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Medio Oriente - Asia - Africa

Africa y el neoliberalismo (2ª parte)

Mbuyi Kabunda
Argenpress

En muchos países africanos sometidos a los PAE, asistimos al aumento de los niveles de pobreza urbana y rural.

Los salarios en el sector moderno disminuyen en más del 60 por ciento. Es aún más dramática la situación de los empresarios populares del sector informal, que como parte de la estrategia de supervivencia de los más pobres han tratado de asumir ciertos niveles de solidaridad, en lo cual también se incluye a los parados.

En un país como Nigeria, por ejemplo, el sueldo mínimo ha disminuido en el 85 por ciento desde el inicio de la década de 1980. En la actualidad es del orden de 10 a 20 dólares al mes.

Los PAE han disminuido la capacidad de muchos africanos para pagar los servicios de sanidad y educación, sometidos a contribuciones de las familias ya empobrecidas.

En todas partes, la tasa promedio de matrícula de los estudiantes en la enseñanza básica, secundaria y superior, ha bajado sensiblemente en relación con la década de 1970, sobre todo en los países con bajos ingresos, como resultado de la aplicación de los PAE.

Muchas escuelas, anteriormente subvencionadas por el Estado, han desaparecido. Este, para reembolsar la deuda externa, ha operado recortes drásticos en los presupuestos consagrados a la educación, mediante el despido de maestros y profesores, la limitación de horas de clase y la reducción de los que han sido mantenidos en sus puestos de trabajo y condenados a hacer el doble del trabajo.

Lo mismo ocurre en el sector de la sanidad con el deterioro general de los cuidados curativos y preventivos: escasez del personal médico, falta de medicamentos y aparatos elementales, conversión de hospitales y dispensarios en focos de insalubridad sin condiciones mínimas de higiene, y condiciones de trabajo insatisfactorias.

Los gastos de sanidad, como el anterior caso, son exclusivamente a cargo de las familias, en un contexto de ausencia de cualquier sistema de seguridad social y de asistencia sanitaria.

Los resultados inmediatos son el aumento de analfabetismo, la reducción de la esperanza o duración de vida y la reaparición de las epidemias erradicadas o desaparecidas en otras partes del planeta. Ello contribuirá, sin duda, al retraso del Continente en relación con los niveles internacionales, y en su fuerza de trabajo. La depauperación de las familias y del Estado por los PAE que han comprometido, así, el futuro o devenir de Africa.

Las consecuencias medioambientales de los PAE en AFRICA.

La máxima apertura externa y el fomento de las exportaciones en los que se fundamentan los PAE son responsables del infarto ecológico actual de Africa, cuyo medio ambiente está totalmente desprotegido.

Africa destruye su medioambiente, el capital verde insustituible, podrá pagar la deuda, junto al saqueo de productos naturales por las multinacionales, para satisfacer las necesidades de la población del Norte.

Las firmas transnacionales agroalimentarias se aprovechan de su dominio tecnológico, de la no protección a los mercados africanos, de los abundantes recursos naturales y mano de obra barata, para deforestar en la impunidad total y controlar el capital verde de la farmacia vegetal, destinadas a crear las medicinas de los ciudadanos del Norte.

En cuanto a las poblaciones africanas, destruyen el medio ambiente porque son pobres y tienen hambre. Identifican la explotación de tierras y selvas para la supervivencia y para la exportación. Todo lo que sale del suelo o de la tierra africana está destinado a la exportación.

De este modo, y paradójicamente, el hambre en Africa no es el resultado de la falta de recursos, sino de su exportación. Se exporta la producción en lugar de consumirla.

La obligación de pagar la deuda y el ajuste estructural han aumentado la interacción entre el empobrecimiento y el deterioro medioambiental. La desertización y la erosión de los suelos nacen, además de la depredación amplificada por la tremenda explosión demográfica, de la extensión de los cultivos de exportación, en detrimento de la agricultura ecológica de autoconsumo.

Para enfrentarse a la carga de la deuda y al deterioro de los términos de intercambio, los países africanos no tienen otra alternativa que el fomento de las exportaciones, a través de los cultivos tropicales, las concesiones forestales, la extracción de minerales y la caza furtiva, dañando así la fauna y flora. El uso masivo de abonos y pesticidas en el que se fundamenta la agricultura comercial, es responsable de la destrucción de suelos.

Tanto los Estados como las poblaciones hipotecan el medio ambiente, para poder sobrevivir y satisfacer la demanda del mercado internacional. De todo ello resulta que la ideología neoliberal es antiecológica, hecho ilustrado por la desaparición de la selva en muchos países africanos, tales como Ghana, Costa de Marfil y los países vecinos.

Las consecuencias políticas de los PAE en Africa

Los PAE concebidos e impuestos desde el exterior han debilitado completamente al Estado africano, que ha fundamentado su legitimidad en las prácticas patrimoniales y la distribución de prebendas.

Dicho Estado, históricamente ilegitimado por su carácter importador y por las prácticas de indisciplina de las masas, que no se reconocen en sus estructuras y mecanismos, se caracteriza en la actualidad por un vacío o crisis de gobernabilidad. Su recolonización económica y puesta bajo tutela internacional por las instituciones de Bretton Woods, ha consagrado su ruptura con la sociedad civil.

La búsqueda de la solvencia internacional en detrimento de la racionalidad interna ha llevado a la insolvencia de los Estados africanos, confinados al mero papel del mantenimiento del orden, es decir, se han convertido en instrumentos de la violencia simbólica y estructural.

En un Continente en el que no existe una larga tradición de Estado y donde éste ha sido el principal inversor, administrador y empresario para el desarrollo económico y la construcción del Estado-nación, su debilitamiento por los PAE ha generado situaciones inéditas de inseguridad y descomposición política, ilustradas por el resurgimiento de conflictos étnicos y confesionales, y por el bloqueo del proceso actual de democratización en muchos países africanos. Los dramas de Somalia, Burundi, Ruanda, Sierra Leona, Liberia... se explican ampliamente por la delicuescencia del ya débil Estado central.