pearlman: "En ocasiones, el lector escucha su propia voz enfrentándose a los palestinos: ¿Y el terrorismo? ¿Y la responsabilidad moral? ¿Qué pasa con el anti-semitismo de los palestinos? ¿Qué ocurre con los linchamientos en Ramala? ¿Dónde está el sufrimiento judío?" Si bien el crítico añade, "es imprescindible que cada uno de nosotros escuchemos al otro expresándose con su propias palabras". La reacción de Pearlman explica que estas críticas a su libro las escucha constantemente.

" Es preciso analizar estas preguntas-dice- porque no se trata de cuestiones sin valor, no significa que no tengan fundamento; son preguntas que tienen importancia porque los israelíes han sufrido muchísimo también. Pero parémonos ahí...y escuchemos lo que los palestinos tienen que decir desde su punto de vista sin buscar segundas intenciones cada vez que se lee algo para poner 'peros'. Hay que escucharles. Dejemos que hablen, hagamos una pausa, pensemos en lo que dicen, sólo entonces sacaremos nuestras propias conclusiones".

Pearlman continúa: " Si uno quiere que termine el conflicto y anhela la paz, ¿se puede uno permitir ignorar sus puntos de vista? Hay que seguir adelante; intentar conseguir la paz sin los palestinos, sin comprender sus experiencias y sus objetivos tal como los sienten, significa que seguiremos en guerra durante generaciones; hay que seguir adelante".

Llegar más allá del coro de convencidos

Pearlman me cuenta que en las presentaciones de su libro "puede haber una o dos personas hostiles que digan cosas que no vienen al caso, que se levantan y se marchan resoplando pero en general se trata de audiencias mezcladas, si bien es cierto que la mayoría de la gente viene para escuchar a alguien que piensa como ellos".

No obstante, su primera charla, el pasado mes de julio en una librería Borders de Stanford en Connecticut, fue su bautismo de fuego. Miembros de la importante comunidad judía de la ciudad se enteraron de que se iba a celebrar un coloquio sobre un libro de alguien que simpatizaba con los palestinos, y presionaron a Borders para que lo suspendiera mediante un correo electrónico en el que se decía que Pearlman "era una persona que apoyaba el terrorismo" y que acoger su conferencia "constituía una afrenta a la comunidad judía de Stanford".

Borders, que según nos puntualizó Pearlman, acostumbraba a acoger charlas sobre temas sin implicación política- del tipo el perejil en la cocina-, se asustó pero no canceló la conferencia. En lugar de hacerlo, invitó a los que habían amenazado con boicotear la tienda a que asistieran para plantear preguntas, así que Pearlman se encontró con que la audiencia la constituían alrededor de 60 personas, de las que unas 40 eran hostiles. De esas 40, "creo que puede que hubiera una que había comprado el libro y que dijo que había leído algo de su contenido, las demás creo que ni tan siquiera lo habían hojeado. Pero llevaban preguntas escritas en pequeñas fichas, como si la única persona que había comprado el libro hubiera redactado las preguntas de todos. Fue una locura". Tras su media hora de exposición sobre el libro, "Durante hora y media más hubo sólo preguntas hostiles, y como no disponíamos de moderador ni de micrófono porque era la primera conferencia que daba, la gente gritaba como si estuviera loca".

Pearlman continúa: "Sin embargo una persona dijo que los palestinos merecían vivir libremente en su propia tierra, y alguien le gritó: '¡Jamás! ¡No lo merece gente tan malvada!' Fue algo totalmente increíble, pero los amigos que estaban allí me dijeron que en ocasiones lo mejor que se puede hacer es, precisamente, permitir que esa gente hable y se desacredite ella misma".

Aunque una experiencia semejante puede incitar a quienes no están curtidos en la materia a abandonar una gira de promoción de un libro y quizás a no volver a hablar en público, Pearlman dice que "en cierto sentido, fui consciente de que lo ocurrido en Stanford fue un éxito, ya que respondió a lo que se supone ocurre con los debates. Para mí resultó terrorífico, aunque es más satisfactorio hablar ante una audiencia hostil que predicar para los convencidos... esos tipos tuvieron que sentarse y escucharme durante media hora, después yo les escuché a ellos".

Inspiración en la tragedia

Cuando le pregunto a Pearlman si emocionalmente le fue difícil vivir en los territorios de Gaza y Cisjordania- tan machacados por el conflicto- para recopilar historias de los palestinos que residen allí, me contesta que "esas historias ocurren sin que influya el que yo vaya o no, y, sí, fue duro tratar de convencerme que estaba haciendo algo que podía producir algún tipo de consuelo; incluso cuando se escucha y se es testigo de cosas peliagudas existe un cierto sentido al pensar que uno va usar esas experiencias o la información que está recogiendo para hacer algo que a su manera trate de ayudar".

Aunque existen muchas tragedias, Pearlman se inspira en la forma en que la gente continúa su vida. "Ellos continúan viviendo, las familias están unidas, la gente se casa, tiene niños, intenta seguir con sus estudios y trabaja cuando le es posible. Cuando uno contempla los horrores que esa gente está soportando en esa situación, uno es consciente también de la resistencia del espíritu humano, de cómo se adaptan los pueblos y de su capacidad para vivir con orgullo, dignidad e incluso con humor".

Pearlman, que ha mantenido el contacto con algunos de sus entrevistados, sabe que desde que se publicó el libro, Issam, el joven de Rafah, y su mujer han tenido su primer hijo; Iman, una joven de Hebrón cuyo hermano más pequeño fue asesinado en la matanza de la Mezquita de Ibrahim, se ha convertido en una profesional independiente tras aceptar un trabajo muy respetado como asistente social con Media Luna Roja(2) en Ramala.

Los entrevistados que han recibido un ejemplar del libro y dominan el inglés se han sentido "verdaderamente satisfechos", lo que para Pearlman "es un alivio total". Me cuenta que Samia, la voluntaria asistente social, compró 20 ejemplares y que una de las dos librerías del Jerusalén oriental que vende libros en inglés pidió 50 ejemplares, los vendió y ha vuelto a pedir más.

Todo ello es muy gratificante para Pearlman, que asegura desconocer cómo funcionan las editoriales, y que cuando realizó las entrevistas "Realmente no tenía un plan trazado, era una muchacha con una grabadora que quería escribir un libro, pero no tenía ni idea de que aquello pudiera convertirse en un libro. No tenía contactos con editores, no sabía nada sobre cómo escribir un libro, sólo tenía un montón de cintas vírgenes".

No hay que preocuparse porque Pearlman pueda quedarse sin ideas o fuerzas cuando afirma que se siente fascinada por las múltiples dimensiones del conflicto: filosóficas, políticas, económicas y culturales. Reconoce que se va a dedicar a la cuestión Israel/Palestina por mucho tiempo y en la actualidad trabaja en su tesis doctoral en la Universidad de Harvard que, probablemente, tenga algo de entrevista. Está estudiando, asimismo, hebreo, lo que me demuestra cantando un poco de la canción tradicional "The Most Beautiful Girl in the Kindergarten" (La niña más guapa del jardín de infancia).

Le pregunto que si sigue con la idea de recoger historias de israelíes con el nombre de Occupied Voices tal como anuncia en el epílogo de su libro. Me contesta que tiene previsto vivir en Israel para conocer más a fondo el conflicto, y para responder a las críticas de que sólo conoce un lado de la historia, y que el libro podría salir de allí.

"Tengo décadas- comenta-, el tiempo que viva, para implicarme en este asunto. Muchos amigos estadounidenses que han vivido un tiempo en los territorios palestinos me dicen, 'Éramos más felices antes de ir a Palestina'. La ignorancia produce bienestar antes de conocer que existe semejante sufrimiento, pero cuando uno lo ha visto, no es posible volverse atrás; nunca podrás sentirte feliz por completo porque existe siempre una gruñona voz en tu interior, o apoyada en tu hombro, que repite "acuérdate de la gente que en Palestina, en estos momentos, no tiene agua y no puede salir de sus casas".

11 de febrero de 2004
* Maureen Clare Murphy es corresponsal de Arte, Música y Cultura de Electronic Intifada y de su web en Iraq.
Título original: Occupied Voices: Stories of Everyday Life from the Second Intifada.




Notas

1. Young Women's Christian Association (Asociación Cristiana Internacional de Mujeres Jóvenes).

2. Organización de ayuda humanitaria equivalente a la Cruz Roja occidental